oxxxiii. capitulo treinta y tres
━━━ F. C. B A R C E L O N A
⚽ ♪ 。 Un dia de partit
lexxie & marce
fanfiction 🔵🔴
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El brillante sol que solía tener Barcelona en esa época del año, ante sus ojos ya no existía. Ese tono amarillo, que brillaba iluminando todas las calles, estaba oculto tras un par de nubes grises haciendo que el clima de la ciudad estuviera jugándole una broma pesada, mostrándole la evidente ausencia de colores y reflejando en él su estado de ánimo actual. Era totalmente lamentable. Junto a eso, la canción de Morat que se reproducía en la radio era otra cruel broma de la vida, divirtiéndose a su costa y haciendo imposible de olvidar el lío que tenía lugar en su cabeza.
Disfrutaba de un amor empañado con la sombra del secretismo, justo como relataba la historia de aquella canción, que, con sus letras, solo le hacía revivir el dolor que aquello le provocaba. A esas alturas, ya no sabía si era una solución llorar por eso, porque sentía que ya no tenía más lágrimas que derramar, hasta que una nueva ola de sentimentalismo la llenó y sus ojos volvieron a inundarse por ellas. Esa canción podía definirla de principio a fin, cada palabra era como si estuviera hablando de su relación.
Soltó un suspiro, mientras parpadeaba repetidas veces, tratando de apartar las lágrimas de sus ojos. Su mirada estaba puesta en la ventanilla del coche, mirando hacia fuera; pero sin ser plenamente consciente de lo que veía, solo esperaba que nadie haya notado su leve bajón. El mar de inseguridades que habitaba en ella, con cada día que pasaba, se volvía aún más constante, hundiéndola en sus profundidades y teniendo como fin ahogarla por completo. Había logrado resistirse lo máximo que podía, manteniéndose a flote, cogida de ese único “te quiero” que pudo escuchar de su parte; pero aquel recuerdo se convertía cada vez más en una alucinación de su imaginación, la cual pronto podía llegar a desaparecer y, con él, todas y cada una de sus fuerzas.
“… si me preguntan por ti… diré que es mentira que toda una vida he soñado conmigo…”.
La radio fue apagada con un sutil movimiento, sumergiendo el coche en un silencio absoluto. Gaia era solo un poco masoquista, se había acostumbrado al dolor y a solo lamentarse en silencio, así que volteó la mirada hacia el asiento del conductor, dónde Adhara permanecía con los ojos clavados en el camino, con un gesto serio en su rostro y fingiendo que aquel acto fue hecho sin ninguna doble intención. Sin embargo, la rubia no se quejó y tomó la decisión de quedarse callada, comenzar una conversación significaría sacar ese tema que la estaba molestando y su amiga ya debía estar cansada de eso.
La última semana intentó ignorar a todos sus amigos: Fer, Ferrán, Gavi y Enric, cualquiera que pudiera llegar a sacar el tema de Pedri, e incluso hizo hasta lo imposible por no toparse a su hermano en su mismo hogar. Había tratado de hacer lo mismo con su novio, pero eso fue mucho más complicado, era débil ante él. Adhara era la única al tanto de su relación secreta con la que decidió hablar y confiar todo aquello que la estaba molestando, porque sabía que iba a darle justo lo que quería, su más puro apoyo.
La entrada de la Ciudad Deportiva apareció en su campo de visión de un momento a otro, pero no pudo prestarle menos atención. El móvil en su mano le mostraba una página abierta con una noticia reciente que había podido ver en la tele antes de tener que salir. Un nudo se formó en su garganta al ver que no había imaginado nada de eso, la imagen de Pedri se mostraba en pantalla.
“… en medio de tantos rumores, Abril Cols vuelve a ser gran protagonista en la vida de Pedri. A la influencer se le pudo ver en el Clásico en el Camp Nou y usando la chaqueta del jugador…”.
Junto a la noticia, se mostraban las imágenes que Abril había posteado en sus redes sociales aquel día. Trató de detallarla lo máximo que podía, usaba la camiseta del Barcelona, pero el dorsal no se veía porque por encima de ella tenía puesta una chaqueta marrón, el redactor de aquella nota afirmaba con mucha fuerza que se trataba de la de Pedri. En otra ocasión, Gaia no habría desconfiado ni un poco, ni siquiera se habría atrevido a pensar en aquella posibilidad; Pero ahora era otra, consumida por la inseguridad de una relación oculta y que constantemente tenía esa voz en su cabeza —Una que sonaba igual a su madre— que le repetía una y otra vez que eso era cierto y que ella era una tonta al no darse cuenta.
En nada ayudaba que la información de la noticia fuera tan detallada, porque además de esas fotos, también estaban dos más de Pedri y Abril juntos en una bolera. «Una cita», se burló aquella voz, con suma alegría. «Y tú creíste que ese museo en Sevilla era algo especial para él. Pobre y enamoradiza Gaia».
La rubia apretó los labios, mientras sujetaba el móvil con fuerza, molesta consigo misma, y siguió leyendo la noticia.
“… es evidente que a Pedri le van las influencers porque hay que recordar que también estuvo liado con Tania Deniz. El ex novio de la estrella de La Isla de las Tentaciones lo ha confirmado en…”.
Un suspiro se escapó de sus labios, ¿cómo se atrevía él a molestarse por sus ex ligues cuando también tenía tela que cortar? Abril era una conocida para ella, no era su amiga; pero habían llegado a coincidir en varios eventos juntas. De Tania jamás escuchó hablar, sobretodo porque ese programa en el que aparecía no le era de su agrado, llegaba a considerarlo cutre. La historia con ella fue lo más parecido a un affair que otra cosa, al parecer intercambiaron mensajes para verse y ella asistió a un partido, de nuevo, usando su camiseta para presumir. Fue ahí cuando la rubia recordó como el Canario le había pedido que la utilizara, diciéndole que le haría ilusión verla, al parecer eso le decía a todas.
«Ay, pobre Gaia, y pensar que ese día te sentiste especial», volvió a burlarse esa molesta voz, haciéndola enojar. Lo peor de todo, era que la noticia aún no acababa.
“… e incluso después de un mes de los rumores con Miriam Zambrano, está claro que…”.
El coche se detuvo, distrayéndola de seguir leyendo esa noticia que solo empeoraría su humor. Gaia estaba empezando a perder la capacidad de pensar con lógica, podía afirmar, desde el fondo de su corazón, que ninguna de los ex ligues de Pedri le importaba lo suficiente como para convertirse en un problema. Por favor, ella era lo suficientemente madura y segura de si misma, además le tenía confianza al Canario y a la relación que mantenían. Sin embargo, no podía evitar comerse la cabeza con pensamientos negativos, dándose cuenta que le estaba dando más relevancia de la necesaria a rumores sin fundamentos.
¿Cuál era la verdadera razón para seguir manteniendo un secreto como ese? ¿De verdad Pedri buscaba cuidarlos a ambos de las mentiras y el acoso de la prensa o existía algo más detrás de todo aquello? Varios de sus familiares y amigos de su entorno más cercano conocían la verdad entre ellos, y nada les había generado algún tipo de problema. Ni filtraciones o información vendida a los medios, nada. Lo único que solían tener eran especulaciones en base a sus propias acciones, puro humo que hacían pasar por una verdad intangible. A raíz de ello, Pedri estaba siendo retratado como un picaflor en todo el sentido de la palabra y eso solo le producía un profundo sentimiento de culpabilidad.
Gaia lo sentía de esa manera. Nadie se habría interesado en la vida privada de Pedri, al menos no con tanta fuerza, si ella no estuviera involucrada. Deseaba terminar con el secreto, sobretodo con sus amigos, y con las mentiras de tener que fingir que entre los dos solo existía una simple amistad, quería que lo dejaran en paz y poder quitarle esa reputación que le habían formado.
A pesar de sus deseos, Pedri seguía insistiendo que no era el momento para aquello y ella no podía hacer nada más que respetar su decisión, aunque no estuviera completamente convencida. ¿Por qué él se veía tan tranquilo en dejar que asumieran cosas de su vida privada, dejándolo tan mal parado antes de aceptar que tenía una relación con ella?
—Gaia.
La voz de Adhara se escuchó con fuerza en todo el coche debido al silencio en el que estaban envueltas.
—¿Quieres hablar de algo aquí antes de que entremos? —Una pregunta soltada con un susurró gentil, demasiado suave para no alterarla—. Allá dentro vas a verlo y creo que sería mejor que vayas con la cabeza despejada.
Apenas había caído en cuenta de ello, se había tomado tres días libres lejos de Pedri, evitándolo a todo momento y minimizando sus interacciones a simples mensajes esporádicos. Sus labios se apretaron, sintiendo un pinchazo en el corazón, y haciendo caso a su amiga.
—No sé que hacer —admitió, con la voz rota. Su corazón y su cabeza estaban teniendo una guerra que no parecía querer acabar pronto—. Yo… yo entiendo sus razones y las comparto, es normal; ¿pero por qué me siento tan mal? Al principio esto del secreto era algo de los dos, hasta que se volvió solo de él, y… y…
» Solo una vez negué nuestra relación y fue porque no estaba segura de como actuar, puedo asegurar que me dolió más a mi que a él. Él nos niega, a lo que tenemos, de forma tan constante que… que me hace pensar que no esta preparado para una relación de verdad, con todo lo que esta trae consigo.
Las lágrimas volvían a acumularse en sus ojos, mostrando la debilidad que sentía por ese tema y lo poco que le gustaba tocarlo.
—Lo peor de todo es que siento que yo soy la única que está enamorada en esta relación.
Y no se equivocaba, la voz de Pedri resonaba en su cabeza de forma constante, repitiendo una y otra vez esas palabras que le había escuchado decir hace tiempo: «Yo no estoy enamorado de Gaia». Ni siquiera tuvo la valentía de mirar a Adhara, era demasiado vergonzoso para ella admitir ese tipo de cosas en voz alta, ni aún con su ex había dado una imagen tan lamentable. El Canario ha llegado a negar su relación, a hacerle desplantes en público con tal de mantener las apariencias, a reclamarle ciertas cosas que solo eran malos entendidos y todo esos actos eran provenientes del secreto que debían guardar. La rubia estaba segura que sin él, ninguno de esos malos momentos se habría dado de ninguna forma.
Los sentimientos de amor y cariño que tenía por Pedri, junto a los momentos buenos que deseaba recordar toda su vida, parecían empañarse y quedar cubiertos bajo el manto de las malas acciones que ha tenido.
—Es una situación difícil, no te lo voy a negar —le dijo Addie, tomándole con cariño de la mano—. Es muy complicado poder llevar una relación así, con secretos y con tanta presión encima. Deberías hablar con Pedri, esta vez en serio, trata de descargarte con él y decirle toda la verdad de lo que sientes.
» ¿Cómo va a saber él que te encuentras así si no se lo dices? No creo que tenga malas intenciones contigo, lo he visto y tú ya lo has escuchado, ahora le toca a él y es necesario que tome una decisión clara por ti.
—¿Y si toma una decisión que no me gusta?
Adhara apretó su mano, sintiendo el miedo en sus palabras, buscando transmitirle ese apoyo que necesitaba.
—Entonces será momento de ver primero por ti misma y por tu propia felicidad, Gaia.
Esa era una respuesta que temía; pero que sabía que necesitaba. La rubia se sentía feliz al lado de Pedri; pero era cierto que era cada vez mas difícil teniendo que mantener ese secreto, el cual consumía su energía y mataba poco a poco su alegría de tener una relación con él. El silencio en el coche era necesario, porque las envolvía en ese momento de amigas con Adhara, el cual había necesitado desde hace mucho, ella era tan ajena a todo el tema del fútbol y podía ofrecerle una perspectiva mejor, para ayudarla y motivarla a tomar una buena decisión.
Después de tranquilizarse y volver a poner una sonrisa en su rostro, alejando todos esos problemas que le estallaban en la cabeza, ambas salieron del coche dispuestas a enfrentar un nuevo día de trabajo. Gaia tenía que aceptar que la presencia de Adhara en la Ciudad Deportiva para convivir junto a los chicos, era totalmente su culpa, lo cual aceptaba con una desbordante alegría. Su amiga estaba a tan solo un mes de estrenar su película “Culpa Mia” y la idea de hacer promoción con el equipo de la ciudad para que levantara aún más interés les había parecido bien tanto a Laporta como a su representante —Dicho sea de paso, que era su tía— y era por eso, que por primera vez en su vida, la castaña visitaba ese lugar.
No obstante, Gaia también lo hacía por un motivo oculto y súper más divertido. Adhara era tan tímida y una completa inexperta en eso del coqueteo, que ella había tenido que intervenir para ayudarla a acercarse a Andreas Christensen. Hasta el momento, esos dos solo han podido intercambiar un par de mensajes por Instagram, comentarios en sus publicaciones y likes que, desde su perspectiva, era muy aburrido. Era por ello que se estaba tomando el trabajo de ser su cupido personal, todo por su bien.
Sarah y el equipo de marketing las recibieron apenas entraron, captando con las cámaras y móviles cada movimiento de Adhara desde su llegada hasta su encuentro con Laporta y el regalo de la camiseta con su nombre. Fue un momento de tranquilidad, dándole un recorrido a su amiga por las instalaciones del club y llevándola a conocer a algunas de las jugadoras del femenil que quedaban, puesto que ya habían acabado de entrenar. Los nervios llegaron a ella cuando sus compañeros de trabajo le dijeron que era suficiente material para ambos, tanto para el club como para la promoción de Culpa Mía, y que las dejaban libres por lo que restaba del día. Eso solo significaba una cosa y era tener que ir con los chicos en el campo.
Ante todo, Gaia era una profesional y una actriz, así que echó sus nervios hacia el fondo de su cuerpo y si debía actuar como si no estuviera atravesando una crisis con Pedri, lo haría y sería la mejor.
El campo era hermoso de ver, iluminado por el brillante sol sobre ellos que, de manera casi cómica, distaba mucho del clima que había visto en su camino hasta ahí. El entrenamiento parecía también haber acabado para ellos, algunos de los chicos no estaban presentes, entre ellos Gavi y Pablo Torre, pero sus ojos solo le prestaron atención a una sola persona. Se dio cuenta que fingir era mucho más difícil cuando existían sentimientos involucrados, ni siquiera logró darse cuenta del vacío que la llenó los últimos días hasta que pudo ver a Pedri.
Era como si sus ojos no pudiesen apartarse de él, era increíble verlo mientras seguía realizando un par de ejercicios junto a Ferrán, su concentración era tal que le hacía mantener el ceño fruncido. El sudor le recorría el cuerpo, demostrando que estaba dando todo de si y el entrecejo fruncido que mantenía desapareció en un santiamén cuando la miró. Una sonrisa se asomó por sus labios, mientras sus ojos tomaban un brillo especial y se relajaban con una asombrosa facilidad, la tensión en su cuerpo era alejada porque solo podía verla a ella. Era difícil poder resistirse a él cuando, con solo una mirada, podía hacerla sentir tan especial.
Los pocos chicos del equipo que quedaban se dirigieron al vestuario con una extraña rapidez apenas la vieron, Gaia rodó los ojos al recibir sus rápidos saludos y supo que estaban escapándose para que no los pudiera coger y hacerlos grabar un juego junto a Adhara. Por un segundo, pensó en decir algo acerca de eso, quizás hacerse la ofendida y pedirle a Xavi que obligara a alguno a quedarse, pero sus ojos no dejaban de observar a Pedri y a la manera tan brusca en la que Christensen lo cogió del brazo y, de forma decidida, se acercó a ellas.
Pocas interacciones existían entre Christensen y Pedri, sobretodo porque su novio no sabía inglés y el danés no hablaba español, así era muy difícil comunicarse, por lo cual no se extrañó en nada que el canario estuviera dándole una mirada confundida. Una fuerte emoción creció en su interior al ver como los dos se detenían frente a ellas, sintiendo a Adhara colocándose nerviosa detrás de ella. La rubia ya visualizaba el futuro, podía observar las citas dobles en su cabeza de una manera extraordinaria y los titulares de la prensa dando la exclusiva de aquella probable relación. Ahora debía ser inteligente, el danés era un caballero en todo el sentido de la palabra y su amiga demasiado tímida, debía ayudarlos a dar el siguiente paso para algo más.
Era extraño, porque no entendía cómo podían ser así si les gustaba alguien y era recíproco, o sea, ella fue a por Pedri apenas tuvo la oportunidad.
Gaia abrió la boca para hablar, tomar el mando de la situación, pero se desconcentró por completo cuando su mano fue sujetada y sintiendo como dejaban un beso en ella. La lejanía que había tenido con Pedri en esos días para poner en orden sus ideas comenzaba a tomar un toque infantil de su parte, empezando a creer que había sido un acto innecesario.
—Me alegra que no hayas huido como los demás cobardes —le dijo, aún con las mejillas sonrojadas y su mano entrelazada con la de su novio—. No sé porque le tienen tanto miedo a un par de fotos, solo necesito que posen con Addie y listo.
Pedri rió.
—Eres muy perfeccionista, hadita. La mayoría prefiere huir en vez de que un par de fotos se alargue a una sesión de una hora.
—Muy gracioso, Pedro —rezongó, haciéndolo reír—. ¿Y tú qué? ¿Tampoco quieres perder el tiempo con un par de fotos?
Pedri tiró suavemente de ella, atrayéndola hacia él y dejando un sonoro beso en su mejilla. Gaia no puso ninguna queja ante esa acción, y tampoco se molestó en preocuparse por la mirada intensa que le dedicaba Andreas.
—Estar junto a ti jamás será perder el tiempo, vida mía —respondió, provocándole un sonrojo.
—Te traen a punta de látigo, eh —se burló Adhara, con una sonrisa, asomándose un poco para poder hacerle una mueca burlona a Pedri. Christensen, por alguna razón, rió aquella broma y el sonido pareció provocar un cortocircuito en el cerebro de su amiga—. ¡Soy Adhara! —La poca actitud extrovertida que tenía salió a flote, con ese chillido ansioso y estirando la mano hacia el danés, pero quitándola antes de que pudiera tomarla—. Bueno, es una tontería, ¿no? Digo, ya me conoces… No, algo así, ¿verdad? En la fiesta de Gaia, bailamos juntos y nos encerramos en un armario a oscuras.
Pedri soltó una baja risa, la cual hizo sonrojar a Adhara.
—No… o sea, no nos encerramos a propósito, fue por el juego del escondite. Yo no quería esconderme con él. No, espera, no quería decir eso. Fue lindo esconderme contigo porque, ya sabes, eres lindo… Y, mierda, no es lo que quise decir… Bueno, sí, eres lindo, pero…
Gaia miró a su amiga con pena, tratando de contenerse la risa por el vómito verbal que estaba soltando solamente por los nervios que sentía. Le dio un suave golpe a Pedri, que había escondido el rostro en su cuello para evitar que Adhara lo viera riéndose y avergonzarla aún más, ya tenía suficiente con el tono rojizo que estaba llenando sus mejillas por la enorme sonrisa que le dedicaba Andreas.
Hasta que Adhara se calló, volviendo a su pose tímida y ocultándose detrás de ella, provocando que la mirada de Christensen se posara en su persona y, para su confusión, le viera feo. Como si la estuviese culpando del repentino ataque de bochorno que estaba teniendo su amiga con él, la rubia rodó los ojos, dispuesta a ayudarlos.
—¿Por qué no dice nada? —le preguntó Adhara en un bajo susurro, tratando de evitar que Andreas la oyera—. ¿Acaso piensa que soy rara? Sé que hablo mucho, pero son los nervios.
Gaia rió.
—No te preocupes por las cosas que le hayas podido decir, Addie, no te ha entendido nada —le dijo. Adhara salió detrás de ella y la miró con confusión—. Bueno, ya sabes, Andreas es nuevo en España, aún no ha aprendido español del todo, solo algunas palabras sueltas.
—Su favorita es “feo” y suele decírsela a Gavi la mayoría del tiempo —añadió Pedri.
Ahora, para su sorpresa, la mirada de su mejor amiga no le mostraba el bochorno característico de ella, sino un brillo furioso en sus ojos, dirigido principalmente hacia ella y Pedri. Gaia le dio una sonrisa de inocencia, quizás le había tenido que decir ese detalle mucho antes, cuando observó que la gran mayoría de comentarios que le dejaba al danés en Instagram eran en español. Bien, bueno, ¿qué iba a saber ella? Hay cosas que son de lógica.
—Debes estar jodiéndome, Piqué —bufó Adhara, plantándose frente a ella con el entrecejo fruncido. Pedri rió—. Christensen debe estar pensando que soy una loca por como le he estado hablando, he quedado como una auténtica tonta que…
—Bonita —le interrumpió Andreas, dando un paso directamente hacia Addie y enseñándole una sonrisa que, ante sus ojos, era encantadora—. Tú… ser bonita, no tonta.
Adhara la miró, sin saber como reaccionar y Gaia no vio opción más acertada que cubrirse la boca con ambas manos solo para evitar dejar salir un chillido de emoción, arruinándole el momento bonito a su amiga. ¿Por qué la limitaban a no involucrarse en la vida amorosa de sus amigos, si cuando lo hacía solamente sucedían cosas buenas? Como ejemplo tenía a Andreas, que había cogido el valor de acercarse a Addie y presentarse con ella de manera oficial —En ingles, cabía decir— antes de tomarle una mano y besársela con suavidad. Es que el danés era todo un caballero, por completo.
Estaba demasiado segura que si Pedri no la hubiese detenido y hecho jurar no meterse entre Gavi y Ainhoa, esos ya estarían siendo una pareja formalizada con su ayuda. O sea, sus dotes como casamentera eran simplemente asombrosos, podía conseguirle novio o una novia a cualquiera de sus amigos.
Un tirón en su brazo la hizo reaccionar, alejando su concentración de la tierna escena frente a ella y haciéndole olvidar que debía trabajar al menos quince minutos ese día y poder justificar su sueldo. No quería dejarlos solos, quizás en cualquier momento volverían a sus personalidades tímidas y la conversación en inglés acabaría, pero, por lo que sus ojos veían, no parecía ser así. Apenas se dio cuenta que era llevada por los pasillos y, cuando estuvo lo suficientemente lejos de cualquier mirada indiscreta, sus labios fueron atacados en un feroz beso.
Gaia no se pudo resistir, lo correspondió con la misma intensidad que le proporcionaban, sintiendo el cálido tacto de sus labios mezclándose con el latido desenfrenado de su corazón. Era doloroso tratar de mantener distancia con Pedri cuando lo quería tanto, incluso habiendo estado tan solo unos días alejada de él ya podía sentir que lo había extrañado todo ese tiempo, se acostumbró rápidamente a su presencia y a todo lo que hacía por ella, ¿cómo iba a dejarlo ir si se sentía como una princesa en su propio cuento de hadas?
Sin embargo, cuando se separaron, todo volvió a caer sobre ella de forma abrupta. La soledad en el pasillo era notable y el silencio del lugar era, de manera irónica, como un grito bullicioso en sus oídos. Le recordaba con una asombrosa fuerza el secreto que debían seguir manteniendo de todos, como si tan solo hacer ese simple acto tan común de las parejas estuviese mal a simple vista.
—¿Pero donde has estado, vida mía? —le preguntó Pedri, cogiéndole el rostro con ambas manos y dejándole múltiples besos, provocando una genuina risa de su parte—. Hablar contigo por mensaje jamás es suficiente, te he extrañado mucho, ullets blau.
—No seas dramático, eso es lo mío; pero… ¡Ay, yo también te extrañe, amor!
No podía mentir, menos a él y fingir indiferencia era demasiado difícil, porque con Pedri era débil. El futbolista soltó una risa, con aquel brillo de felicidad en sus ojos y volvió a plantarle un beso en los labios, era como si quisiera aprovechar aquel momento a solas consigo para tratar de recuperar un poco el tiempo perdido de esos días. Luego, al separarse, la abrazó, envolviéndola con sus brazos y haciéndola sentir el calor de su cuerpo, Gaia dejó caer la cabeza en su pecho, cerrando sus ojos y disfrutando de ese gesto.
El silencio asfixiante del pasillo fue sustituido por el sonido de la voz de Pedri, que con su acento canario solo le susurraba cosas bonitas. «Te extrañé, hadita», seguidas de unas ininteligibles palabras que hicieron latir su corazón de forma desbocada, porque casi podía asegurar que un “te quiero” fue dicho de sus labios, pero se convenció a si misma que solo fue producto de su enamorado corazón ansiando oír esas palabras.
—He estado con Addie estos días, hemos tenido trabajo con un par de grabaciones para la serie que protagonizamos —dijo, aún recostada en su pecho, sintiendo el peso de la mentira caer sobre ella—. En serio lamento no haber podido llamarte, ya sabes, era…
—No te preocupes, cariño —Le sonrió, de una manera tan alegre que Gaia sintió un enorme dolor dentro de ella por estar mintiéndole—. Estabas ocupada, tu trabajo es importante y es lo primero. Eso es increíble, ¿me contarás de que es tu serie? Así le hablo a Fer y le echo en cara que estabas siendo una actriz exitosa y no ocultándote de mi porque te estás cansando de mi presencia.
Gaia rió por lo bajo.
—Dile a Fer que se consiga una novia urgente —bufó, sonriendo. Pedri rió—. ¿Cómo crees que podría cansarme de ti? Si eres lo que más quiero.
—¿Ves? Eres la mejor novia del mundo —le halagó, mirándola con unos ojos llenos de cariño—. No hace falta decirlo, pero yo tampoco me canso de ti. Te adoro tanto, vida mía.
Un nuevo beso fue empezado por su parte y Gaia admitía que su cabeza mandaba al fondo sin fin cualquier duda, quedando en la última parte de su lista de preocupaciones y mostrándose como la figura de una nube que se alejaba con el viento, dejando a su paso un cielo azul y despejado. El secreto solo era momentáneo y el pasado no era importante para ella, no tenía por qué pensar en ello.
«El amor no duele», fueron las palabras de Ferrán aquella noche, tan ajeno a sus problemas; pero siendo demasiado acertado para su situación. Era así, justo en ese momento, nada de lo que le había molestado le dolía ahora. Ni los desplantes en el antro, ni la negación de la relación en la entrevista, ni los “te quiero” no correspondidos y, mucho menos, la actuación de ser solo amigos.
Quizás solo debía dejar de ser la dramática que era, no sobrepensar la situación que enfrentaba y tomar el consejo de Adhara en serio.
—Ahora vamos al vestuario, ¿vale? Tengo tus girasoles en mi taquilla, si no venías hoy pensaba ir a tu casa a entregártelos allá; pero se me iba a hacer cada vez más difícil aguantar un día completo sin ti.
—¿Girasoles? —cuestionó, inclinando la cabeza y pasando una mano por su cabello, estaba solo un poco más largo, para peinarlo—. ¿En plural? ¿Pero cuántos me has comprado, afecte meu?
—Cuatro, uno por cada día en que no nos vimos y el de hoy.
—La floristería se está sacando un buen dinero contigo, eh —bromeó, dándole un beso en la mejilla—. ¿No te parece que es mucho?
—Para nada, porque tú te lo mereces todo en esta vida.
Gaia sonrió.
—Afecte meu, eres un completo encanto.
—Solo por ti, hadita.
¿Cómo era posible tener esa clase de momentos tan bonitos con una persona y, luego por esa misma, caer en inseguridades y desconfianzas? Admitir que tenía la cabeza hecha un lío no era más que un eufemismo que utilizaba para suplantar una definición más fuerte. Su cerebro la llevaba a pensar en la situación en la que se encontraba, dándole la opción de hablar con él y poner los puntos necesarios para avanzar, mientras que su corazón era un torpe enamorado, guiado por el cariño que le proporcionaban y aferrándose al amor que sentía, dándole toda la confianza a aquellas palabras que se ha cansado de escuchar. ¿A quién debía escuchar?
La respuesta llegó a ella en un segundo.
Pedri pasó la mano por su mejilla, acariciándola con cariño y rozando sus narices antes de acercarse por completo a su rostro para poder iniciar un nuevo beso. Estaban tan cerca que ambos podían respirar el mismo aire, Gaia se sentía tan ansiosa como la primera vez, deseosa por probar sus labios y con las cientos de mariposas revoloteando en su interior. Y, justo cuando iban a volver a unirse…
—¿Guapos?
Fue casi como un deja vú. Pedri se separó de ella tan rápido que ni siquiera le dio tiempo de reaccionar correctamente, las manos se alejaron de su cuerpo y puso una fría distancia entre ellos. Un sentimiento de vacío se apoderó de su interior, llevándose dentro de él todo lo bueno que tenían como pareja. Una repentina música comenzó a reproducirse en su cabeza, la había escuchado esa misma mañana en el coche de Adhara, y fue como una cruel burla hacia ella.
“Y ahora entiendo cual es mi papel, nos queremos cuando nadie ve”.
—¿Qué es lo que quieres? —bufó, de malhumor, descargándose con la persona menos adecuada.
Lewy estaba frente a ellos, con una ceja alzada y quizás notando la leve tensión en el pasillo. Era la segunda vez que los encontraba en una posición comprometedora, no lo culparía por llegar a sospechar de aquello.
—Mierda, tienes un humor hoy, cariño. Xavi te está buscando.
—¿Para qué?
La cara de Robert dejó atrás cualquier indicio de curiosidad y le mostró una sonrisa divertida.
—Dice que quiere ponerte sobre aviso por unas cosas del siguiente partido. Al parecer, no eres muy bienvenida en el campo del Espanyol.
Gaia hizo una mueca, con lo que menos quería lidiar en ese momento era con un regaño de Xavi para que se comportara. El partido contra el Espanyol sería en menos de una semana y, debido a los antecedentes que tenía con su afición, era evidente que iban a advertirle de todas las maneras posibles que se mantuviera al margen y no calentara la situación.
Bufó, como si ella tuviese la culpa de que ellos fueran un equipo pequeño y desastroso, sin pasar por el mejor momento —La verdad, pocos buenos tenían— y con la posibilidad de irse a segunda esa temporada. Gaia le iba a prometer al míster comportarse de la mejor manera, dentro de su definición, siempre que esos tontos hicieran lo mismo, porque a ella no se le olvidan los insultos hacia su ex cuñada, a sus sobrinos —Que tan solo eran unos niños— y a ella misma, cuando apenas era menor de edad. Todo eso solo porque estaban relacionados a Gerard Piqué, que no dudaba ni un segundo en demostrar su poco agrado hacia los de Cornellá.
—¿Qué te ha dicho de Xavi? —le preguntó Pedri, aún a unos pasos de ella.
—Que vaya a verlo —respondió—. Quiere darle la charla de que debo comportarme y ese tipo de cosas, que no deje salir la personalidad de un Piqué en ese estadio o algo así —Pedri asintió, con una pequeña sonrisa en sus labios. Gaia volvió a mirar a Lewy—. Iré en un rato, gracias por decirme.
—Sí, bueno, eso no es todo. Christensen me pidió que te dijera que le caes muy bien y que te agradece por haber traído a tu amiga hoy, ambos se acaban de ir hace como quince minutos.
—¿Perdona, qué? —cuestionó, confundida—. ¿Se han ido juntos?
Lewy asintió, encogiéndose de hombros, quizás esa era la confirmación que necesitaban él y los del equipo sobre la chica que había logrado conquistar al danés en su fiesta de cumpleaños. Gaia se sintió orgullosa de su mejor amiga, no salió huyendo del jugador y logró obtener una cita con, esperaba, un final feliz. Vaya, sí que le enseñó bien.
—Adhara me ha dejado por irse con Christensen —repitió en voz alta para ella misma, aún no se la podía creer—. No la juzgo, para nada, yo haría lo mismo si un guapo jugador de fútbol danés me coqueteara, la verdad. Diez de diez, Andreas.
Pedri le dio un suave toque en el hombro, empujándola levemente con el ceño fruncido.
—¿Le acabas de llamar guapo a Christensen?
Una pequeña vena vengativa se instaló en ella, así que le dio una sonrisa egocéntrica y asintió en su dirección.
—Claro, habría que ser ciega para no ver lo guapo que es Christensen, duh —respondió, encogiéndose de hombros—. Ya sabes, tener novio no me impide ver que mis amigos son guapos, ¿sabes? Como tú… —Trató de contener su sonrisa al ver como la barbilla de Pedri se tensaba—, digo, eres mi amigo, al que conozco desde hace poco y me caes bien, como amigo, sabes, eres guapo tambien.
—Gaia…
—¿Qué? Es la verdad, amigo.
Le dio una sonrisa gigante, dándole una imagen de inocencia. Conocía de sobra el poco gusto que le tenía Pedri a la palabra “amigo” y como detestaba que lo llamara de esa manera, él jamás pensó en tener solo una amistad con ella y le sentaba demasiado mal porque hacía ver que entre ellos no existía ese vínculo romántico que mantenían. Era cruel, pero Gaia se sentía un poco bien al saber que él estaba sintiendo solo un poco como ella. El Canario tenía los ojos fijos en su persona, aquel brillo de diversión se había evaporado y solo parecían haberse oscurecido, tomando un tono más profundo.
Pedri no volteó a mirar a Robert, pero sus palabras si fueron dormidas hacia él.
—Thanks, Lewy. Eh… Gaia, going to Xavi, eh… Here going, no, she here for…
—Definitivamente tengo que enseñarte inglés —le interrumpió, callando aquellos balbuceos que intentaban hacerse pasar por otro idioma—. Gracias, Lewy. Dile a Xavi que iré dentro de un rato con él, que no se preocupe.
—Bien, trata de no tardarte mucho. Ah, Gaia, no te preocupes, tampoco diré nada sobre esto.
El Polaco le guiñó un ojo antes de darse media vuelta y cuando su figura desapareció por el pasillo, su espalda chocó contra la pared y sus labios fueron atacados en un fabuloso beso y aquella canción volvió a reproducirse en su cabeza. Era el recordatorio amargo de que cada palabra de ella le quedaba como anillo al dedo.
“… es nuestro castigo, fingir que somos amigos. Y cuando no haya testigos, mi vida entera te daré, cuando nadie ve”.
Era como revivir cierta parte de la noche de su cumpleaños, tener que besarse en un rincón apartado, lejos de las miradas de todos, sintiendo el calor de la molestia de Pedri incrementar y la adrenalina de poder ser descubiertos en cualquier momento recorriendo su cuerpo. Le había sentado muy mal ser llamado “amigo” y estaba haciéndoselo saber a su forma, con ese beso rabioso que buscaba demostrarle la verdadera relación entre ellos. Gaia quiso reír, ¿por qué no podía dejarlo claro de la manera que ella pedía?
Mientras lo besaba, igual de feroz, descubrió el cambio que había atravesado desde el día de su cumpleaños hasta ahora, como al inicio todo le era divertido y le provocaban una sensación de excitación el esconderse de los demás, manteniendo lo de ellos como un secreto de los dos. Sin embargo, esos sentimientos habían cambiado. Ya no quería ser una chica que debía esconderse solamente para poder besar a su novio, tener que vivir bajo la sombra y ocultar lo que realmente sentía de todo el mundo.
Ella era Gaia Piqué, no estaba acostumbrada a estar debajo de los focos, siendo tan solo un secreto, que no la presumieran y le demostrarán frente a los demás lo mucho que la querían.
Mierda.
Esa palabra era la clave de todo.
¿Él en serio la quería?
Con los nervios a flor de piel, temerosa por la respuesta a esa pregunta, Gaia detuvo el beso y se separó de Pedri, estaba en dos lugares diferentes. Con su cuerpo y corazón ahí, junto al Canario y sintiéndose como la chica más afortunada del mundo, mientras que su cabeza, junto a su sentido común, le indicaba algo más, cuestionándole todo lo que él podía llegar a sentir por ella.
—Debo… debo ir a ver a Xavi.
Como toda una cobarde, salió huyendo de ahí, sin querer mirar atrás porque sabía que iba a derrumbarse ante la mínima idea de que la respuesta a esa temida pregunta sea negativa.
• • •
Los cuatro girasoles se veían increíbles en sus manos, el amarillo tan radiante de sus pétalos le contagiaba de una energía tan intensa, que creía haber perdido. Desde niña, esas flores se habían convertido en sus favoritas y que Pedri tuviera tanto detalle en no perder ni un día para regalarle uno y hacerle sonreír, provocaba un mar de sentimientos en su corazón, pero también volvían un completo caos a su cabeza. Sentada en el puesto de Jordi, escuchando como las voces llenaban el vestuario con los pocos jugadores que estaban presentes, Gaia solo rodó los ojos ante las advertencias que soltaba Busi en su dirección y que hacían reír al resto.
No se había equivocado con el tema que quería hablar Xavi con ella, le había dejado bien claro que era una Piqué y que su presencia en ese estadio para el partido contra el Espanyol no iba a ser bien recibida. Quizás se debía por sus canticos para mofarse de ese equipo, por las burlas que les soltaba cada vez que perdían la categoría o por dejar en claro que eran el tercer equipo de Barcelona, por detrás del Girona. Tal vez era por algo de eso; pero poco le importaba, la afición de un equipo chico no le interesaba en lo más mínimo.
Sin embargo, no podía faltar a ese partido, era demasiado importante para el equipo, porque si lo ganaban —Con toda su alma esperaba que sí— significaría que se coronarían matemática y definitivamente como campeones del título de La Liga Española. El club estaba muy confiado, con buenas sensaciones para ese domingo en la noche, y ya habían comenzado los preparativos de la rúa y las celebraciones posteriores. Todo dependía de ellos mismos.
Se encontraba en silencio, agradeciendo que la charla de Busi hubiese terminado y escuchando las voces que llenaban el vestuario. Se sentía cansada, no tenía ánimos para nada y solo deseaba salir de ahí para ir a echarse en su cama y poder pensar tranquilamente una respuesta a todos sus problemas. La opción de hablar con Pedri era la que más puntos ganaba, pero ya lo había intentado varias veces en el pasado, obteniendo siempre la misma contestación de siempre. ¿Por qué sería diferente ahora?
La risa de Eric le trajo alivio, una distracción necesaria y que la alejaría por un momento de todo el lío formado en su cabeza, o eso pensaba hasta que se dio cuenta del porqué reía.
—¡Joder, tío! —gritó, con una ufana alegría mirando hacia Pedri. El Canario estaba de espaldas a él, sin camiseta y mostrando las leves marcas de sus uñas que todavía le quedaban de la última vez que habían estado juntos, hace cuatro días para ser exactos—. ¡No me jodas! Aún las tienes, eh, folleti. Venga, tío, ya dime, ¿a qué nueva morenaza te has enganchado?
Por un momento, Gaia creyó que solo era cosa de su imaginación que el vestuario se haya quedado en un completo silencio, callando las voces y el mar de risas a la que los chicos estaban acostumbrados. El ambiente divertido que mantenían algunos se había detenido, todos se veían a las caras, de forma incómoda y como si Eric hubiese dicho algo que no debería.
«Morenaza», repitió con sorna en su cabeza, era otra cruel burla que no quería dejarla en paz. La noticia que vio esa mañana en el coche de Adhara fue la respuesta a la pregunta burlona de Eric, dándole toda la razón sobre Pedri. Todas esas chicas —Abril, Tania, Miriam— con las que había salido en el pasado eran del mismo prototipo. Cada una de ellas era igual a la anterior: morenas, piel bronceada, ojos marrones y con cuerpos voluptuosos, demasiado hermosas y con el perfil típico de una influencer española.
Era normal que preguntara por una morena, Pedri solo había salido con ese tipo de chicas… O al menos hasta que ella apareció. Quizás ahora podía entender porque hacía tanto énfasis en su cabello rubio o en sus ojos azules, porque eran totalmente diferentes a lo que él estaba acostumbrado.
Los girasoles en su mano parecieron adquirir un peso ajeno a ellos, volviendo aquel olor que tanto le agradaba en uno que estaba provocándole un mareo, endulzando demasiado su nariz. Las imágenes de Pedri con esas chicas inundaron su cabeza y no debía ser así, ella no tenía por qué estar imaginando o escuchando como involucraban a su novio con otras, el vestuario tampoco. Si tan solo supieran la verdad, las marcas de la espalda de Pedri no serían tema de conversación porque todos ya conocerían la respuesta y a la persona exacta quien se las hacía.
Todo se le estaba juntando y podía decir con seguridad que cada uno de los problemas que atravesaba su cabeza eran a causa del secreto, él era ese factor en común que provocaba la ola de líos y malos momentos que había tenido que lidiar con su novio. En medio de la leve discusión entre Pedri —El cual le pedía a Eric, bastante enfadado, que dejara de decir esa palabra, porque él no estaba saliendo con ninguna “morenaza”— y Eric, que solo lo tomaba todo como broma y lo picaba aún más, sus ojos chocaron por una fracción de segundo con los del Canario.
La rubia no dudó en apartar la mirada en un santiamén, negándose a que él pudiera ver en sus ojos lo afectada que se encontraba por ese tema. Pedri se había mostrado no solo receloso de sus ex, sino también de Ferrán y hasta llegaron a tener una discusión por ello. Ahora la situación se invirtió y ella debía soportar, en silencio, como lo involucraban románticamente con muchas otras chicas más. Eso no le parecía justo.
Sin embargo, lo que peor le sentaba era tener que quedarse callada, morderse la lengua y evitar soltar todo el veneno que tenía dentro y ansiaba por salir. Joder, nada de eso era propio de ella, Gaia Piqué no era una chica dócil que aceptaba todo sin rechistar.
Podía sentir la fuerte mirada de Pedri en ella, pidiéndole a gritos silencioso que lo mirara para poder tranquilizarla; pero evitó hacerlo a toda costa, manteniendo sus ojos fijos en los girasoles que le había regalado. Gaia sabía que iba a desmoronarse si él llegaba a decirle algo, que era capaz de soltar todo frente a los demás si siquiera abría la boca y eso solo la haría quedar como una tonta insegura que no podía aguantar ni una broma de Eric. Las voces de los demás chicos volvieron a tomar lugar en el vestuario, tratando de aligerar el pesado ambiente que cargaban tras la pregunta del catalán. ¿Por qué no podía enviar todo a la mierda, quitarse ese peso de encima y dejar que la verdad acerca de su relación saliera de una vez?
«Por él», se respondió a si misma. Ellos eran una relación, a Gaia le importaba demasiado Pedri, y sus sentimientos, como para hacer algo que le afectara directamente sin llegar a consultarle primero. La voz de Eric calaba en sus oídos, ruidosa y molesta, sin querer dejar atrás ese tema, riéndose del malhumor que estaba comenzando a surgir del Canario.
—Venga, te prometo que no se lo contaré a nadie…
—¡Déjame en paz, coño! —le gritó Pedri—. Que no estoy saliendo con ninguna morena, anda a joder a alguien más.
—Oh, venga, si todos sabemos que las morenazas son lo tuyo…
—Gallita.
La catalana perdió la atención de la discusión, sintiendo un tirón en su estómago cada vez que la palabra “morena” era dicha, sintiendo como unas fuertes manos la sujetaban por los hombros. Desde arriba, Julián Araujo la veía con una sonrisa y le dijo un par de palabras ininteligibles, antes de guiarla junto a Ansu y Alejandro fuera del vestuario. Lo último que pudo escuchar antes de salir, fue otra maldición que Pedri le lanzaba a Eric, y que la voz de Ferrán se entrometiera para buscar calma entre ellos.
Arrastró sus pies por el pasillo, escuchando como Ansu y Alejandro cantaban una canción de algún rapero estadounidense que les gustaba, mientras bailaban con pasos demasiado exagerados. Cuando estuvieron a punto de salir de las instalaciones de la Ciudad Deportiva rumbo al estacionamiento, el canterano de La Masía se detuvo, asomando la cabeza hacia fuera y haciendo una mueca.
—Buah, ¿por qué hay tanta gente allá fuera, tío? —preguntó Alejandro, frotándose las manos—. Que los fans están bien, pero hay como mucha prensa, ¿no? ¿Qué hemos hecho?
—El próximo domingo, ganar la liga —bromeó Ansu, dándole una palmada en la espalda.
Gaia se apoyó de la pared, poniendo su atención a los girasoles y esperando que alguno de esos tres tontos se dignara a salir. Sentía el cuerpo cansado estaba agotada de tener que lidiar con tantas personas y, sobretodo, con la prensa y su continuo acoso día tras día. Mientras los chicos hablaban de como salir sin detenerse, sus ojos captaron a Pedri y Eric caminando hacia ellos, parecían menos molestos que antes y su novio tenía la mirada puesta en su celular, tecleando con insistencia la pantalla.
—¿Qué pasa con vosotros? —cuestionó Ansu—. ¿Habéis podido dejar de discutir?
Eric rodó los ojos.
—Bueno, sí. Ya me ha quedado claro que a Pedri no le gustan las morenas —bromeó. Gaia bufó, ganándose una mirada de Alejandro. Pedri no dijo nada, seguía con su atención en el móvil—. ¿Vosotros qué? ¿Por qué seguís aquí? Pensaba que estabais como locos por iros.
—Balde no quiere lidiar con la prensa, dice que no está peinado —se burló Julián—. Ya sabes, no quiere que le hagan fotos dónde se vea mal.
—Como os complicáis, de verdad —rió Eric, acercándose hacia ella y dándole un beso en la mejilla—. Mejor pongan una sonrisa en vuestros rostros y peguen un acelerón al salir, es mejor una multa que lidiar con los paparazis. Nos vemos, gilipollas.
Otro beso fue dejado en su mejilla antes de que Eric se alejara y saliera del lugar, Alejando y Ansu no tardaron en seguir su ejemplo, despidiéndose. Julián parecía un poco indeciso, pasaba su mirada de Pedri a ella y viceversa, como si estuviera tratando de decidir algo, pero al final solo le dio una sonrisa y se fue por el mismo camino que los otros tres. Gaia miró al Canario, ajeno a la soledad en la que estaban en ese pasillo y con los ojos fijos en su móvil, demasiado interesado, y a ella comenzó a picarle la curiosidad por saber que era tan importante ahí.
—He quedado con Fer para… Bueno, para hacer un par de cosas —le dijo él, después de un rato en silencio. Su voz sonaba apresurada y, sobretodo, llena de emoción, lo cual le elevó las sospechas—. Te veo más tarde, ¿sí? Solo tengo que ir a ver… Bueno, a verificar que él… Eh, ya te diré.
Gaia apretó los labios, mientras asentía. Podía comprenderlo, claro que sí, pero aquella voz molesta resonaba en su cabeza y solo le decía que aquello era tan solo una burda excusa para deshacerse de ella, para que las personas allá fuera no pudieran verlos juntos y menos seguir creando rumores sobre una relación. Era la desventaja del hecho de querer mantener un perfil bajo. «¿Por qué no era más claro en decirle a dónde iba? ¿Por qué no la llevaba con él? ¿Por qué ella no decía algo al respecto?», ese sentimiento tóxico se instaló en su cuerpo, queriendo brotar como las llamas de un dragón de su boca, pero que al mismo tiempo la hundía en un agujero de inseguridad.
Aún así, asintió con más fuerza, tratando de verse despreocupada y recibió con ello una sonrisa de su parte. O en serio era la mejor actriz del mundo, o Pedri ni siquiera ponía la suficiente atención para notar como se encontraba. Mierda, ¿por qué sentía que ella era la única enamorada en esa relación?
Sus labios volvieron a juntarse en un tierno beso, pero, a pesar de que su corazón seguía palpitando con la misma intensidad, emocionado por estar compartiendo esos momentos con él y con las cientos de mariposas revoloteando en su interior como si fuera la primera vez que se besaban, un frío recorrió sus venas. ¿Por qué se estaba sintiendo tan distante?
—Te quiero.
Él solo le sonrió, respondiéndole con un rápido beso y envolviendo el pasillo en un tenso silencio cuando lo vio desaparecer por la salida. Como siempre, no le había respondido aquellas palabras y Gaia dejó de fingir que no le afectaba.
Los girasoles, tan deslumbrantes como el mismísimo sol, a cada segundo perdían más el brillo ante sus ojos. Quizás era otra cruel burla hacia ella, una muestra de lo que en ese momento parecía ser el futuro incierto de su relación, apagando todas las ganas y quitándole aquella ilusión que pensaba no iba a perder nunca.
El frío silencio del pasillo junto al helado suelo debajo de su cuerpo, fueron sus únicos acompañantes, era patético. Se sentó, dejando las flores a un lado, tan hermosas y amargas que llegaban a ser un recordatorio silencioso de lo bonito y doloroso que estaba siendo su amor. Decidió tomarse un descanso, pegando las piernas a su pecho y escondiendo el rostro en sus rodillas. ¿Acaso necesitaba pensar más? ¿Qué otra cosa tenía que hacer? La opción de hablar era la principal en su cabeza, pero ya lo habían hecho un par de veces y sería caer en un espiral sin ninguna respuesta concreta. «Tiempo», era la palabra que más se usaba, era lo que pedía Pedri y era algo que a ella se le estaba agitando.
«¿Qué estoy haciendo?», murmuró en voz baja, sintiendo como las lágrimas se acumulaban en sus ojos y amenazaban con escapar. La relación que habían construido hace ya tres meses, llena de risas y momentos robados a escondidas, ahora se convirtió en un laberinto del que no podía salir. ¿Era el amor que ella sentía suficiente para soportar esa incertidumbre y el peso de conllevar ese secreto?
El ruido de unos pasos hicieron eco en el frío pasillo y Gaia se negó a levantar la mirada, estaba protagonizando la escena más patética de su vida, sin ningún rumbo claro en su cabeza. El sonido se hizo más fuerte, hasta que se detuvo justo a su lado, podía sentir a esa persona parada frente a ella y temió la posibilidad de que fuera Xavi, si la veía a él, no sabía si podía llegar a controlarse.
—¿Gallita?
Solo era Ferrán.
Mierda, Ferrán.
—¿Estás bien?
El silencio se rompió con su voz y lo pudo sentir sentándose a su lado en el suelo. Gaia tomó una profunda bocanada de aire, antes de levantar la mirada y poder verlo, sus ojos mostraban una expresión preocupada hacia ella. La rubia se obligó a forzar una sonrisa, que ni siquiera pudo llegar a sus ojos. Fingir con él era demasiado doloroso.
—Solo… pensando.
Lo había estado ignorando desde aquel día en su casa, convirtiéndose en la peor amiga del mundo porque él estaba atravesando una difícil situación con su ruptura; pero es que sentía que no podía enfrentarlo directamente luego de que la haya visto llorar por Pedri. ¿Cómo podía explicarle esa situación sin soltarle toda la verdad en el proceso? Hacerlo significaría fallar a la confianza de su relación, dejar atrás el acuerdo con su pareja.
Sin embargo, ella sabía que Ferrán no era estúpido, la conocía mejor que nadie en el mundo y tenía un don para saber exactamente que era lo que atravesaba por su cabeza. Sabía que debía tener algunas sospechas.
—¿Esto es por lo que dijo Eric en el vestuario?
Se quedó en silencio, sin saber que responder. La respuesta era no, al menos no en su totalidad, no quería aceptar que el tema de la exes de Pedri le afectaba de esa manera, porque sabía que, en otras circunstancias, no estaría prestándole ni un gramo de atención. La verdad era que al principio era divertido ver las noticias y sentirse superior sobre los falsos rumores y como los periodistas le estaban errando a la identidad de los ligues de su novio; pero con el tiempo eso se volvió agotador y molesto. No le gustaba ver cómo a él lo involucraban con alguien más y como estas chicas aprovechaban la oportunidad para tener sus quince minutos de fama.
—No, ¿por qué lo haría? Solo… solo es Eric molestando y diciendo tonterías.
—Entonces, ¿es por Pedri?
El silencio volvió a envolverlos, su corazón palpitaba con fuerza, lleno de miedo ante la idea de ser descubierta, y no pudo hacer otra cosa más que desviar la mirada, tratando de que él no pudiera notar como sus ojos se llenaban de lágrimas. Con esas preguntas estaba claro que si él no lo sabía, entonces algo sospechaba; pero no estaba totalmente ajeno a ello.
—Ferri, ¿cómo se siente terminar con la persona que amas?
El soltó una risa seca, sin ningún tipo de gracia.
—Como la propia mierda —respondió. Gaia apretó los labios, no estaba esperando una respuesta diferente; pero si una que no le doliera tanto—. Este es el tipo de cosas que nos hacen más fuertes, ¿no? Es lo que suelen decir. A veces las parejas deben separarse, sin importar cuanto se amen o cuan fuertes sean.
» Si se hacen daño, lo mejor siempre es dejar ir.
—¿Eso… eso es lo que crees?
Su voz salió rota, llena por completo del miedo que sentía y que no quería admitir. No deseaba pensar en esa opción porque la simple idea de ello la destrozaba por completo. Ferrán despegó su vista del pasillo para poder mirarla, parecía apenas haberse dado cuenta de sus palabras y sus ojos reflejaban un genuino temor.
—No. No… Gallita, yo, bueno, hablaba por mi. Digo… no lo sé, ¿sabes? Creo que deberías hablar con… con tu novio si tienen problemas y así solucionar las cosas.
—¿Y qué pasa si lo hemos intentado, pero él sigue pensando igual?
Ferrán le dirigió una mirada triste.
—Por favor, no me hagas esto —le pidió él, haciendo una mueca—. Gallita, no… no me metas en esto, por favor. Si me aprecias, no me pongas en medio de vosotros dos.
Ya tenía la idea de que él sospechaba algo, pero escucharlo de esa manera fue la única confirmación que necesitaba para saber que estaba consciente de su relación. La consternación brillaba en sus ojos cuando lo miró, llenos de lágrimas y sintiendo un enorme peso dejando sus hombros.
—Tú lo sabes —le dijo—. ¿Cómo…? ¿Cómo es que tú…?
—Pedri me dijo en Sant Jordi —confesó—. Te juro que iba a decirte, pero sucedieron… Bueno, me has estado ignorando y yo…
Gaia sintió como su corazón se encogía, con la ira y la tristeza llenando cada parte de su ser al escucharlo.
—¿Por qué él si puede contarlo y yo no, Ferrán? —cuestionó, sintiendo como una lágrima bajaba por su mejilla. Con molestia, se la limpió con fuerza—. ¿Por qué yo tengo que mentir y fingir, mientras él hace lo que quiere con todo esto? Pedri sabe lo mucho que me afecta mentirte, a los chicos, a todos. Tener que ocultar las cosas y mostrarme solo como su amiga. ¿Por qué me hace todo esto?
—Gaia, yo…
—Ya no importa —le interrumpió, conteniendo las ganas de llorar—. Simplemente… ya no importa.
La catalana desvió la vista hacia la puerta de salida, con la cabeza siendo un completo desastre por tantas cosas. La luz comenzaba a desvanecerse, pero, en su interior, una pequeña chispa de claridad se encendió con fuerza y decisión. Esa no era ella. La chica sentada en el suelo, con aspecto patético, no era la Gaia Piqué que siempre había sido. ¿Adónde se había ido su orgullo, su confianza, su valentía? Todo estaba siendo desplazado debajo del manto del amor, que la mantenía de aquella forma.
Ferrán de sentía dividido en ese momento, quería ser un buen amigo para Gaia y Pedri, porque ambos lo eran con él; pero era una situación difícil estar en medio de una relación. Sabía lo emocionado que estaba el Canario con aquel noviazgo, esperando el momento para darle la sorpresa a la rubia y, para su mala suerte, el tiempo parecía correrle en contra. De la misma manera, podía entender los sentimientos de su amiga, haberla visto llorar por él había sido un golpe duro. ¿Cómo podía ayudarlos sin tomar un bando? La respuesta era complicada.
Se mantuvo en silencio y, por primera vez desde que se conocieron, Ferrán no sabía que era lo que pasaba por la cabeza de Gaia; pero sí estaba ahí para apoyarla, ya que eso era lo que ella necesitaba. Con cuidado, se acercó más a ella y le tomó suavemente de la mano, dándole un leve apretón para poder reconfortarla. Estaba siendo demasiado delicado en ese momento, distando mucho de su accionar la mayoría del tiempo, pero eso era lo que quería ofrecerle.
La escuchó soltar un suave suspiro, mientras apoyaba la cabeza en su hombro. Unas palabras abandonaron su boca, casi por inercia, pero que se había estado guardando desde hace tiempo, justo desde el momento en que vio a Gaia y Pedri besándose durante la noche de la fiesta de ella.
—Bella rossa, eres demasiado increíble como para ser el secreto de alguien.
Gaia le dio una sonrisa triste.
—Sinceramente, no sé que haría sin ti, nene.
“… mi madre, mi padre y mi hermano son las personas más importantes de mi vida… No tengo novia, ni nada de eso…”.
—Te doy solo dos días de vida antes de que Gaia vea esto y te asesine.
Pedri despegó la mirada de su móvil para pasarla en su hermano, sentado junto a él en el sillón, teniendo un bol de palomitas en su regazo y con una mirada divertida en el rostro mirando hacia la televisión. La pantalla se encontraba encendida, mostrando un programa de entrevistas deportivas y podía ver su propia imagen reflejándose mientras hablaba de su carrera y su vida personal.
—Basta —le pidió, dejando su móvil de lado—, la entrevista es vieja. Ya déjame en paz.
—Oh, vamos. ¡Es divertidísimo! —rió Fer, cogiendo el mando y subiendo el volumen—. Escucha lo que dices, ¿vale? ¡Nunca te has enamorado! —Se carcajeó, inclinándose hacia delante—. ¡Nunca te has enamorado! ¿Vamos, en serio? ¿Qué piensas ahora de eso? ¿Eh, con Gaia?
Pedri rodó los ojos ante su burla, sintiendo como los colores se apoderaban de sus mejillas. Desde que le había contado como le confesó a Ferrán que tenía una relación con Gaia, usado la palabra “amor“ y admitiendo estar enamorado de ella, no lo dejaba tranquilo ni un segundo, siempre dispuesto a burlarse un rato de él. Desde el televisor, su antiguo yo seguía hablando.
“… enamorarme no está en mis planes en este momento, solo quiero concentrarme en mi carrera y…”.
Su voz en aquella entrevista casi le parecía irreconocible, en aquel tiempo, ese era el pensamiento que ocupaba gran parte de su cabeza, siendo algo que él sentía con fuerza; pero ahora era totalmente diferente porque había conocido a Gaia y la tenía en su vida, ya no podía imaginarse ni un minuto sin ella. Fer dejó escapar otra risa estruendosa, lanzándole palomitas para molestarlo por sus anteriores palabras.
—¡Mira eso! ¡Solo escúchate, tonto! —Pedri le sacó el dedo del medio—. ¿Quién lo diría, eh? Mi hermano, el que siempre dijo que no tenía tiempo para el amor, ahora es un cursi de primera con su novia, Burbuja de Las Supernenas.
—Las personas cambian, ¿sabes? —bufó, haciéndolo reír—. Da igual, ¿por qué habrán sacado esta entrevista ahora? La grabé en enero, justo antes de volver a los entrenamientos para retomar la temporada.
—Quien sabe, pero trata de que Gaia no la vea o ponla sobre aviso. Si te escucha decir todas esas cosas, te va a asesinar y tiene el suficiente dinero e influencias para librarse del crimen.
—Idiota.
Fer volvió a reír, solo para continuar molestándolo, mientras la entrevista continuaba en la televisión. Pedri vio su imagen con una sonrisa, repasando cuánto había cambiado desde entonces, tan solo unos meses había necesitado Gaia para lograr poner su mundo de cabeza y enseñarle lo que era el amor romántico. Podía sentir como su vida era diferente ahora, se sentía más feliz de lo que alguna vez pudo recordar y quería compartir esa sensación que le provocaba su relación. Ocultarla ya no era parte de sus planes, porque iba en serio con ella, su rubia merecía ser presumida ante todo el mundo.
—Por cierto, ¿ya has planeado como le darás el regalo? —le preguntó Fer, la entrevista había perdido su interés y ahora cambiaba de canal con aburrimiento—. Hemos ido a ver el regalo, estará listo para el sábado y…
—Será el domingo —saltó, sin poder contenerse. La emoción lo embargaba, recordando la imagen de su regalo casi listo—. El partido contra el Espanyol será ese día, podemos ganar la liga definitivamente y ya el club está con los preparativos de la rúa y las celebraciones después de ello.
—¿Qué es exactamente lo que planeas?
—Primero será tratar de hacer un gol y dedicárselo, dar la cara con Xavi y los capitanes antes de los festejos y así disfrutar de la rúa junto a mi novia, sin tener que esconder nada y solamente estar a su lado.
—¿Y en qué momento de todo eso le entregas el regalo? —cuestionó, dándole una sonrisa burlona—. Cursi de primera. Aunque tengo que admitir que el collar es increíble, muy bonito; pero que tenga las palabras “ullets blau” grabadas, se me hace completamente cursi.
Pedri rodó los ojos, divertido ante las palabras de su hermano; pero igualmente orgulloso por su idea. Hacía un par de semanas se le había ocurrido el regalo para su novia, un hermoso collar con la forma de un girasol, en tonos dorados, el cual se abría para mostrar en su interior un colgante circular, mostrando las palabras “Ullets blau” grabadas en una bonita tipografía de color plateado, que contrastaba de manera espectacular. Por la parte trasera también tenía algo grabado, exactamente la fecha en la que comenzaron su relación.
Sentía que ese era un regalo especial para ella, uno que demostrara toda la felicidad y la admiración que tenía por ella. Ya estaba cansado de ocultar sus verdaderos sentimientos solo por el temor al compromiso, necesitaba decirle cuánto la quería y lo importante que era para él. Pensaba que, después de cada error que ha cometido, ese era un detalle en un momento feliz para los dos, memorable y digno de recordar, único solo para su novia. El domingo, luego del partido contra el Espanyol, se convertirían en una auténtica pareja frente a todos, alejados de cualquier tipo de secretos.
Los últimos días habían estado marcados por una fría distancia que le resultaba extraña, estaba acostumbrado a estar con ella y eso era lo que lo hacía feliz; pero podía entender que cada cierto tiempo ambos necesitaban de su propio espacio. No eran dependientes uno del otro y merecían un momento a solas con sus respectivos amigos y pensamientos, no le preocupaba en nada, ya que contaba los segundos y minutos que restaban para el domingo, poder hacerla feliz con algo que deseaban.
Se había completado mal, lo aceptaba porque no existía nadie más responsable que él, callar ante sus “te quiero“ e incluso aún después de varias semanas seguía sin poder perdonarse del todo aquellos desplantes en el antro después del Clásico. Su novia no merecía nada de eso, porque lo único que le había brindado era su más sincero amor y una auténtica felicidad, a veces podía sentir que no se merecía a alguien tan bueno como ella.
Su mirada se posó de nuevo en su móvil, observando el fondo de pantalla que solía cambiar cada semana, sin poder decidirse por una foto de ambos, ya que todas le parecían perfectas. Sus ojos no dejaron de observar la imagen, una fotografía de los dos en pijama, podía recordar con exactitud cuando fue tomada, porque cada momento con ella se almacenaba en su cabeza. Sonrió, eso era todo lo que pedía en su vida, ser feliz al lado de su novia.
Pedri miró la fecha, faltaba menos de una semana para el partido contra el Espanyol y se encontraba emocionado por ello. Quería demasiado a Gaia, y estaba dispuesto a enfrentarse a cualquiera o hacer lo que sea solo para seguir viendo la bonita sonrisa en su rostro, aquella que le provocaba miles de sensaciones dentro de él y que lo enamoraban a cada segundo. El Canario jamás había creído en el amor a primera vista, pero sabía que era algo que le había sucedido desde que sus ojos se fijaron en su rubia el año pasado.
Mierda, era verdad, estaba completamente enamorado.
Buenas, buenas.
Tarde, pero siempre seguro.
Han pasado muchas cosas esta semana y quiero evitar mencionar algo de ese suceso tan trágico que nos ha afectado a todas la directioners, quiero evitar volver a ponerme triste y recordar siempre los buenos momentos.
Eh, le ganamos al Bayern. Raphinha es el puto amo y señor, que capitán tenemos, por dios.
En fin, vamos a adentrarnos con el capitulo porque las cosas están siendo demasiado tensas entre Pedri y Gaia, tienen una falta de comunicación enooooorme y todo este drama tocará fondo en el siguiente capítulo.
• ¿Les ha gustado el capítulo?
• ¿Parte favorita?
• ¿Qué opinan de todo el drama? ¿Cómo sienten a Gaia y a Pedri?
• ¿Creen que Ferrán le guió en una dirección o simplemente fue un buen amigo?
• ¿Qué opinan de los sentimientos de Gaia?
• ¿Qué opinan de los sentimientos de Pedri y la sorpresa que tiene preparada?
• ¿Sensaciones para el siguiente capítulo?
Muchas gracias por leer ❤️
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