oxvi. capítulo dieciséis
━━━ F. C. B A R C E L O N A
⚽ ♪ 。 Un dia de partit
lexxie & marce
fanfiction 🔵🔴
Antes de iniciar, les digo que Marce y yo hemos llegado a un acuerdo y es que a partir de ahora pediremos una cantidad de votos y comentarios para poder actualizar. Esto es sobretodo a la enorme cantidad de lectores fantasmas y de personas que solo llegan a exigir actualización sin siquiera dejar un voto o un comentario hablando sobre si les gusta la historia. Espero que no les moleste y entiendan que a nosotras como escritoras nos gusta que nos apoyen.
Cabe decir que ambas historias deben llegar a su meta para que se pueda actualizar. Si una no llega y la otra sí, ninguna será actualizada.
Meta
Contraataque: 280 votos y 100 comentarios
Ataque Prometedor: 100 votos y 30 comentarios
Gaia echó una rápida mirada por todo el salón de su hogar, sonriendo ante los invitados que se acercaban a felicitarla y a dejarle los regalos. Desde hace más o menos una hora habían empezado a llegar las personas, animando el ambiente y contagiándose de la energía que provocaba la música que colocaba el disc-jockey.
Todo estaba decorado justo como lo imaginó, agradecía tener una organizadora de eventos tan buena como amiga, ella sabía exactamente lo que quería. Las luces del salón estaban bajas, pero con otras de colores que le daban un aspecto de antro. Habían unas cuantas mesas dignas de un centro nocturno alrededor del lugar, dejando espacio en el medio del salón para que los invitados pudieran bailar. Al frente, se colocó una pequeña tarima donde estaba la musica y el mejor disc-jockey de toda España.
Al ritmo de “Me porto bonito” de Bad Bunny, Gaia se abrió paso por los cientos de invitados que llenaban el lugar. Desde Sebastián Yatra que había llegado con Manuel Turizo hasta los hermanos Casas, todo el cast de A través de mi ventana, y sin olvidar a los jugadores de fútbol. Sin embargo, su atención solo estaba concentrada en buscar a uno en específico.
No había visto llegar a Pedri aún, pero no estaba del todo segura. Cuando los invitaron empezaron a abarrotar su casa estuvo pasando entre todos ellos recibendo felicitaciones, regalos y abrazos por su cumpleaños. Así que no podía decir con total seguridad si su Canario, Fer y Noa habían llegado.
Gaia se detuvo para mirar su atuendo cuando pasó frente a un enorme espejo, parte de la decoración y que servía para tomarse fotos. Por más segura que se encontrara con ese vestido corto de color azul brillante, aún así podía sentir como sus manos sudaban a raíz de los nervios. No solo con la espera de Pedri, sino también porque quería que todo saliera bien esa noche, la prensa estaba abarrotando la entrada de su casa, casi sin poder dejar pasar a sus invitados; pero siendo vigilados de cerca por la seguridad que contrató. Todos ellos estaban buscando tener una primicia, alguna noticia jocosa que colocar en la estúpida portada de sus tontas revistas del corazón.
Luego de pasar por los brazos de Julio, Natalia, Adhara y Gabriel, echó un rápido vistazo al reloj en su celular. Las notificaciones llenaban la pantalla, pero bufó al darse cuenta que Gerard llevaba media hora de retraso. Buscó entre las personas a Pablo y Aurora, aunque con el mar de gente que había en el lugar parecía ser una tarea algo imposible, mucho más por su corta estatura.
Decidió relajarse un poco e ir a la barra, aquella que el staff de decoración había colocado a un lado, con bartenders para servir a sus invitados, y pidió un chupito de vodka para tratar de calmar sus nervios.
—No te sobrepases con el alcohol.
Gaia volteó, dejando el pequeño vaso en la barra para poder mirar a su hermano. Gerard estaba guapo esa noche, nada nuevo, pero sí había seguido sus consejos de belleza para verse mejor que nunca. Sonrió rápidamente recibiendo las felicitaciones de los hermanos Buyer y Adri Contreras, antes de abrazar a cada uno y agradecerles por haber asistido.
—¿Hablamos un momento? —le preguntó su hermano, luego de echarse el primer shot con los chicos—. Vamos arriba.
Gaia asintió, tomándole del brazo y siguiéndole entre la gente. Lo notaba algo raro, tenso por decirlo de alguna manera, no había llegado con esa emoción exultante que reflejaba en cada cumpleaños y, más extraño e importante, no llegó con su pareja. Llegaron al inicio de las escaleras, las cuales tenían de esas cosas que se ponen en los antros para demostrar que una zona era VIP. Sus invitados sabían que no debían sobrepasarse a ese lugar sin invitación previa.
Una vez arriba, se dio cuenta que la musica sonaba igual de alta, esta vez la voz de Maluma se escuchaba y se volvió ahogada cuando Gerard la adentró a su habitación, el lugar más alejado del salón. Se sentó en la cama, mirándolo de arriba abajo, todo en él parecía normal; pero Gaia lo conocía de sobra, sabía que algo le estaba sucediendo.
—¿Qué pasa contigo hoy? —le cuestionó Gaia—. Has tardado una eternidad y has llegado sin Clara, joder, ¿no habíais salido a comer?
—Clara y yo terminamos —respondió, tajante su hermano. Gaia se dio cuenta de inmediato que eso le estaba afectando más de lo que quería mostrar—. Durante la cena, por eso no vino.
—¿Te estás quedando conmigo? —Gerard negó—. ¿Pero qué ha pasado? Ostras, ¿la tía no sabe que hoy es tu puto cumpleaños?
—Te dije que toda esta mierda de los paparazzi encima de ella ha estado llevándolo mal. Parece que la única solución que vio fue dejarlo, soportar a la prensa no es trabajo fácil.
—Buah, es una mierda —bufó, sin molestia—. Venga, que yo entiendo que la esté pasando mal por todo, ¿pero en serio? ¿Romper ahora?
Gaia hizo una mueca, recordando perfectamente como se había sentido con su última ruptura —Hacía casi un año— y aunque no era ni remotamente comparable las circunstancias que atravesó ella, si podía llegar a entender como se podía estar sintiendo su hermano. Se inclinó en la cama hasta inclinarse para poder coger la mano de Gerard, dándole apoyo.
—Lo lamento por ti, hermanito. ¿Seguro que estás de humor para una fiesta?
Gerard rió, apretándole la mano.
—¡Joder si no! ¡Me voy a beber todo el puto alcohol y convertiré esta casa en las malditas Vegas!
Gaia se levantó de un salto de la cama, soltando su mano y aplaudiendo emocionada, esa noche era importante para ella y agradecía que su hermano pusiera todo de sí para animarse, después de todo también era su cumpleaños y quería que se la pasara bien. Aunque, no es como si Gerard fuera a dejar de lado la oportunidad de festejar a lo grande.
—Venga va, Geri, que ahora eres soltero —le animó—. Baja allá, bebe el jodido alcohol y besa a cualquier chica que te tire el rollo. Ya no le rindes cuentas a nadie.
Gerard rió con ganas y ambos chocaron las manos. Ahora más que nunca quería que su hermano se divirtiera y la pasara bien, no había conocido mucho a Clara, pero hasta ella debía saber que era una verdadera putada romper con alguien el día de su cumpleaños. Podía entenderla solo un poco, pero había vivido en el ojo público desde que tiene uso de razón así que ponerse en sus zapatos no le servía para nada.
Gaia se arregló el vestido antes de salir, viendo que todo estuviera en orden con su ropa y su maquillaje. Bajó junto a Geri de nuevo hacia el salón, donde la musica resonaba haciendo que las personas rieran y bailaran en él, mientras otras hablaban y bebían en la barra. Se acercaron a los streamers, Polotelli y Joselete no dudaron en acercarse a ella armando todo un escándalo posible para felicitarla, luego de esos dos se le unió Martí.
—Feliz cumpleaños, niña —le dijo, Gaia sonrió con ternura—. Quería darte tu regalo personalmente, pero la chica de la entrada me dijo que...
—Sí, sí, Aurora —interrumpió, divertida—. No es personal, en serio, es protocolo. Habría sido un puto lío si todos los invitados me dan los regalos personalmente.
—Me he quedado con las ganas. Yo espero que te guste, no sabía que regalarte y...
Gaia sonrió, deteniendo el palabrerío nervioso de Spursito y se acercó a abrazarlo. Le dejó un rápido beso en la mejilla para luego separarse y poner distancia entre ellos. Antes de conocer a Pedri, ella podía permitirse sentir ciertas cosas por Martí, le parecía un chico agradable y llegó a creer que le gustaba; pero las cosas con él se daban lentas, tomándose toda la calma del mundo que inevitablemente otra persona llegó a su vida.
Y aunque las comparaciones eran odiosas, no podía decir que lo que había sentido por Spursito se llegaba a asimilar a lo que Pedri la estaba haciendo sentir con su sola presencia.
—Seguro que me gusta —le tranquilizó con una sonrisa—. Tengo que ir a saludar a varias personas, ¿vale? Pero no te pierdas, que tú y yo debemos bailar esta noche.
—Estaré esperando ese momento.
Miró detrás de Spursito y se despidió momentáneamente de los demás streamers, dejando a Geri con ellos ingiriendo alcohol como si no hubiese un mañana. Esperaba que pudiese disfrutar la noche y olvidar todo aquello que lo estaba molestando, ahora solo iba a divertirse y disfrutar del resto de la fiesta.
Se paseó entre los invitados, bailando a través de ellos para poder moverse mejor, hasta que llegó al lugar que había estado buscando. Los chicos del Barcelona tenían lo más cercano a la zona VIP de su casa, era la que tenía la mesa más grande y solo se podían acercar los conocidos y amigos para evitar malentendidos. Pronto saludó a Lewy y Anna, pasó por los brazos de Marc-André, Dani, Andreas y los demás que habían sido tan puntuales de llegar temprano.
—No sé porque me sorprende la fiesta —le comentó Romarey, cuando terminó de abrazar a Mikky—. No sabía si estaba viniendo a tu cumpleaños o a los Oscars.
—¿La alfombra roja y los fotógrafos en la entrada en serio eran necesarios? —preguntó Elena riendo.
—¡Claro! —chilló—. De aquí nadie va a sacar una primicia sin que yo lo sepa, ¿vale?
—Siempre un paso adelante.
Gaia volteó al reconocer la voz de Coral. Chilló y se abrazó con ella, mientras Sergi se acercaba a saludar a los demás chicos. Ninguno parecía estar tomando y se alegró que fuera así, su cumpleaños había caído en una fecha no muy cómoda para los jugadores de fútbol y es que el calendario estaba tan apretado que a tan solo tres días tendrían un partido fuera de Barcelona.
Mientras pasaba la música, desde la voz de Maluma con «Hawaii» hasta Rauw Alejandro y su último tema, estuvo hablando con las chicas, mientras los chicos reían y bromeaban entre sí. De pronto, Jordi hizo un chiste sobre el no llevar un regalo porque ella ya lo tenía todo, Romarey riñendolo por eso, y de Busi comentando que solo le había comprado maquillaje. Pensó en mostrarse falsamente ofendida, pero la risa de Andreas y la voz de Sergi la interrumpieron.
—¡Tío, pero la Semana de la Moda es en Nueva York! —gritó, de forma burlona.
Gaia se volteó y vio al recién llegado Jules Koundé trayendo consigo todo el estilo que lo caracterizaba. Una camisa de seda manga larga estampada de color blanco, la cual tenía un cuello en «V» que, como tenía los primeros tres botones sin abotonar, podía verse todo su pecho. Usaba un pantalón negro de vestir acampanado que le llegaba un poco más arriba de la cintura y unas botas negras.
Gaia no dejó pasar los lentes negros o el collar que le daba un aspecto más elegante. El francés caminaba con seriedad abriéndose paso entre las personas, como si estuviese en una pasarela y nada pudiera afectarle. Lo amaba, en serio, él era simplemente fabuloso para vestir.
—¡Me encanta! —gritó, cuando Jules se acercó a ellos—. ¡Esto si es moda, joder! —Miró a los chicos—. Vosotros deberíais aprender de él, o sea, no solo es un excelente jugador de fútbol, sino también un creador de tendencias. Amo.
—Ella sí que aprecia mis atuendos —sonrió Jules, abrazándola en apoyo—. Feliz cumpleaños, Gaia, espero te guste mi regalo.
—Seguro te regalará algo de su armario —bromeó Sergi.
—Estaré súper agradecida si es eso, eh.
Eso dio paso a las bromas, las risas entre ellos y los comentarios sobre todo lo que había estado sucediendo en torno al club. No muchos ingerían alcohol y a pesar de gustarle beber, Gaia no tenía pensado emborracharse esa noche. Mientras bailaba con Coral, Elena y Anna, aún trataba de buscar a Pablo o Pedri, pensó que en algún momento esos dos iban a acercarse a ellos.
El tiempo pasaba, la música llenaba el lugar y con cada canción el ánimo parecía ir en aumento. Gaia se dejaba llevar por el ritmo, moviendo su cuerpo al compás del ritmo y sabiendo que nadie le estaba prestando más atención de la necesaria. Poco le gustaba bailar, pero era una fiesta.
Su fiesta, para ser específicos, e iba a pasarla bien. Se reía en voz alta al ver a las chicas bailando a unos metros de ella, los pasos prohibidos de Lewy y la manera en la que hacía sonreír a Anna con eso. Como Sergi le daba vueltas a Coral y ambos bailaban con diversión. Se dejó llevar por la música, hasta que unas manos la sujetaron por la cintura.
Pensaba decir algo, pero esa misma persona se pegó contra ella. Las manos seguían estando en su cintura, sujetándola suavemente, podía sentir el calor del tacto en la parte desnuda de su espalda baja. Volteó un poco la cara, a modo de quejarse ante el atrevimiento que habían tomado con su persona, cuando sintió unos labios en su oreja y un escalofrío en esa zona al escuchar en un bajo murmullo:
—Feliz cumpleaños, mofletes.
El característico acento Canario de Pedri hizo que su corazón latiera desenfrenado. Sintiendo al mismo tiempo un cosquilleo en todo su cuerpo, había estado esperando su llegada desde hace horas y solo sentía una enorme felicidad de poder tenerlo ahí con ella.
Gaia mordió su labio, sin dejar de mover su cuerpo al ritmo de la canción. Pedri seguía sus pasos detrás de ella, apegado completamente a su cuerpo, así que apoyó la cabeza en su pecho y sintió como el aroma de su perfume entraba en su nariz. Los vellos en su nuca se erizaron cuando él dejó un beso en su cuello, pasando ahí más tiempo del necesario.
—Has hecho que me paseara por todo el lugar buscándote —siguió él, murmurando en su oído. Podía sentir el aire caliente de su aliento y eso solo hizo que su estómago se contrajera por los nervios—. Tenía tantas ganas de verte esta noche.
—¿Y valió la pena la búsqueda?
—Completamente.
Se volteó para poder verlo de frente, aún así decidió no apartarse de él. Sus manos habían quedado en el espacio desnudo de su espalda, apegándola por completo a su cuerpo y ella lo rodeó con sus brazos, mirándolo desde abajo. Ya no se movían al ritmo de la música, iban demasiado lento, concentrados en su propio mundo, como para poner atención a la Bizarrap Music Session de Quevedo.
Llego al club con el combo
Rápido la vi lejos
Se pintaba los labios
Usando la copa como espejo
—Llevo horas esperándote —confesó Gaia, sin dejar de mirarlo—. Pensé que habías cambiado de idea y ya no ibas a venir.
—Te lo prometí, Gallita, y sabes que jamás te decepcionaría.
Se acercó poco a poco
Y yo queriendo que me baile
Sonrió, sintiendo como sus manos se movían por toda su espalda, parecía querer tocar más allá de lo que el vestido le permitía. Justo en ese momento, la fiesta le daba por completo igual, solo quería cortar todos los obstáculos que los separaban y besarlo.
—Estás hermosa —le dijo—. Te vi bailando y me has dejado sin aliento.
—Entonces supongo que mi objetivo se ha cumplido —rió—. Tú también estás bastante guapo esta noche, ¿alguna razón en específico?
Pedri sonrió, quitando una mano de su espalda y moviéndola hasta dejarla en su mejilla. Gaia trató de no sonrojarse, pero mientras él siguiera haciéndola sentir de esa manera, iba a ser imposible.
—Intento verme bien todos los días; pero hoy era especial, no voy a negarlo —murmuró, cerca de su rostro—. La cumpleañera de hoy merece alguien a su altura y yo pretendo demostrarle que lo estoy.
—No creo que eso sea necesario.
—¿Y por qué?
Gaia se detuvo, colocándose de puntillas, para poder susurrar sobre sus labios.
—Porque estoy segura que la cumpleañera ha caído totalmente por ti.
—Quizás en la misma forma en la que yo he caído por ella.
Quédate
Que las noches sin ti duelen
La mano que Pedri tenía en su mejilla tomó otro rumbo, bajando por su cuello y manteniéndose ahí. Pudo sentirse nerviosa por ese toque, la manera en la que su vello se erizaba debajo de él era impresionante.
Sus ojos oscuros también se desviaron a esa zona. Gaia quiso sonreír de forma pícara, pero se dio cuenta que no estaba viendo lo que ella esperaba.
—Tu collar —señaló—. Jamás te lo quitas, ¿dónde está?
—Aurora dijo que no quedaba con mi vestido y pensé que lo mejor era no usarlo hoy.
Pedri hizo una mueca y Gaia quiso reír por eso, pero quedó ahogada ya que él volvió a cogerle el rostro, esta vez de forma más autoritaria. Si decía que no le habían temblado las piernas ante eso, estaría mintiendo.
Sus caras quedaron juntas, ambas narices se rozaban y podía sentir el aliento de él en todo su rostro. Su corazón parecía querer salirse de su pecho, latía de manera desenfrenada y solo estaba pidiendo una cosa para poder calmarse un poco. Gaia no podía dejar de mirar los labios de Pedri, cuando empezaron a cantar una frase que le hizo sentir cientos de mariposas dentro de ella.
—Que yo no quiero nada que no sea contigo.
El aliento chocó directamente contra sus labios, el agarre en su cintura se hizo más fuerte y Gaia solo cerró los ojos dejándose llevar. Sin embargo, sintió un cuerpo chocar contra ella y otras manos ajenas posándose en su cuerpo.
Escuchó la baja maldición de Pedri y no podía culparlo, ella estaba igual de frustrada por tantas interrupciones. «Estos dos tontos», se dijo a si misma cuando oyó la risa de Ferrán y la voz de Eric cantando la canción de Bizarrap y Quevedo a todo pulmón.
—¡Feliz cumpleaños, mi nena! —le dijo Ferrán, saltando al ritmo de la canción, como todos.
—¡Amor mío, feliz cumpleaños! —le gritó Eric, dejándole un beso en la mejilla.
Ambos los habían rodeado con sus brazos, en un raro abrazo grupal. Miró rápidamente a Pedri, que tenía el ceño fruncido y no parecía querer cambiarlo, le sonrió para tranquilizarlo. Ya iban a poder besarse en otra oportunidad, o eso esperaba.
Gaia siguió los saltos de sus amigos, al ritmo del «eh, eh, eh» que gritaban para animarlos. Pedri también se unió, con una sonrisa divertida entre sus labios luego de darse cuenta que enojarse no cambiaría nada en ese momento. Las manos de él no habían abandonado su cuerpo, parecía no querer moverlas de ese lugar, ni siquiera cuando la música cambió y los chicos se apartaron de ellos.
—Espero que esto cuente como el baile que te debía —le susurró a Pedri en el oído, antes de tomarle de la mano y llevarlo con los demás.
A Pedri no le dio tiempo de responderle, así que solo lo escuchó reír. Volvieron a llegar a la mesa con los demás, aunque la mayoría seguía bailando, como Lewy, Andreas y Sergi. Los otros sí estaban conversando en un tono algo alto para poder oírse por encima de la música.
Gaia pasó por los brazos del recién llegado Xavi, quien no dejaba de recordarle lo mucho que había crecido y que, sin importar nada, ella siempre iba a ser su pequeña niña. Casi llora por eso, pero se contuvo para no arruinar su maquillaje.
La mano de Pedri no había soltado la suya en ningún momento, ni siquiera cuando se sentaron para seguir conversando con los chicos. Ahora, con el Canario a su lado, a Gaia solo le importaba buscar a Pablo, le causaba un poco de ruido no tenerlo ahí con todo el equipo.
—¿Dónde está Fer? —le preguntó a Pedri en el oído, para que pudiera escucharla—. ¿Y Noa? No he podido verlos.
—Los dejé con Aurora y Gavi —le respondió. Gaia quiso reír—. Quizás están bailando, o algo. La verdad no sé —rió nervioso—, yo solo quería buscarte.
—¿Dejaste solo a tu hermano y a tu mejor amiga? —bufó riendo. Tratando de ver hacia los demás invitados para encontrarlos—. ¡Si con razón Noa me odia!
—¡No los dejé solos! —se defendió Pedri, riendo—. Están uno con el otro... O eso espero.
Sus últimas palabras salieron en un bajo susurro que aún así pudo escuchar. Rió y le pegó un suave golpe en brazo, sin preocuparse demasiado por el tema. Si Ainhoa y Fer se habían quedado junto a Aurora y Pablo, entonces sí que iba a ser una noche interesante.
Al menos Aurora se aseguraba de conocer a la chica que le gustaba a Pablo desde niños, esperaba que Ainhoa no dejara salir toda su "hermosa y atrayente" personalidad con ella, o si no se las iba a ver de malas. Aunque sabía que Javi sí que se la iba a pasar bien haciendo sus bromas de doble sentido con ellos.
A la mesa llegaron los demás, Lewy se sentó de un golpe cansado de darlo todo bailando y Anna a su lado solamente reía e invitaba a las demás chica a seguir bailando. Le gustaba que todos sus amigos estuvieran pasándosela tan bien, a lo lejos veía a algunos de sus conocidos bebiendo y riendo. A Gerard lo perdió de vista en un segundo, pero si tenía la impresión de que el tema de su ruptura había sido olvidada tan pronto se tomó el primer shot de vodka.
Sin embargo, de un momento a otro, se extrañó cuando después de un rato, a la música le bajaron el volumen.
—¡Hola, hola!
El sonido de una voz conocida con un acento colombiano notable le hizo fruncir el ceño. Habían bajado el volumen de la música y las personas murmuraban mirando a algo en el pequeño escenario donde estaba el disc-jockey, Gaia se apoyó en el hombro de Pedri, sintiendo como él le colocaba una mano protectora en la espalda y sonrió al ver a Sebastián Yatra con un micrófono en mano.
—Antes de continuar con la fiesta, yo quería decir unas cuantas palabras para la cumpleañera —dijo, por el micrófono. Todos gritaron y aplaudieron emocionados, no podía creer que su amigo estuviera haciendo eso—. ¿Dónde estás, Gallita? ¡Oh, ahí! ¡Sube acá!
No tuvo más opción que ir en su dirección cuando uno de los reflectores de luz se fijó en su posición, alumbrando la mesa entera y haciendo que todos se voltearan hacia ella. No tenía problemas siendo el centro de atención, le gustaba serlo la mayoría de las veces; pero el cumpleaños también era de Gerard y no quería ser la única protagonista de esa noche.
Fue algo difícil salir de la mesa, Pedri no parecía querer soltarla y los chicos solo le hacían burla a medida que trataba de escapar de ellos. Aún así lo logró.
Sin embargo, a medida que se abría paso entre las personas, que volvían a felicitarla y le hablaban en voz baja, escuchó el grito divertido de su hermano, pidiéndole que apresurara el paso porque quería escuchar a Sebastián cantar, todos rieron ante eso ya que se notaba a leguas que Gerard andaba borracho.
Llegó al escenario y subió con un poco de ayuda de la seguridad que había ahí. Le echó una mirada divertida a Sebastián y bufó.
—¿Qué haces, bobo? —le preguntó, riendo. Solo él pudo escucharla, así que hizo que se acercara tirándola suavemente de la mano—. Ya estoy aquí, ya estoy aquí. Vamos, que queremos seguir con la fiesta.
Sebastián no se quedó atrás, la llevó hasta el centro del escenario, donde podía ver a todos, estaban atentos a cualquier cosa que hiciera Yatra en ese momento. Pasó su mirada por el salón, por el bajo tono de las luces, salvo las de colores, casi no pudo distinguir a nadie entre el público. Le recordó momentáneamente a un concierto, donde habían tantas personas que era difícil lograr ver a alguien en especial.
—Yo te he traído un regalito, es algo que te gusta; pero he decidido complementarlo con unas palabras antes —continuó Sebastián, haciéndose oír en todo el lugar por el micrófono—. Me alegra mucho haberte conocido, hemos pasado momentos graciosos juntos y puedo decir con seguridad que eres de las mejores amistades que me ha tocado en mi vida.
Los silbidos, los aplausos y el «aw» general que se formó la hizo reír, con las mejillas coloreadas de rojo y sin soltar la mano de Sebastián. Sentía esa increíble vibra donde no había un momento que pudiera mejorar ese.
Sin embargo, a pesar de la felicidad que la embargaba, soltó una risa nerviosa cuando Sebastián tiró de su mano y la llevó hasta sus labios, dejando un beso en ella. Su corazón latió con prisa, Pedri estaba viendo ese gesto rodeado de los chicos del equipo y no creía que le fuera a hacer mucha gracia. Volvió a escuchar los murmullos que comentaban lo lindo que era con ella; pero solo se concentró en buscar la mesa de los jugadores para ver a Pedri.
—Estoy muy feliz de contar con tu amistad y tu lealtad, sé que tú también me aprecias. He estado al inicio de tu carrera y espero continuar a tu lado por muchos años más.
Las personas volvieron a gritar, alzando los tragos que tuviesen en la mano y haciendo una especie de brindis colectivo.
—Y es por eso que vengo a dedicarte una canción, que es especial para nosotros —dijo Sebastian, riendo y volteando un poco para ver al encargado de la música.
Las personas gritaron y Gaia no pudo evitar dejar salir también un suave chillido cuando escuchó los primeros acordes de la canción. Sebastián Yatra tenía razón, “Tacones Rojos” era una canción especial para ellos y no solamente porque había protagonizado el vídeo.
Fue un momento bastante random cuando le llegó la llamada de Sebastián Yatra para que apareciera en su vídeo, le sorprendió aún más que él no supiera que era hermana de un futbolista y que la quería genuinamente por su talento, además porque le gustaba su actitud en los streams que hacía. Habían formado una gran amistad a partir de ese momento y, aunque hubo un tiempo donde la prensa especulaba sobre una relación entre ellos, nada de eso los detuvo.
—Hay un rayo de luz, que entró por mi ventana y me ha devuelto las ganas. Me quita el dolor...
Gaia no podía más de la emoción al escucharlo cantar, la manera en la que él no le soltaba la mano y la hacía bailar por el lugar. Le alegraba estar pasándosela tan bien en su cumpleaños, escuchando como los invitados se divertían y coreaban la canción al ritmo que colocaba Yatra, verlos bailar y animando la fiesta, todo estaba saliendo bien y le alegraba.
—Mi pedazo de sol, la niña de mis ojos. Tenía una colección de corazones rotos...
La voz de Sebastián se escuchaba por todo el lugar, mientras él la guiaba bailando la coreografía de la canción. Con diversión se señaló los tacones plateados, haciéndolo reír, cuando cantó la parte en donde hacía mención al color.
—No esperaba enamorarme de ti. Ni tú de mi, y pasó así... —Gaia rió cuando en un rápido movimiento, Sebastián la acorraló en un abrazo y, sin saberlo, le acercó un girasol justo como en una parte del vídeo—. Y así empezó nuestra historia, no falla en mi memoria...
Gaia se alejó unos pasos, dejándole que cantara por todo el escenario, escuchando las palmas y las voces siguiendo la canción. La felicidad le embargaba por todo su cuerpo mientras veía el girasol entre sus manos, tenía unos buenos amigos si debía de ser sincera.
Lo mejor era que no sentía necesidad alguna de postearlo o de usar su celular para grabarlo de alguna manera. Le gustaba que los recuerdos quedarían en su cabeza, sabiendo que iba a ser ciento de veces mejor, disfrutar ese momento especial solo para ella.
En un momento, terminando la canción, Sebastián se puso delante de ella, cantándole directamente a la cara y con la mano libre, aquella que no sujetaba el micrófono, volvió a sujetarla con la suya.
—... Porque me hizo sentir que gané la lotería, antes de ella no sabía que alguien podía amarme así.
Y la canción terminó, con el bullicio de las personas del público celebrando la presentación de su amigo y aplaudiendo todo el show. Gaia sonrió, sintiendo como él la atraía de nuevo a un abrazo y depositaba un beso en su cabeza.
—Feliz cumpleaños, mi pedazo de sol —la felicitó Sebastián, casi con la voz ahogada—. ¡Y a ti también, Gerard!
—¡¿Y para mi no hay canción?!
El grito de Gerard, desde alguna parte del salón, los hizo reír. Gaia decidió dar un paso al frente y tomar el micrófono que Sebastián tenía. Ella era la anfitriona principal, la que había preparado todo eso y sería la portavoz oficial de la fiesta.
—¡Un aplauso para Sebastián Yatra! —gritó. Su pedido no se hizo esperar y el salón se llenó de vitoreos—. Muchas gracias por la canción, cielo, creo que ahora es oficialmente mía, de verdad —rió, viéndolo, para luego voltearse de nuevo a sus invitados—. Espero que os la estéis pasando muy bien, mi hermano y yo estamos agradecidos que hayáis podido venir a nuestro cumpleaños. Joder, que no se cumple veintiuno y treinta y seis todos los días.
—¡Yo soy el que cumple veintiuno!
De nuevo, el grito de Gerard se escuchó de alguna parte del salón, borracho, y haciendo reír a la mayoría. Gaia también soltó una risa.
—Yo os vuelvo a agradecer por haber venido, por estar presentes en este día —dijo, con una sonrisa—. No sabéis lo importante que es para mi, quería regresar a Barcelona por todo lo alto y creo que lo he conseguido. Este es mi hogar, donde nací y crecí, significa mucho estar pasando mi cumpleaños aquí.
» Gerard y yo apreciamos que hayáis podido venir acá a divertirse y pasar un buen rato. Desde Sevilla y Madrid, hasta México y Chile, os apreciamos bastante por eso... Y, disculpad, pero sabéis que tengo que hacerlo —sonrió apretando el microfono entre sus manos—. ¡Visça Barça y Visça Cataluña!
Los gritos y aplausos se hicieron más fuertes en cierta parte de su salón, quizás donde estaban los chicos del equipo o aquellos que habían nacido en Cataluña, Gaia rió al ver entre el mar de personas a Marco Asensio haciendo una mueca por ello, pero nada fuera de lo normal.
—¡Por una noche inolvidable! —gritó, escuchando como todos le seguían—. ¡Sin nada más que decir os dejo con Sebastián Yatra!
Gaia le dio una última sonrisa a Sebastián antes de volver a darle el micrófono y dejar que se apoderara por completo del escenario mientras ella bajaba de él. Tenía el girasol todavía en la mano, escuchando como Yatra cantaba otra de sus canciones y volvía a hacer que las personas la corearan y bailaran por todo el lugar.
Pensó en buscar a Pablo, ya tenía un par de horas que no lo veía, pero antes de poder ir con los chicos del equipo a ver si estaba ahí, sintió una sujeción en su brazo. Se volteó y tuvo que parpadear unos segundos antes de reconocer a Natalia Azahara frente a ella, por un momento la llegó a confundir con Ainhoa.
Eso le hizo cuestionarse un momento donde estaba la jugadora, no la había llegado a ver ni un momento. Tuvo suerte con Pedri, que se encontraba con Ferrán y Eric. A Fer también lo vio, conociendo a varias de sus amigas actrices así que solo lo saludó de pasada por si tenía suerte con alguna de ellas.
—¿Pero chica, a donde vas? —le dijo Natalia, teniendo que gritar un poco por el bullicio de las personas—. Que no has estado con nosotros en toda la noche.
Frunció el ceño y la vio señalar detrás de ella, todo el cast de A Través de Mi Ventana estaba ahí. Sonrió al ver a Hugo y Guillermo encima de la mesa, dándolo todo mientras Eric y Julio los animaban entre risas desde el suelo.
Echó un rápido vistazo por el salón, tratando de ver algo, y lo único que pudo captar es que ya estaban en esa parte de la noche en donde la gente disfrutaba tanto de la fiesta que se subía sin pudor alguno a bailar en las mesas.
—La estáis pasando bien, eh —dijo, una vez cerca de Julio y Eric—. ¿Vosotros no vais a seguirlos?
—No tenemos tanta confianza como esos dos —rió Eric, abrazándola de pasada—. Buena fiesta, eh, aunque no sé porque me sorprende de ti, Piqué.
—Masip, me conoces desde pequeña, es increíble que aún me subestimes.
Eric rió y volvió a abrazarla de costado. Ambos sabían lo que era estar dentro del mundo del Barcelona. Él por su padre, quien fue un jugador de baloncesto del club y ahora pertenecía a la junta directiva, y ella por ser la hermana de un ex futbolista y la nieta del ex vicepresidente del club. Tenían personas importantes en sus vidas pertenecientes a ese ámbito y eso les había hecho llevarse bien desde pequeños, fue una coincidencia haber terminado actuando en la misma película.
Mientras bromeaba con Eric y Julio, mirando como Hugo bailaba sobre la mesa al lado de Guillermo, sintió como una mano era puesta en su hombro y hacía presión en ese lugar. Divertida, miró a Natalia apoyándose de ella para subir con sus dos amigos y dar un espectáculo de baile. Tenía la leve impresión que era una especie de batalla que tenían con los de la mesa del frente, casualmente reconoció a uno de los hermanos Casas.
—¡No me importa que hayas aparecido en A tres metros sobre el cielo! —gritó Natalia, Hugo y Guillermo le dieron la razón—. ¡Te vamos a ganar!
Gaia río junto a Eric al darse cuenta que Mario y Óscar gritaban hacia ellos, aceptando el reto. Lo peor de todo era que la mayoría de personas que no estaban en una mesa, sino que solo bailaban en la pista se habían dado cuenta del duelo de baile que se había formado.
—¡Reto aceptado, niñata! —Escuhó el grito de Óscar Casas. Gaia se cubrió la boca para no reír tan fuerte.
Natalia abrió la boca, ofendidamente divertida y, de forma imprevista, clavó sus ojos marrones en ella. Una sonrisa pícara se formó en sus labios y la vio agacharse hasta poder escuchar su voz.
—Sube —le ordenó. Eric gritó, alentándola ante su cara ofendida—. Venga, Gallita, si tenemos a la cumpleañera vamos con ventaja.
—Solo me queréis para ganarle a los hermanos Casas —dijo, ofendida. Julio rió—. Sois unos tontos.
Natalia hizo un puchero y de inmediato escuchó el grito de Guillermo avisando que ella estaba con ellos. No pudo negarse más, porque Julio la subió de un tirón encima de la mesa sin importarle ni un poco sus quejas.
—Estáis locos, de verdad —bufó, acomodándose el vestido y mirando hacia la mesa de los Casas—. ¡Venga va, que os vamos a ganar!
—¡Sueña, niña! —le gritó Mario, riendo—. ¡Que acá también tenemos a un celebrado!
Escuchó la baja maldición de Natalia, mientras todos reían y aplaudían por como Gerard, algo alcoholizado, subía a la mesa junto a Óscar y Mario, gritando y celebrando. Gaia con sinceridad no sabía como había acabado en ese estado.
Y también se preguntó en qué momento le había dado a su borracho hermano de hacerse tan amigo de Mario y Óscar Casas. Joder, como chocaban los diferentes mundos de su vida en esa fiesta. Y aún estando alcoholizado, Gaia se dio cuenta que Gerard al lado de los hermanos Casas parecían el anuncio de algún perfume, tenían las miradas de la mayoría de las mujeres de la fiesta.
Sin embargo, más allá de esa mesa estaban los chicos del equipo. Sergio y Jordi, ya acostumbrados a la actitud de su hermano, gritaban y aplaudían a su favor, apoyándolo. Los chicos también estaban haciendo lo mismo, como Raphinha, Marcos Alonso, Ousmané y Julián, mientras que sus esposas o novias le animaban a ella.
—¡No vale quitaros la camiseta, hijos de puta, que os conozco! —gritó Gaia con diversión—. ¡Aquí no hacemos streaptease!
Gerard la abucheó, mientras Mario reía y aceptaba sus términos. La música comenzó a sonar de nuevo, pero esta vez no era la voz de Sebastian Yatra la que se escuchaba sino la de Manuel Turizo, que había tomado el puesto de su amigo en el escenario. Las personas siguieron bailando y los animaban con gritos y aplausos, las risas no se hicieron esperar al ver los pasos descoordinados de Gerard.
Gaia se apegó a Natalia para bailar junto a ella, con Guillermo detrás suyo y moviéndose al ritmo de la canción. En la mesa de los hermanos Casas, Óscar se movía con sensualidad, pasando las manos por su cuerpo y moviendo las caderas lentamente, ganándose gritos de algunas chicas.
Se contuvo de soltar un bufido, solo a Natalia se le ocurría retar a un duelo de baile a dos de los hombres más guapos de toda España, eso sin contar a Gerard que, a pesar de todo lo que había sucedido en su vida los últimos meses, seguía teniendo a su público. Dejó de mirar en esa dirección, cuando sus ojos se fueron detrás de ellos, en la mesa de los chicos del Barcelona.
Mientras se movía con su cuerpo pegado al de Guillermo, notó que la mirada de Pedri estaba puesta en ella. Esta, a diferencia de todas las demás, era más seria y no parecía albergar la misma emoción que todos por la competencia de baile, la cual no era como tal porque solo se transformó en quien bailaba de forma más sensual.
A su lado estaban Ferrán y Alejandro, ambos riendo y conversando, parecían ajenos a que Pedri no estaba prestándoles la más mínima atención. Quiso seguir con el juego de miradas, pero la voz de Manuel Turizo se detuvo y cambió a una canción que hizo gritar a todos de inmediato, volteó a mirar a Gerard, a quien no parecía importarle en lo absoluto.
Pa' tipos como tú
«¿A quién es su sano juicio se le ocurriría poner esa canción, a todo volumen, en la fiesta de un Piqué?», se preguntó Gaia mentalmente. Quizás a alguien que quería reírse o joderlos, de cualquier forma, le estaba saliendo mal. Las personas entonaban la canción a gritos, Gerard saltaba en la mesa cantándola y haciendo que todos lo grabaran con su celular.
Tanto que te la das de campeón
Y cuando te necesitaba, diste tu peor versión
Gaia decidió no comerse la cabeza con eso, todos estaban divirtiéndose y viendo que la canción no parecía suponer algún tipo de molestia en su hermano, empezó a cantar junto a Hugo y Natalia a gritos. Reía, se divertía y no le importaba que estuviesen grabándola y que probablemente esos vídeos terminarían en internet, donde todos criticarían que hubiese puesto esa canción en su cumpleaños.
Aunque no le importaba, estaba acostumbrada a estar bajo el reflector y los chismes de la prensa. Nada podía con ella.
Yo contigo ya no regreso
Ni porque llores, ni me supliques
Entendí que no es culpa mía que te critiquen
—¡Yo solo hago música, perdón que te Sal-Piqué!
Justo en esa última palabra, en esa indirecta que todos sabían para quien había sido escrita, Gaia señaló a su hermano y éste hizo lo mismo con ella. Volvió a gritar, saltando con sus amigos, escuchando las risas de Julio y Eric. Ese momento de su fiesta iba a darle mucho de que hablar a la prensa.
Siguió pasándola bien con sus amigos, bailando encima de la mesa y olvidándose del tonto reto de baile que habían tenido con los hermanos Casas. Su mirada volvió a fijarse en Pedri, que seguía sentado en el mismo lugar y no dejaba de verla, ya no tenía a casi nadie alrededor. Ferrán estaba bailando con algunas chicas, Eric de seguro ligándose a alguien, Ansu y Alejandro quizás en las mismas. La mayoría de los chicos seguían bailando con sus esposas o novias, disfrutando de la noche.
Él solo estaba ahí sentado, sin ninguna expresión en su rostro más que la pequeña sonrisa entre sus labios. No sabía como describirlo, pero le hacía un poco de ruido su estado, ¿y si él no estaba pasándosela bien? Quizás debía hacer algo para animarlo...
Pero antes de pensar en algo, lo vio mover la cabeza. Frunció el ceño, era como si estuviese llamándola. Musitó unas últimas palabras hacia Guillermo y Natalia, antes de pedirle a Julio que la bajara de la mesa y empezar a caminar entre las personas hasta donde estaba Pedri.
—Estás demasiado serio esta noche —le dijo Gaia, sentándose a su lado. La mesa estaba vacía, no había nadie del equipo ni remotamente cerca de ellos—. ¿Te estás aburriendo, afecte meu?
Pedri la miró, sonriendo encantado por como se veía esa noche. Le había rogado por horas a Noa, hasta la chantajeó de manera emocional para que lo acompañara a la fiesta, esperaba que al menos estuviera divirtiéndose por ahí. Volvió su vista a Gaia, le gustaba verla siendo feliz en su cumpleaños.
—Me la estoy pasando bastante bien —le afirmó, para tranquilizarla, y cogiéndole la mano—. Tú eres mi pareja de baile por esta noche, por eso no me he unido a los chicos.
Gaia rió.
—Entonces lamento haberte dejado solo.
Negó, diciéndole que no era un problema; pero ella no pareció escucharlo. La música estaba demasiado fuerte y sabía que era algo incómodo para poder hablar de manera tranquila. Le apretó la mano y se levantó de la mesa, tirando de ella a un lugar donde no hubiese tanto ruido.
No conocía su casa, al menos no por completo, si llegó a ir varias veces el año pasado cuando Gerard seguía en el equipo como capitán; pero jamás se había preocupado de detallarla. Dejó que Gaia lo guiara escaleras arriba y no tuvo ningún tipo de queja ante eso, menos cuando podía verla completamente mientras caminaba frente a él.
Llegaron a una habitación que Gaia tuvo que abrir con una llave, supuso que se trataba de la suya. Soltó una risa cuando entró porque no había mucha diferencia entre ese lugar y lo que podía ver de su set-up en los streams. Era enorme, quizás demasiado para una sola persona, y encima de la cama habían muchos regalos, todos aquellos que los invitados llevaron.
—Vaya —silbó—, tú habitación es muy grande.
Gaia rió, pero no la dejó darle una respuesta. Cogió su mano con suavidad y la acercó hasta sus labios para dejarle un beso en ella, volvió a escuchar una risa de su parte, por lo que continuó besándola.
La molestia recorrió su cuerpo al recordar como Sebastián Yatra hizo lo mismo cuando la subió al escenario. Nada le había causado tantos celos como eso, pensaba que era el único que hacía ese tipo de cosas con ella; pero al parecer no era así. Lo que le causó una mala sensación en su interior.
Quizás no era el único; pero sí era especial para ella.
Posó la mano en su cintura, encantado de verla usando ese vestido azul, y la acercó a él, haciendo que le rodeara el cuello con sus brazos para que pudiera abrazarlo. Había perdido la cuenta de las veces que quedaron en esa posición, o similar. Ahora estaban solos, con la música llenando el lugar, pero en varios tonos más bajos de como se escuchaba en el salón.
—Esto es nuestro —le dijo en un susurro, sabiendo que ella iba a escucharlo—. Los girasoles y los besos en la mano son algo de nosotros. Él no tenía porque hacerlo.
Gaia soltó una baja risa, aunque no parecía estar burlándose de él.
—No pude impedirlo —se excusó Gaia, sonriéndole tiernamente—. Quiero a Sebastián, pero créeme que cuando lo hizo solo pude pensar en ti y no me hizo sentir ni la mitad de cosas que tú.
Solo necesitaba eso. Jamás había sido una persona insegura o cercanamente celosa, pero es que Gaia tenía a muchos detrás de si; pero ella siempre lo tranquilizaba de esa manera, con palabras y acciones que le aseguraban que por más personas que le tiraban el rollo, él era el único al que podía ver de verdad.
—Sé que soy algo celoso, pero es que no me había sentido así antes. Tienes a muchos detrás de ti y...
—Podré tenerlos, sí —le interrumpió ella—; pero ninguno de ellos me interesa de la manera en que tú lo haces, Pedri.
Hizo una mueca, sosteniendo con más fuerza su cintura y apegándola a él. La piel bajo sus dedos se sentía suave y se preguntó si así era todo su cuerpo.
—Pedro —corrigió—. Tú puedes llamarme Pedro y así lo prefiero.
—¿Estás seguro de eso? —cuestionó ella con esa sonrisa que lo volvía loco—. Tu madre me dijo que no te gustaba, que todos te llaman Pedri en tu familia.
—Siento que me hace mayor, que me agrega veinte años de golpe —bromeó—. Pero tú puedes decirme así, me gusta escucharlo de tus labios.
Ella volvió a sonreír y no pudo evitar acariciar su mejilla. Su mirada se desvió a esos labios pintados con un brillo rosado y recordó las veces en que habían estado a punto de besarse. En Arabia, en la Ciudad Deportiva, en el Camp Nou y en ninguna de esas se les había dado. Quizás ahora era el momento, quizás ahora sí.
Ando manejando por las calles que me besaste
Oyendo las canciones que un día me dedicaste
Pedri soltó un bufido, Gaia se había separado de él de un golpe al escuchar la canción sonar de forma tan estridente. «¿Quién había sido el idiota que le subió el volumen a la música?», se preguntó de malhumor. Quizás esa noche tampoco era su momento.
—Gerard de seguro anda jugando con el sonido —bufó Gaia, volviendo a tomarle de la mano—. ¿Quieres volver allá abajo?
Negó. Le gustaba la fiesta, pero no quería separarse de ella y sabía que si salían de ahí tendrían que hacerlo. Le dio una sonrisa y movió la cabeza, señalando los regalos que estaban colocados en la cama.
—En realidad, quiero que abras los regalos que te he traído —dijo, acercándola a la cama.
—¿Regalos? ¿En plural?
Le alegró escuchar su emoción, así que asintió.
—Sí, en plural. Ven, quiero que los abras.
Tuvo que soltar su manos aún sin quererlo para poder buscar los regalos que le había llevado en el mar de obsequios que estaban en su cama. Se alegró cuando los encontró y cogió el primero para acercárselo.
—En Arabia me contaste varias cosas de ti —comenzó—. Lo que te gusta, lo que no y yo no pude sacarme eso de la cabeza. Este regalo lo vi y de inmediato pensé en ti.
Trató de no sonrojarse, o que al menos ella no lo viera de esa manera. Vio a Gaia sentarse en la cama para empezar a desenvolver el regalo y se avergonzó al recordar como Noa y Fer se burlaban de lo que había comprado para ella. Esperaba que no pensara que era algo muy cursi o que fuese demasiado para ellos, pero...
—¡No me lo puedo creer! —chilló Gaia, emocionada—. ¡Está monísimo! ¡Me encanta, Pedro!
Sonrió cuando ella se acercó a abrazarlo para después alejarse y mirar mejor el peluche entre sus manos. Había sido imposible contener sus ganas de comprarlo cuando lo vio en aquella tienda, sabía que Gaia amaba los peluches y esperaba que ese le gustara.
Era una ardilla y, como Fer no entendía el porqué ese animal le recordaba a Gaia, tuvo que explicarle que era por sus mejillas. El apodo de mofletes vino a su cabeza una vez lo vio y aguantó las risas de su hermano al oír esa explicación. Aunque no era solo por eso que el peluche le recordaba a la catalana, como le había dicho antes, los girasoles eran algo de ellos y la ardilla de peluche tenía los pétalos de un girasol rodeando su rostro, con eso se ganó las burlas por parte de Noa.
—Una ardilla —dijo Gaia en voz alta, sin mirarlo—. Dejame adivinar: ¿mofletes, verdad?
—¿Fue tan obvio? —rió. Gaia asintió.
—Lo pondré en mi set-up —dijo—. Desde hoy el “Señor Mofletes” se ha convertido en mi animal de peluche favorito, eh. Voy a presumirlo a todo el mundo.
—¿Señor Mofletes? —cuestionó. Gaia asintió, mostrándole el peluche—. Me gusta el nombre. Puedes presumir el peluche ante todos y decir que es tu favorito, solo si también dices que fui yo quien te dio el mejor regalo.
—Definitivamente me diste el mejor regalo. ¡Es que mira que bonito que es!
Sonrió al ver su emoción, no era fingida o sobreactuada por ser él. Ella estaba genuinamente feliz por el regalo que le había dado y eso solo hizo que se sintiera bien consigo mismo por ponerla de esa manera. Le gustaba cuando sonreía, le gustaba cuando se reía, le gustaba cuando estaba feliz.
Le gustaba Gaia, a secas. Así como era ella, extrovertida y animada, como un arcoíris después de la tormenta.
—Hay otro regalo —le anunció, acercándose a tomar la pequeña caja envuelta en papel púrpura con un lazo. Gaia se acercó a él, emocionada, y sin soltar al Señor Mofletes—. Espero que este también te guste mucho.
La vio fruncir el ceño, Gaia tomó la pequeña caja e imitó la acción que había hecho con el peluche. Ese regalo le ponía aún más nervioso que el Señor Mofletes, también se había llevado burlas de su hermano y su mejor amiga por él.
—En Arabia —comenzó a explicarse—, te pregunté la razón por la cual, a diferencia de los demás chicos de marketing, sueles usar más una cámara profesional que tu celular y me dijiste que con ella te sentías cómoda, que los celulares jamás podrían compararse a lo que una cámara podría darte.
» Yo... No sé si ya tenías una, pero me pareció que te gustaría. Eres una amante de la fotografía y siempre hablas sobre vivir el momento, yo... ¿Fue mucho? Es que...
Se calló al sentir como Gaia se abalanzaba contra él para estrecharlo en un abrazo. No dijo nada más y solo la sujetó con sus brazos, amando cada muestra de afecto que le daba. La cámara instantánea que le había regalado había sido un acierto de su parte, al parecer, genuinamente esperaba que nadie más haya pensado en eso.
—Había querido una desde hace tiempo —le confesó Gaia, separándose del abrazo, pero sin alejarse mucho—. Yo... Joder, no sé que decir. ¡Y es lila! Me encanta, en serio.
—Es tu color favorito, ¿no?
—Sí, pero no recuerdo haberte dicho eso.
Pedri echó una mirada por la habitación y alzó la ceja. La vio rodar los ojos y una sonrisa divertida se posó en sus labios, era bastante fácil adivinar los gustos de una persona cuando se estaba interesada en ella. Y él estaba demasiado interesado en Gaia.
—Vamos a estrenarla —dijo Gaia, emocionada—. Vamos a enmarcar este momento.
Asintió. La música había bajado de intensidad, de alguna manera sentía a su corazón acelerándose cuando Gaia se acercó a él y pasó el brazo para rodearlo en un abrazo. Él hizo lo mismo, solo que por encima de sus hombros, y ambos juntaron sus rostros para sonreír hacia la cámara.
El flash salió segundos después y les entregó la foto casi de inmediato. Gaia la cogió y halagó lo bonitos que se veían juntos. Pedri no pudo negar eso.
Ella volteó a verlo y la escuchó hablarle, pero no pudo distinguir qué le había dicho. Quedó perdido en sus ojos azules, en sus labios rosados y en su sonrisa, teniendo tantos pensamientos a la vez que le era imposible concentrarse en uno. Un nuevo flash salió de la cámara, ahí iba otra foto de recuerdo.
Y con el corazón latiendole con fuerza, sosteniendo las ganas que se habían acumulado desde el día en que la conoció. Escuchó su voz saliendo de su propia boca, sin ser plenamente consciente de ello, era ahora o nunca.
—Me gustaría tener otra foto —le dijo—. Así.
Y eliminó cualquier distancia que los separaba hasta hacer que sus labios chocaran, uniéndose por completo y besándola como había querido hacer desde hace mucho. Parecía que la música del salón los estaba acompañando, no era ruidosa y molesta, sino suave y romántica, haciendo de ese momento algo único.
Era liberador poder sentir los labios de ella contra los suyos, devolviendo el beso con la misma intensidad y pasión que él ponía. Sujetó su cintura con una mano, mientras que la otra la colocaba en su mejilla, sin querer separarse en algún momento. Había estado deseando poder hacer eso desde hace mucho tiempo, la necesidad de tenerla entre sus brazos y besarla justo como quería le llenaba por dentro.
Sin embargo, el aire era necesario y, después de unos minutos, se vieron en la obligación de alejarse para poder respirar. Aunque eso no duró mucho y esta vez fue Gaia la que volvió a unir sus labios, ella había estado deseando eso tanto como él y solamente se dejó llevar.
A diferencia del primero, ese beso era más pasional. Empezó a mover sus manos por todo el cuerpo de Gaia, sintiendo un hormigueo en sus dedos al tocar su piel caliente. Él mismo empezó a sentir calor cuando su labio inferior fue mordido, quería y deseaba más de ella.
Gaia se apartó de Pedri para poder tomar un poco de aire y no pudo evitar reír al ver el rostro del Canario. Había usado el lápiz labial inadecuado ese día y ahora él tenía los labios manchados de un suave tono de rosa.
Lo vio reír a él también y confirmó sus sospechas cuando sintió como su dedo pulgar pasaba por su labio inferior para limpiarla. Ella también se había manchado con el labial y ahora debía estar corrido por todos sus labios.
—Lo lamento —se disculpó Gaia entre risas, tratando de limpiar el labial del rostro de Pedri, sin éxito alguno—. Yo en serio no esperaba que...
—No te preocupes —tranquilizó Pedri, sin dejar de sonreír—. Esto solo me confirma que fue un buen beso.
Gaia se acercó a él, para dejar otro suave beso en sus labios. Se apartó tan pronto sintió que Pedri hacía amague de subir la intensidad. Oyó una queja de su parte por ello, así que rió y dejó unos cuantos besos por todo su rostro, dejándole marcado la forma de sus labios.
Volteó hacia la cama, buscando la cámara que él le había regalado, tan pronto como se besaron la dejó con suavidad en ese lugar. Cuando la tuvo entre sus manos, volvió a acercarse a Pedri y ambos sonrieron de nuevo hacia ella, esperando el flash.
La fotografía salió y antes de poder tomarla, Pedri lo hizo, siendo más rápido .
—Nos vemos bastante bien —halagó—. ¿Puedo conservarla?
Gaia hizo un puchero, haciendo reír a Pedri. Quizás tenía que verse graciosa por todo el labial corrido manchando sus labios.
—Ow, yo quería tenerla. Nos vemos bien juntos.
Pedri sonrió, guardándose la foto en el bolsillo trasero del pantalón antes de acercarse por completo a Gaia, cogerle la cara con ambas manos y volver a plantar un largo beso en sus labios, que ella correspondió de inmediato. No sabía cuanto había deseado que llegara ese momento, quizás podía afirmar que desde que lo conoció.
Ahora, probando sus labios y moviéndolos al unísono, aseguraba que era mucho mejor de lo que pudo llegar a imaginar. Sus manos viajaban a través de toda su espalda desnuda, disfrutando del toque y la sensación que le proporcionaba.
Entonces, él se separó, para darle oportunidad de tomar un poco de aire. Pero en ese momento lo veía tan inútil, solo quería seguir sintiendo sus labios sobre los de ella.
—No te preocupes por eso, mofletes —susurró Pedri, sobre sus labios—. Tendremos mucho tiempo para hacernos más fotos como esas.
Gaia aprovechó para besarlo de nuevo cortamente.
—¿Eso significa que nos besaremos de nuevo?
—Muchas veces más —aseguró él, acariciando su mejilla—. Hasta que llegue el momento en que te canses de mis besos.
—Imposible que suceda, acabo de darme cuenta que me gustan demasiado como para dejarlos así de fácil.
Pedri volvió a besarla, parecía que no podían permanecer separados más de un minuto sin que el otro decidiera unir sus labios, y dejó un mordisco en su labio inferior para después decir:
—Yo lo siento de la misma manera, Gallita y sé que me estoy volviendo adicto a tus labios.
Y con eso volvieron a poner fin a la distancia que los separaban, besándose de una manera tan intensa como habían estado deseando desde el primer día que se conocieron. Oían la música atravesando la puerta; pero ninguno llegó a prestarle atención, solo les importaba disfrutarse el uno al otro. Gaia no quería que ese momento acabara, deseaba seguir en esa burbuja de romance que los estaba envolviendo.
Gaia gimió entre sus labios cuando sintió como las manos de Pedri se posaban en su trasero y la alzaban del suelo. Volvió a sentir estabilidad cuando fue puesta sobre una superficie dura, supuso que era su tocador.
Abrió las piernas, dejando que Pedri se posicionara dentro de ellas. Su corazón latía de prisa y el cosquilleo llenaba todo su cuerpo al sentir como las manos del de Canarias se paseaban por sus muslos desnudos. Su vestido se había subido, dejándole el camino libre para que pudiera recorrerlo.
Sentía el calor llenando su cuerpo, queriendo gemir por la forma en la que las manos de Pedri la tocaban. No quiso quedarse atrás y empezó a colar las suyas propias por dentro de su camiseta, sintiendo su torso tonificado.
—Podemos terminar lo que empezamos en aquella videollamada —dijo Gaia, en un murmullo entre casa beso.
Pedri rió sobre sus labios.
—¿Y tus invitados?
—Me importan muy poco —bramó, empezando a alzar su camiseta, hasta quitarla por completo—. Me estoy divirtiendo más aquí.
—Yo opino lo mismo.
Y siguieron besándose, tocándose lo más que podían, disfrutando del cuerpo del otro y tratando de tomarse el mayor tiempo posible. Hasta que su vestido fue subido por completo dejando toda su parte inferior al aire y fue ahí cuando escucharon unos golpes en la puerta. Alguien estaba intentando entrar.
—¡Gaia! ¿Estás ahí?
—Esto debe ser una broma —bufó Pedri en voz baja, dejando caer el rostro en su pecho al oír la voz de Fer fuera de la habitación—. Tienen una puta manía con interrupirnos.
Gaia rió y le hizo una seña para que guardara silencio. Al menos fue lo suficientemente lista como para ponerle el seguro a la puerta.
—Sí —respondió en voz alta, para que Fer pudiera escucharla—. ¿Necesitas algo, Fer?
—¿Sabes dónde está Pedri? Llevo como una hora buscándolo.
Chilló al sentir como Pedri empezaba a besar su cuello, murmurando que no dijera nada. Tampoco pensaba hacerlo, así que rió.
—No, no, no lo he visto —respondió con dificultad, era complicado concentrarse con Pedri tocándola de esa forma—. Debe estar con los chicos del equipo, ¿no?
Fer no respondió por unos momentos, Gaia pensó que se había rendido, hasta que escuchó de nuevo su voz.
—¿Qué haces ahí? —cuestionó.
Pedri volvió a bufar, Gaia le chisteó para que no hiciera ruido.
—Ojeando mis regalos de cumpleaños.
Tanto ella como Pedri fruncieron el ceño al escuchar como Fer empezaba a reír al otro lado de la puerta.
—Sí, bueno, cuando él termine de darte tu regalo de cumpleaños, dile que lo voy a estar esperando allá abajo —dijo Fer entre risas—. Los chicos también preguntan por su ausencia. Así que no os tardéis, ¿vale? Que hay una fiesta esperándolos allá abajo.
Fer tocó dos veces más la puerta antes de irse. Gaia se cubrió la boca para evitar soltar una risa, ¿tan evidente habían sido? Miró a Pedri, que parecía estar en las mismas que ella.
—¿Eso significa que debemos volver? —preguntó, haciendo un puchero. Pedri asintió—. Me estaba divirtiendo aquí.
—Yo también y dudo mucho que me la pase tan bien allá abajo como aquí contigo.
Gaia le cogió del rostro y plantó un beso en sus labios antes de bajar de un salto de su estante de maquillaje. Pasó la mano por su vestido, bajándolo lo más que podía y tratando que no se viera desarreglado. Pedri, por otro lado, recogió su camiseta del suelo y se la colocó.
—No puedes salir así —le dijo Gaia, mirando su rostro—. Si te ven de esa manera, van a adivinar en pocos segundos lo que hemos hecho. Ven, te ayudo.
Pedri se dejó llevar por ella y la miraba con una sonrisa mientras pasaba un algodón con desmaquillante por su boca. Una tarea que se hizo más difícil de lo que realmente era.
—¡Basta! —pidió Gaia entre risas, cuando Pedri aprovechó su despiste para volver a besarla—. El punto es quitarte el labial, no puedo hacerlo si sigues haciendo eso.
—Lo lamento —dijo, aunque por su sonrisa parecía que no lo sentía tanto—. Te dije que me gustan mucho tus labios.
Gaia rodó los ojos y volvió a pasar el desmaquillante por esa parte de su rostro, tratando de limpiarlo lo más que podía. Cuando terminó, le dio una sonrisa.
—Sal tú primero, yo me quedaré aquí un rato para no levantar sospechas.
Pedri asintió y le dio un último beso, omitiendo sus quejas por haberse vuelto a ensuciar con su labial corrido, y salió de la habitación, dejándola a ella ahí para arreglarse el maquillaje. Sonrió, viéndose al espejo, ese estaba siendo el mejor de sus cumpleaños.
¡Es hoy! ¡Es hoy! ¡Hoy es el cumpleaños de Gaia!
Han regresado los capítulos y estamos justo en la fiesta de Gaia que, por lo que podemos ver, dará mucho drama y mucho de qué hablar en la prensa. Gracias por leer la historia, además de dejar sus comentarios y votos. He regresado a mi fifas era y ando al mil con ella.
Venga, que les dejo un par de preguntitas para socializar un poquito más.
• ¿Les ha gustado el capitulo?
• ¿Qué opinan de él?
• ¿Tienen alguna parte favorita?
• ¿Piensan que sucederán más cosas en la fiesta de Gaia? ¿Qué creen que ocurrirá?
• ¿Qué opinan de la historia hasta el momento?
Marce subirá su capítulo más tarde, así que esperenlo porque Ainhoa también está pasando su propio drama en la fiesta.
Decirles que esta es solo la primera parte de la fiesta de Gaia y yo ando muy emocionada porque Gaia y Pedri ya se han besado. Joder, ya era hora después de tantas interrupciones. Me haría mucha ilusión que comentaran para saber si les va gustando la historia.
Oh, y si les gusta Raphinha, quiero decirles que tengo una fic de él basada en la actual temporada. Por si gustan pasarse por ahí.
Bueno, solo eso, muchas gracias por leer, nuevamente ❤️
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