oii. capítulo dos
━━━ F. C. B A R C E L O N A
⚽ ♪ 。 Un dia de partit
lexxie & marce
fanfiction 🔵🔴
Gaia sonrió ante el beso que Gavi depositó en su mejilla, él siempre había sido así de cariñoso con ella. Después del entrenamiento, ambos decidieron ir a comer a uno de sus restaurantes favoritos en Barcelona, aquel a donde iban desde que ella obtuvo su carnet de conducir.
—¿Tienen permiso para hacer una fiesta con el reinicio de la temporada? —le preguntó a su amigo, mientras atravesaba la puerta que él mantenía abierta para ella.
—Xavi nos dejó, sí, siempre y cuando no nos pasáramos con las bebidas.
—Eso no me incluye a mi, ¿verdad?
Gavi entornó los ojos, cogiéndola del brazo.
—Yo soy él que no va a dejar que te pases de bebidas —dijo, con toda la seriedad del mundo. Gaia quiso reír—. Creo que es mejor irnos ya, brujita.
—Tienes una suerte que esté yo aquí, eh. ¿Quién te habría llevado allí? Si aún no tenéis tu carnet.
—Me falta poco, y ya serás tú la que me pidas que te lleve.
—A lo que tú me dirás que sí, siempre.
—Sabes que sí, mi niña.
Gaia rió, dándole un leve apretón en las mejillas a Gavi, escuchando su risa, y le quitó el seguro al coche para poder subir. Sabía de sobra donde estaba la casa de Eric, por lo que no necesitó algún tipo de dirección. A pesar de que Gerard no la llevó a ninguna fiesta con los demás jugadores de su equipo cuando estaba activo, debido sobretodo a su edad, eso no le impidió salir con los amigos que había hecho en la filial.
Ahora, cuando estaba más cercana a las edades de los jugadores del primer equipo, Gaia no veía ningún problema en ir a fiestas donde ellos estuvieran. Este no era el caso, ya que sabía que aunque fuese organizada por Eric, solo habrían unos pocos del primer equipo, pero si la mayoría, por no decir todos, del Barcelona B.
—Nos la pasaremos juntos —le recordó Gavi—, y vamos a pasarla bien, justo como cuando cumpliste dieciocho.
Los recuerdos de su décimo octavo cumpleaños llegaron a su cabeza, volteó la cara para mirar a su amigo y le dio una sonrisa.
—O como cuando tú los cumpliste, hace un par de meses —se burló, ganándose un bufido por parte de Gavi.
Teniendo eso como una confirmación, terminaron de acercarse a la puerta y Gavi tocó el timbre. De inmediato la figura de Eric García apareció ante ellos con una cerveza en la mano, su cara reflejó confusión por un momento antes de brindarles una enorme sonrisa.
—¡Chicos! —saludó con entusiasmo—. Al parecer si habéis podido venir, eh —le echó una mirada a Gavi, quien se encogió de hombros—. Venid, pasad al salón, la mayoría está ahí.
Gaia cogió el brazo de Gavi para no separarse de él, sintiendo como Eric los seguía unos pasos atrás. Cuando entraron al salón notaron que ya había muchas personas ahí, los sillones estaban siendo ocupados por varios de los jugadores y algunas chicas, mientras charlaban y bebían. La musica llenaba todo el lugar dando un ambiente animado, se emocionó de inmediato.
—¡Gavi! ¡Gaia! —les gritaron unos cuantos al verlos entrar.
Gaia chilló emocionada al reconocerlos, sacándole varias sonrisas. Tiró de la mano de Gavi para ir hacia ellos, ya sentados en uno de los sillones. Abrazó a todos, le alegraba saber que la mayoría había podido avanzar en sus carreras hasta quedarse en el Barça B.
—Eh, es bueno teneros por acá —dijo Aleix Garrido—, Eric nos dijo que no ibais a venir.
—No íbamos a perdernos una fiesta —respondió, sentándose al lado de Luismi—. Menos si era con vosotros, chicos, no tenéis ni idea de cuanto os he echado de menos.
—Pero a mi más —agregó Gavi, con tono celoso.
Aleix, Luismi y Chadi rieron. Los celos de Gavi no eran algo nuevo para ellos, desde jóvenes lo habían presenciado en primera mano.
—No le hagáis caso, también os eché de menos a vosotros —dijo, despeinándose a Chadi—. Voy por una cerveza, ¿os traigo?
Los chicos negaron, alegando que la única condición que les puso el míster para asistir a la fiesta era que no bebieran y ninguno quería ir en contra de sus reglas. Gavi también negó y Eric quiso acompañarla, pero su mejor amigo lo sujetó y obligó a sentarse al lado de Luismi.
Gaia dejó a Gavi con los chicos y caminó saludando a otras personas que conocía en la fiesta hasta llegar a la cocina, que, para su buena suerte, estaba sola. Viéndose sin nadie alrededor, soltó una baja risa y se acercó al refrigerador para sacar una cerveza, pensaba llevarle una a su mejor amigo sin hacerle mucho caso a su negativa de beber.
Destapó la cerveza y se apoyó en la barra un momento para poder tomarla. Estar de vuelta en Barcelona había sido la mejor decisión que tomó en su corta vida, quizás la pasó bien en Pamplona; pero estar rodeada de su familia y sus amigos era la mejor sensación. Aún más cuando se daba cuenta que ellos estaban igual, o incluso más, emocionados por su regreso.
Pablo ya hasta le había enseñado todos los planes que tenía para con ella durante esa semana. Quizás él todavía pensaba que podía llegar a irse, estaba muy segura de que eso no iba a ocurrir.
—Oh, vaya, pensé que no había nadie.
Gaia despegó la mirada del punto fijo que había estado observando mientras estaba perdida en sus pensamientos y miró a la persona que acababa de entrar a la cocina. Su sonrisa se ensanchó al ver que se trataba de Pedri. Sí, él era otra de esas razones por las cuales le emocionaba estar en Barcelona.
—¿Viste como si tuve razón? —dijo, haciendo que el frunciera el ceño divertido mientras se acercaba—. Ya sabes, con lo de volver a vernos.
—Entonces espero que esta no sea la única vez que lo hagamos —dijo él, apoyándose en la encimera frente a ella—. La verdad pensé que Gavi y tú no iban a venir.
—En realidad creo que este siempre fue su plan. ¿Estabas ansioso por verme de nuevo?
Sonrió, ganándose una risa por su parte.
—Quizás un poco, sigo sin creer que te hayan tenido oculta todo este tiempo —confesó—. Eres muy bonita como para tenerte en secreto.
Gaia aceptó el halago con una sonrisa, para luego darle un sorbo a su cerveza. Ella era coqueta por naturaleza, no sentía miedo de demostrar su interés cuando alguien captaba su atención y le causaba cierta curiosidad que Pedri le siguiera el rollo de forma tan natural. Quizás no se equivocó al fijarse en él.
—Geri me trata como si fuese alguna especie de joya preciada —bromeó—. Pero eso no evita que las personas me miren, justo como tú. Ya sabes, no apartabas la mirada de mi durante la despedida de mi hermano.
Pedri tuvo la decencia de sonrojarse al verse descubierto. Gaia también lo hizo, solo que lo ocultó bebiendo más de su cerveza, ella solo se había dado cuenta de ello porque también lo estuvo mirando en esos momentos.
—Como dije, me causa cierta curiosidad saber porque te mantenían oculta. Gavi, sobretodo —sonrió, para luego ponerse recto—. Además, tengo la manía de no quitar mis ojos de aquello que me atrae.
Gaia solo pudo verse capaz de guiñarle el ojo, ese ida y vuelta de coqueteos estaba siendo bastante más directo de lo que esperaba. Cada uno atacaba al otro, sin temor al contragolpe. Y aunque se quedaron en silencio durante un par de minutos, no lo sintió incómodo porque la música llenaba el lugar, sonaba algo de Drake, tal vez.
—¿Quieres una cerveza? —le preguntó, abriendo de nuevo el refrigerador. Escuchó una afirmación de su parte y pidiéndole que fuese sin alcohol—. Tengo que llevarle una a Gavi, aunque creo que dijo que no iba a tomar esta noche. ¿Tú has venido con alguien?
Le tendió la botella de cerveza, mientras lo miraba. Sus manos rozaron justo cuando él la cogió, esperaba que entendiera su insinuación.
—Con mi hermano y una amiga —respondió. Gaia alzó la ceja—. Digo, no, no es una amiga... Bueno, sí —se detuvo, destapó su cerveza, le dio un sorbo y continuó—: Sí, vine con una amiga, que es solo eso y hasta creo que a mi hermano le gusta.
Gaia rió.
—¿Dónde vivías antes? —le preguntó Pedri, antes de que ella pudiera decir algo—. Digo, he visitado la casa de Geri al ser el capitán y no te veía por ahí. Así que, ¿dónde te ocultabas?
—Pamplona, aprendí a amar al Osasuna debido a ello. Me mudé allá con mi tía, quería descansar un poco del foco mediático que atraía mi hermano.
—¿Y qué te ha traído de vuelta?
—Irónicamente, mi hermano —rió—. Geri necesita apoyo, alguien que de verdad lo quiera y esté a su lado, en quien confíe y sepa que no le va a vender información a la prensa —bufó, Pedri asintió—. ¿Y tú? ¿Qué te hizo fichar por el Barcelona, joya?
—Amor al club.
—¿Acaso no son tus padres madridistas?
Pedri alzó una ceja en su dirección, bebió de su cerveza, y luego le dirigió una mirada burlona, antes de preguntar:
—¿Acaso has estado investigándome?
—Para nada, solo son noticias que aparecen en la prensa madridista. A veces la leo solo para echarme unas risas.
—Que pena, yo que pensaba que era lo bastante interesante como para llamar tu atención.
—Oh, y lo eres, de eso no tengas dudas.
Ambos rieron. Para Gaia era tan fácil coquetear con Pedri que le gustaba, había olvidado esa sensación de sentirse que atraía a alguien, que él respondiera de igual manera sus comentarios coquetos solo le hacía subir el ego. De pronto, se dio cuenta que la cocina estaba en silencio, la música proveniente del salón ya no se escuchaba.
—¿Eric habrá quitado la música? —cuestionó Pedri.
Gaia se encogió de hombros y se asomó por encima de la barra. La mayoría de los invitados estaban levantados de sus asientos y miraban un punto en concreto. Con curiosidad, le hizo una seña a Pedri y ambos salieron de la cocina.
Gaia empezó a abrirse paso entre las personas, resultaba bastante complicado poder ver algo debido a su estatura; pero eso no evitaba que pudiera dar un par de empujones. Cuando Álex Collado se apartó, empezó a escuchar una voz de chica, bastante molesta.
—¿Clase y estilo? ¿Tú? Por favor, no me hagas reír. Eres el jugador más torpe y más chulo que he visto en mi vida. No tienes ni idea de fútbol.
Gaia tiene que admitir que se sorprendió al escuchar la voz de Gavi contestándole a esa chica.
—¿Torpe y chulo? No dejes que la envidia te ciegue, Noa. Soy el jugador más hábil y más guapo que has visto en tu vida.
Quiso reír, eso si era algo que diría su mejor amigo. Esperaba que la chica se hubiese tranquilizado luego de esa respuesta, pero no parecía ser así, sino todo lo contrario.
—Lo que eres es un machista, un engreído, un egoísta, un...
—¿Un qué, Noa? ¿Un qué? Dilo, dilo. No te cortes.
Gaia se detuvo en seco, creyendo que la chica se había acobardado; pero, cuando apartó la imponente figura de Arnau del camino, pudo ver que estaba bastante pegada a Gavi y fue entonces que escuchó lo que ella soltó de repente.
—Eres un fracasado, Gavi. Un fracasado que nunca llegará a nada en el fútbol. Eres uno de esos futbolistas que al principio prometen y luego se quedan en nada. Tú único mérito en la vida será ligarte a un montón de chicas tontas que caigan rendidas por tu cara bonita. Porque para eso es lo único que vales. Nunca ganarás ningún título ni ningún premio. Nunca serás nadie.
Gaia sintió su sangre hervir, desde que la chica abrió la boca solo pudo ver rojo. Apretó los dientes con furia, empujó a Aleix y cogió a Gavi del brazo para apartarlo de aquella tipa que solo había insultado a su mejor amigo.
No conocía a la chica, no tenía idea alguna de quien era; pero nada de eso le interesaba, ya que cometió el error de meterse con Gavi, su mejor amigo. Su persona favorita luego de los miembros de su familia.
—Denle una pastilla a la maldita progre histérica para que se tranquilice —bufó, poniéndose frente a la chica desconocida que había estado gritándole a Gavi—. ¿Acaso tu novio te dejó y por eso tienes que pagar tu rabia con los hombres?
La chica, más alta que ella, la miró e hizo una mueca. Gaia esperó pacientemente su respuesta.
—Quítate, niña, esto no es contigo.
Y la apartó, colocándole una mano en el pecho y empujándola unos pasos atrás. ¡La empujó!
Escuchó el «Uuh» y supo que pertenecía a Chadi. Si antes estaba molesta, ahora no había ni una palabra para poder describir su humor en ese momento.
—¿Me acabas de empujar? —preguntó, entre dientes—. ¿A mi?
La mirada de la chica volvió a fijarse en ella, a Gaia le extrañó su parecido con Natalia, quien tiene el papel de Dani en la película que protagonizó. Sin embargo, sacó eso de su cabeza, avanzó los pasos que había retrocedido y encaró a la chica, levantando la mano.
La chica, previniendo sus acciones, abrió los ojos, la miro con expresión furiosa y terminó de acercarse a ella, también con la mano alzada.
Antes de darle la cachetada, pudo sentir como alguien la sujetaba de la cintura, mientras que le tomaban la mano, alejándola de aquella molesta chica. Gaia notó que la desconocida también había sido sujetada, se enfadó más al ver a Pedri a su lado junto a otro chico.
Se quejó, peleó para que la soltaran y se dio cuenta, cuando la alejaban de la escena, que había sido Gavi quien le tomó la mano, mientras que Eric le sujetaba de la cintura cargándola. Había veces en las que maldecía su corta estatura.
—No vale la pena, Gaia —le dijo Gavi, tratando de calmarla—. Ella no tiene importancia, no tienes porque pelearte.
Gaia bufó, fue puesta de nuevo en el suelo y se dio cuenta que Eric la había sacado de la casa.
—Sí, Gallita —apoyó Eric—. Es una fiesta, cariño, no malgaste tus energías en alguien sin importancia.
—Vámonos de aquí, ¿sí? —propuso Gavi, Gaia no respondió—. Ya tuvimos bastante drama esta noche con personas molestas como para amargarnos más. Vamos a tu casa, como cuando eramos niños.
Bufó, aceptando solo porque él le puso ese tono de «Soy tu mejor amigo, sabes que me quieres más que a nadie y no puedes decirme que no», al que jamás podía negarse. Estiró la mano para que Eric pusiera la llave de su coche en ella, se despidió de él y caminó en la oscuridad con Gavi.
El viaje en auto fue silencioso, Gaia se recordó mentalmente disculparse con Eric en el próximo entrenamiento por haberle amargado la fiesta. Sin embargo, no era la única que debía hacerlo.
Cuando llegó a su casa, la mayoría de luces estaban apagadas. El silencio se hizo presente cuando pisaron el salón, echó una mirada al reloj y se dio cuenta de lo tarde que era, Gerard y los niños ya deberían estar durmiendo. Le hizo una seña a Gavi, cogieron lo que su hermano les guardó de cena y subieron a su habitación.
—Fue una fiesta... divertida —dijo, dudando un poco, justo cuando se instalaron en su alcoba—. Digo, tenía tiempo que no me metía en pleitos.
—No puedo creer que hayas hecho amague para golpearla.
Gaia, ofendida por su risa, chilló:
—¡No puedo creer que ella me haya empujado! ¡A mi!
Escuchó a Gavi reír por su dramatismo y le echó una mala mirada. Ella jamás había tenido la necesidad de agarrarse a golpes con alguien, sobretodo porque la mayoría no quería problemas o en todo caso siempre había alguien que la defendía. Sin embargo, aquella chica de la fiesta se veía muy dispuesta a golpearla.
—No vayas a hacerle un hilo en twitter —bromeó Gavi, atragantándose con la comida debido a su risa—. O al menos, no uno tan largo.
—¡Te llamó fracasado, chulo y torpe! —chilló, Gavi le chisteó para que bajara la voz—. No voy a hacerle un hilo, haré un vídeo de “Storytime de como una progre loca se atrevió a tocarme”.
No pudo ocultar su sonrisa cuando lo vio dejar el plato de comida de lado y empezar a reír. Ese había sido su objetivo con su dramatismo, no quería que su amigo pensara verdaderamente que él era todo eso. Ella lo había escuchado tener dudas de si mismo a los catorce, a los de él, cuando no tenía ni idea de si era tan bueno como para algún día ascender al primer equipo y no quería que eso volviera a su cabeza.
—Dios, te extrañé tanto, brujita. Tenerte aquí en Barcelona será mejor que mis visitas a Pamplona, ¡este es tu verdadero hogar!
Sonrió ante su afirmación y continuaron comiendo. Una vez terminaron, arreglaron todo lo que ensuciaron, hicieron toda su rutina de aseo personal, Gaia buscó entre sus cosas la ropa que Gavi guardaba cuando iba a visitarla a Pamplona y, una vez cambiados, se metieron a la cama. Volvió a sentirse como cuando tenían trece y quince años, y hacían pijamadas, en contra de los deseos de Geri.
—Esa chica es —dudó Gaia, buscando una palabra—, detestable. ¿Qué fue lo que pasó para que se pusiera así de histérica?
—La miré.
—Me estás jodiendo —rió—. ¿Acaso la pusiste tan nerviosa que no supo como reaccionar? Necesita aprender a como tratar con chicos.
—Estaba con Fer, el hermano de Pedri, no sé como él puede soportarla. Sé que es linda...
Gaia se removió en la cama, a modo de quedar frente a Gavi y poder mirarlo con una ceja alzada, esperando que continuara la oración. Lo cual hizo, luego de aclararse la garganta.
—Pero también es molesta.
Gaia rodó los ojos, se estaba cayendo del sueño. Gavi se estiró para apagar la luz de la habitación y, así como así, se puso cómoda y cayó dormida de inmediato.
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