oi. capítulo uno

━━━ F. C. B A R C E L O N A
⚽ ♪ 。 Un dia de partit
lexxie & marce
fanfiction 🔵🔴

Gaia se quitó los audífonos, escuchando por lo bajo las últimas despedidas de sus amigos. Había terminado el stream hace unos cuantos minutos, pero Samuel, o Vegetta para los amigos, le pidió que se quedara un poco más solo para avanzar en el juego fuera de cámara. Ella aceptó, todavía iba bien con el tiempo así que no tenía nada por lo que temer. Cuando la pantalla del computador se apagó, soltó un suspiro de alivio y se recostó sobre su silla, cerrando los ojos.

Desde los quince años había iniciado en el mundo de los videojuegos, haciéndose una gran fanática y, no es que lo necesitara, pero le daba un ingreso extra cuando comenzó a grabarse mientras jugaba para luego subirlo a la plataforma de Youtube. Tuvo suerte de no haber hecho el ridículo, su manera de hablar, de comentar, de reír y sus ocurrentes chistes llamaron la atención de la audiencia, ganándose una fama en pocos años. Por primera vez, se sentía valorada como persona, y no solo por ser la hermana de una figura pública.

Gaia tuvo la suerte de haber nacido en una familia de buena posición económica, así que nada le faltó mientras crecía. Uno de sus hermanos mayores decidió adentrarse en el mundo del fútbol y así fue como el apellido Piqué se elevó aún más en Barcelona, y en todo el mundo. Amaba a Gerard con su vida, siempre había sido su favorito de la familia y ambos contaban el uno con el otro para cualquier cosa.

Lastimosamente, la fama de su apellido no solo le llevaba beneficios a su vida, sino también ciertos momentos que desearía olvidar. Para una adolescente de dieciséis años no era agradable enterarse que las personas que consideraba amigos solo estuvieran a su lado por lo que podía ofrecerles. Estatus, amistades famosas, dinero, popularidad.

Gaia quería hacer sus cientos de sueños realidad, sabía que valiéndose por ella misma podía hacerlo; pero, a ojos de terceros, siempre se iba a rumorear que todo lo que obtuviera en la vida se debía a las influencias de su familia. Algo totalmente equivocado, por supuesto. Es por ello que llena de los infantiles pensamientos de una adolescente que acababa de ser golpeada en su autoestima, decidió apartarse un poco del foco mediático que representaba su hermano y partir de Barcelona a Pamplona.

Y aunque no era un enorme cambio, si fue el suficiente para ella y su ego. En pocos años, su número de seguidores en instagram incrementó, al igual que las vistas en youtube, y su reciente plataforma twitch, y, no menos importante y su logro más destacado, haber obtenido el papel principal en una película española. Aún sus mejillas se teñían de rojo al recordar como su familia se alegró por ella al enterarse, inclusive después de saber de que se trataba, es por ello que aguantó con mucha entereza las burlas luego de que la hubiesen visto.

Gaia se sentía como una auténtica triunfadora, le iba bien en todo lo que se proponía, tenía una familia excepcional y había conocido la verdadera amistad en el camino. Así que, habiéndose hecho un nombre por su propia cuenta, y notando que la vida de su hermano estaba más enredada que las luces de navidad, tomó de nuevo una decisión apresurada y volvió a Barcelona, para apoyarlo en lo que él necesitara.

Gaia llegó a Barcelona el mismo día de la despedida de su hermano en el club. Fue por eso que tanto ella como sus dos lindos sobrinos, Milán y Sasha, fueron los invitados de honor en el Camp Nou, durante, en teoría, el último partido de su hermano en el F.C Barcelona. No aguantó las lágrimas, era una fanática del fútbol y había visto a Gerard alzar cada trofeo y recibir medallas por tantos años que le dolía demasiado que se retirara, pero también recuerda la alegría que sintió al volver a estar en su casa, con su familia, con su mejor amigo y con todos aquellos que conoció desde que era niña.

Sin embargo, esas personas no fueron las únicas en captar su atención aquella noche en el Spotify Camp Nou.

—¡Gallita!

Gaia pegó un salto en su silla al escuchar el repentino grito de su hermano, se quejó en voz alta y echó un vistazo al reloj de su mesilla.

—¡Geri! —gritó, cuando bajó al living. Notó de inmediato la presencia de sus sobrinos—. ¡Milán! ¡Sasha!

—¡Tía!

Sonrió cuando los dos niños se acercaron a abrazarla. Los amaba con su vida, ambos representaban esa ternura infantil que quería seguir teniendo a su lado. Terminó por darle un beso a cada uno antes de acercarse a su hermano y darle uno a él.

—No voy a llegar tarde en mi primer día —le dijo para tranquilizarlo. Vio una sonrisa florecer en su rostro—. He querido esto desde los dieciocho y no sabes cuanto siento que hayas tenido que retirarte por mi.

—No fue por ti, brujita —Le sonrió Gerard—. Mi tiempo en el Barcelona se había acabado, era momento de dejarle la tres y mi puesto a alguien más, lo tuyo fue un beneficio extra que acepté encantado.

—Por eso eres el mejor hermano del mundo.

—Asegurate de llamar a Marc y decirle eso —sonrió, guiñándole el ojo y haciendo reír a Milán.

Gaia le regaló también una sonrisa, aún sin llegar a sentirse plenamente satisfecha por lo que le había dicho con anterioridad. Desde que cumplió la mayoría de edad y vio que el Barcelona tenía mucha más presencia en las redes sociales, quiso formar parte del equipo. A ella se le daba bien hacer vídeos, promoción, el internet y llamar la atención. Tenía ideas frescas y podía entender a la juventud, por eso no dudó en ingresar su currículum para poder obtener un puesto.

No lo obtuvo, evidentemente; pero eso no la desanimó. Todo lo contrario, se propuso a mejorar para que ellos vieran de lo que se estaban perdiendo. Sin embargo, año tras año la respuesta seguía siendo la misma, por completo un rechazo. Al parecer iba a dar una mala imagen al club que ella, como hermana de Gerard, pudiera de alguna forma darle un trato preferencial.

Ahora, con la partida de su hermano del club y aún teniendo buenas relaciones dentro de él, ese día de la despedida el entrenador del primer equipo masculino, Xavi Hernández (a quien conocía desde que era una niña), le había informado que obtuvo el trabajo que tanto quiso por años. No contuvo su felicidad, y a pesar de las lágrimas de ese día, una enorme sonrisa no abandonó su rostro.

—¿A qué hora vais a llegar? —le preguntó su hermano—. Es para saber si debo esperaros para cenar.

—No lo sé, depende de lo que haga esta noche y de que tan enojado esté Gavi.

Escuchó la risa de Gerard, ella también habría querido reír de no estar en serio preocupada por la reacción de su mejor amigo ante la noticia de su nuevo trabajo. A pesar de haber vivido los últimos años de su vida en Pamplona, para ella fue demasiado fácil ir y venir a Barcelona muchas veces, la mayoría de ellas solía acompañar a su hermano a los entrenamientos y, al ser lo bastante menor de edad, siempre le indicaban que podía ir a ver a los juveniles del filial.

Fue ahí donde conoció a Pablo Paéz, que ahora se hacía llamar Gavi ante el mundo, justo a sus once y trece años, respectivamente. Ambos conectaron de inmediato, a pesar de llevarse dos años, con el mismo sentido del humor, un mismo amor por el club y varios gustos musicales similares, fue para ellos bastante fácil llevarse bien. Y, aún con sus constantes viajes a Pamplona, nada de eso había podido frenar la enorme amistad que creció entre ellos.

Ella fue la primera en felicitarlo por su ascenso con el primer equipo, por su primer gol. Estuvo ahí para él cuando lo llamaron con la selección y cuando ganó el premio Golden Boy. Y Gavi estuvo para ella al obtener su papel protagónico en A Través de Mi Ventana, le dio apoyo durante la premier y, aunque es el primero en burlarse de la película, siempre está defendiéndola en público. Lo adoraba con toda su alma.

—Primero no le dijiste sobre tu regreso y ahora sobre el trabajo —rió Geri, con burla—. Buena suerte, Gallita, vas a necesitarla.

Le dio un golpe en el brazo, haciendo que su risa se hiciera más fuerte. No dijo nada en su contra, porque sabía que de igual forma tenía razón. Gavi solía tener un carácter fuerte, se enojaba por todo y por nada, era el típico que hacía bromas, pero no le gusta que se las hagan. Ya de por sí le había costado caro haber guardado el secreto de su regreso a Barcelona, como para tenerlo de morros todo el día cuando la viera en el entrenamiento.

—Ya se me ocurrirá algo para contentarlo —se encogió de hombros—. Me tengo que ir ya, nos vemos, Geri. Nos vemos, niños lindos.

Depositó unos últimos besos en las mejillas de sus tres chicos, se colgó su mochila del hombro, asegurándose que llevaba todo lo necesario, y salió por la puerta de su casa. Un repentino flash le hizo soltar una baja maldición, al otro lado de la calle se encontraba una persona desconocida que solo vivía su vida para vigilar la casa de su hermano.

Trató de no darle importancia, se colocó sus gafas negras y subió a su coche, haciendo caso omiso a las preguntas que el paparazzi gritaba en su dirección. Gaia no encontraba manera de que eso le resultara normal. Sin embargo, se colocó el cinturón y partió rumbo a su nuevo trabajo.

Gaia tomó una última bocanada de aire antes de bajar del coche y empezar su camino hacia la puerta principal del Joan Gamper, el campo de entrenamiento del Barcelona. Saludó a los de seguridad, sin necesidad de mostrar su pase y se dirigió con paso decidido hacia el lugar indicado.

—Gaia.

Sonrió al ver a Xavi salir de uno de los vestuarios, le saludó rápidamente y le dio un abrazo.

—He llegado temprano, ¿verdad? —preguntó, burlonamente—. Eso demuestra mi compromiso con este trabajo.

—Te lo estás currando, pero tampoco es que fuera a dejar que te despidiesen el primer día.

—Mejor prevenir, que lamentar.

Xavi negó con una sonrisa.

—Los chicos ya andan en el campo, a Busi y los demás les va a dar alegría verte de nuevo —le dijo, mientras la guiaba a través de los pasillos—. He mantenido el secreto como pediste, el presi no me ha dicho en sí de que trata tu trabajo, pero si que estás aquí para subir el alcance del club en las redes.

—Algo en lo que soy experta.

La luz del sol volvió a darle en todo el rostro cuando salieron al campo, veía a los chicos haciendo ejercicio a unos cuantos metros de ella. Así que se deshizo del agarre de Xavi y comenzó a hacer para lo que fue contratada. Ese era solo el inicio: algunas fotos, unos cuantos vídeos para tener contenido, luego vendrían las entrevistas, los juegos y cualquier cosa que se le pudiera ocurrir para mantener al Barcelona con alcance en las redes.

La mayoría de los chicos no dijo nada cuando captaron su presencia, mucho menos se quejó de lo que hacía, pero Gaia notó enseguida el ceño fruncido de Gavi y las raras miradas que le dirigían los capitanes. Sonrió, sin tomarle mucha importancia y continuó en lo suyo.

—¿Qué haces aquí? —Fue lo primero que le preguntó Gavi cuando Xavi los hizo acercarse. No pudo responder.

—Para los que no la conocéis, ella es Gaia Piqué, la nueva contratación del club que nos va a ayudar a mantener las redes sociales a favor —la presentó Xavi. Gaia solo atinó a sonreír y alzar la mano en forma de saludo—. Así que iros acostumbrando a tenerla por aquí.

La presentación dio paso a que la mayoría se acercara. Busquets, Jordi y Sergi, capitanes y ex compañeros de su hermano, fueron los primeros en alegrarse por ella. Le siguieron Ansu, Ronald, Alejandro, Eric y Ferrán, a quienes conocía por su paso en la filial y se alegraba bastante de que hayan llegado al primer equipo. Luego fueron los nuevos, aquellos que llegaron al inicio de temporada, como Lewandoski, con un español terrible, pero gracioso; Koundé, Raphinha, Kessié y Christensen.

Gaia trató de ignorar la mirada molesta en la cara de Gavi, aún más cuando notó que no se separó ni un segundo de cierto jugador. Lo reconoció de inmediato, había sido quien captó su interés durante la despedida de su hermano, poco sabía sobre él salvo que era una joya del club, a pesar de no pertenecer a la cantera.

Pedro González, o Pedri. Solo recordaba haberlo visto por la tele, y tenía conocimiento de que era un grandioso jugador, además de guapo.

Gaia no trató de acercarse a Gavi, esperó pacientemente en el banquillo a que terminara el entrenamiento y cuando lo hizo, siguió a los chicos a los vestuarios. No sabía si debía estar ahí, pero como nadie le dijo nada y no parecían incómodos con su presencia, ella tampoco lo hizo.

Por lo que aprovechó para hacer un poco más de su trabajo, le pidió a Jordi que posara para grabar un vídeo de él colocándose la camiseta. Fue más difícil de lo que creyó. Después de su turno, pasó por las taquillas de Lewandoski, Raphinha y Ansu.

—¿Necesitas a alguien más? —le preguntó Xavi.

Gaia asintió, solo una toma más de alguno de los chicos colocándose la camiseta y tendría lo necesario para ese día. Paseó su vista por el vestuario, hasta que su mirada se posó en unos ojos que intentaron fingir que no la habían estado viendo.

—Sí —le dijo a Xavi, antes de caminar hacia el número ocho—. Es tu turno, Pedro.

Pedri la miró, algo abochornado por haberse visto descubierto. Pero de igual forma le sonrió.

—Puedes llamarme Pedri, es mi apodo.

—Y tú puedes solo llamarme, cuando quieras.

Parecía que se veía sorprendido por su coqueteo nada discreto, ya que se quedó mudo por unos cuantos segundos antes de mirar a su alrededor para ver si alguien más los estaba escuchando. Cuando se dio cuenta que nadie les prestaba más atención de la necesaria, Gaia se alegró de poder haber sido correspondida con un guiño sugerente de su parte.

Pedri fue mucho más fácil que Jordi, él al menos si hacía lo que ella le pedía. Y cuando tuvo una vez listas las tomas, se alejó de él para seguir con su trabajo.

Gaia se sentó en un banco, subiendo las piernas en él y tomando muchas fotos de los chicos. Le gustaba mucho el estilo de Jules Koundé, quien no paraba de posar ganándose así una colleja de Ronald. Intentó sacarle algunas a Ousmané, pero él se escondía cada vez que la veía apuntándolo con la cámara, tenía la sensación de que era una persona tímida.

Miró hacia Gavi, justo al lado de Pedri, y sonrió al verlo con el ceño fruncido. Se levantó de donde estaba y caminó en su dirección hasta detenerse frente a él. Le dio una sonrisa cuando alzó la mirada, pero no le fue devuelta.

—¿Ni siquiera vas a dejarme que te tome una foto? —preguntó con burla, para luego mirar a Pedri—. ¿Podrás hacer que acepte que le tome una foto?

Pedri no le respondió, solo soltó una baja risa y siguió colocándose los zapatos. Gaia creía que seguía algo descolocado por su comentario, coqueteo, anterior.

—¿Vas a tomarme la foto y luego me soltarás otro de tus secretos? —bufó Gavi, aflojando las trenzas de su zapato con molestia—. No me dijiste que ibas a venir para quedarte, tampoco de tu trabajo. ¿No crees que me iba a hacer ilusión verte de regreso?

—Estás siendo dramático y sabes que no lo soporto porque el drama es lo mío.

—Te estoy quitando el puesto, entonces.

—Eres un tonto —bufó—. ¿Me perdonarías si te digo que te voy a llevar a comer después de salir y que tú y yo vamos a divertirnos esta noche, justo como antes, para celebrar mi nuevo trabajo?

Gavi la miró, con cierto recato, antes de preguntar:

—¿Justo como antes?

Asintió.

—Bien —aceptó con una sonrisa contagiosa—, solo tú y yo, brujita.

Chilló, se ganó varias risas, le dio un beso a Gavi en la mejilla, el cual de sonrojó un poco, le guiñó el ojo a Pedri y se alejó de ellos para continuar grabando vídeos de los demás chicos con sus mejores atuendos que luego subiría a tiktok.

Fue justo cuando Xavi entró al vestuario, dejando la puerta abierta detrás de él, que empezó a notar que algo sucedía. Estaba sentada al lado de Jordi y ambos tenían una vista exclusiva hacia el pasillo, podían ver a personas ir y venir de manera apresurada, gritando y murmurando cosas al mismo tiempo.

—Eh, ¿pero qué pasa allá fuera?

No supo quien hizo la pregunta, pero de inmediato fue respondida no por otra persona, sino por un fuerte ruido, algo lejano, que les hizo preocuparse más. Escuchó los casilleros cerrarse, los chicos empezaba a murmurar entre sí, Xavi se acercó a la puerta, pero antes de poder salir fue interceptado por un miembro del staff.

—No salgáis —pidió, con voz nerviosa—. Quedáos aquí hasta que alguien venga por vosotros, ha sucedido algo en el campo. Es por vuestra seguridad.

Los murmullos ahora llenaron el vestuario completo, Gaia se sintió segura porque aunque la confusión rondaba en todos, ninguno se veía alarmado o asustado por ello. Quizás confiaban en que no fuese algo del todo grave, o si no ya les habrían pedido abandonar el lugar.

Quince minutos exactos pasaron antes de que otro miembro del staff de seguridad y uno de primeros auxilios entraran en el vestuario. Xavi dio un paso adelante, con su voz autoritaria y siendo el líder del vestuario, Busi se encontraba a su lado.

—Vuestro campo no vais a poder utilizarlo de nuevo —les dijo el de seguridad—. Ha habido derribos por la ladera del cerro y eso ha provocado que gran parte del terreno de juego haya sido enterrado. Hemos tenido suerte de que el entrenamiento hubiese terminado y nadie haya estado en el lugar.

El hombre siguió hablando, pero Gaia ya no podía escuchar nada. Jordi se había levantado de su lado y, junto a Sergi, se acercaron a Xavi para saber que era lo que iba a ocurrir a partir de ese momento. Pasaron alrededor de treinta minutos más, entre charlas de los capitanes, el director técnico y el staff, y llamadas al presidente, Laporta. Al final, se tomó la decisión más apresurada, y sencilla, usar otro campo de entrenamiento, exactamente el de las chicas.

Una vez le dieron el visto bueno, y les indicaron por donde salir, todos tomaron sus cosas y quisieron dar por terminado ese accidentado día. Gaia se alegró por las felicitaciones de Jordi, Busi, Sergi y Ansu por su nuevo trabajo, y luego de despedirse de Xavi, caminó con Gavi, Pedri y Eric hasta el estacionamiento.

—Es bueno tenerte por aquí de nuevo —le dijo Eric, con su enorme sonrisa—. Pásate hoy por mi casa, hay una pequeña reunión por el reinicio de la temporada.

—Ya tenemos planes —contestó Gavi rápidamente—. Solo ella y yo, como antes.

Gaia tomó a Gavi del brazo, le dio una sonrisa de despedida a Eric antes de que se fuera y se quedó escuchando como su amigo se despedía de Pedri. Sonrió cuando la mirada del de Canarias se fijó en ella, le recordó al día de la despedida de Gerard, porque en ese momento él la veía con bastante interés, justo como lo estaba haciendo.

—Fue un placer conocerte, Gaia —dijo él, con esa linda sonrisa—. A pesar de que Gavi te haya mantenido en secreto todo este tiempo.

—El placer fue mío, Pedro —dijo, sacándole una risa por la mención de su verdadero nombre—. Ya no soy un secreto, creo que podemos vernos muchas veces más.

No sabía si su tono de voz salió lo suficientemente sugerente como para que Pedri notara sus intenciones, pero tuvo su confirmación cuando él le guiñó el ojo antes de voltearse para ir hacia su coche. Se sintió como una ganadora, hasta que se fijó en Gavi, quien alzaba la ceja en su dirección.

Decidió que, antes que él pudiera decirle algo, tratar de cambiar el tema.

—¿Qué tal mi primer día de trabajo? —chilló—. Ocurre un derrumbe y ya no podéis entrenar aquí, cualquiera creería que doy mala suerte.

—Cualquiera creería que eres una bruja —bromeó Gavi, haciéndola rodar los ojos.

—No eres chistoso —dijo—. Ahora tienen que entrenar en el campo de las chicas del femenil...

Gaia se detuvo cuando vio la mueca en la cara de Gavi.

—¿Qué? —curioseó, Gavi la miró como si no entendiese—. No, no me veas así. ¿Por qué pusiste esa cara cuando hablé del femenil? ¿Ocurre algo con ellas?

Lo vio encogerse de hombros, antes de que la alarma de su coche sonara. Ambos subieron en él, Gaia se aseguró de ponerse el cinturón y colocar las manos en el volante antes de insistir le de nuevo.

—Habla de una vez, Pablo.

—Puede que haya una chica, a la cual no le caigo muy bien —rió, mientras ella encendía el coche—. Ella es... insoportable, en serio, se exalta por todo lo que digo, me llama machista. Es de las típicas que piensa que todos los hombres somos misóginos y siempre habla demás sobre como tenenos privilegios y todas esas cosas.

Gaia hizo una mueca.

—Genial, una loca extremista —bufó—. Yo ya tenía demasiado con soportar a gente en internet hablando de como mi hermano es un machista, ahora también te atacan a ti.

—Da igual, es solo molesta, nada más —sonrió—. Ya la conocerás cuando vayas con las del femenil.

—¿Quieres que sea amigable con ella?

Pudo ver por el rabillo del ojo como Gavi sonreía en su dirección. De esas sonrisas macabras que ponía cuando era un niño y tenía ideas que iban a hacer que sus padres los castigaran.

—Va a escuchar tu apellido y te va a amar —se burló—. Da igual, ya no quiero hablar de ella. ¿Por qué no vamos a comer antes de ir a la casa de Eric? Una fiesta siempre viene bien.

Asintió, escuchando como la radio del auto empezaba a sonar.

—Gaia —le llamó Gavi después de unos segundos en silencio, hizo un ruido para indicarle que lo escuchaba—, me alegra mucho que hayas vuelto, mi niña.

Solo pudo sonreír, ese era el Gavi cariñoso que amaba. Sostuvo con más fuerza el volante, una fiesta era justo lo que necesitaba para poder acoplarse de nuevo por completo a su hogar, estaba decidida a pasárselo bien esa noche al lado de su mejor amigo.

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