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Especial de Halloween. POV Gaia.
📅 31 de Octubre de 2021
📍 Barcelona, España.
Gaia Piqué amaba Halloween, desde niña disfrutaba la festividad con su hermano y amigos, yendo a pedir dulces y usando disfraces divertidos. Esa noche no era la excepción. Había estado lejos de Barcelona durante un tiempo, ocupada con grabaciones para la película que protagonizaba y con cientos de trabajos más referentes a su carrera de actriz. Volver a Barcelona por esa fecha le sentaba genial, necesitaba desconectarse un rato de todas sus obligaciones y pasar un tiempo con sus amigos y, sobretodo, con su novio.
Llevar una relación a distancia era difícil, Nico estaba en el primer equipo del Barcelona y ella lidiando con grabaciones y viajes, así que poco era el tiempo que tenían para verse. Intentaban sobrellevarlo de la mejor manera y aquella fiesta organizada por uno de los chicos del club era la oportunidad perfecta para desconectar de todo y poder disfrutar un rato divertido junto a él, justo como antes. Había puesto mucho empeño en su disfraz, tanto en su atuendo como en su maquillaje, pasó toda la noche anterior junto a Nico tratando de decidirse de que irían ambos, hasta que llegaron a un acuerdo.
Ella era una fanática empedernida de las películas de terror, su idea original era que su novio se disfrazara del Ghostface de Billy Loomis, mientras ella lo hacía de Jill Prescott; pero a Nico no le convencía del todo. Trató de hacerlo de Michael Myers y Laurie Strode, de Halloween, y tampoco le gustó. Tuvo que pasar por varias películas de terror hasta llegar a una opción que le gustara y, es por ello, que terminaron siendo Sarah Sanderson y Billy Butcherson de El Retorno de las Brujas.
Su disfraz era asombroso, perfectamente confeccionado y un maquillaje profesional, que fue arruinado cuando le dijeron que debía ponerse una máscara, porque era el código de vestimenta para la fiesta. Gaia utilizó todo su encanto con Jordi, hasta casi se puso a llorar, pero aún así tuvo que utilizarla, una que era de color blanco perla y con algunos detalles de encaje. La mitad de su rostro quedaba cubierta con ella, todo su esfuerzo fue ocultado bajo esa estúpida obligación.
Aún así, eso no quitaba su entusiasmo, se separó de su mejor amigo —Gavi iba disfrazado de El Zorro— y ella fue adentrándose al salón para poder buscar a Nico. Su novio había tenido un día algo ocupado, por lo cual no pudo llegar con ella; pero a pesar de eso, que no era como lo había planeado, no provocaba que decayera su entusiasmo. Atravesó un mar de personas, entre disfraces de terror y otros que solo ponían el mínimo esfuerzo, quizás ninguno se lo tomaba tan en serio como ella misma.
A lo mejor, su disfraz de Sarah Sanderson no había sido su primera opción, pero como fue su elección final entonces iba a hacerla bastante bien. El corsé se ajustaba perfectamente a su cuerpo, la larga falda caía sobre sus piernas y la capa cubría su cabello rubio, el maquillaje quedaba oculto tras la máscara que Jordi le obligó a utilizar; pero aún así combinaba con todo lo que usaba, demasiado colorida; pero con la total apariencia de una bruja, tenía toda la esencia de ese personaje.
A pesar del salón lleno de personas, cada una de ellas utilizando una máscara que casi los dejaba irreconocibles a sus ojos, se concentró en abrirse paso entre ellas para buscar a Nico, que ya debía de estar ahí. La altura que le proporcionaban los tacones era de mucha ayuda y, como si fuese obra del destino, sus ojos se posaron en una peluca maltratada, sucia y que definitivamente formaba parte del disfraz que le había ayudado a hacer a su novio. Con la emoción en su cuerpo, Gaia caminó hacia él, que le estaba dando la espalda, y le tomó del hombro para poder voltearlo.
—Nico, yo... ¡Oh, lo siento!
Entre tantos disfraces, era casi imposible poder reconocer a alguien con total seguridad; pero quizás tuvo que haberle llamado la atención las resaltantes diferencias entre su novio y el desconocido frente a ella. ¿Pero cómo iba a poder adivinar que a alguien más aparte de Nico se le iba a ocurrir disfrazarse de un personaje de una película de Disney? El chico frente a ella, con aquel disfraz idéntico al de su novio, le dio una sonrisa.
Una máscara cubría su rostro, lo cual le causó un poco de gracia, era verdad que Jordi estaba obligando a todos a ponerse una.
—Creo que te has confundido —le sonrió, pasando sus ojos por todo su cuerpo, quizás detallando su disfraz, hasta llegar a su rostro—. ¿Desde cuándo las brujas usan máscara, eh?
Gaia rio, rodando los ojos.
—Desde que fui obligada a ponerme una para poder entrar. ¿Y qué me dices tú, eh? Los zombis tampoco son de usarla mucho.
El chico rió, mostrando sus blanco dientes y Gaia se permitió reconocer que tenía una sonrisa bastante bonita, aunque estuviera cubierta por todo ese maquillaje y accesorios que daban la impresión de que su boca estuviera cosida, se notaba que había cuidado cada detalle del disfraz.
—Tampoco me iban a dejar entrar si no la usaba. Me gusta tu atuendo, no se ve como si fueras una bruja convencional.
Gaia aceptó el halago, sintiendo como su ego se elevaba.
—Es la segunda vez que hago de bruja, eh; pero cada una de ellas he sido asombrosa —dijo, echándose aires y haciéndolo reír—. Te agradezco, zombi. Puse mucho esfuerzo en este disfraz y no quería que pasara desapercibido.
—Créeme, tú no pasas desapercibido.
—Eres un encanto —rió, su cabeza ya había olvidado como es que llegó hasta él, o que era lo que hacía antes de encontrarlo—. Es una enorme coincidencia que estemos combinando disfraces, sabes. No creí que justamente en esta fiesta pudiera encontrarme al Billy de mi Sarah.
El chico frunció el ceño, volviendo a pasar sus ojos por todo su cuerpo, tal vez tratando de detallar cada mínima confección de su disfraz, hasta que sus ojos chocaron y un brillo divertido se asomaba en ellos.
—Sabía que te me hacías conocida de algún lado —le dijo el chico, tomando el atrevimiento de tomarla de la mano, Gaia ni siquiera hizo el esfuerzo de soltarse—. No sabes cuanto he pensado en ti, Sarah Sanderson.
Gaia rió, envuelta por el ambiente festivo y ebria por la compañía que ese chico le brindaba.
—Oh, Billy, yo tambien he estado pensando en ti —bromeó—. Se supone que mi hermana te cosió la boca para que no hablaras, pequeño fallo ahí, chico.
—Y se supone que tú no te separas de tus hermanas, ¿no? No las veo por aquí.
—Esa te la doy —rió. Gaia aún no le soltaba la mano, pero incluso así, con la que tenía libre, le tocó la máscara de forma suave—. En serio me gusta tu disfraz, con quien se supone que iba a venir no se veía muy convencido de usarlo. Me costó horrores que lo usara, quizás por eso decidió no presentarse.
—Mi hermano fue el de la idea —reconoció—. Se vio la película hace un par de días y dijo que sería divertido que viniera como este zombi en particular y no como uno de The Walking Dead —bromeó—. Me alegro que me haya dado esa idea, ¿sabes? Hizo que me reencontrara con mi hermosa Sarah, a la que un indeseable osó dejarla plantada.
La rubia se sonrojó, la distancia con Nico afectó de manera notable, aunque no sería admitirlo, la comunicación que existía entre ellos y aquel tipo de halagos quedaban desplazados por parte de su novio. Era bueno para ella saber que no había perdido ese toque coqueto que siempre tuvo y que no estaba perdiendo ese encanto propio de ella que siempre la caracterizó.
—Entonces agradécele a tu hermano de mi parte, yo tambien estoy feliz de poder haber encontrado a mi Billy, después de todo.
El chico no soltó su mano, sino que le dio un apretón cariñoso y, para su grata sorpresa, se la llevó hasta los labios para dejar un suave beso ahí. Gaia no podía decir cuando había sido la última vez en la que un chico tuvo un acto cariñoso de esa manera con ella, se sentía cada vez más alejada de Nico no solo en lo físico, sino tambien en lo emocional y, aunque una parte de si se sentía culpable por estar respondiendo tan bien a esa clase de coqueteos, la verdad es que era agradable poder tener un poco de esa clase de atención sin tener que forzarla.
Solo se había confundido con ese chico y él de inmediato puso su completa atención en ella, fue como una atracción instantánea, promovida por su erróneo reconocimiento y la complicidad de sus disfraces en pareja.
Nico, ante sus ojos, era un increíble novio, habían estado juntos desde sus diecisiete años; pero justo ahora no estaban atravesando un buen momento, Gaia se culpaba a si misma, su carrera de actriz que ascendía cada día más la estaba consumiendo casi por completo, haciéndola viajar a distintas locaciones para grabar escenas, tener entrevistas y ruedas de prensa con sus compañeros de reparto e incluso algunas sesiones de modelaje con marcas reconocidas que se interesaban en ella. Su novio también parecía estar en una situación similar a la de ella, concentrado en su carrera y a pesar de que el club no atravesaba su mejor momento, se esforzaba el doble por demostrar que contaba con el talento y la capacidad de poder triunfar ahí.
Ambos deseaban progresar en sus carreras, conseguir los éxitos que habían deseado desde hace años; pero la rubia sentía que eso hacia mella en su relación. Los pocos momentos que tenían para estar juntos se volvían incómodos, envolviéndolos en un ambiente de pesada tensión, en el cual él prefería estar más atento a su móvil que a su presencia, incluso habiendo tenido días sin verse. Quizás era por eso que no rechazaba los acercamientos del desconocido disfrazado de Billy Butcherson, porque le estaba dando algo que añoraba, haciéndola sentir bien.
Aún así, Gaia tenía claros sus pensamientos. Nico era su pareja pese a todas las cosas.
Un golpe agresivo en su espalda la desestabilizó, un empujón dado por algún invitado pasado de copas. El desconocido tuvo enormes reflejos para sujetarla y, casi de manera inconsciente, Gaia se dio cuenta de la cercanía en la que habían quedado.
Pedri no sabía que tan buena idea había sido asistir a esa fiesta, hasta que observó mejor a la chica disfrazada de bruja frente a él. Sus ojos azules poseían un brillo llamativo en ellos, que llamaban por completo su atención, su intención principal ahí no era la de ligar, sino compartir con sus compañeros; pero esa rubia era demasiado guapa como para dejarla ir. Su rostro cubierto por un antifaz blanco, que le impedía ver por completo sus facciones, y una capa cubriendo su cabeza solo le agregaba un aura misteriosa que, de forma extraña, le atraía de una manera inexplicable.
Un tonto vestido de hombre lobo —O de algo con mucho pelo— pasó cerca de ellos, parecía ir borracho y le propinó a la chica un fuerte empujón, que solo la acercó hasta él. No iba a dejar que cayera, así que la sujetó y tomó ventaja de la situación para darle una sonrisa coqueta, la cual logró sacarle un leve tono rojizo en sus mejillas. La coincidencia de haber escogido disfraces a juego iba a agradecérsela toda la vida al destino, solo si esa noche terminaba como él estaba deseando.
La rubia no se apartó, le murmuró un suave «Gracias» antes de incorporarse, pero él no se atrevió a soltarla. Sus manos quedaron enganchadas en su cintura, pasando sus dedos por el suave corsé que utilizaba como parte de su disfraz. Con confianza, sabiendo el bullicioso ruido que hacia la música, se acerco hasta su oído, a modo de que ella lo oyera mejor.
—Vamos a un lugar más privado —le ofreció, con la voz ronca por los leves nervios de que pudiera llegar a rechazarlo—. Así podemos ponernos al tanto. Fueron trescientos años apartado de ti, brujita.
Un aroma a vainilla llego a su nariz, indicándole que era el olor a su perfume y, extrañamente, lo encontraba adorable.
—¿Cómo decirte que no justo a ti? Si me has esperado tantos años, eso significa que soy especial.
Aquel juego le gustaba, que esa chica fuera igual de coqueta que él le generaba una profunda emoción, inclinándolo a ir a por más.
—Brujita, esperaría toda una vida por ti.
Supo que sus palabras fueron las adecuadas cuando aquella chica soltó una risa bastante característica, podía afirmar con toda seguridad que no existía una igual. No sabía si se trataba de ella o del ambiente y la confianza que le proporcionaba no estar mostrando su verdadera identidad, pero esa parte romántica que tenía oculta en la profundidad de si mismo estaba saliendo a la luz.
La vio asentir, así que, tomando su mano, la guio a alguna parte de la casa en la que pudieran hablar sin tantas personas a su alrededor. Subir era casi imposible, las escaleras estaban llenas por chicos haciendo el tonto con sus disfraces, el jardín era incluso peor, pero encontró alivio en la cocina. Poco era el ruido de la música en ese lugar y no había nadie más que ellos dos, era el lugar perfecto para estar a solas. Estaba sintiendo algo impropio de él, pero aquella inexplicable confianza y atracción, a partes iguales, que estaba experimentando con esa rubia no podía llegar a describirla con palabras.
Gaia se vio completamente sola junto a ese chico, aún con sus manos entrelazadas, y con la espinita de la culpa clavando en su corazón, se deshizo de su agarre y fue hacia la encimera. Quería poner un poco de distancia entre ellos; pero sabía que estaba enviándole señales confusas y ella misma se sentía así. Era como una especie de rara conexión que le ocasionaba aquel chico, revolucionando todo dentro de su cuerpo y poniendo en un lío su cabeza y las acciones que realizaba. Desde el haber coincidido con los disfraces hasta la atracción en su coqueteo anterior, era como si el destino la hubiese llevado hasta él. Esa era su muy cursi manera de pensar.
—Te ayudo, ven.
Gaia sintió como las manos del desconocido disfrazado de Billy Butcherson se instalaban de nuevo en su cintura, sujetándola con fuerza y alzándola hasta que ya no pudiera tocar el suelo para poder sentarse en la encimera con mayor facilidad. De nuevo, se vio demasiado cerca de aquel chico, solo que en una posición diferente a la de hace rato y mucho más sugerente, haciendo que el vello se le erizará y su corazón latiera por el deseo.
Casi inconscientemente, ebria por la tensión palpable entre ellos, lo miró fijamente, tratando de detallarlo. El desconocido lucía desalineado; pero igualmente apuesto con su disfraz, su maquillaje estaba bien hecho y le proporcionaba un aspecto aterrador que, ante sus ojos, lo hacía lucir bastante llamativo. Le dio una sonrisa traviesa cuando sus miradas se volvieron a encontrar, llena de complicidad y un coqueteo palpable que se instalaba en toda la cocina.
Por su parte, el desconocido apretó los labios, dándole un aire misterioso y haciendo que notara el detalle de su boca. mientras se acercaba más, con su mirada fija en ella, como si el resto de la fiesta hubiera desaparecido o, por el contrario, no le importara en lo absoluto. Estaban solo ellos dos, con una Noche de Brujas que prometía ser larga.
—¿Sabes que según la película, Billy no puede resistirse a Sarah? —le dijo él, en un murmullo cargado de emoción que llenó toda la cocina.
Gaia arqueó una ceja, reconociendo el tono que utilizaba. Se dejó llevar por el momento, mientras jugueteaba con su falda.
—¿Ah, sí? —cuestionó, en un susurro por la cercanía que tenían—. Entonces deberías tener cuidado, una bruja como yo puede ser muy peligrosa.
Su tono iba mas allá de lo sugerente, lo estaba invitando hacia ella, provocando que la cocina se convirtiera en una especie de refugio de ambos, donde las risas de la fiesta perdían volumen y solo existía la promesa de algo más para ellos. Con un sutil movimiento, el desconocido levantó la mano, acariciando con una tierna suavidad su pierna, y el aire se volvió electrizante ante ese mínimo toque.
El chico tomó con confianza el espacio que le había concedido entre sus piernas, metiéndose entre ellas y haciendo que la distancia entre ambos fuera casi nula, estaban tan cerca que sus respiraciones se entremezclaban. Gaia contuvo el aire, pudiendo sentir como la tensión se transformaba en una atracción completamente irresistible. Sintiendo el deseo recorrer sus venas y su sangre ardiendo por el calor, era como haber encontrado algo que había perdido.
La mano libre del chico se posó en su rostro, acariciando dulcemente su mejilla y susurrándole lo hermosa que estaba. De repente, algo hizo clic en su cabeza, fue como si todo se derrumbara frente a sus ojos y la imagen de Nico, su novio, llegó a su cabeza. No, no podía estar haciéndole eso a él, no iba a dejar que una relación como la que tenían se fuera al caño por solo un minuto de atracción con un desconocido. Gaia, con toda su fuerza de voluntad, le propinó un leve empujón para poder quitárselo de encima.
«Mierda, ¿que había estado a punto de hacer?», se cuestionó a si misma, observando el rostro confundido de aquel chico. No lo culpaba por nada, salvo por ser atractivo y tener esa aura que la seducía por completo. Casi se besaba con un desconocido en esa fiesta, teniendo pareja, jamás iba a perdonárselo si hubiese llegado a ocurrir. Gracias al destino, una chica entró como loca por la puerta de la cocina, chocando con el zombi Billy y acaparando su atención, fue ahí donde pudo respirar con tranquilidad, tratando de calmar la culpa que se hizo presente en su cuerpo.
—Podrías fijarte, sabes —le dijo a la chica, la cual parecía totalmente borracha.
Gaia los vio interactuar, tenía la sospecha de que se conocían o algo así le dio la impresión, pero no pudo prestar más atención ya que sus ojos fueron sobre ellos, lejos de la cocina, donde un conocido disfraz de El Zorro volvía a ser parte de sus pensamientos. Gavi caminaba entre las personas, dando tumbos y no le fue difícil reconocer que había estado bebiendo, incluso hasta esa distancia podía notarlo.
La catalana se bajó de un salto de la encimera, se acomodó la falda y fue en dirección a su amigo, dispuesta a olvidar el leve desliz que había tenido esa noche de Halloween y, que, gracias a su sentido común, no fue más allá, no se lo habría perdonado en la vida.
Mientras Gavi le murmuraba de forma casi inentendible lo que le había sucedido estando solo, una única pregunta daba vueltas en la cabeza de la rubia: ¿Por qué Nico no había llegado a la fiesta?
¡Buenas, buenas!
Bien dicen por ahí que siempre es mejor tarde que nunca, y aquí les traigo el especial de Halloween.
Bien, el tema de la infidelidad jamás me ha gustado; pero vaya, Gaia casi que le es infiel a Nico. Solo quería mostrar un poco de una cosa que piensa nuestra rubia y es que la infidelidad no es un "error" sino una decisión que se toma. Gaia tomó la equivocación de seguirle el juego de coqueteo a un desconocido —Pedri— solo porque su novio la habia dejado plantada y no fue hasta casi muy tarde que se dio de cuenta que estaba haciendo mal,asi que toma la decision de no perder su relacion y echarse para atras, porque sabe que estaba haciendo mal.
Tecnicamente, no le es infiel.
• ¿Les ha gustado el especial?
• ¿Qué opinaron de Pedri aquí?
• ¿Cómo les cayó la noticia de que Pedri y Gaia se conocieron antes, pero ninguno de los dos sabia que era el otro? xd
• ¿Creen que le atiné a los disfraces?
• ¿Alguna opinión de lo poco que se contó de la relacion de Nico y Gaia?
Muchísimas gracias por leer ❤️
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