Capítulo 2

— ¿Qué haces tú aquí? — pregunté al abrir la puerta de la casa de la señora Shay. En unos minutos más ella me acompañaría a la estación de buses a comprar el boleto que me iba a alejar de nuevo de Colith.

— ¡Vine a visitar a mi compañera de celda! — respondió el muchacho, mostrándome una sonrisa genuina. — ¿No puedo hacerlo?

—No. — respondí a punto de cerrar la puerta, pero él fue lo suficientemente ágil para impedir mi acción trancando la puerta con su pie.

— Pues ya lo hice.

— Ahora no, estoy a punto de regresar a Edran, y esta no es mi casa, no puedo permitirte pasar. — me excusé, empujando la puerta levemente pero él aún no quitaba su pie.

— Me alegra que saques ese tema. — A simple vista podía darme cuenta que el chico había ganado un poco de peso, lo cual significaba que estaba comiendo normal. Su expresión no denotaba cansancio, estaba afeitado completamente, su cabello estaba recortado casi al ras de su cabeza, sus mejillas estaban rosadas… se veía vivo. — Tengo un problema.

Se dio la vuelta y me enseñó  la parte trasera de su cuello. Mi vista se posó en una marca. Estaba formada por cuatro espirales- dos arriba, dos abajo- encerradas en un círculo más grande y al centro del círculo había una “S”.

Tenía que ser la marca de los Sahumers.

— Te hiciste un tatuaje muy feo, pero no tengo idea de cómo puedes quitártelo. No puedo ayudarte y no sabes cómo lo lamento. — Volví a empujar la puerta para cerrarla pero esta vez él la golpeó con su puño.

— Muy graciosa. — me dedicó una sonrisa falsa. — Necesito regresar a Edran.

— ¿Quién te ayudó con la marca?

— Tu noviecito.

— ¿Estás relacionado con su familia?

— Sí. ¿Recuerdas cuando me llamó y nos separamos? Tú te fuiste a ese Instituto y yo me fui con él. Me explicó qué iba a pasar y qué tenía que decir. Inventó una gran historia en la que explicaba por qué confiaba en mí, por qué yo no sería un peligro en tu mundo, cómo ayudé a los Elementales en la pelea y cosas de ese estilo. Hasta me llegó a convencer a mí. Me hicieron unas cuantas preguntas y respondí todo lo que él me dijo que dijera. Se reunieron como una hora y luego nos volvieron a llamar. Entramos a una sala enorme y nos hicieron pararnos uno frente al otro. Santiago me atacó con sus Elementos pero no me lastimaron, ni siquiera me tocaron. Me hice un corte en mi palma y dejé caer algunas gotas de sangre en cada Elemento que me rodeaba. Todo estaba bien hasta que sentí como si estuvieran metiendo y sacando una aguja por mi cuello. Fue un dolor horrible, pero me aguanté, no dejé que notaran que me dolía. Y salió esa marca.

— Estoy familiarizada con el dolor. — dije, recordando el dolor que sentí cuando nos estaban cazando en el bosque.

— Entonces, ¿me vas a llevar? No tengo la más mínima idea de cómo llegar.

— ¿Te estás quedando con Santiago?

— Sí… ¿Conoces su casa? Es enorme. Esta casa es del tamaño de su cocina. De todas formas tengo que buscar algún otro lugar donde vivir y quizá un trabajo. Oí que sales este año del Instituto, ya fuimos compañeros de celda, ¿te importaría que seamos compañeros de habitación? Es prácticamente lo mismo.

— Espera, ni siquiera sabes si vamos a lograr pagar una habitación.

— Maleen, ¿nos vamos? — preguntó la señora Shay desde adentro. — ¿Con quién hablas?

—Eh… Él es Damián, un compañero del Instituto. Nos vamos a ir juntos, así que no se preocupe en llevarme a la estación de buses, iremos solos. — Ella se veía sorprendida, tal vez por lo rápido que hablé, pero aceptó.

— Ten mucho cuidado, pequeña. — me susurró mientras me abrazaba. — Tienes que estar preparada para cualquier cosa. Confía sólo en ti misma.

Cuando nos separamos la miré extrañada pero sólo asentí. Ella ya me parecía bastante extraña antes de esa despedida, así que esto me parecía algo muy normal.

Damián y yo caminamos hasta la estación de buses y compramos dos boletos para ir a Kalpam y allí comprar los boletos que nos llevarán a Edran. Santiago me dijo que la única forma de llegar a Edran desde una ciudad Sahumer era llegar a Kalpam y buscar a un tipo que se llamaba “Miguel Azua”; según lo que él había oído, ese hombre era un Dimidium que sabía cómo llegar a Edran porque esa información le había sido confiada por el Consejo y por lo tanto tenía la autorización para hacerlo.

Por lo tanto nuestro viaje a Kalpam duraría alrededor de 10 horas y no estaba segura de querer pasar tanto tiempo junto a Damián, más aún tomando en cuenta que apenas lo conocía. Y digamos que conocer a alguien en prisión no te hace sentir mucha seguridad.

 —La verdad es que no esperaba que hubiera alguna forma de llegar a Edran desde aquí. — confesó Damián.

Estábamos sentados en la oscuridad, sólo entraba un rayo de luz a través de la ventana y esta luz era producto de la luna. Estábamos a punto de llegar a Kalpam después de pasar muchas horas sentados.

—Pues primero tenemos que estar dentro del bus que nos lleve a Edran para creer que existe una forma de llegar desde una ciudad Sahumer.

— Estoy seguro que existe, de otra forma Santiago no te habría dicho que vengas a Kalpam si tienes una experiencia no muy grata en esa ciudad.

— Estar en Kalpam no me molesta, ¿por qué tendría que hacerlo?

— Porque al llegar allí te capturaron e inició todo eso de que eres Elemental y cuando regresaste te volvieron a capturar y casi te matan, encontraste a tu abuelo muerto… creo que tienes razones para sentirte incómoda en esa ciudad.

— El lugar no me hizo nada, ¿qué probabilidad hay de que vuelva a encontrarme con todas esas personas? CERO

—Bien, bien, la princesa de hielo ha hablado. No trates de fingir que no te molesta estar en Kalpam. No finjas que no sientes nada.

— No soy princesa de hielo, y en todo caso si vas a decirme algo así prefiero que sea “Reina de hielo” —contesté sonriendo.

— La reina es tu madre. — respondió y luego sentí cómo se tensó. — Lo siento, no debí hablar de ella. Olvida lo que dije.

— Puedes hablar de ella, probablemente yo sea así por sus genes.

—Espero que no seas como ella. — susurró. Lo miré extrañada. Sabía que él no podía mirarme por dos razones, la primera es que estaba oscuro y la segunda es que miraba hacia adelante.

— ¿A qué te refieres? — me atreví a preguntar. ¿Qué pasaba con este chico? Era imposible que la hubiera conocido.

— A que si murió en el parto es porque era débil y espero que tú no lo seas.

— Esta conversación se está tornando rara. — admití.

— Lo sé. Voy a cambiar de tema… — pensó unos segundos en lo que podría ser nuestro nuevo tema. — Cuando estaba esperando el resultado para mi marca vi a varias personas como zombies, estaban siendo vigiladas por unos guardias. Por sus caras podía darme cuenta que varios habían llorado… ¿tienes idea de qué hacían allí?

— Yo estoy casi tan perdida como tú, no tengo la más mínima idea de qué se encarga ese Consejo…

—Creo que estaban castigando a esas personas. —me interrumpió. — ¿Por qué las podrían castigar? ¿Cómo las castigan?

— Me encantaría ayudarte a despejar todas tus dudas, pero soy tan ignorante como tú.

Él siguió insistiendo con sus teorías de lo que esas personas pudieron haber hecho y yo sólo repetía “No sé” “Nunca escuché algo así” “¿Te das cuenta de lo tonto que suena eso?”

Afortunadamente se detuvo junto con el bus. Bajamos y buscamos al tal Miguel Azua que supuestamente trabajaba en alguna “empresa” de buses. Kalpam tenía más puestos de venta de boletos, así que nos llevó un par de minutos entrar a cada puesto de venta y preguntar por ese hombre. Todos nos respondían que no trabajaba allí y que no sabían dónde podría trabajar. Estábamos a punto de rendirnos hasta que entramos a un último lugar y nos dijeron que entráramos a una habitación que tenía un cartel de “Solo personal autorizado”

—No vamos a entrar, ¿verdad? — preguntó Damián, sujetándome del brazo.

—Ese chico dijo que el tal Miguel está ahí dentro.

— ¿Estás loca? ¡QUE ÉL SALGA! —Damián elevó la voz. Para que se callara tuve que darle un codazo en el estómago. — Piensa, Maleen. — dijo en un susurro. — Puede querer violarnos.

— Somos dos, y si intenta tocarte voy a defenderte, ¿feliz? — No soltó su agarre. — No sé cuánto dura el viaje a Edran, y quiero llegar al Instituto rápido, de preferencia este año. Así que mueve tu trasero y entra por delante.

— No voy a hacerlo. El tipo puede estar esperándonos con una pistola y apenas entremos nos va a disparar.

— ¿Por qué tendría que hacer eso?

— Porque está loco.

— ¡Ni siquiera lo conoces! Deja de ser tan paranoico. Yo entraré primero. —No esperé su respuesta y lo jalé dentro de la habitación.

Me dieron ganas de reírme cuando entramos a una habitación bien iluminada, sus paredes estaban cubiertas por mapas de varias ciudades. En una de las paredes había una pizarra con varias fechas anotadas y varios papelitos pegados encima.

Había una mesa vieja, detrás de ella un hombre de aproximadamente 60 años. Tenía un bigote blanco un poco gracioso. Su cabello aún no estaba completamente blanco. Y en su oreja izquierda había un pequeño aro. Nos dedicaba una sonrisa y se disculpaba por no tener dos asientos para ofrecernos. El hombre aparentaba todo menos ser peligroso.

—Me imagino que quieren llegar a Edran. — dijo sacando un viejo cuaderno. — Llegaron en un buen momento, el único bus que disponemos saldrá en menos de una hora.

— Genial, díganos qué tenemos que hacer. — dijo Damián, sonando bastante impaciente.

— Necesito que me muestren sus marcas. — Sacó un pequeño aparato cuadrado. — Sólo necesito que este aparatito reconozca sus marcas como auténticas.

Yo lo hice primero. Me di la vuelta y dejé que pasara su aparatito por mi cuello. Sentí un leve escalofrío y este se terminó cuando el aparato dejó de hacer contacto con mi cuello.

— Maleen Sarajov, 17 años, actualmente reside en Colith. — Me dedicó una sonrisa. Estaba leyendo todo eso en su aparatito. — Dimidium Fuego, último año en el Instituto Inaudio. Mucha suerte señorita… y ahora el joven.

Damián no me movió.

— No seas miedoso, no pasa nada. — lo animé, pero no se movió.

— ¿Te molesta salir de la habitación? — me dijo.

— ¿Salir? No te tienes que desvestir, sólo es mostrar tu marca.

— Sal de la habitación.

— ¿Quién te crees para decirme qué hacer? ¿Qué no escuchaste que el bus sale en unos minutos? No tenemos tiempo para que juegues a ser princesa. ¡Deja que pase el aparato por tu estúpida marca y vayámonos!

— Sal de la habitación. — repitió sin mirarme pero mirando al hombre.

— ¡Por Dios, Damián! ¿Qué no escuchas lo que te acabo de decir?

— Señorita…— intervino el hombre. — Mejor salga, no va a llevar mucho tiempo. A lo mejor el joven no se siente cómodo, la habitación es muy pequeña.

— Bien. — respondí para no alargar todo esto. Al pasar junto a Damián lo golpeé con mi hombro y cerré la puerta de un portazo.

Tardaron más de lo que imaginé. Cada minuto que pasaba yo me impacientaba aún más. ¿Qué podían estar haciendo allí dentro? Si Damián tenía tanto “miedo” de entrar a la habitación, ¿Por qué se quedó solo?

La puerta se volvió a abrir para que pagara los boletos. El boleto no era muy barato, pero logré pagarlo con una parte del dinero que logré obtener gracias a la venta de la casa de mi abuelo.

Apenas llegué a Colith busqué la forma de vender la casa. Un hombre me la compró y me dio algo de dinero. Me costó mucho aceptar porque no quería venderla, era todo lo que mi abuelo tenía y yo lo estaba vendiendo por un par de billetes. Traté de convencerme a mi misma que la casa no me serviría de nada una vez que viva en Edran y que alguien iba a poder darle un uso a la casa en vez de estar abandonada por mucho tiempo.

Después de haber pagado nuestros boletos ninguno de los dos habló. El bus estaba a media capacidad así que puse mi mochila en el asiento junto al mío para evitar que Damián se sentara a mi lado. Él decidió sentarse detrás de mí.

Me crucé de brazos y esperé a que el sueño llegara. Ya quería llegar al Instituto, quería tener mi cabeza enfocada en aprobar el año, quería volver a usar mi Elemento, quería hablar con Dal y Cameron, a pesar de que estén acaramelados.

— No sé de qué te enojaste, pero no me voy a disculpar. — susurró Damian.

— Déjame en paz.

— Estaba en todo mi derecho de quererte fuera de la habitación.

— Déjame en paz— repetí acentuando cada palabra. — Estoy intentando dormir.

— Yo no soy como Santiago, no te voy a rogar.

— Entonces deja de hablarme, estoy intentando dormir.

— No quiero dejar de hablarte, eres mi compañera de habitación. — dio un puñetazo a mi asiento y me hizo moverme.

—No lo soy, no quiero serlo y no voy a serlo. — respondí irritada.

— Maleen tú y yo somos intrusos en ese mundo, no trates de convencerte de que perteneces allí, no lo haces.

— Y si somos intrusos y no pertenecemos allí, ¿por qué estamos volviendo?

— Porque no tenemos a donde ir, estamos aprovechando la oportunidad y vamos a ir a hacer lo que debemos hacer, sea bueno o malo.

 -----------

Y ese es todo el capítulo 2, lo acabo de terminar de escribir (así que si ven algún error, entiéndanme) Aún estoy sin laptop así que me cuesta más escribir. Tal vez este capítulo haya estado aburrido, pero les aseguro que algunas de las cosas que hablaron tiene mucha importancia en el resto de la historia.

Voten, comenten y compartan las historias (Inaudio y Ataque). Cuando leo sus comentarios me dan ganas de publicar ese momento el que sigue. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top