Capítulo 7

Bien entrada la mañana, yo continué en mi profundo sueño. No pude evitar recordar lo que pasó anoche.
Estaba tan contenta. ¡Lo habíamos hecho! Yo le confesé, él me confesó que me quería y... al final ambos, los dos juntos, hicimos el amor. Fue... ¡increíble, maravilloso! ¡Me sentía tan bien! Mi cuerpo ahora era como seda, pura paz.

Andaba dormida cuando escuché unos pasos en la habitación. Tendría que ser él. Hoy tenía que irse a trabajar. Luego, oí que se acercaba hasta sentir su presencia y el olor de su perfume. Sentí su mano en mi cabeza y sus labios en mi frente, y susurró:

Ace: Te quiero.

Sonreí inconscientemente. Oí que sus pasos se alejaban camino de la puerta principal. Luego vino el sonido de la puerta abrirse y se marchó.

Abrí los ojos de golpe, sonreí y me levanté de la cama. Puse mi bata blanca a toda prisa y corrí hacia la puerta. Quería apresurarme antes de que se fuera. Quería decirle de nuevo que le quiero, que le amo. Justo cuando llego al pomo de la puerta, escuché una conversación al otro lado.

Marco: Buenos días, señor Portgas.

Ace: Buenos días, Marco. - le saludó.

Marco: Caramba, te veo muy sonriente ahora mismo.

Ace: Se me nota, ¿verdad?

No sé por qué me quedé ahí plantada. Igual debería irme, seguro que hablarán de sus cosas de trabajo y no es asunto mío. Sin embargo, permanecí en la puerta.

Marco: Algo pasó ayer, ¿verdad? - preguntó curioso.

Ace: Bueno... más bien pasaron muchas cosas. - respondió divertido.

Marco: ¿En serio? ¿Con esa chica?

Ace: Sí, así es. - se le notaba contento.

Marco: Oye... igual no es asunto mío pero... necesito hacerte una pregunta.

Ace: ¿Ah sí? ¿Cuál?

Marco: Esto, bueno... ¡Bah! Déjalo. Es imposible. - dijo, ¿riéndose?

Ace: Venga va, suéltalo. ¿Cuál es la pregunta?

Hubo un minuto de silencio.

Marco: Ace... ¿no te habrás enamorado de ella, verdad?

La alarma de mi cabeza despertó. Hubo un momento de silencio. ¿Cómo se lo habrá tomado? ¿Qué le contestará?
No pude evitar poner una oreja en la puerta. Quería escuchar de su boca sus verdaderos sentimientos, como me los confesó anoche.

Lo único que escuché fue su risa.

Ace: ¡Jajaja! ¿Pero qué dices? ¿¡Cómo voy a enamorarme de una chica de compañía!? ¡Es de locos!

¿Cómo? No entendí nada. ¿¿Es que no va a decírselo??

Marco: Ya bueno, es que como últimamente te veo más sonriente, más relajado pensé que...

Ace: ¿Sabes qué? Te diré una cosa sobre ella que la hace muy especial...

Marco: ¿En serio? Cuéntame...

Permanecí atenta, sonriente, esperanzada porque dijera algo bueno de mí, como tantas veces me lo decía.

Sin embargo, lo que dijo fue:

Ace: Ella... echa los mejores polvos de tu vida,tío.

De repente, el corazón se me paró.

Marco: ¿En serio? ¿Nada más?

Ace: Pues claro. ¿Qué te esperabas? Es prostituta, ¿no? - decía jocoso.

...¿Qué?

Me quedé rígida. Puse los ojos en blanco, hasta el punto en que se pusieron vidriosos.

El corazón se me rompió en mil pedazos.

Marco: ¡Hombre, claro! Pues ya me la prestarás un día, ¿no?

Sólo pude escuchar el sonido del ascensor y sus pasos para irse. Después todo quedó en silencio.

Me temblaba mucho el cuerpo y mi mirada estaba perpleja. Después no pude más y me derrumbé, cayéndome al suelo de rodillas. Varias lágrimas recorrían mi rostro. Puse una mano en mi pecho y la otra en mi boca.

No puede ser... ¡¡No puede ser!! ¿Cómo ha podido hacerme esto? Yo me enamoré locamente de él, le confesé mis sentimientos y... me entregué. ¡¡Maldita sea, hasta le entregué mi cuerpo y mi corazón a él!! Y para él... ¿sólo sirvo para aplacar sus deseos sexuales? ¿¿Para satisfacerle??

Acaso él... ¿nunca me quiso? Entonces, todos esos momentos que compartimos juntos... ¿nunca significaron nada para él? ¿En serio? Claro... todas esas veces en que se comportaba bien conmigo, cuando me besaba y me decía "te quiero" o "te amo"... era para que cayera en sus redes, bajase la guardia y le dejara tener relaciones conmigo sin complicaciones.

Me eché a llorar. Lloré muchísimo, no paré de llorar. Mi cuerpo temblaba y se me entrecortaba la respiración. El pecho me dolía. Sentía como si me hubieran arrancado el corazón y lo hubieran pisoteado.

¿Cómo he podido ser tan estúpida? ¿¡Cómo he podido caer tan bajo!? Me sentía sucia, ¡una ramera total!

Mientras seguía llorando, ladeé la cabeza a un lado y vi algo debajo de un armarito. Me levanté del suelo con apenas fuerzas y me dirigí hacia él. Me agaché y lo que vi fue... mi ropa.

La saqué. Era la ropa que llevaba puesta el primer día, ropa interior incluida, cuando Ace me hizo... Dios ¿cómo pudo...?

Decidido. ¡Me marcho de aquí!

Fui al baño y me lavé la cara, que estaba hecha un desastre después de tanto llorar. Luego salí del baño y me cambié de ropa: la ropa interior, la blusa blanca, la falda azul y por último los tacones. Me dirigí hacia la puerta y... la abrí. ¡La puerta está abierta! Debe de habérsele olvidado cerrarla.

Nada más abrir la puerta, pensé en algo... y la cerré. Se me pasó por la cabeza escribirle una nota o una carta antes de irme. Vislumbré un bloc de notas grande y un pequeño bote con bolígrafos. Arranqué una hoja del bloc, cogí un boli, me senté en la mesa y me puse a escribir.

A medida que escribía aquellas palabras, provenientes de mi cabeza (pero sobre todo de mi corazón), las lágrimas caían de nuevo, teniendo que limpiármelas con la mano, y mi pecho volvía a dolerme.
Cuando terminé, doblé el papel por la mitad, dejé el boli en la mesa, me levanté y coloqué la nota al lado de un florero que se encontraba en el centro.

Hecho esto, me encaminé hacia la puerta. En cuanto la abrí, me giré y eché un último vistazo a la suite... Suspiré. No volveré a pisar este suelo... nunca.
Salí de allí, cerré la puerta y eché a andar por el pasillo, de camino al ascensor. Tenía la sensación de que mis pasos se hacían más lentos. Pulse el botón del ascensor y entré en él.

Cuando llegué a la planta baja, salí del ascensor y crucé el vestíbulo. Pude observar a botones ayudando a los nuevos huéspedes con sus maletas, gente sentada en los lujosos sillones y recepcionistas y demás trabajadores yendo de un lado a otro de la enorme sala. Me dirigí hacia la puerta automática de salida y, finalmente, salí de aquel hotel.

Antes de marcharme, me di la vuelta y eché un último vistazo hacia los pisos más altos del hotel... donde me dejó encerrada ahí casi una semana.
Respiré hondo y eché el aire en un profundo suspiro. Después, proseguí mi camino.

No volveré a mirar atrás. No volveré a pisar ese hotel... nunca más.

6 horas después...

Me encontraba en plena calle de la ciudad. Parece que he andado demasiado porque me dolían los pies. No se cuánto rato he estado paseando, he perdido la noción del tiempo. Andaba sin rumbo fijo. Tenía la mente nublada, dispersa.

Observé el cielo. Se oscurecía y era tarde. Empezaba a tener frío, aunque apenas... porque todo mi ser se encontraba tan dolido que ya no sentía nada del mundo exterior.

Pasé al lado de una carretera que se encontraba en el puente de la ciudad. Miré por un momento a mi derecha el gran río, que parecía un oscuro abismo pero que en la superficie brillaban algunas motas de luz blancas que provenían de las farolas.

Andaba con pasos lentos, con los pies descalzos, ya que me quité los tacones y los llevaba en la mano porque no podía caminar más con ellos del dolor. Mi cuerpo se sentía abatido, fatigado. A medida que andaba, los recuerdos de todo lo que pasé aquella semana... y por desgracia los que ocurrió esta mañana se agolparon en mi mente.

Flashback:

"Ace: Lo siento... no puedo... ¡aguantar más! - y, de una sola y brutal estocada, entró en . Jadeé fuerte y eché la cabeza hacia atrás.

Tn: ¡¡¡Aaaaaaaaaaaahhhh!!! - grité de puro dolor. "

Aquella noche que me robó mi primera vez... Dios... ¿cómo pudo hacerme esto?

"Tn: ¡Aah! ¡Aah! ¡¡Aah!! ¡¡¡Aah!!!... se... ¡señor Portgas!"

Me abrazaba del frío. Cerré mis ojos, intentando esquivar aquellos recuerdos. ¿Por qué?... ¿Por qué me has echo esto? ¿¡Por qué!?

"Tn: Aah... Aah... Aah... Aah.. oh Ace... ¡Aah! Ace..."

Aquel día que le confesé mis sentimientos y me hizo el amor... ¿o era lo que yo sólo pensé? Para él no fue eso, ¿verdad? Madre mía, me siento tan sucia... tan terriblemente sucia. Todo es culpa mía. Dejé que hiciera conmigo lo que quisiera.

Se me empañaron los ojos, pero pestañeé y moví la cabeza a los lados. No quería seguir llorando por él.
Llegué al final del puente, donde ambas calles estaban llenas de tiendas. De repente, vi un coche a lo lejos que me resultó familiar. Me paré. ¿De quién será?
Después vi salir de aquel coche a dos personas, a dos chicas. Un momento... Agudicé la vista. Aquellas chicas eran... Nami y Robin. Puse cara de sorpresa. ¿Qué hacían ellas aquí?

Entonces observé que Nami agudizó la vista en mi dirección.

Nami: ¿Tn?... - después, puso cara de sorpresa y dio un respingo - ¡¡TN!!

Inmediatamente, ellas corrieron hacia mí. Cuando llegaron, yo seguía perpleja en mi sitio. Nami me agarró de los brazos.

Nami: Pero bueno, ¿¿¡¡se puede saber dónde narices has estado!!?? - alzó la voz.- ¡Te hemos llamado todos estos días pero no contestabas! ¡Hemos ido a tu casa varias veces pero no había nadie! ¿¡Qué te ha pasado!? ¡Nos tenías muy preocupados!

La cara de Nami reflejaba preocupación, confusión... incluso estaba asustada. Me sentí mal por ella.

Tn: Lo... lo siento mucho, Nami. - dije con voz rota.

Robín: Nami cálmate. No la atosigues así.

Trató de calmarla y luego me miró.

Robin: ¿Estás bien? ¿Qué te ha pasado? - preguntó con voz tranquila, aunque no ocultaba su preocupación.

Nami: Un segundo... - se dio cuenta de algo - ¿esa no es la ropa con el que ibas a ir a la fiesta? - echó un vistazo a mi ropa. Se ha dado cuenta.

Nami: Pero... ¿cuánto tiempo llevabas eso encima? Y... ¿qué haces descalza?

Bajé la cabeza. Aquel interrogatorio me estaba poniendo nerviosa. Me quedé muda. Mi cuerpo se encontraba roto y mi mente en blanco... no sabía qué decir.

Tn: Ah... yo...

Robin: Es mejor que no hables en tu estado - puso las manos en mi hombro y trató de calmarme -. Nami, necesita descansar. Mírala, está hecha polvo. - dijo con voz serena.

Nami suspiró y se tranquilizó. Soltó sus manos de mis brazos.

Nami: Es verdad... necesitas descansar. Se nota que estás mal.- la escuché con voz serena y compasiva y se puso a mi lado, poniendo sus manos esta vez en mi otro hombro.

Nami: Venga... vámonos al coche. Te llevaremos a casa. - concluyó.

Ambas, cada una a mi lado, me condujeron despacio hacia el coche, que se encontraba algo lejos. Hubo sólo silencio en todo el camino. A medida que caminábamos, otros recuerdos regresaron a mi mente. Recuerdos que durante aquellos días... me hicieron feliz.

"Buenos días, preciosa"

Sólo escuchaba su voz... Ace... Ace...

"En la cama yo tenía la sábana hasta los ojos. Ace la quitó dejando al descubierto mi rostro rojo.

Ace: ¿Sabes que cuando te pones así de roja estás mucho más hermosa? - sonrió y me besó"

Ace... ¿Por qué?... ¿Por qué?

"En la bañera...

Ace: ¡Aah no! ¿¡Qué haces!? ¡Jajaja Para! - decía cubriéndose la cara con la mano a modo de escudo mientras yo le echaba agua.

Tn: ¡Ah no, me quiero vengar! - seguí echándole agua y reía. Y allí comenzó aquella batalla en el baño"

Cerré mis ojos. No, ¡basta! ¡No quiero seguir recordando más!

"Aquella merienda...

Tn: Estooo... ¿Podrías dejar de mirarme?

Ace: No. Lo siento, no puedo hacer eso.

Tn: ¿Eeh? ¿Y por qué no? - pregunté con voz quejosa.

Ace: Porque eres preciosa. - sonrió muy dulce."

Todos esos momentos que disfruté con él, con muchas risas de por medio... ¿era todo mentira?... No, no puede ser... no puede ser verdad.

Todavía escuchaba su voz.

"Claro. Pide lo que quieras, preciosa - sonríe y guiña un ojo"

"Pues... para estar contigo - me acarició la mejilla con el pulgar"

Varias lágrimas surcaban mi rostro. Sus besos, sus caricias, todo su cariño y amabilidad... ¿son todo mentira? Ese amor que no era amor... me destroza.

"Tn: Te...Te quiero.

Ace cogió mi rostro entre sus manos y se acercó a .

Ace: Te quiero. - susurró y me besó"

No...

"Te quiero...Te quiero..."

No...

"Te amo...Te amo"

No... ¡No! ¡¡Ya basta!!

Su voz sonó como un eco.

"Te quiero...Te quiero...Te quiero...Te amo...Te amo...Te amo"

Mentira... todo era mentira. ¡Mentira!

Inmediatamente, mi cuerpo tembló. Se me entrecortaba la respiración y más lágrimas se me caían. De pronto, Nami y Robin pararon de andar.

Nami: Tn, ¿estás bien? - preguntó preocupada.

No contesté. Mi situación empeoraba por momentos. Me faltaba más el aire, jadeaba y caían más lágrimas al suelo. Ambas pusieron las manos en mis brazos. Nami se puso enfrente de mí y me miró a los ojos. Robin siguió a mi lado.

Nami: ¡Tn! ¿Te encuentras bien? ¡¡Ey!! - su voz sonó preocupada. Se asustó - ¡¡Por favor Tn di algo!!

Robin: ¡Tn! ¿¿Te encuentras bien?? ¡Dios mío, por favor respira!

Yo seguía empeorando, me temblaba más el cuerpo, mi pecho subía y bajaba, y todavía seguían las lágrimas. Me dolía mucho el pecho. Nami y Robin se asustaron cada vez más. Intenté hablar pero se me cortaba la voz:

Tn: Yo yo... lo lo... lo s-siento mu.. mu-mu-mucho... N-Nami...

Nami: ¿¡Pero de qué hablas!? ¡¡Tn por favor tranquilízate!!

Robin: ¡¡Tn!! ¿¡Qué te ocurre!? ¿¿Qué pasa??

Me estaba poniendo mal. Muy, muy mal. Más recuerdos se colaban en mi mente. Sus labios... su preciosa sonrisa por la que decía:

"Te quiero...Te amo...Te quiero...Te quiero.........''

"Te quiero"

Y ahí, no pude más. Me derrumbé de rodillas al suelo, me abrazé a mí misma y mantuve la cabeza gacha. Más lágrimas surcaban mi rostro y caían al suelo. Y en ese momento....

Estallé en llanto.

Tn: ¡¡¡¡Aaaaaaaaaaaaahhhhhhh!!!!

Nami y Robin: ¡¡¡TN!!!

Rápidamente, Nami se agachó y me abrazó. Robin también se agachó y puso las manos en mis hombros. Entonces me eché a llorar.

Nami: Tn... - susurró.

Rompí en llanto. No sé cuanto tiempo nos quedamos ahí, pero no paré de llorar. Nami y Robin guardaban silencio, abrazándome y acariciándome para intentar calmarme.

Yo... realmente... estaba desconsolada. Mi cuerpo parecía de cristal, de papel. Un solo toque o rasguño y caería más de dolor.

¿Por qué? ¿Por qué me hiciste esto, Ace? ¿Cómo pudiste?... Yo... Yo...

Te quería.

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