Capítulo 34-a
—¡Mina! ¡MINAAA! —gritó y sacudió ligeramente sus hombros—. Mina, darling, open your eyes. Por favor —suplicó el príncipe mientras su voz se rompía—. Ábrelos, bebé —Las lágrimas se liberaron y rodaron por su rostro mientras sostenía el cuerpo inerte de su paloma contra su pecho.
No podía ser verdad, ella no podía estar muerta; no después de todo lo que habían pasado juntos. No, simplemente no era posible. Su paloma... su querida consorte no merecía perder su vida. Y lo peor era que le había fallado. Él no había podido protegerla como lo había prometido.
El dolor provocado por esa simple realización lo dejó hueco por dentro. Vacío. Como si su alma hubiera dejado su cuerpo para unirse a la de ella. Le desgarró el corazón y lo dejó sin aliento, una sensación horrible en todos sus aspectos.
Él se aferró al cuerpo de su amada y puso su mejilla contra la de ella, disculpándose en un susurro apenas audible. Y entonces lo oyó, un corazón latía de nuevo; lento y débil mas estaba latiendo.
—¿Mina? —preguntó Vergil. El miedo hizo que su voz saliera suave y temblorosa.
Ella tomó una gran bocanada de aire que logró fortalecer los latidos de su corazón, pero sus párpados permanecieron cerrados.
—¿Ya está la maldita puerta abierta? —le gritó el príncipe a los gemelos pelirrojos mientras se ponía de pie con su consorte en brazos.
—Sí, mi señor —respondieron al unísono y se pusieron a cada lado de las escaleras en ruinas que conducían al destartalado porche de la vieja casa.
—No te preocupes, paloma, te conseguiré la ayuda que necesitas —susurró antes de besarle la frían frente y teletransportarse al porche. Entró en la puerta de fuego sin molestarse en comprobar si sus sirvientes lo seguían o no. Mina era lo único importante para él en ese momento, más aún cuando su olor ya había comenzado a cambiar.
No te dejaré transformarte en uno de los demonios de Hades, r’ashtak. Es una promesa.
Lilith estaba de pie detrás del asiento de Lucifer, quien presidía la enorme mesa que usaban para las reuniones del consejo. Su rostro mostraba el epítome de la calma, pero dentro de su mente la ansiedad y las dudas estaban causando estragos, eliminando cualquier interés que pudiera tener sobre los temas que se discutían. Su único temor era que su visión sobre la muerte de la Elegida se hiciera realidad.
¿Qué le pasaría a su hijo entonces? No quería que sufriera por la eternidad, vagando por la vida como un alma perdida.
Preferiría congelarlos juntos en un bloque de hielo antes que permitirte soportar el dolor de su pérdida.
El repentino golpe de la puerta la arrancó de sus oscuras reflexiones y atrajo su atención a la entrada de la sala. Allí, en el umbral, estaba su hijo con su consorte en sus brazos. La niña lucía tan pálida como un cadáver, pero aún podía sentir el alma anclada al cuerpo, así que tal vez hubiera una oportunidad de salvarla.
—¿Cuál es el significado de esta intrusión? —gruñó el gobernador del Infierno Occidental mientras se levantaba de su asiento. Los gobernadores del norte y este comenzaron a susurrar entre ellos, mientras que Gaap solo sonrió y se recostó en su asiento, barriendo su mirada heterocrómática sobre el intruso.
Vergil los ignoró a todos y entró en la habitación seguido por un asustado sirviente y los Irdu Lili detrás.
—La Elegida necesita tu ayuda, padre. Fue mordida por una Empusa —dijo, mirando los irises dorados de Lucifer.
—Lo siento, amo. Le advertí al príncipe que no podía entrar, pero aún así forzó su entrada —explicó el demonio de piel azul con los ojos en el suelo.
Lucifer se inclinó hacia delante y sus intensos ojos se fijaron en el sirviente.
—Retírate. Hazlo antes de que tome la insolencia del príncipe con tu persona.
El diablo azul gimoteó, desapareciendo en un instante.
—Perdone mi intromisión en un asunto que no es de mi incumbencia, pero ¿no está solicitando demasiado de nuestro rey supremo, Príncipe Vergil? —preguntó el gobernador del Norte desde su asiento al lado izquierdo de su maestro. El demonio de largo cabello verde y ojos igualmente verdes, observó a la mujer mortal y chasqueó la lengua—. Después de todo, es sólo una humana.
Los ojos del príncipe se volvieron rojo anaranjado y apretó los dientes.
—Esta humana es una princesa del Infierno y mi... —Se mordió la lengua antes de decir la verdad ante el supremo rey demonio, pero luego su mirada cayó sobre sus tatuajes correspondientes y se dio cuenta de que la evidencia de su transgresión estaba a la vista de todos. El gato ya estaba fuera de la bolsa, ya fuera que alguien en la habitación quisiera admitirlo o no; así que no tenía nada que temer—. Ella es una princesa del Infierno y mi consorte. Debemos prestarle nuestra ayuda.
Los gobernadores guardaron silencio y miraron a su monarca, quien inhaló muy hondo antes de arquear una solitaria ceja ante la declaración del mestizo. Su reina se apresuró a calmarlo, masajeando sus hombros que se tornaron rígidos de repente y bañándolo con besos alrededor de su mandíbula y cuello.
—Nuestro hijo tiene un punto, mi amor oscuro —dijo Lilith, rodeando sus brazos alrededor del cuello de su consorte—. Esta mortal es la responsable de cumplir nuestro tan esperado sueño. Comenzó el Apocalipsis y abrió las puertas de nuestra prisión —La diosa miró a su hijo y le transmitió su silencioso apoyo—. Y luego está la profecía de las Moiras... ella es demasiado valiosa para dejarla en manos de nuestro enemigo.
—¿De qué profecía habla, su majestad? —preguntó la voz dulce y entusiasta de la gobernadora oriental.
—Nuestra querida Elegida será quien mate a Hades durante una futura guerra que tendremos contra el Inframundo griego.
Murmullos y exclamaciones llenaron la habitación expresando los sentimientos encontrados que todos tenían con respecto a la extraña situación. El líder del Norte estaba en contra de ayudar a Mina, recordando a los presentes que ella perdería su poder útil una vez que se convirtiera en un demonio; mientras que la gobernante oriental apoyó la petición de Vergil. En sus ojos, el destino siempre encontraba la manera de obtener lo que quería.
—Suficiente —ordenó Lucifer y el silencio cayó sobre el pasillo—. Con profecía o no, hay una cosa que nunca le he tolerado a nadie. Ninguna criatura toma lo que es mío, mucho menos ese pedazo de mierda griega —Sus ojos dorados se posaron sobre la pálida chica en los brazos del bastardo de Lilith antes de levantarse de su asiento. Grandes alas negras con plumas de puntas rojas brotaron de su espalda, extendiéndose a su envergadura completa por un breve momento—. Se levanta la sesión hasta mi regreso. Gaap, ven conmigo. Necesito tu sangre para detener la transformación de la niña.
Mina gimió en los brazos de Vergil y murmuró algo que su amante no podía entender, pero Lucifer hizo una mueca antes de llevarlos a sus habitaciones.
—La chiquilla ya está murmurando en un dialecto griego muy antiguo, así que tenemos que darnos prisa. Ponla en la cama y mantenla quieta —ordenó el rey demonio alto al príncipe bastardo mientras manifestaba un cuenco dorado y daba otras instrucciones telepáticas al rey de los Vespertili.
La sangre de Gaap se mezcló con la de Lucifer y fue hervida por el fuego del Infierno. A medida que se calentaba, el líquido de ónix comenzó a perder su color oscuro hasta que quedó claro como las aguas del plano humano. Fue entonces cuando el cuenco de oro fue llevado a la mujer inconsciente y colocado contra sus labios.
—Mantenla quieta. Beber esta sangre no le será agradable —dijo el Príncipe de las Tinieblas mientras usaba sus poderes para obligar a Mina a abrir la boca, y vertía el contenido del cuenco. El cuerpo de la joven comenzó a luchar de inmediato, tratando de liberarse del agarre del mestizo mientras la sangre continuaba cayendo por su garganta.
Ella abrió los ojos, ahora vacíos y sin la chispa de la vida que solían tener, sacudiendo la cabeza, sin querer tragar más del horrible líquido que la quemaba de adentro hacia afuera. Pero su esposo se apresuró a poner dos dedos contra su frente y, murmurando la palabra "duerme", la hizo caer en un profundo sueño.
Después de que terminaron de darle la sangre, Lucifer y Vergil retrocedieron antes de que llamas negras envolvieran el cuerpo de la pelicastaña. Era el momento de comenzar el tedioso proceso de destruir la infección de Empusa.
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N/A: Arriba tienen la foto de mi querido Lucifer en su forma de ángel caído.
Inglés:
1-Mina, darling, open your eyes= Mina, cariño, abre tus ojos
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