Capítulo 18-a
Mina entró rápidamente en el edificio principal de la NYU tratando de escapar de Vergil. Ella se mordió el labio inferior a la vez que las lágrimas amenazaban con derramarse de nuevo cuando una mano cayó de repente sobre su hombro, haciéndola saltar fuera de su piel.
—¡Dios mío! —exclamó cuando se dio la vuelta y encontró a Gabriel de pie junto a ella con una expresión de preocupación—. ¡No hagas eso! Por poco me matas del susto.
—Lo siento —Sus ojos claros le observaban cada movimiento—. ¿Estás bien, doctora Larsa?
—Si estoy bien.
—No me parece bien —dijo en voz baja, expresando sus pensamientos sobre el estado de ánimo de ella.
Mina lo miró con rabia.
—¡Mi vida privada es exactamente eso, privada! ¡Si estoy enojada, triste o feliz, no es tu problema!
El joven miró con timidez al suelo a la vez que sus mejillas se tornaron rosadas. Sus flequillos medianos cubrieron sus ojos en el momento en que agachó la cabeza y caminó por el pasillo, directo hacia su laboratorio.
Ella observó su espalda vestida de piel, mordiéndose el labio y reprendiéndose en silencio por esas palabras tan duras. Él solo estaba tratando de mostrar preocupación por un amigo, ¿por qué había reaccionado tan agresivamente?
Ojos azules eléctricos, que se pusieron rojos por un segundo, vinieron a su mente. Vergil; él era el culpable. Ese hombre saca lo peor de mí... y lo mejor también.
Mina suspiró y trató de alcanzar a Gabriel antes de que llegara al laboratorio, pero de repente los estudiantes inundaron el pasillo, frenándola. Mientras intentaba maniobrar entre la multitud, una voz aguda la llamó y su dueño la abrazó con fuerza.
La fragancia dulzona de un perfume caro invadió su nariz mientras una melena rubia cubría sus hombros.
—¡Tienes mucho que explicar, Mina Larsa! —Los ojos azules de su amiga la miraron con intensidad—. ¿Por qué demonios no me llamaste cuando regresaste? Tuve que escucharlo de ese inútil asistente tuyo. ¡Es hiriente saber que un estudiante supo sobre tu regreso antes que yo, tu mejor amiga! —Se quejó Mary, haciendo pucheros como una niña pequeña—. ¿Por qué es que el maldito chico escuchó sobre ti antes que yo?
Mina le sonrió con tristeza, tratando de encontrar una buena excusa, pero mientras observaba la cara de la rubia contorsionarse con una ira fingida, la verdad salió de su boca.
—Lo siento. Los pergaminos encontrados en Egipto y el drama cada vez mayor con Vergil ocuparon toda mi mente —se disculpó, le devolvió el abrazo y agachó la cabeza cuando se separaron—. Sabía que las cosas entre nosotros iban a ser difíciles, pero yo... tengo miedo, Mary, tengo mucho miedo —Su voz se quebró de emoción y las lágrimas comenzaron a caer.
—Está bien, chica, esto es serio. Vamos a discutirlo en un lugar más tranquilo.
****
Después de relatar una versión diluida de todo lo que sucedió, tomando tres tazas de café y llorando durante media hora, Mina finalmente vio a su amiga dar señales de vida. Ella dejó su tazón y suspiró.
—Chica, podrías escribir un libro con toda la mierda que te ha pasado —declaró Mary, inclinándose más hacia la mujer de cabeza oscura sentada a su lado y susurrando con un guiño—. Si pones escenas bien calientitas de sexo, lo compraría —Ella le guiñó un ojo y entrelazó su brazo con el de su amiga antes de ponerse seria—. Entiendo por qué estás herida sin embargo, piénsalo un momento; hay una gran diferencia entre decir que ser infiel no es la gran cosa y ser realmente infiel. No debes juzgarlo por algo que no tienes pruebas que él hizo.
Mina miró a Mary y negó con la cabeza.
—No estoy enojada con él porque puede que me haya sido infiel. Estoy enojada por la forma en que me lo explicó todo. Tan frío, tan despreocupado, como si mis sentimientos no le importaran en absoluto.
La rubia suspiró, pasó un brazo alrededor de la cintura de Mina y obligó a su amiga a que apoyara la cabeza sobre su hombro con la otra mano. Para las personas que los rodeaban debían verse como hermanas... o lesbianas que se consolaban mutuamente.
Una anciana sentada en la cabina frente a ellos desvió su mirada con rapidez cuando los ojos de Mary se cruzaron con los suyos y un adolescente le guiñó un ojo, sonriendo con complicidad cuando pasó junto a ellas.
Sí, definitivamente lesbianas.
—¿Crees que me quiere o por lo menos se preocupa por mí? —Los ojos de Mina se llenaron de lágrimas no derramadas.
—Por supuesto que sí —Otro suspiro llegó a los labios de la profesora rubia—. ¿Sabes cuál es el problema? Los hombres como Vergil no saben cómo abrirse a las mujeres —Ella acarició el cabello de su amiga con amor y suavizó su voz—. Sí, pueden ser románticos y agradables cuando quieren acostarse con nosotras, pero... cuando realmente importa, no saben cómo actuar a nuestro alrededor.
—Espero que tengas razón.
—Ya verás —susurró Mary y abrazó a la pelicastaña con fuerza antes de levantarse—. Déjame traerte unos pastelitos y otro café.
—Pero...
—Comer algo te hará bien —dijo la rubia con un tono maternal, y se fue poco después.
Mina la vio irse con una pequeña sonrisa en sus labios y secó sus lágrimas con el dorso de sus manos.
Los ojos grises miraron alrededor del acogedor café como si ella hubiera llegado recientemente. El lugar estaba pintado en colores chocolate y crema con luces amarillas para crear un ambiente más cálido. Exquisitas pinturas de hermosos cafés de alrededor del mundo colgaban de las paredes, añadiendo elegancia y tranquilidad al establecimiento.
La gente venía y se iba, mostrando una clientela saludable que salía contenta con el servicio.
Mina se quedó mirando con nostalgia cuando una pareja de su edad pasaba a su lado tomados de la mano y compartiendo sonrisas. Su corazón se retorció de dolor. ¿Por qué no podía ser así su relación con Vergil? ¿Por qué?
Lo único que parecían hacer bien era pelear... bueno, no exactamente. Él hace el amor como ningún otro. Duh, Mina, por supuesto que sí, ¡tu esposo es un demonio del sexo!
—Espero que este asiento no esté ocupado.
La voz femenina con un fuerte acento griego la hizo salir de sus pensamientos. Una joven de cabello negro oscuro y los mismos ojos azules eléctricos de Vergil, estaba sentada frente a ella.
—Hola, Elegida.
Mina miró a su alrededor. Mary seguía ordenando y no había notado nada. Bien, la quiero a salvo en caso de que este sea otro intento de mi vida.
—¿Quién eres tú?
—Tal vez esto responda a tu pregunta —dijo crípticamente la desconocida de ojos azules antes de tomar su mano con reflejos tan rápidos como la luz.
En lugar de la joven, Mina vio a un demonio de pesadilla. Serpientes negras con ojos rojos y brillantes cubrían una cabeza de perro de aspecto feroz que le gruñía; mas incluso cuando tenía una cara bestial, el resto del cuerpo era humanoide. La otrora piel blanca pálida ahora era negra, recordándole la forma de demonio de Vergil, con dos enormes alas de murciélago del mismo color.
La criatura inclinó su cabeza canina con lentitud, gruñendo y mostrando los dientes afilados que llenaban su boca; ojos rojos como fuego fijos en ella.
—Furia —susurró Mina, sintiendo la sofocante oscuridad de la diosa demoníaca del Inframundo sobre ella.
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N/A: Disculpen el no poder actualizar anteayer como había prometido. En recompensa hoy tendrán el capítulo 18 completo. La parte b será subida más tardecito. Disfruten la lectura.
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