Capítulo 13-a
El sol había empezado a descender, pintando todo con colores oro, naranja y rosa. El viento acarició con suavidad su rostro con una ligera brisa fría mientras miraba por la ventana con ojos llorosos. Era una hermosa puesta de sol que brevemente deseó poder disfrutarla junto a su demonio.
Vergil.
Estaba preocupada por su destino. Habían pasado horas desde que Eaiel la había dejado frente al hotel ya que los escudos de su esposo le impedían acercarse más... Sin embargo, no había señales de su príncipe demoníaco.
¿Y si estaba muerto? ¿Y si ella nunca podría volver a verlo?
Echó un vistazo a la mesa de café donde estaba su olvidado estuche de pergaminos. Sus sueños estaban un paso más cerca ahora, pero se sentía una victoria vacía. Sin Vergil a su lado, ya no había razón para celebrar. No había felicidad ni optimismo, solo un gran agujero dentro de su corazón.
¿Cómo ella nunca se dio cuenta de lo importante que él se había tornado hasta ese momento? Ahora que su vida esta en la balanza?
Mina apretó las manos y lloró en silencio hasta que se quedó dormida sentada en el borde de la ventana.
La luna ya brillaba en el cielo cuando pudo regresar. Apenas hizo la teletransportación, las heridas y la batalla, además de mantener las barreras alrededor del hotel, finalmente le estaban pasando la cuenta. El dolor se apoderó de él de repente y se desplomó en el suelo, jadeando por aire. Le dolía como el mismísimo infierno, pero sus poderes de regeneración no estaban funcionando bien, así que tenía que soportarlo hasta que pudiera beber algo de sangre o, al menos, tener una sesión de sexo.
Ella nunca estará de acuerdo con ninguno de los dos.
Mina estaba dormida, recostada contra una ventana y viéndose tan tranquila que no quería despertarla. Su frente estaba arrugada y sus labios temblaban ligeramente como si estuviera preocupada. Tal vez, solo tal vez sus preocupaciones eran por él.
Solo podía añorar que fuera cierto.
El dolor se disparó a través de su cuerpo de nuevo. Sentía como si sus órganos estuvieran ardiendo en los fuegos del infierno. Intentó levantarse, pero su cuerpo estaba demasiado débil para sostenerlo, por lo que cayó al suelo una segunda vez. Los numerosos cortes y heridas sobre su cuerpo sangraban con abundancia, haciendo que su sangre cobriza manchara las alfombras de la sala de estar.
Se estaba debilitando con rapidez mientras que el dolor se hacía más fuerte, así que cuando un tercer ataque se retorció dentro de él, gritó de dolor y cerró los ojos.
Mina se despertó con un grito animalístico que hizo eco dentro de la habitación del hotel. Abrió los ojos y vio una figura lanzada sobre el suelo, iluminada por la tenue luz de la luna. No había un aura oscura opresiva alrededor de la criatura, por lo que no podía ser su marido, ¿verdad? Pero ¿y si ella estaba equivocada?
El ser estaba respirando con pesadez y gimiendo débilmente sin embargo, todavía estaba vivo. Su primer instinto fue huir mas algo en su interior le dijo que iluminara la habitación. Ella se quedó sin aliento cuando todo fue iluminado y corrió hacia la entrada de la habitación donde yacía el cuerpo de Vergil en el suelo.
—¡Vergil! ¡Quédate conmigo, querido! —Le suplicó ella, tomando una mano con garras entre las suyas y besando labios llenos de sangre—.Por favor. Abre los ojos, my love.
Él la obedeció con gran esfuerzo solo para volver a apretarlos cuando otra racha de dolor atravesó su cuerpo.
Ella espió a su príncipe demonio y las lágrimas empañaron su vista. Su amenazante armadura estilo griego estaba hecha añicos, apenas aferrada a su piel por algún milagro de Dios. Tenía un corte profundo que corría a través de sus costillas izquierdas exponiendo sus huesos, uno a través de su pecho donde el esternón era visible y una puñalada profunda sobre su estómago. Todas sus otras heridas eran cortes menores, puñaladas y rasguños, pero eso no hacía que fueran menos dolorosas para él.
Las gruesas lágrimas de Mina corrieron por su rostro, cayendo sobre la piel negra de él y mezclándose con su extraña sangre cobriza.
—¿Por qué no te estás curando? —. Sus dedos limpiaron algo del líquido metálico de las mejillas y frente del demonio con la delicadeza de una pluma.
—Estoy demasiado débil. Necesito... sangre.
Sus ojos eran más oscuros; casi de un color vino y eso la asustaba más que el mismo Cerberus.
—¿Necesitas sangre? —Ella se cortó la muñeca con las afiladas garras grises de él y se la puso sobre los lastimados labios—. Puedes tener toda mi sangre si quieres, ¡pero por favor, no te mueras!
¿Su preciosa paloma estaba ofreciendo su vida a cambio de la suya? ¿Ella realmente se preocupaba tanto por él?
Miró a su esposa y vio la respuesta en sus desesperados ojos nublados por lágrimas. En ese momento, su pequeña paloma haría cualquier cosa para mantenerlo vivo. Esperaba que su sangre fuera suficiente para regenerarlo porque no quería ser culpable de apresurarla a tener sexo con él sólo para salvar su vida. Él preferiría morir antes que forzar a su paloma a hacer algo como eso.
Vergil dio un par de lamidas a la muñeca de ella antes de agarrarle el brazo y hundir sus colmillos en la suave piel. ¡Su sangre era tan deliciosa! Podía saborear su alma pura y la Chispa de Dios, que tantos temían, dentro de su líquido de vida escarlata. Le hacía desear cada vez más sólo para satisfacer su hambre demoníaca.
El fuego corrió dentro de sus venas cuando la pérdida de sangre se detuvo y su virilidad comenzó a despertar.
—Minaaa —Él gimió contra su piel queriendo saciar la cruda necesidad de sumergirse profundamente en ella. Su control se estaba quebrando—. Aléjate y deténme, bebé. No puedo hacerlo yo mismo.
Sus ojos volvieron a ser de un rojo brillante y ella tragó antes de apartar suavemente su muñeca de su agarre. Temía que él no la soltara, pero en el instante en que ella haló, él la soltó y bajó los ojos. Había una enorme necesidad ansiosa por ser satisfecha en aquellps orbes rojo sangre.
Mina abrió la boca mas la cerró sin decir nada y se miró las manos. Ella también quería perderse en él, pero con todas sus heridas... Sería una locura tener sexo con él en su condición, aún más cuando todavía no había comenzado a curarse. La hemorragia había cesado sin embargo, las heridas aún estaban abiertas.
—No estarás a salvo aquí si me quedo inconsciente —Vergil rompió el tenso silencio de repente—. Tenemos que volver a casa.
—¡Pero sigues siendo débil! Tus heridas no han sanado en absoluto.
—La sangre que me diste será suficiente para alimentar la teletransportación.
—Vergil...
—Es la única manera. Confía en mí—Él la miró con esos ojos escarlata suyos y la atrajo hacia él para que se acostara a su lado—. Cierra los ojos y sujétate, Mina.
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N/A: Más ahorita tendrán la segunda parte del capítulo. ¡Sííí, habrá dos actualizaciones hoy! Considerando el contenido del capítulo, si les hago esperar hasta mañana creo que serían capaces de matarme 😁😂. Bye. Besos y hasta ahorita 😝.
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