Capítulo 11-b
Vergil siguió a Lady fuera de la bóveda mientras dejaba a Mina leyendo los pergaminos con St. Claire a su lado. Puede que no confíara en que el humano evitara coquetear con su esposa, pero al menos ella estaría a salvo, ya que el peligro que él percibió antes estaba con él en ese momento. La persona que lo guiaba a su oficina no era la misma mujer que había conocido el día anterior, sino un demonio de las profundidades del inframundo griego. Una empusa.
Aunque estaba haciendo una muy buena imitación de la señorita Lady, había algo que una criatura como ella nunca podría ocultar: el olor. Podía oler el dulce aroma de la sangre que venía de su cuerpo y el hedor de la muerte en su cabello.
Cuando entraron en una habitación llena de libros y un oscuro escritorio de caoba ocupando su centro, él se movió rápido y agarró a la demonio por su cabello.
—¿Primero una arpía y ahora una empusa? ¿Qué será lo próximo...? ¿Cerberus? No importa lo que él envíe tras ella, la protegeré una y otra vez.
—¿Pero mi señor podrá protegerse? —Ella sonrió y deslizó las manos por su pecho, acariciando el camino hasta que llegó a su entrepierna—. Escuché que la sangre de un dios es mucho más dulce que la misma ambrosía.
La respiración de Vergil se tornó profunda, pero él le sujetó la mano antes de que ella tuviera otras ideas y probara suerte abriendo su bragueta.
—Y aprenderás tu lugar o desearás nunca haber nacido, asquerosa sanguijuela.
La Empusa gimió, volviendo sus ojos negros y mordiéndose el labio inferior.
—¿Asquerosa sanguijuela? Lo tomo como un cumplido —Ella sonrió y se inclinó para susurrar en su oído—: Me gusta duro, milord —Se lamió los labios con lentitud—. Eso es más de lo que tu delicada humana podría soñar con manejar.
—¿Ah, sí? —Una ceja blanca se alzó mientras su respiración se profundizaba—. ¿Qué tan fuerte con exactitud?
—Cadenas y látigos.
Con la mano todavía en su cabello, Vergil arrojó a la criatura contra el escritorio de caoba, el cual chilló en señal de protesta, pero no se rompió con el impacto. Apareció frente a ella, la arrastró sobre el escritorio por el pelo, tirando a un lado cada objeto en el camino, y luego se colocó encima de ella, atrapando su cuerpo contra el suyo.
Sus respiraciones se mezclaron antes de que él comenzara a desgarrar su ropa de una manera febril que solo hizo que la Empusa gimiera más fuerte. El príncipe demonio liberó rápidamente a su miembro erecto y la penetró sin ninguna ceremonia o cuidado, haciéndola gemir y agarrar sus caderas en un intento de tenerlo más cerca de ella. Entonces los fuertes vaivenes comenzaron acompañados por gritos de pasión. Sus ojos se tornaron rojos y sus empaladas se aceleraron mientras se preparaba para su liberación. En ese momento las paredes hicieron eco con el estremecedor grito de Mina.
—¡Tú! —La ira y el miedo hirvieron en su interior mientras se maldecía a sí mismo. ¿Cómo pudo dejar que sus necesidades superaran su razón?
—Yo era sólo el señuelo —respondió ella a su pregunta implícita con una sonrisa maliciosa.
Haciendo que su piel se volviera negra, Vergil le arrancó el corazón que aún latía y lo apretó entre sus garras, haciendo que la espesa sangre cobriza corriera por su brazo antes de desaparecer de la oficina.
—¿Cómo es que un ratón asustado como tú puede tener el poder de destruir a un dios? —Tánatos susurró con su rostro encapuchado a centímetros de ella. Sus ojos grises eran claros como el día, traicionándole todos los secretos de su alma—. Lo amas —Una leve sonrisa curvó sus labios mientras sostenía la barbilla de ella con fuerza—. Oh querida, te abstuviste de ceder ante tus sentimientos por una causa perdida. Tu alma nunca pertenecerá al Dios Único, estás destinada a vagar por el Inframundo griego por la eternidad. Lord Hades disfrutará teniendo a la esposa de su hijo como su puta fantasmal.
—¿Qué? —Ella palideció con la última frase.
El dios oscuro levantó la guadaña negra sobre su cabeza y ella cerró los ojos, rezando en silencio para obtener una muerte rápida sin dolor cuando sintió la aplastante oscuridad del aura de Vergil aparecer dentro de la habitación.
Antes de que alguien pudiera moverse, un rayo de electricidad azul golpeó a Tánatos y liberó una explosión de energía al impacto que lanzó a la novia del demonio hacia atrás. Mina cerró los ojos, esperando golpear la pared del fondo, pero los brazos de su marido la envolvieron en el último segundo y suavizaron el golpe de la explosión.
—¿Estás bien, paloma? —Le preguntó a ella antes de apartarle el cabello y plantar un beso juguetón en la curva de su cuello.
—Yes, I'm okay, love.
—Por favor, dile a tu ángel que libere la barrera que rodea tu mente —susurró, mirando a Tánatos, quien luchaba ponerse de pie, y la ayudó a levantarse—. Sería mejor que el enemigo no me escuche cuando te diga que escapes.
Asintiendo, la pelicastaña agarró su collar, el cual no había dejado su cuello desde el momento en que su guardián se lo dio, cerró los ojos y le oró al ángel. Por favor escucha mi súplica, Eiael. Libera la barrera alrededor de mis pensamientos para que Vergil pueda usar su telepatía conmigo otra vez.
Si eso es lo que quieres, pequeña, así se hará.
Mina abrió los ojos para encontrar a su esposo con armadura de batalla completa, preparándose para enfrentarse a un dios. Su largo cabello blanco bailaba con las pequeñas corrientes de aire creadas por las chispas de electricidad azul que se arremolinaban y chocaban a su alrededor. La piel de ónice que había acariciado varias veces antes lucía algo nuevo: débiles venas azules alrededor de su cuello y ojos que brillaban con cada segundo que pasaba. Pero fue su espada lo que llamó su atención; una espada ancha, con algunas runas arcaicas escritas a lo largo de la hoja serrada, que estalló en llamas en el momento en que su propietario la barrió para lanzar el primer ataque.
Tánatos movió su guadaña, que ahora brillaba con un tono oscuro de violeta, parando el ataque sin esfuerzo. Vergil atacó de nuevo, pero el dios de la muerte logró esquivarlo y envió tres esferas de energía brillante para golpear la espalda del demonio, haciéndolo gritar de dolor y caer contra una estantería llena de tomos antiguos.
—Damn son of a bitch! ¡Deja a Vergil en paz! —gritó Mina, atrayendo la atención del Segador hacia ella—. Si tanto quieres mi alma, ¿por qué no vienes a buscarla?
El griego apareció frente a ella en un instante, agarrándola por el cuello y mirándola a los ojos.
—Dile cuánto lo amas, mortal, porque será lo último que escuchará salir de tus bonitos labios.
Ahora tienes tu oportunidad, Vergil. ¡Tómala!
Los ojos del príncipe se abrieron de golpe antes de desaparecer y luego reaparecer detrás de Tánatos, atravesando su espada en llamas por el estómago del dios oscuro.
—¡Quita tus sucias manos de mi esposa ahora mismo!
La sangre dorada brotó por la boca del Segador y sus manos perdieron el agarre sobre la mujer antes de que la espada abandonara su cuerpo y se desplomara al suelo.
—E-esto no ha terminado todavía.
Vergil miró a Mina con una expresión de preocupación en su rostro. El tiene razón. ¡Debes irte ahora! Quedarte aquí sólo te pondrá en más peligro. Él la besó con nostalgia y aseguró las correas del estuche para pergaminos alrededor de su espalda. Regresa al hotel y espérame. Estarás a salvo allí ya que mis barreras todavía están funcionando.
Pero no quiero dejarte solo.
La abrazó con fuerza, oliendo el dulce aroma de su piel y la besó de nuevo. Te estoy ordenando que te vayas, Mina Larsa. Tu seguridad es de suma importancia para mí. Vete, te lo ruego.
Las lágrimas corrieron por su rostro, ella lo besó suavemente y le acarició la mejilla.
—¿Vuelve a mí, me oyes? Vuelve a mí.
—Te doy mi palabra de que volveré contigo, paloma —Él le dio un beso más en los labios y la hizo salir de la habitación. Mantente a salvo, mi amor.
De repente, alas negras emplumadas surgieron de la espalda de Tánatos y éste se alzó sobre pies inestables mientras todas sus heridas comenzaban a sanar.
—No importa a dónde vaya, él rastreará su olor y la matará sin ninguna piedad —Una sonrisa maliciosa le dio un poco de emoción a sus rasgos fríos—. Írthe i óra, Cerberus. Férte mou to kefáli tis.
Fuertes ladridos llenaron la habitación y una rápida sombra pasó junto a Vergil, quien intentó perseguir al monstruoso perro mas se detuvo cuando el dios de la muerte lo atacó por la espalda, pintando el suelo con su sangre cobriza.
—Te aplaudo por lastimarme, príncipe demoníaco—dijo el griego, agarrando el cabello de su viejo estudiante—. Pero nunca me vencerás a tiempo para salvarla.
Lágrimas llenaron sus ojos carmesí cuando imaginó su pequeña paloma siendo atacada por el perro guardián de Hades. El dolor se retorció dentro de él lastimándolo más que cualquier espada. Si ella no sobrevivía a ese ataque, sería por él. Él sería el único responsable por la muerte de la mujer que él quería profundamente.
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N/A: Nos vemos en el próximo capítulo.
Griego:
1- Írthe i óra, Cerberus. Férte mou to kefáli tis= Es hora, Cerberus. Tráeme su cabeza.
Inglés:
1- Yes, I'm okay, love= Sí, estoy bien, amor
2- Damn son of a bitch!= ¡Maldito hijo de puta!
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