43: Alborada

¡No! — logré escuchar antes de que la palma abierta de su mano chocara contra mi mejilla — ¡Ten al memos un poco de consideración! Yo...

(T/n), está bien. Dejemos las cosas así. No te sientas presionada a nada — hablé mientras veía aquellos ojos cada vez más cristalizados. Ella mordió su labio con un poco de amargura —. Cualquier decisión que tomes respeto. No te culpo si no puedes perdonarme, realmente yo no lo haría.

— Hablando así sólo me quitas las ganas de perdonarte, Koori — susurró. No podía leer sus emociones con facilidad, no sabía con precisión si realmente estaba enojada o sólo confundida —. No lo entiendes ¿Verdad?

Realmente no. No entiendo lo que quieres decir — confesé algo avergonzado. Ella realmente había conseguido ponerme nervioso. Me sentía así sólo de estar cerca suyo, pero ahora esa sensación era todavía peor. — Koizumi... ¿Te sientes bien?

No... No se al menos como debería sentirme. No se que debo hacer ni que debo decir — una de sus manos se dirigió a su cabello y lo alborotó un poco, tan sólo para volver a acomodarlo otra vez y repetir el proceso. Claramente la ansiedad la estaba dominando —. Sólo estoy feliz y enojada. Eso es demasiado raro, sólo... No lo entiendo.

¿No puedes controlar lo que sientes? — pregunté mientras acercaba mi mano a la suya. Tenía intenciones de tomar su mano para tranquilizarla un poco, pero terminé extrayendo la mía con algo de duda. Ella me miró y me sujetó con aquel suave y un poco frío tacto.

Nunca me consideré buena para controlar mis emociones. Al parecer tu si lo eres — murmuró con la mirada agachada y el ceño levemente fruncido —. Estoy enojada contigo, con Furuta y aún más conmigo misma. Realmente quisiera decir que sí... Tu de verdad eres muy importante para mí y sigo sintiendo... Eso por tí. Pero me siento demasiado insegura al respecto. Cada uno tiene asuntos que resolver consigo mismo. No estoy lista para esto aún, pero no quiero dejar pasar esta oportunidad.

— Prometo que aceptaré la decisión que tomes — La mano que tenía libre tomó con delicadeza su mejilla, haciendo que ella me mire por fín.

— Koori, estamos en medio de una guerra — mencionó con la voz tímida, a la vez que su mirada se dirigía hacia la ciudad destruida —.Siendo sinceros... Si te quiero, pero necesito que te encuentres a ti mismo antes. Tus sentimientos siempre fueron lo que te movieron, y si realmente me amas... ¿Serías capaz de dejar de reprimir los sentimientos que sometiste tanto tiempo y comenzar a expresarlos? Esa frialdad tuya... realmente lastima a quienes están a tu alrededor.

— ¿Reprimirme? — pregunté confundido —. Ni siquiera estoy seguro de que alguna vez lo haya hecho. Creo que necesitaré ayuda de alguien más...

Sólo te necesitas a ti — respondió, está vez siendo ella quien sujetó mis mejillas con suavidad —. No hay nadie más. Tu eres el único que puede darte la libertad de sonreír, de llorar y de amar a otros con plenitud. Siempre espere a que fueras libre... Al menos puedes serlo conmigo.

— Lo entiendo — afirmé. Un pequeño silencio se formó entre ambos, ella desvió la mirada, a la vez que en su rostro se formaba una sonrisa que expresaba fragilidad y un poco de tristeza.

No sabía si la siguiente acción que planeaba en mi mente era lo mejor para ella. (T/n) aún tenía algo de pesadumbre en los ojos a pesar de su leve sonrisa. Pero ella me lo había dicho, ya no debía reprimir mis sentimientos. Al menos no en su compañía.

Coloqué mis manos a los costados de su cintura, con algo de gentileza para no abrumarla mucho. Sus orbes (T/c/d/o) se clavaron en los míos al igual que sus manos temerosas se posaban sobre mis hombros y envolvian mi cuello en un gentil contacto.

Recuerdo con claridad la noche en que nos besamos por primera vez, ella tenía esa misma expresión. Aquellos ojos embriagantes llenos de ternura y consuelo me miraban ahora, expectantes.

Inhalé con profundidad, tratando de darme fuerza. Un pequeño calor subió por mi rostro, ella no dijo una sola palabra pero sus ojos me transmitieron una enorme confianza. Mi corazón latía muy rápido cuando sentí nuestras respiraciones mezclarse de una manera fascinante.

Mis ojos se cerraron lentamente. De repente sentí sus labios posados sobre los míos con algo de sorpresa. Ella me había besado.

No podía caber en la felicidad que mi pecho trataba de contener.

Sentir sus labios sobre los míos era un deleite indescriptible. (T/n) tocaba mi cabello con suavidad y enredaba sus dedos en este cariñosamente. Poco a poco nuestras lenguas invadian la boca del otro de una manera apasionada. Tomaba su cintura, acercando su cuerpo más a mí y buscando sentir un poco más de ella.

Después de poco tiempo el aire comenzó a escasear, por lo que tuvimos que separarnos aún con el corazón alborotado. Ella tenía un sonrojo en sus mejillas, acompañada de una sonrisa la cual me contagió.

(T/n) — susurré su nombre, bastante cerca a su oído. Sentí su cuerpo estremecedor un poco mientras se acercaba a mí. 

Sus brazos me rodearon en ese momento y su mentón se apoyo sobre mí hombro. Yo envolví mis brazos alrededor de su cintura, atrayendola y pegando su cuerpo al mío.

Koori... — susurró. Un nudo se formó en mi garganta y no pude evitar sonreír como un tonto al escuchar su voz pronunciando mi nombre.

Aquella tarde pude sentir nuevamente aquella tranquilidad y consuelo que tanto había anhelado. Tener a la mujer que amaba, amandome de igual manera me producía una inefable felicidad.

Sabía que quería quedarme a su lado para siempre. Deseaba que aquel efímero momento durase para siempre. Anhelaba decirle se la amaba a pesar de que sus oídos fueran nublados por el miedo.

(...)

Caminaba a su lado. Por fin habíamos salido de la azotea y estaba en la obligación de llevar a (t/n) a su habitación para que pudiera reunirse con sus compañeros.

Todo iba bastante bien a pesar del silencio entre nosotros. Sólo caminábamos por los pasillos a pesar del griterio que se había armado en esos pocos minutos.

Oye, ¿Qué es lo que ocurre? — le pregunté a uno de los tantos empleados que ahí estaban.

La familia Tsukiyama se encargará de donar los detectores de metal — explicó — ¡Por fin podremos encontrar al rey de un ojo y destruir al núcleo de esa cosa!

Al parecer la familia Tsukiyama era la responsable de aquella nueva estrategia. Seguramente estaban utilizando sus influencias para poder ayudarnos con la operación a pesar de lo que la CCG le había hecho en el pasado.

La operación de exterminio a los Tsukiyama... aun la recordaba con claridad. Aquel día en el que había perdido a Hairu por culpa de mi incompetencia.

Koori — llamó (t/n), liberandome repentinamente de todos esos pensamientos a los que yo me había encadenado hasta hace unos momentos. Seguramente ella estaba consciente de lo que eso significaba para mí.

Estoy bien — aclaré para que ella no se preocupara.

Avance un par de metros más en compañía suya. Mantenía mis manos en los bolsillos de mi gabardina blanca, tratando de no darle muchas vueltas al asunto.

Y eso hubiera pasado si no me lo hubiera encontrado a él. El mismísimo Mimuro Tsukiyama, el patriarca de dicha familia y la misma persona que se encargaría de proveernos de detectores de metal para encontrar al rey de un ojo.

Gracias...— susurré en cuanto pasé a su lado.

De un ciudadano japonés a otro — respondió él de manera educada. Me sentí un poco culpable, yo había exterminado a gran parte de sus sirvientes durante el ataque para llevarnoslo a él y a su hijo.

Apreté mis puños con algo de fuerza. Me sentía impotente por la situación. O al menos eso fue hasta que sentí las manos de (T/n) rodeando las mías.

Me siento orgullosa de ti, Koori.

(...)

" Oh, las luces se apagan justo en el momento en el que nos encontramos, después de perdernos"

(...)

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