V

Canción: Dive - Ed Sheeran

Un beso es el acto de presionar los labios contra una superficie ―generalmente la piel de otra persona― como una expresión social de afecto, de saludo, de respeto o de amor. El beso tiene una función social humana determinante: besamos por placer y por compromiso, besamos de forma apasionada, lenta y suavemente, besamos para calmar los ánimos, besamos con calidez, besamos con frialdad, nos envolvemos con un beso y nos despedimos con él.

A través de nuestros labios transmitimos una inmensa cantidad de emociones y sensaciones, los labios y los besos son las armas más potentes del ser humano, y las mujeres, a veces utilizan el beso para descubrir el nivel de compromiso que puede tener una relación.

El viaje en auto lo hicieron en silencio, pero de vez en cuando se sonrieron. Jo tenía que admitir que estaba un poco decepcionada e inquieta, el mal sabor de boca aumentó cuando Jordan con lentitud agarró su mano y la acarició. Miraba por la ventana mientras a su lado, él manejaba y cantaba el coro de una canción que sonaba en el reproductor.

So don't call me baby, unless you mean it, don't tell me you need me, if you don't believe it / Así que no me llames cariño, a no ser que de verdad lo sientas así, no me digas que me necesitas, si no te lo crees...

Intentó no escucharlo porque por alguna razón la letra la incomodó. Se habían visto en dos oportunidades, y en las dos, Jordan la había hecho sentir muy bien, pero algo ocurría, las dos salidas habían sido casi perfectas; repito casi, porque aún no se daba el siguiente paso. Ella quiso saber el por qué, pero no se atrevió a preguntar, por un lado, no sabía qué sentía Jordan por ella; y por el otro, no quería verse como una chica desesperada. Aunque lo estaba ¡El ahora o nunca se agotaba!

Jo pasó parte de la noche pensando en que no se debió encariñar con el rubio, era imposible no hacerlo, Jordan era encantador y juntos habían pasado buenos momentos, pero entre ellos nada estaba claro, ni en los sentimientos ni en el corazón.

El día al fin llegó.

El tren de Jo salía a las diez de la mañana y los ánimos iban en picada. Sería la última vez que vería a Jordan hasta quien sabe cuándo, podía ser que ella regresara pronto a Connecticut, pero quizás para entonces, él ya la habría olvidado.

Simplemente la vida es así. Había sido el enamoramiento más rápido que había tenido en todo su vida, por eso lo pensó mejor y lo entendió, sin duda una bonita conexión había surgido entre ellos, pero tampoco es que sería la despedida de dos amantes a quienes se les desmorona el corazón. Existía un leve temor por la distancia, como también la alegría de haberse conocido.

―Hace frío. ―Jo juntó ambas manos frente a su boca y las sopló para tratar de calentarlas con su aliento.

―¿Por qué no te pusiste guantes? ―Jordan se quitó los suyos, se los colocó y frotó sus manos con las de ella generándole una calidez inmediata.

―Pensé que la mañana no sería tan helada.

Erin estaba sentada frente a ellos sumergida en su teléfono, de vez en cuando los espiaba en silencio y sonreía.

―Anoche nevó ―soltó Jordan unos segundos después.

―Pero la temperatura aumentó. ―Ella siempre con una respuesta para todo―, no creí que hoy me convertiría en un cubito de hielo.

―Yo sé cómo derretir el hielo. ―Jo lo miró levantando ambas cejas y no pudo evitar sonrojarse un poco.

―¿Ah, sí?, ¿cómo? ―Lo tentó, Jordan se acomodó en la silla y se inclinó un poco...

―¡Ey, sigo frente a ustedes, el frío no me ha tapado los oídos! ―Erin los miró fingiendo molestia, luego sonrió y regresó la vista a su teléfono.

Jordan pasó el brazo por el hombro de Jo y la atrajo a su cuerpo, ella recostó la cabeza en su pecho y se quedaron un rato en silencio. Era como un abrazo cálido y contenido, uno que abría la antesala a una despedida.

―Quiero seguir en contacto contigo. ―La chica habló de repente.

―Yo también, escríbeme cuando quieras y abre una cuenta en Skype, por favor.

―Lo haré, conseguiré a alguien que me explique cómo usarlo, ¿cada cuánto te puedo llamar?

―Las veces que desees. En el día siempre estoy ocupado con la empresa, pero las noches y los fines de semana pueden ser tuyos... ―La miró fijamente con un gesto sugerente.

―¿Como una relación a distancia?

―Sí, pudiera ser así. ―Jo sonrió a medias a pesar de que él le estaba dando una pequeña esperanza―, oye, ¿qué sucede?, volveremos a vernos.

―Lo sé. ―Su tono reflejó duda―, es solo que voy a echar de menos muchas cosas, por ejemplo a ti... ―Su amiga carraspeó y Jo rodó los ojos con diversión―, y por supuesto que a Erin también.

―¡Oh, gracias! por un momento pensé en buscarme a otra amiga ―exclamó ésta, Jo y Jordan se echaron a reír.

La llamada para abordar el tren con destino a Starry Ville resonó por los parlantes y los tres caminaron hasta la puerta de embarque, las dos chicas conversaban entre risas cómplices, pero él iba pensativo.

A veces sonreía, pero también estaba inquieto. La presencia de Jo en su vida fue algo inesperado, trataba de evitar el contacto con ella, físico y mental, porque sabía que seguir adelante no estaba nada bien, pero esa chica tenía algo especial: su sonrisa, sus gestos, la determinación con la que le pidió que la besara, todo de ella lo envolvía. Desde que la vio le pareció una chica atractiva, luchó contra su cabeza para no invitarla a ese café aquel día, pero todo se le escapó de las manos e igual lo hizo, y el esfuerzo de mantener las cosas a raya se fue más a la mierda cuando aceptó una especie de relación a distancia con ella. Jo lo abrazó y eso denotó que hizo todo muy mal.

―Todo listo para partir ―comentó aferrándose a la chica con una inentendible fuerza―, cuídate mucho, preciosa. Gracias por regalarme un fin de semana diferente.

―Cuídate también, Jordan. ―La mirada le brilló, no sabía de dónde le había salido tanto cariño por ese chico―, también la pasé excelente este fin de semana.

―Avísanos cuando llegues. ―Sonrió y le acarició la mejilla―, buen viaje.

Otro abrazo, y otro más corto, pero nada más.

―Lo haré. ―le respondió.

Jo se despidió de Erin y se obligó a subir al tren.

―¡Resuelve todo, es la única manera de continuar! ―le gritó Erin, las despedidas no le gustaban, pero entendía que su amiga debía ir a ese lugar.

―Lo intentaré, lo prometo ―contestó desde la ventana.

―Debí ir contigo, pero odio hacer maletas. ―Jo se rio hasta que el tren comenzó a andar. Se despidió con la mano por última vez y se le apretó el estómago cuando Jordan le lanzó un beso, se sentó en el asiento y dejó escapar un pesado suspiro que la ahogaba.

Espero que estés contento, Nathan. Pensó mientras el viaje comenzó.

La hija de Preston Jones, volvía al pueblo que hace unos años creyó nunca regresar. La mirada de Jo iba de la ventana del tren al resto de los pasajeros: unos escuchaban música, otros leían alguna revista y solo algunos contemplaban el camino en el exterior del vagón. Aunque había dormido bien en la noche, sintió cansancio en el cuerpo, se puso de lado y recostó la cabeza de la ventana, relajó el cuello y cerró los ojos.

A las horas una voz masculina anunció la primera parada por lo que se desperezó un poco. Observó a tres niños que jugaban cartas en el piso del pasillo, sonrió cuando se quitó los guantes que había olvidado devolverle a Jordan, comió algunos dulces que Erin le regaló en la mañana y luego hurgó en su bolso hasta encontrar su teléfono.

Joder, no quiero llamar. Pero tenía que avisarle.

―Hola, mi amor ―atendió con voz alegre.

―Hola, tía Nancy, ¿cómo estás?

―Bien, llegando del mercado, ¿todo bien por tu casa?

―No lo sé ―respondió. Hace días que no lo sabía, aunque rezaba para que así fuera.

―¿Cómo no vas a saber?, ¿qué pasó?

―Muchas cosas que luego te contaré, pero escucha, hay algo que quiero decirte, hoy llego a Starry Ville.

―¿A dónde?

―Sí, sé que parece imposible.

―No imposible, pero creí que sería una posibilidad lejana.

―Lo hago por Nathan.

―Ay, Dios mío... ―dijo y se le quebró la voz―, bueno, cielo, sabes muy bien que aquí estaremos encantados de recibirte, ¿a qué hora llegas?

―«Tú» estarás encantada ―enfatizó.

―Por supuesto, mi amor... y él también ―agregó. Jo rodó los ojos.

―Llego en una hora, pero ya tengo donde quedarme.

―¿Por qué no te quedarás aquí? ―Sonó molesta.

―Porque no estoy preparada para eso.

―Te quedarás aquí, no me importa si tengo que echarlo por un tiempo.

―No, tía, me quedaré en un apartamento que alquilé.

―¿Y por qué alquilaste un apartamento? está mi casa y también la tuya ―dijo indignada.

―Ya no la siento mi casa, esa propiedad es de él. Además, me gusta ser independiente, solo necesito conseguir empleo.

―Hablaré con mi amiga Omaira, ¿la recuerdas?, su hija Jimena dio a luz y estaban necesitando a alguien en la tienda de antigüedades.

―Bueno, está bien... te llamaré luego. Hoy voy a conocer el apartamento y a descansar un poco, mañana nos vemos.

No era un trabajo soñado, pero por algo se empieza, ¿no? Se despidió y se volvió a acomodar en el asiento, se acurrucó un poco con la manta que había llevado para el viaje e intentó escuchar un poco de música porque se rehusaba a dormir de nuevo. Más te vale que esto valga la pena, Nathan. Suspiró. Mira que hacerme regresar. Parpadeó para contener las lágrimas. Más te vale.

Uno de los niños que jugaba cartas levantó la cabeza y le sonrió como si la hubiese escuchado. Tú sigue en lo tuyo, amiguito. Apartó la vista para mirar por la ventana con nostalgia. Preston y Connie fueron un matrimonio ejemplar en Starry Ville y yo era su princesa. La niña que lo tenía todo. Observó el paisaje llenándose de añoranzas. ¿Starry Ville estará igual que siempre? Lo recordaba como un lugar muy hermoso, por más que lo negara había extrañado su hogar.

Cuando llegaba del colegio al mediodía sus padres se peleaban por abrazarla, como siempre, su padre salía victorioso. Ella salía corriendo hacia él y no porque quisiera hacerlo a adrede, sino que Nathan era el primero en colgarse del cuello de su madre, era muy apegado con Connie y le encantaba abrazarla. Tal vez por eso sentía un poco de favoritismo por papá, siempre fue más cálido conmigo, claro que igual amo a mi madre, pero con él siempre me la llevé mejor.

Cuando era niña, todos en el pueblo solían decirle lo mucho que se parecían, y no solo por los ojos azules y la mirada felina tan particular, sino también porque había heredado el buen oído musical de Preston; juntos habían cantado en el coro de la iglesia, en presentaciones de la escuela y otras tantas en el Pub Casiopea. Papá era un artista nato, en mi imaginación todavía lo puedo escuchar cantar Every Breath You Take al puro estilo de Police, pero con una voz más distorsionada. 

https://youtu.be/2y1E2-0KD0E

No se dedicó a la música ni tampoco recorrió el mundo con una guitarra a cuestas, siguió cantando, pero desde la estación policial; desde hace unos años, Preston Jones era el sheriff de Starry Ville. ¡Ah! y le encanta ayudar a los demás, a todos, menos a su familia. Nunca había sido buena para olvidar. Preston le dio la espalda a su familia cuando más lo necesitaban.

Oyó un ruido y prestó atención a la ventana. Miró la hilera de casas que el tren a su paso iba dejando atrás, casi pegó la nariz al vidrio para no perderla de vista y sonrió.

Su hogar. El único en donde había sido realmente amada y feliz. El tren se detuvo unos minutos después y a Jo inmediatamente la envolvió la magia de haber llegado a Starry Ville.  

¡Feliz Lectura! 

Le voy a dedicar el capítulo a la que me ayude a buscarle rostro a Preston Jones.

Las sugerencias para el papá de Jo pueden enseñármelas por el grupo de Facebook: Carolina Vivas - Autora  ☺

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