Capítulo 5: Enamorarse es cuestión de conveniencia

Caminar sin rumbo por las calles de HimnoVida con un vestido de novia, perdido en mis pensamientos y que comience a oscurecer, no es una gran idea, menos con las miradas que hay en los alrededores. Los rebeldes salen en la noche, gente sin escrúpulos que desafían a la ley, sin importarles nada, ni siquiera el prójimo.

—Hey, jovencita ¿Tienes algo bajo tu falda? —consulta uno y me alejo.

Varios comentarios así llegan hasta mi persona, entonces avanzo a paso rápido, para no oírlos, ni que me agarren. El alivio aparece cuando visualizo la casa del señor Caravajal, así que toco a su puerta, rápido Suhal, su esposa, me abre, por lo tanto entro y ella cierra la puerta con varias trabas.

—Ay, me asusté. —Ríe nerviosa ella y yo le sonrío—. ¿Qué haces caminando por ahí a esta hora de la noche?

Bajo la mirada, triste.

—Astro me dijo que ha estado enamorado de mí, luego de que me obligaran a casarme con él, no sé qué pensar. —Alzo la vista—. ¿Dónde está Caravajal?

—Ah, se encuentra en su estudio, no vendrá hasta mañana. —Me observa con ternura y acaricia mi cabello—. ¿Quieres una taza de té?

—Yo... ¿Tú amas a tu esposo, Suhal? Él me dijo que tenías deudas como yo, no lo sabía. —Hago una pausa—. Bueno, casi nunca hablo contigo, siempre estás aislada, ni viniste a mi boda.

Se ríe.

—No me gusta estar con mucha gente. —Toma mi mano—. Acompáñame, haremos un delicioso té con el robot de cocina, él estará encantado. —Caminamos hasta la sala de alimentos.

La máquina revuelve las tazas y hace una carita sonriente en su pantalla cuando Suhal le agradece su bebida, así que me río.

—Es muy simpático, ¿no? —dice la mujer de cabello anaranjado y alborotado—. Lo siento, no me peino mucho —aclara cuando me quedo mirando su pelo—. En ese sentido no soy muy femenina. —Se ríe—. No le digas a mi coordinador.

Sonrío.

—Jamás lo haría.

Revolotea las pestañas.

—Gracias.

Me acomodo mejor en la silla.

—Entonces... —Hago una pausa para volver a preguntar—. ¿Amas a tu esposo?

—Por supuesto que sí, Caravajal es lo mejor que me ha pasado, soy muy afortunada de tenerlo. Puedo decir que soy uno de los pocos hombres convertidos en mujer que está feliz con su matrimonio.

—Así que opinas como yo —expreso pensativo—. Creo que no debe haber muchos que estén contentos con esto.

—Seguro que no. —Sorbe un poco de su té—. Pero no tenemos permitido hablar de eso, después de todo nos quitaron ese derecho.

—No se ve justo, y me parece todo absurdo lo del protocolo de ser "femenina", en vez de avanzar, retrocedimos en el tiempo. —Enarco una ceja—. ¿Por qué una mujer debería peinarse y tener el cabello largo? Es patético, dirigen nuestras vidas.

—Lo sé, pero no se puede hacer nada.

—Pero Suhal...

—Las que tenemos suerte de casarnos con alguien que nos respeta, deberíamos agradecer, ¿qué más puedes hacer? Déjame decirte algo, Elier, por lo que sé Astro es tu amigo y supongo que no ha hecho nada para lastimarte, así que solo disfrútalo, parece un buen partido.

Frunzo el ceño.

—No lo entiendes.

—Te comprendo, yo no estaba enamorada de Caravajal cuando iniciamos esto, pero con el pasar del tiempo me di cuenta que era mi mejor opción. Y por si piensas que me lavaron el cerebro, pues déjame aclararte que no, estoy tan enamorada de él que a veces lo extraño cuando no está en la casa ¿Pude haber vuelto a ser hombre luego del año de prueba? Sí, sí pude, pero supongo que mis sentimientos no me dejarían estar lejos de Caravajal, así que preferí continuar siendo mujer. Además, no tengo problemas con mi identidad de género, creo que esa fue mi ventaja.

—Pues si me enamorara de Astro, igual preferiría seguir siendo hombre —opino—. Pero también sé que el año de prueba es toda una mentira, parecerá una locura, pero es lo que pienso.

—No te lo voy a negar, no conozco a ninguna mujer que haya vuelto a ser hombre.

—Tú que estás hace tiempo en esto, seguro sabes de varias, ¿conoces a Selineth?

—Te tocó la coordinadora mujer —afirma.

—Sí.

—Es la esposa de un funcionario, ¿qué con ella?

—No sé, pero creo que no se encuentra bien —opino.

—¿Te dijo algo? —Enarca una ceja.

—No, pero su sonrisa es la más falsa que he visto en mi vida.

Suhal mira a un lado y a otro, luego se levanta, entonces apaga el sonido de una cámara en el techo, acto seguido vuelve a sentarse a mi lado.

—No deberíamos hablar de la mujer de un funcionario, esos tipos son peligrosos —me aclara—. Pero sí te lo voy a afirmar, ha tenido muchas recaídas, hasta juraría que ella sería la persona indicada para regresar a ser hombre. Yo creo que la persuadieron para que no lo haga, le han lavado muchas veces el cerebro, casi lo puedo asegurar. —Levanta un dedo a manera de reprenderme—. No la molestes, ya tiene demasiados problemas con su marido para que le sumes uno más.

Alzo las manos.

—Yo no he hecho nada.

—Te conozco, Elier, no la uses como tu vía de escape, hay otros medios para lograr tus fines. La pobre mujer ya tiene sus propios problemas y los finge bastante bien, no necesita que alguien le revuelva el cerebro con más cosas. A mí puedes hablarme tranquilamente de los conflictos de la identidad de género, pero a Selineth déjala en paz.

—Pero tiene que salir de su burbuja —opino.

—Hace mil años quiere salir y no puede, ¡es la mujer de un funcionario, aléjate de ella!

—Bueno, no me grites. —Hago puchero—. Y no puedo alejarme, es mi coordinadora.

—Entonces dile todo que sí y ya, haz como que le haces caso y listo, pero no la molestes.

—Te me alteraste. —Me río.

—Lo siento, he visto cosas horribles con el pasar de los años, más en esas reuniones en las que puedes conocer a Asunseth.

Me sonrojo.

—Asunseth —repito susurrando—. ¿Cómo es Asunseth?

—No habla mucho y siempre está custodiada por guardias, así que no puedo decir que realmente la conozco. —Se queda observando mi gesto y lo analiza—. Es una ilusión, no te enamores de ella —me reprende.

—Tarde muy tarde —digo con la cabeza en alto.

Se ríe.

—Eres un caso perdido como todos. —Se levanta de su asiento, camina hasta la cámara y vuelve a encender el grabador del sonido—. Iré a buscarte un poco de ropa, para que no camines por ahí con vestido de novia, y recuerda todo lo que te dije, incluye a tu esposo en lo que sea. —Mira la cámara y luego a mí—. Mañana sé que voy a recibir la visita de mi coordinador, iré a avisarle a Caravajal también. —Toma un artefacto comunicador y se dirige a la pieza.

Asiento, luego me quedo esperando a que vuelva. Pasa un rato y suena el timbre, entonces esta vez quien abre la puerta es un robot. Veo que Astro entra a la casa, así que frunzo el ceño.

—Lo siento —me dice el castaño—. Suhal me llamó para que te acompañara a casa, y tiene razón, mejor irse en vehículo. —Camina hasta la mesa—. No te enojes conmigo —me pide—. Sabes que nos están vigilando.

—No estoy enojado. —Me levanto de mi asiento—. Era obvio que vendrías, es el protocolo, no puedo andar solo por ahí.

—Como lo dices suena peor.

—Mañana iré a la universidad —le comento, ignorando todo lo restante—. Necesito conseguir información lo más pronto posible y aunque odie las miradas de los demás, eso no va a detenerme de mi objetivo.

—Entiendo. —Suspira.

Odia que ignore el tema, ¿pero qué más le voy a decir? Mira estamos casados, pero esto es por conveniencia, no siento nada por ti ¡Eso ya lo sabe! Mejor centrarnos en cosas que no conocemos, como averiguar más sobre PlanetFem.  

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