Capítulo 10: Besos, besos y más besos
¿Voy a besar a este tipo que acabo de conocer? Bueno, sí, por una buena causa. Además, es solo un beso, no le veo el problema. Aunque en realidad el que tiene el problema es Leviatán, pues antes de lograr unir sus labios con los míos, es arrastrado fuera del auto y golpeado frente a este. Al parecer no nos habíamos dado cuenta de que el vehículo ya había llegado al destino.
—¡No, Astro, no! —grito y bajo del coche mientras mi marido lo zamarrea y estampa seguidas veces contra la puerta—. ¡Ya suéltalo!
—¿Por qué? ¡¿Por qué?! —repite al mirarme mi esposo, sin soltar a Lev—. Cuando no andabas vestido de chica no me tenía que preocupar por estas cosas —expresa desconcertado.
—Ya suéltalo —insisto.
Bufa y al fin lo libera. Lev se acomoda la chaqueta y se limpia como si no hubiera pasado nada. Hasta le sonríe a su agresor.
—¿Astro, cierto? —consulta el coordinador—. Qué fuertes brazos —opina y mi marido lo observa extrañado—. No te asustes, soy así con todos ¡Hasta con Alekei! —Alza la mano cuando lo ve, corre hasta él y lo rodea con su brazo—. Hola, gruñon, ¿a qué hora pasas por el pan?
Hago puchero.
—Todo esto significa que no podré hablar con la esposa de Valtec —me quejo.
—¿Para eso casi te besas con este? —Me mira Astro, desconcertado, luego reacciona—. ¡¡Espera!! ¡¿Lo ibas a dejar besarte?! —Está loco de celos.
—¡Para tu toxicidad! —Alzo la voz—. ¡No tengo tiempo para esto! —Me cruzo de brazos.
Se sonroja y baja un poco los niveles de intensidad.
—Yo... lo siento.
—Entiendo tus sentimientos y toda la cosa, pero... yo no... bueno, ya sabes, no me mueves la estantería, eres mi amigo, como un hermano. Tú no me gustas de esa manera, lo siento mucho. —Intento ser lo más claro y menos tajante posible, supongo que debía ser más directo con el asunto, pero ya lo estoy solucionando—. Sin contar que... mira, esas actitudes no me van, deja de enojarte o me voy a enfadar yo. —Procuro ser serio, así que frunzo el ceño a propósito, para que se comprenda.
—Bueno, ya escuché suficiente —expresa Alekei, mientras se saca el brazo de Leviatán y se acerca a Astro, que se mantiene petrificado, luego reacciona cuando le da dos palmadas en el hombro—. Que quede claro algo, tú esposa no puede hablarte así, tú eres superior, hazte respetar —lo reprende el coordinador.
Leviatán se ríe.
—Ya sé quién es el dominante de la relación —se burla el coordinador castaño, observándome—. Así mantienes a tu hombre en regla, ¿no?
—¡No es mi hombre! —me quejo.
—Para PlanetFem sí —me corrige Alekei—. Déjeme recordarle que si maltrata al cliente usted es responsable. No solo nos encargamos de que respeten a los usuarios, también a los clientes, señorita.
—¿Cuándo me ha respetado usted como usuario? —expreso refiriéndome a todas las veces que me ha ignorado sin contar la ocasión del baño, que esa fue peor—. A ver —insisto.
Mi coordinador se ríe.
—Mi actitud con usted no tiene nada que ver con su actitud en contra de su esposo, son status muy distintos y de diferentes asuntos.
Qué irritante.
—Pues yo no veo que me haya defendido alguna vez. —Me cruzo de brazos otra vez.
—En estos momentos estoy defendiendo al cliente, mil disculpas, pero usted se casó con él. Dijo acepto, así que le prometió serle fiel, no se haga la santita conmigo.
Ruedo los ojos.
—Me obligaron a casarme. Además, tengo derecho a ser sincero, no le voy a mentir sobre mis sentimientos, sería estúpido y ni siquiera sería justo para él. —Lo señalo y Astro se sobresalta—. ¿O acaso quieres que te mienta? —interrogo al defendido.
—Claro que no —responde mi esposo.
—Todo aclarado, vamos a esa maldita cita. —Avanzo hacia el edificio.
—Llámame —me dice Leviatán y me detengo.
Astro presiona su mandíbula, pero el que se interpone es Alekei:
—Si me entero que lo haces, haré que te operen —advierte y luego agrega—. Sin anestesia.
Me sobresalto y señalo a Lev.
—¡Amenázalo a él, yo no hice nada! —me defiendo—. ¡Y no me voy a operar!
Sonríe con malicia.
—Todas dicen lo mismo. —Se acerca a mi oído para susurrarme—. Además, viendo cómo van las cosas con tu marido, no me sorprendería que se pusiera en tu contra. Es más, lo veo bastante manipulable.
Me alejo, entonces lo miro de mala manera.
—No diga bobadas.
—¿Quieres apostar? —expresa tranquilo y luego agrega, para retarme—. Hablo en serio.
—¿Disculpa? —Enarco una ceja.
—Si yo gano te operarás y si pierdo te diré el número de esa mujer.
Me sorprendo.
—¿Tú también la conoces?
—Soy coordinador nivel dos, todas alguna vez pasaron por mí.
Frunzo el ceño y pongo mis manos en la cintura.
—No acepto, aunque no creo que puedas manipular a Astro, no tengo forma de demostrarlo, así que sería una espera eterna y nunca me darías ese número. —Alzo una mano.
—Entonces pongamos un tiempo límite, si en una semana no logro que se ponga en tu contra, siguiendo la lista de pasos de PlanetFem, te daré el número de esa mujer, ¿contenta?
—Bien, pero no creo que lo consigas. —Alzo ambas manos, sin importancia—. Recuerda tu palabra.
—Y tú también. —Camina hasta Astro que continúa mirando de mala manera a Leviatán, por lo tanto no prestó atención a nuestra conversación, sus celos lo hacen perder el sentido común—. Astro, querido. —Le da dos palmadas en el hombro—. ¿Por qué no sigues la cita con tu esposa? Olvidemos este mal trago y pensemos en lo bien que la van a pasar.
Me agarra un escalofrío, este tipo juega con las fantasías de Astro, no lo puedo permitir. Corro hasta él, entonces camino a su lado.
—¡Vamos a comer algo! —expreso alegre y recalco—. ¡Nos llevamos muy bien, no arruinaremos esto! —Levanto el puño con emoción.
—No, lo van a mejorar —declara Alekei y junta nuestras manos, Astro se sonroja—. Yo sé lo que le digo. —Le guiña, luego me mira a mí—. No se la sueltes, es protocolo.
Maldito infeliz.
Ya verá, que invente lo que quiera, pero me dará ese número, porque Astro es incapaz de traicionarme, yo lo sé. Bueno, no estoy seguro, hasta hace poco no sabía nada de sus sentimientos por mí y se declaró luego de que nos casamos ¡Agh, no puedo dudar! ¡¿Habré condenado a mi miembro?! Tiene que ser una broma, debí haber besado a Leviatán, eso era más fácil.
Rato después, cuando los coordinadores ya se han ido y solo me quedo en el restaurante con Astro. Comemos tranquilos, entonces lo miro a cada segundo ¿De qué me preocupo? Es muy ambiguo eso de que Alekei manipule a Astro para que haga las cosas de PlanetFem. Bueno ¿Qué tanto le puede convencer para que Astro haga algo que yo no quiera? O sea ni se va a enterar, pues no hay traición si seguimos como estamos. Quizás hasta podría besarlo y convencer a Alekei de que yo fui quien siguió con el protocolo, entonces Astro no sería manipulado por él sino por mí.
Suena crudo, pero sería una forma de ganar.
—Deberíamos besarnos —exclamo directo.
Astro escupe lo que estaba bebiendo.
—¿Qué? —Su cara está por completo roja, luego mira su vaso—. ¿Esto tiene alcohol? —Lo observa, confundido.
—Dije que deberíamos besarnos —repito serio.
—¿Po... ¿Por qué? O sea no lo cuestiono, pero me acabas de rechazar hace tan solo un rato —expresa nervioso y tironea de su cuello, sintiendo su corbata apretada—. ¿A qué juegas?
—Seré sincero, hice una apuesta. —Observo para todos lados, registrando que no haya cámaras y luego me acerco a su cara para hablarle—. Seguiré el protocolo al pie de la letra, si yo soy el que ofrezco las situaciones no puedo perder.
—No estoy entendiendo, Eli ¿Qué apostaste?
—Mi miembro.
Parpadea varias veces seguidas.
—¿Qué?
—Escucha, Alekei dice que puede hacer que tú cumplas el protocolo al pie de la letra, ya sabes, que me beses, me abraces, me invites a citas y hagas que tengamos situaciones románticas, pero si soy yo el que las hace no puedo perder.
—Me contaste todo el plan, si se entera pierdes por tramposo.
—No me importa, no quería ser deshonesto contigo, así que te apuntas al plan, ¿o no?
—Bueno, sí, pero... —Sus mejillas vuelven a sonrojarse—. No tengo que hacer mucho realmente.
—¡Claro que sí! Harás todo lo contrario a lo que Alekei te pida, tú no cumplirás el protocolo, yo lo voy a cumplir. —Sonrío—. Entonces ganaremos.
—¿Eso quiere decir que vas a besarme? —Se muerde el labio.
—¡Sí! —Siento mis mejillas arder—. Yo... yo debo hacerlo, tú finge que no te importa.
—Eso está difícil.
Me levanto de mi silla y se sobresalta, observo para cada lado, mirando a los presentes, luego camino hasta él, así me siento encima.
—E... Eli.
—¡Cállate! —digo decidido y le agarro el rostro—. Voy... voy a hacer esto, no puedo perder.
Me aproximo a su boca con mis labios tiritando.
No voy a perder, no voy a perder, no voy a perder.
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