Acupuntura

mi cuerpo inerte en la camilla
se debate entre la espera de un antídoto
y el anticipo del alivio al dolor

la Cordillera esmaltada en la ventana
vocifera palabras incomprensibles

no sé si seré yo la que la contemplo
o es ella que es testigo de mi cura

cada aguja infiltrada en mi epidermis
es un verso
que el diestro poeta
escribe en mi piel
con tinta fabricada
con mi propia sangre

yo cierro mis ojos y me rindo a ello
cuando el tuina absorve magestuosamente
cualquier pizca de melancolía
previamente pintada en mi ser

nadie se percata de lo que sucede en mi hipotálamo
mientras la milagrosa oxitocina
es tejida a la velocidad de la luz

para cuando recorre mi torrente sanguíneo
siento que floto en un océano infinito
erigido con cementos de paz

al partir
no soy la misma de antes

ahora un peso inmenso se ha quedado atrás

por la noche intento rememorar el paraíso
y vuelvo a vivir el sosiego
quietud
calma
silencio
reposo
serenidad

en espera
ansiosa y absoluta
de otro día más
donde mi anatomía estática
sea clavada y friccionada
-dulcemente-
por acero inoxidable
y expertos dígitos recubiertos de músculos

confeccionándome más alas
que no solo me permitan vivir
sino que me concedan el derecho
-que todos tenemos-
de volar

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