Arno x Jacob


Arno jamás ha dudado de la palabra de su novio; ni siquiera cuando este se reunía con el resto de sus amigos británicos y salían juntos a sólo Dios sabe dónde y enviaban audios extraños.

Tampoco dudaba de Jacob cuando este llegaba tarde por quedarse tarde en el trabajo; jamás dudó de él, pues, buena parte de su relación, se cimentaba en esa confianza y fe ciega que tenían uno en el otro.

Al menos así era hasta un par de meses atrás. Había comenzado a llegar un poco más tarde, según él, para cubrir algunas horas extra en el trabajo; y en una ocasión llegó impregnado de un aroma femenino que le resultaba poco familiar. Aunado a ello, las sospechas de una presunta traición por parte de su amado inglés, solo fueron en aumento.


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—¿Con quién hablas, mon ange?— Preguntó el francés una tarde, acercándose sigilosamente a su pareja y envolviendolo entre sus brazos desde atrás; este, en respuesta, no hizo otra cosa sino guardar el teléfono móvil. A mitad de un importante mensaje de texto; sus manos temblaban ligeramente e incluso, su ya de por sí, blanca piel, palideció un poco más, además de que un brillo culpable apareció en sus ojos.

—Sólo... eran asuntos del trabajo, sunshine. Te aseguro que pronto dejaré de... atender asuntos del trabajo en casa. —El inglés se dio vuelta, y pasó los brazos por el cuello de Arno, acercandolo un poco más para poder besar sus labios. Si bien, Dorian estaba casi seguro de que su pareja le era infiel, este sabía ocultarlo bastante bien; pues sus labios se movían contra los suyos con perfecta sincronía, y sus lenguas danzaban en boca ajena con la misma adoración que sentían uno por el otro desde el primer día.

—Espero que no sea una mentira... —murmuró el de ojos amielados una vez que se separaron.


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—Arno, tenemos que hablar.

El francés dejó de lado la copa de vino de la que estaba bebiendo; podía sentir su corazón latiendo de manera frenética, y, de haber sido físicamente posible, el chico estaba seguro de que este, definitivamente saldría de su pecho. Aún no estaba listo para escuchar como Jacob confirmaba todas sus sospechas.

—¿Hablar? ¿Hablar de qué? —Interrogó el francés con cierto temor, a lo que Frye, esbozó una sonrisa y hurgó entre los bolsillos de su chaqueta.

—Bueno, es algo de lo que quería hablar contigo desde hace unos meses atrás, pero, por más que lo he intentado, no había encontrado el valor suficiente para decirte que...

Dorian, sin poder soportarlo más, y al borde de una crisis nerviosa, decidió interrumpir a su pareja a la mitad de su discurso.

—¿Decirme que? ¿No tenías valor suficiente para decirme que me estás engañando? No hace falta, me di cuenta hace meses, eres pésimo mintiendo, Jacob Frye. Debí escuchar a Napoleón y a Shay cuando dijeron que podía encontrar un mejor partido que...

—Alto ahí, Arno. — Jacob cortó tajantemente la palabrería de su amado, un poco indignado de que lo creyera capaz de cometer semejante bajeza. —¿Engañarte? Jamás haría algo así, sunshine. —Del bolsillo izquierdo, sacó una elegante y pequeña caja aterciopelada de color verde y la abrió, dejando a la vista una brillante alianza de oro blanco con una pequeña inscripción en inglés, aunque Arno no alcanzaba a leer bien que decía. —Yo sólo, quería preguntarte si quieres ser mi esposo.

—Jacob...

La ira del inglés se vio disipada, cuando Arno se levantó de su asiento y fue a parar hasta su regazo, el castaño le envolvió entre sus brazos con bastante fuerza a decir verdad, y con los ojos llenos de lágrimas, las cuales descendían por sus mejillas. En silencio, se reprochaba a sí mismo por haber pensado lo peor de su esposo, quien, si había estado hasta tarde en el trabajo, era para poder costear la pieza de joyería, y que, incluso hizo a su hermana mayor, acompañarle en la elección del anillo.

—Yo... quiero casarme contigo, mon cherí. Claro, si tu propuesta sigue en pie, luego de mis tonterías... 


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Hagan sus pedidos de que otro ship les gustaría que escribiera algo UuU 

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