Capítulo 9: La detención de Law
¡Un día genial! Era como Luffy se lo estaba pasando. Su hermano siempre trabajaba demasiado y cuando iba a casa, solía ser para intentar relajarse, como ver algún partido deportivo en televisión con su padre y él. Rara vez hacían cosas juntos como cuando eran pequeños.
Todavía recordaba aquel tiempo de instituto de Ace. Tras acabar las clases, solían hacer multitud de cosas juntos. Iban a patinar, o a correr juntos por el parque, jugaban a tenis o a baloncesto en el patio, daba igual lo que fuera, eran como uña y carne. Pero cuando se alistó para la academia de policía, ahí todo empezó a cambiar. Necesitaba mucho tiempo para él, para preparar las pruebas físicas, para estudiar... el distanciamiento fue realmente abrupto. De la noche a la mañana, sólo escuchaba a su padre decir cosas como: "déjale, Luffy, está estudiando" o cosas semejantes.
Acababan de terminar de comer y los tres, sentados en la gran mesa del comedor, jugaban a uno de los juegos de mesa que Ace guardaba para circunstancias especiales. Como cuando se iba la luz, o cuando su hermanito venía de visitas. A los dos les gustaban los juegos de tableros. Law pensaba su siguiente movimiento tras lanzar el dado.
Por un instante, Law desvió sus ojos hacia Ace. Parecía tener la respuesta por cómo esperaba pacientemente su turno con las cartas bocabajo. ¡Sonrió! Porque Luffy miraba con extrañeza sus cartas, como si estuviera pensando demasiado en su próximo movimiento, completamente inconsciente de que su hermano iba a ganar en su siguiente jugada.
- Sugiero que fue Miss White en la cocina, con un cuchillo – afirmó Law en un intento por arrebatarle la respuesta a Ace.
Ace enseñó una carta sólo a Law y éste sonrió al darse cuenta de que no era correcto. Siguiente turno... Ace jugaba.
- Hago una acusación – sentenció Ace – fue Miss Scarlett en la biblioteca, con una soga.
Miró el sobre del centro con la respuesta mientras todos se mantenían expectantes. Si era correcto, ganaba, si era falso, sería eliminado. Ace abrió el sobre, sonrió y enseñó la tarjeta a todos, consiguiendo que sus dos compañeros de juego recostasen la espalda contra el respaldo de la silla con frustración.
- ¡Jolines! – Se quejó Luffy –. ¿Por qué se te dan tan bien estos juegos?
- Será porque es poli – se quejó Law, aunque la verdad, no tenía demasiada relevancia con el juego, pero aunque bromeaba, Luffy pareció tomárselo en serio.
- Cambiemos de juego entonces – sugirió – otro que no tenga que ver con policías.
- Es un poco tarde, Luffy. Será mejor que recojas tus cosas y te lleve a casa – comentó Ace.
- ¿Tan pronto?
- Son las cinco de la tarde, tengo casi cuarenta y cinco minutos de conducción hasta casa de papá y tienes que llegar a tiempo para cenar.
Law escuchaba en silencio. ¡Le recordaba tanto a su familia! Eran una familia normal, de las que seguían las normas al pie de la letra. Se levantaban a las seis de la mañana para preparar el desayuno como casi todos. Aún recordaba cómo su madre miraba el papel del colegio y del instituto para saber qué les darían de almorzar, y así preparar el desayuno contrario. Desayuno estilo japonés o desayuno con pan, esas dos eran las principales. Si ese día, en el colegio de Lami o en el instituto de Law servían pan, ella cocinaba arroz con salsa de soja y otros platos típicos.
Desde las doce y cuarto hasta la una hacían la comida principal en todos los centros educativos, así que los fines de semana, su madre era estricta también en seguir el horario para no mal acostumbrarles. En cuanto a la cena, su padre rara vez llegaba a tiempo para cenar juntos, la mayoría de las veces hacía horas extra en el hospital, pero siempre se cenaba entre las siete y media y las ocho y media. Al escuchar hablar a Ace, le recordó claramente a su familia.
- Vale, vale – se quejó Luffy finalmente.
En cuanto observaron que Luffy iba a recoger su mochila al cuarto de su hermano, Law aprovechó para ayudar a Ace a guardar el juego.
- ¿Tus padres también son estrictos con las horas de cenar?
- Algo así – sonrió Ace – en mi casa todo está medido al milímetro.
- Como toda familia japonesa tradicional – sonrió – también yo tenía esos horarios estrictos.
- En mi casa, la televisión se apaga a las siete y media y los niños se van a dormir a las ocho – comentó Ace – los adultos, bueno... el baño es entre las ocho y media y las nueve y media, pero a las diez hay que estar durmiendo.
¡Law no pudo evitar reír! Su madre también apagaba la televisión pronto, más incluso que la de Ace. A las siete en punto, apagaba todo, porque decía que podía traer un mal sueño ver la televisión antes de dormir, así que de siete a ocho, les ponía a escuchar música clásica.
- Tenías media hora más de televisión que yo – sonrió Law.
- ¿En serio? ¿Te la apagaban a las siete?
- Escuchaba música clásica de siete a ocho.
Era de las pocas veces que Ace reía, pero lo hizo al escucharle.
- Sí... tú ríete... - sonreía Law – imagínate eso toda tu vida hasta la universidad. Seguro que a ti no te ponían música clásica.
- La verdad es que no.
¿Qué club elegiría Ace en el instituto? Todos los alumnos tenían clases extraescolares de cuatro a siete. A los más pequeños, las madres los recogían tras preparar la cena, pero los más mayores, los que ya iban al instituto, esos volvían andando a casa. Era protocolo en Japón que los niños debían caminar, por eso siempre se asignaba el instituto y colegio más cercano a la casa. Diez minutos, quince a lo sumo. No quiso preguntarle en ese momento al ver que Luffy salía de la habitación.
- ¿Nos vamos? – preguntó Ace para saber si estaba listo su hermano.
- Sí.
***
La casa de la familia de Ace se encontraba a las afueras, concretamente en 2-chōme-2 Chūōhonchō, barrio Adachi. El colegio más cercano lo acababan de pasar en coche. Haciendo un cálculo rápido, Law intuyó que se encontraría a unos cinco minutos andando.
Entre la multitud de apartamentos, una casa particular resaltaba en esa calle. No había demasiadas casas particulares, pero podía ver al menos un par más.
- Espera en el coche – le ordenó Ace al ver que hizo el amago de querer bajar.
Ace y Luffy bajaron del vehículo y entraron en la casa. Por suerte, Ace seguía teniendo llaves, por si acaso ocurría cualquier cosa y debía venir de urgencia.
- Estamos en casa – gritó Ace para que sus padres se enterasen.
Su madrastra fue la primera en salir de la cocina donde estaba cocinando mientras ambos chicos se descalzaban a la entrada. La sonrisa de ella siempre era encantadora y dulce. Luffy fue el primero en acercarse a saludar, dándole un beso antes de escuchar cómo el tono de su madre cambiaba radicalmente.
- ¿A ti te parece bonito lo que has hecho, Luffy? Escaparse por la ventana.
- Pero, mamá... quería ver a Ace – intentó justificarse.
- Tira a bañarte, cenamos en media hora.
Al ver el panorama, Ace sonrió mientras se acercaba a su madrastra y depositaba un suave beso en su frente.
- Hola, mamá – sonrió.
- Gracias por traerle. Este chico...
- No pasa nada. ¿Sabes dónde está papá? Tengo algo importante que preguntarle.
- Frente al televisor, cielo.
Ace era simplemente, adorable. Su padre se volvió a casar tras la muerte de su primera mujer y aunque no era su auténtica madre, ella lo trató como a su propio hijo. Ace era pequeño cuando todo ocurrió y pese a saber que era su madrastra, siempre la trató como a su propia madre, más cuando Luffy nació.
Caminó hacia el salón. Toda la casa tenía el aspecto tradicional japonés. Su padre, sentado en uno de los cojines, veía la televisión frente a la pequeña mesita. En ella, la taza de té verde humeante.
- Hola, papá.
- Ace, qué sorpresa verte por aquí. Gracias por traer a Luffy.
Norma número uno de la casa de un policía: ¡no hablar de trabajo! Por eso mismo, seguramente no había sacado el tema sobre Law. Tomó el cojín de al lado y se sentó próximo a él para poder hablar. ¡Iba a romper su primera norma!
- Papá, tengo... algo que preguntarte y es importante.
- Tú dirás.
- Es sobre el trabajo y...
- Ace, ya sabes que en esta casa no hablamos del trabajo.
- Pues salgamos al jardín entonces, porque es importante – dio una alternativa, por lo que su padre intuyó que realmente debía serlo.
- Vale, pregunta.
- Es sobre Law. ¿Lo capturaste o se entregó?
Aquella pregunta hizo que su padre dejase de mirar la televisión para centrarse en su hijo. Siempre había tenido un don para ser policía, era realmente bueno en lo que hacía. Tampoco le extrañaba que le hiciera una pregunta semejante si había estado con él unos días.
- Se entregó – susurró – lo tomamos como una detención.
- ¿A cuántos mató? – preguntó Ace.
- Que sepamos, a seis.
- ¿Y se detuvo? ¿Así sin más? ¿Decidió entregarse tras el sexto asesinato? Eso no encaja con la personalidad de un asesino en serie.
- ¿Dónde está?
- En el coche.
Por raro que pareciera, su padre se levantó y caminó hacia el hall de entrada, calzándose para salir a verle. ¡Eso sí era raro! Pero Ace le siguió e imitó sus movimientos para ir tras él. ¡Increíble que su padre saliera para verle!
Roger llegó hasta el coche, poniéndose en la parte del copiloto mientras Law apoyaba el codo sobre el soporte donde la ventanilla ya estaba abierta. Sonreía al ver a Roger y extrañamente, su padre también sonrió antes de agacharse para ponerse a su altura.
- Vaya, vaya... Trafalgar Law – sonrió Roger.
- Le dije que quería entrar a saludar, pero me ha dejado en el coche.
Roger abrió la puerta del coche para que pudiera salir, lo cual Law aprovechó enseguida ante el asombro de Ace.
- Tomemos un té.
- ¿En serio, papá? – preguntó Ace al ver esa reacción.
- Créeme, este tipo pudo haberme matado muchas veces, de hecho, pudo seguir matando a más y, en cambio, se entregó. Creo que merece al menos que le escuche. Tengo curiosidad aún por entender sus asesinatos, su patrón y el motivo para entregarse.
- No pienso contarte nada de eso si es lo que esperas de mí – sonrió Law, como si fueran colegas de toda la vida.
¡Asesino en serie! Un término que simplemente hacía referencia según lo que estudió en la academia, a una persona que asesina a tres o más personas en intervalos separados de tiempo, generalmente, en servicio de gratificación psicológica anormal. Para ser exactos, no había conocido ningún asesino en serie que de golpe y sin previo aviso, detuviera sus actos y se entregase. ¡No era normal! De hecho, debería haber seguido matando hasta ser detenido o asesinado.
Le llamaron asesino en serie porque encajaba en todo, pero ahora mismo, sabiendo que se había entregado, Ace dudó que hubieran utilizado correctamente ese término. Lo hizo por algo, asesinó por algún motivo, fueron esas víctimas por algo y se detuvo por algo. Encontrar la verdad tras sus actos sería complicado, pero a la vez, le daba a intuir que todo lo que conocía de Law y su caso, la mayoría no eran conjeturas válidas. Roger miró a su hijo al darse cuenta de lo que estaba pensando. Empezaba a entender por qué le permitía entrar en casa, empezaba a ver que Law no era una amenaza inminente.
¡Iba a tener que pedir de nuevo el historial y todas las pruebas del caso de Law para revisarlo! Había algo en todo eso que no encajaba. Sacó su teléfono del bolsillo al ver que su padre llevaba a Law al interior y marcó el número de su nuevo compañero. Kuma respondió enseguida.
- Necesito un favor – susurró Ace – es un caso antiguo, resuelto, pero quiero comprobar un par de detalles, creo que tiene que ver con el caso nuevo.
- Tú dirás.
- Los archivos del caso de Trafalgar Law. ¿Puedes conseguírmelos?
- ¿No pediste ya una orden para sacarlos?
- Sólo me concedieron permiso para ver sus asesinatos puesto que creían que era el mismo modo operandi que el nuevo asesino en serie, pero ahora quiero todo el historial completo, incluido su pasado, su vida, hasta a qué colegio asistía, lo quiero todo.
- Conseguiré una orden.
- Gracias, Kuma.
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