Capítulo 28: primogénito

La primera norma de la casa de Gold D. Roger era muy simple: no se hablaba de trabajo en ella. Parecía una norma sencilla y fácil de cumplir, pero en realidad, era la más dura de todas. No poder hablar de lo que hacías de continuo o de una rutina en cuanto a tu trabajo, era difícil de llevar. Sentados a la mesa disfrutando de un delicioso ramen casero, el silencio reinaba en la mesa como si no hubiera ningún otro tema de conversación que quisieran abordar.

- Luffy, ¿qué tal vas en el equipo de taekwondo? – preguntó su padre en un intento por romper el silencio con algún tema de conversación.

- Como siempre, supongo – sorbió los fideos de su cuenco tras responder escuetamente y sin decir nada en concreto.

- Ya veo. ¿Ace?

- Yo no hago Taekwondo – dijo rápidamente como si creyera que su padre no supiera que él ya no estaba en el instituto ni en las clases o actividades extraescolares. Luffy no pudo evitar reír al ver la cara de asombro que se le había quedado a su padre - ¡Oh! Te refieres a que cuente algo sobre mí... vale, entiendo – dijo esta vez con una ligera sonrisa mientras pensaba algo de su vida que no tuviera que ver con el trabajo – pues... - seguía pensando sin que se le ocurriera nada y finalmente, pareció dar con algo por la forma en que chasqueó los dedos y sonrió – ayer encontré un pequeño local donde sirven el mejor katsudon de la ciudad, estoy seguro.

El silencio reinó de nuevo en la mesa pero esta vez no era porque no encontrasen un tema de conversación, sino más bien, por la sorpresa de Roger al escuchar las palabras de su hijo mayor. ¡Ace era incapaz de encontrar algo importante en su vida que no fuera trabajo! Le era casi imposible mantener una conversación fuera de ser policía. En parte, le recordaba un poco a él. Ambos eran tan parecidos, siempre metiéndose hasta el fondo de un caso y desvelarse por él hasta que lo solucionaban. Ahora mismo en la mente de su hijo, sólo estaba atrapar a ese asesino y todo lo demás a su alrededor, carecía de importancia.

El silencio fue completamente roto por la sonora carcajada que dejó escapar Law. Nadie quería hablar sobre el tema "policía", pero todos allí en realidad, se morían por abordar ese maldito tema. Era una familia que no podía permanecer en temas de conversación monótonos y rutinarios.

- ¡Law! – le llamó la atención Roger por semejante escándalo y pese a que éste trató de silenciar la risa tapándose la boca con la mano, le fui imposible.

- Lo siento, de verdad que lo siento... es que... no sabéis hablar de otra cosa que no sea trabajo.

Todos eran conscientes de la afirmación que Law dejó caer en esa mesa. Sí, claro que conocían sus defectos y era precisamente por eso por lo que no tocaban esos temas en la mesa o no habrían parado jamás de hablar de cosas de mal gusto. Roger odiaba más que nada en el mundo contar las cosas que llegó a ver mientras fue policía. Él que había vivido de primera mano las atrocidades de los turnos nocturnos y había visto tantas cosas, era el primero en permanecer en vela noche tras noche cuando su hijo mayor tuvo edad para salir de fiesta con sus amigos. Sabía los peligros que había fuera y pese a que nunca quiso impedirle salir al mundo, su preocupación como padre siempre estaba presente.

- Sigamos con la cena – sugirió Roger finalmente para amenizar de nuevo el ambiente familiar.

Toda conversación finalizó en aquel instante y el ambiente se relajó de manera instantánea. Daba la sensación de que todos allí estaban acostumbrados a cenar en silencio. No fue hasta que la cena finalizó, cuando por extrañas circunstancias, Roger y Law acabaron tomando un último vaso de sake mientras su mujer recogía, Ace iba al aseo y Luffy era mandado a su cuarto a terminar los deberes antes de acostarse.

Roger observó a Law mientras servía el sake en el vaso del chico. Pese a estar frente a un policía, precisamente del que le arrestó, Law estaba tranquilo y sosegado. No era un chico que perdiera los nervios con cualquier cosa y eso le gustaba de él. Mantenía la mente fría en todo momento. Roger sonrió antes de elevar el vasito hacia sus labios.

- Ace me recuerda mucho a ti en muchos aspectos – susurró Law finalmente – y entiendo que eso te asuste. Ser policía no es un trabajo que quizá hubieras deseado para él. Como padre entiendo que a la vez de sentirte orgulloso, sientas preocupación todo el tiempo por su vida.

- Ace es mi primogénito y por alguna razón, desde que nació, tuve la corazonada de que acabaría siguiendo mis pasos. Me gustase o no. A medida que crecía y veía ese brillo en sus ojos cuando veíamos películas policíacas, o cuando hablaba de su padre "policía"... sentía que se acercaba cada vez más a una vida que no deseaba para él aunque en realidad, me mentía a mí mismo. Que siguiera mis pasos me alegraba en el fondo, me hacía sentir especial. ¿Qué padre no desea ser admirado por su hijo hasta ese punto? Pero... los riesgos de la profesión... es contradictorio.

- Me pediste que le mantuviera a salvo y lo estoy haciendo – sonrió Law con prepotencia.

- Y eso me costará caro.

- Puede que no... - dejó escapar en un susurró casi inaudible, lo cual hizo ladear la cabeza a Roger al mismo tiempo que fruncía un poco el ceño.

Conocía a Law desde hacía unos años. Le había perseguido y tenido largas conversaciones con él cuando intentaba atraparle. Law siempre fue escurridizo pero nunca mintió ni le dio la sensación de que alguno de sus hombres fuera a estar en peligro. Era diferente a este asesino que Ace perseguía. Law jamás atacó a un policía ni lo tenía pensado siquiera.

- Law, no puedes enamorarte de mi hijo – susurró Roger con seriedad pero la sonrisa melancólica que Law dejó entrever, hizo darse cuenta a Roger que quizá, ya era tarde.

- Ya... eso lo sé pero...

- Sabes que te aprecio. Tienes una mente privilegiada, eres listo, perseverante, tienes un talento innato para la medicina y las circunstancias de tu vida te llevaron por un mal camino pero... tienes una ética férrea. Sabes perfectamente que si te enamoras de Ace y lo arrastras hacia ti, hundirás su carrera. Un policía jamás podría ni debería enamorarse de alguien como tu.

- Lo sé muy bien, pero eso no lo hace menos complicado de lo que es. No quise enamorarme de él pero no pude evitarlo. Él es tan puro y sincero, es tan... él. Por alguna razón cuando estoy a su lado, me siento diferente. No me mira con esos ojos con los que lo hacen los demás, él no ve al Law del pasado, no ve a esa persona que fui y en la que no quiero volver a convertirme, sólo me ve como soy ahora.

- Sí, Ace tiene ese don. Hace sentir cómodos a todos a su lado. Ya de niño... todos querían ser sus amigos. Con una sonrisa suya, la gente ya creía que podía lograr cualquier cosa. Siempre ha tenido un don para tratar a la gente.

- No quiero mentirte Roger, me he enamorado de tu hijo y aunque sé que no está bien, no puedo evitarlo, pero por eso mismo, sabes que soy el primero y el que mejor va a protegerle. Yo no permitiría que le ocurriera nada malo.

- Lo sé. Creo conocerte lo suficientemente bien como para saber que vas a protegerle, pero sigo pensando que no deberías entrometerte en su camino. Él es policía, un buen policía y tiene una gran carrera por delante. Tú sólo serás un obstáculo en su camino.

- Si pudiera volver atrás y saber que conocería a tu hijo... quizá hubiera hecho las cosas de otra manera – susurró Law.

- ¿No te habrías entregado? – sonrió Roger haciendo sonreír a Law ante aquel ingenio.

Evidentemente haber hecho esas atrocidades que hizo debía tener consecuencias, pero también tenía razón Roger en remarcar que si él no se hubiera entregado, nadie habría sabido jamás que él fue el que cometió aquellos crímenes. Habría podido salir tranquilamente con Ace y quizá con algo de suerte, nadie se hubiera enterado de lo que ocultaba, pero... no había pensado en eso precisamente cuando comentó que habría hecho las cosas de otra forma.

- Sabes perfectamente que no soy así. Me habría entregado igualmente. Mis padres necesitaban justicia.

- No Law, tú eras el que necesitabas esa justicia para seguir adelante, para que cuando recordases a tus padres no te vinieran pensamientos de que sus asesinos estaban libres, pero dime... ¿Vives tranquilo ahora?

- La verdad es que no – sonrió –. La venganza sólo hizo que me sintiera algo mejor durante un tiempo pero realmente, cuando hecho la vista atrás, sólo veo que yo me convertí en lo mismo que ellos. Esa venganza no me devolvió a mi familia y empeoré las cosas en el futuro. Pero... todavía siento que necesitaba hacer algo.

- Te entiendo.

***

De camino al apartamento, Ace conducía en silencio dejando que la radio se ocupase de amenizar el ambiente con la música de los ochenta que sonaba. Law permanecía en silencio mirando por la ventanilla, sin embargo, de vez en cuando, ladeaba la cabeza hacia Ace para observarle unos segundos antes de regresar a la ventanilla. No sabía como abordar el tema.

- ¿Cuándo vamos a hablar de lo que ocurrió? – preguntó Law finalmente.

- No quiero hablar de ese tema.

- Eso me lo imagino, pero a mi me gustaría hablarlo, porque creo... que sentiste algo ese día. No quiero pensar que sólo fue un impulso, sino que fue algo más.

- ¿Y qué si fue algo más, Law? – preguntó Ace – tú y yo no somos en absoluto compatibles.

- ¿Por nuestros pasados? Pues sí Ace, tú eres policía, yo tengo un pasado criminal, lo sé muy bien, pero saberlo no interfiere en los sentimientos. Estoy enamorado de ti y lo sabes.

- No digas esas palabras. No son ciertas.

- Son tan ciertas como que mi corazón está latiendo, Ace. Sé que no es lo que quieres escuchar y menos de mi pero... es así. Te quiero y...

- La última persona que me dijo esas palabras acabó acostándose con otra persona. Me utilizó, Law, me utilizó para llegar a Sargento y...

- Y yo no soy él. ¿Para qué iba a usarte? Cuando esto acabe regresaré a prisión y no volverás a verme. Me han condenado a unas cuantas cadenas perpetuas, estoy en el corredor de la muerte, Ace. Si estoy aquí es por que tu intercediste para que me dejasen a tu cargo cierto tiempo, nada más. Así que sinceramente, prefiero no perder el poco tiempo que tengo. Te quiero y como el tiempo es lo único valioso que tengo ahora mismo, te digo que quiero pasarlo a tu lado.

El frenazo tiró el cuerpo de Law hacia delante con fuerza. Tuvo que poner la mano en el salpicadero para evitar pegarse de bruces contra él pese a que el cinturón trató de parar su brusco movimiento. En aquella calle vacía y desierta de las afueras de Tokio, rodeada de casas con persianas ya bajadas dando a entender que todos dormían para afrontar un duro día a la mañana siguiente, Ace movió el volante para apartar el coche a un lateral y apagó el motor. Law le observó con total extrañeza. No era propio de Ace tener arrebatos de ese estilo pero...

- ¡Maldita sea! – pegó un manotazo al volante que sorprendió aún más a Law.

- ¿Estás bien? Ya lo sé, soy un maldito bocazas que no sabe callarse cuando...

Más brusco todavía fue el movimiento de Ace. Su mano agarró con fuerza el cuello de la camisa de Law empujándole hacia él y el pasional beso hizo que Law no pudiera seguir hablando.

- Tú y tus malditas palabras bonitas.

- Así que no fue un impulso – sonrió Law.

- Claro que fue un impulso, igual que ahora.

El movimiento de todo el cuerpo de Ace fue torpe, sin embargo, Law sintió cómo su mano libre movía el mecanismo del asiento suyo para echarlo hacia atrás y bajar un poco el respaldo. Hacía hueco para poder subirse encima de él. A Law le pilló por sorpresa aquello, pero más aún cuando al tener a Ace sobre sus muslos sentado, sintió como sus manos abrían la bragueta de su pantalón.

- ¿Ace... aquí?

- Cállate y sólo... hagámoslo. ¿O es que todo lo que decías de mí era mentira?

- No he dicho ni una sola mentira.

- Entonces... aprovecha cada segundo que te dé. ¿No es lo que querías?

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