Capítulo 17: Pesadillas
Con una humeante taza de café en su mano, Law revisaba los expedientes recibidos por la universidad. Habían sido muy amables de dejarles llevarse todo eso sin la orden judicial, aunque sinceramente, Law veía demasiada información inservible. A un lado, iba dejando todos los informes de los estudiantes que habían asistido a sus clases. El montón iba aumentando.
Law suspiró con pesadez. ¡Era buscar una aguja en un pajar! Cientos de alumnos pasaban por sus aulas cada año. Era una auténtica locura, pero intuía que el asesino tenía que estar ahí, escondido entre todos ellos. Miró a Ace. Tenía a su lado una taza de té verde a la que, muy de vez en cuando, le daba un sorbo. Entre sus dedos pasaban los expedientes con rapidez. Apuntaba a los estudiantes varones y descartaba a las mujeres.
- Ace, me gustaría abordar una hipótesis que creo acotaría todo esto, aunque es arriesgada.
- Tú dirás.
- Me gustaría empezar por los archivos de los simposios y las conferencias.
- ¿Por qué por ahí? – preguntó Ace, aunque pareció darse cuenta enseguida del motivo. Se levantó del suelo y buscó entre las cajas los archivos sobre el tema.
- Sólo me ha venido a la cabeza, que si el asesino sabía que esas dos victimas que no cursaban medicina, pero aun así, las incluyó en su patrón, es porque tuvieron que asistir a algo de mi padre, como un simposio o una conferencia. Si empezamos por ahí, acotaríamos a muchos estudiantes. No todos iban a sus conferencias.
- Lo que quieres decir es que el asesino debió estar en la misma conferencia que esas dos víctimas. Sé por dónde vas – buscaba Ace con rapidez los expedientes – pero aquí no encuentro los datos sobre sus conferencias o simposios.
- Deberían de estar.
Law se levantó con rapidez para buscar también en las cajas. Había muchos archivos, pero tenía razón en que no encontraba las conferencias. ¿Por qué no estaban allí? Y entonces, cayó en algo.
- Quizá no eran conferencias realizadas por la universidad, es decir, quizá la universidad le dejaba usar sus aulas, pero era algo privado por mi padre. Si ése es el caso, los archivos los tendría que tener mi padre.
- Entonces, estamos en un callejón sin salida.
- De eso nada, mi padre lo guardaba todo. Era incapaz de tirar nada. Incluso cuando se rompía un calcetín, le costaba tirarlo. Debe tenerlo en algún lado, seguramente en casa, en el sótano o en el altillo.
- Voy a tener que pedir una orden de registro para la casa.
- Yo soy propietario ahora de la vivienda, no necesitas una orden de registro, te doy acceso a entrar – sentenció Law –. ¿Vamos ahora o prefieres dejarlo para mañana? Se te nota cansado.
- Lo estoy.
- ¿Qué te parece si nos vamos a descansar, tú no cierras la puerta con cerrojo – le recordó Law la última condición, lo que provocó una sonrisa en Ace – y mañana después de salir a correr, busco las llaves de la casa y revisamos dónde estará esa documentación?
- Me parece un buen plan.
- Genial, porque estoy cansadísimo. Buenas noches.
Ace sonrió al ver que Law se levantaba con rapidez del suelo y dejando la taza en el fregadero, se marchaba a su cuarto. Una vez se quedó a solas en la sala, Ace suspiró. Elevó sus brazos hacia él y miró las cicatrices de sus muñecas. Aún tenía pesadillas sobre ese momento y habían empeorado desde que Law se enteró de lo sucedido. Como si lo hubiera revivido una vez más, su mente no conseguía descansar del todo.
Desde aquel acontecimiento, tenía mucho miedo a las noches. No quería aceptarlo en voz alta y fingía estar bien en todo momento, pero la realidad era muy diferente.
Al llegar a su cuarto y cerrar la puerta, su mano cerró el pestillo casi involuntariamente. Estaba acostumbrado a hacerlo todas y cada una de las noches. La voz de Law diciéndole que no lo hiciera llegó a su mente. Dio la vuelta nuevamente al cerrojo para abrir. Esa noche no estaba seguro si dormiría bien, pero no estaba nada convencido de ello. Sabiendo que la puerta estaba abierta y que un asesino en serie dormía en la habitación de al lado, no era tranquilizador y menos con sus antecedentes. ¡Ya había tenido bastante con toparse en su vida con un asesino! Ahora tenía un segundo en su vida.
Ace se sentó en el colchón y respiró profundamente. No se escuchaba absolutamente nada, ni siquiera el sonido de la televisión en la habitación de Law. Muchas noches, él se dormía escuchando ese sonido, pero hoy, debía estar muy cansado para no ver ningún documental.
Se tumbó de cara a la puerta, se tapó hasta arriba con la colcha y apagó la luz. En cuanto cerró los párpados, los abrió de nuevo para revisar que la puerta seguía cerrada. ¡La hora de irse a dormir era un tormento para él!
Cerró una vez más los ojos, respiró profundamente en busca de la relajación y trató de centrarse en que estaba en casa, a salvo.
***
El fuerte viento sonaba con violencia fuera del recinto. Abrió los ojos, pero sólo la oscuridad le saludó. Algo tapaba sus ojos. Intentó moverse, pero fue imposible. Sus manos estaban atadas al lugar donde se encontraba tumbado. Trató de recordar cómo llegó a esa situación: alguien le había golpeado desde atrás cuando entró en la panadería.
Un sonido llegó a sus oídos, un chirrido de una puerta abriéndose. Una suave brisa entró con rapidez. Olía a mar y muy de fondo, creyó escuchar gaviotas. La puerta se cerró. Tan sólo su sentido del oído estaba agudizado por falta de ver lo que ocurría a su alrededor. En ese momento, escuchando algunos golpes como si la persona que acababa de entrar buscase herramientas, su corazón se disparó. Se encontraba asustado, más que ninguna otra vez. Como policía conocía los riesgos de su profesión, pero siempre imaginó que la peor situación a la que debería hacer frente sería un tiroteo o una bomba, cosas de ese estilo, no algo como esto.
A los pocos segundos, sintió algo apoyarse sobre su muñeca. No podía mover la mano, algo la retenía a la superficie donde estaba por encima de su cabeza. Aun así, movió los dedos hasta formar un puño e hizo fuerza como si eso pudiera soltarle. No consiguió absolutamente nada por más que forcejeó y finalmente, el dolor atravesó su cuerpo. El ruido como de un martillo golpeando algo metálico y el inmenso dolor de su muñeca le hicieron querer gritar por el sufrimiento. Ningún sonido salió de él. Estaba drogado, indefenso, apenas podía mover sus dedos y... ¡Una cárcel silenciosa! Sentía todo y no podía hacer nada. Como un espectador de su propio sufrimiento.
Tras el primer grito ahogado, se centró en respirar pese a los gruñidos de dolor que era lo único que salía de su garganta. Las lágrimas se hicieron presentes al instante. Algo húmedo resbaló por sus muñecas y estaba seguro de que era su propia sangre. Cuando sintió el frío metal en la otra muñeca, se dio cuenta de que se repetiría la acción.
***
- ¡Ace! ¡Ace! – escuchaba una voz lejana, sin embargo, se incorporó con rapidez buscando el arma. Ni siquiera sabía dónde se encontraba, pero sus manos buscaban a su alrededor algo con lo que defenderse –. ¡Ace! Ya está, estás en casa.
La voz de Law le hizo mirar la habitación. Él estaba en el pasillo, junto a su cuarto. Había abierto la puerta, pero no había entrado tal y como prometió.
- Es una pesadilla, sólo una pesadilla.
- ¡Joder! – susurró Ace completamente incorporado en la cama, elevando sus rodillas hacia el pecho y agarrándolas entre sus brazos. Se miró las muñecas. Las marcas aún estaban allí y supo que no era una pesadilla, sino un mal recuerdo de una ínfima parte de lo que vivió aquel día.
- ¿Puedo entrar? – preguntó Law al verle en ese estado.
Law había prometido no invadir su habitación si no fuera estrictamente necesario y ahora, Ace se daba cuenta de que estaba cumpliendo su promesa. Afirmó con la cabeza aceptando que entrase en su cuarto. Así lo hizo, entró despacio, sin apartar la vista de ese chico y se sentó a un lado sobre el colchón.
El rostro de Ace le encogió el corazón a Law. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas aunque él intentaba secarlas ocultando su rostro entre sus brazos. Esa pesadilla le había afectado y Law intuía lo que había soñado.
Law miró el reloj sobre la mesilla. Apenas había dormido tres horas desde que se acostó, pero al escuchar gritar a Ace, se despertó con rapidez y acudió a su cuarto por miedo a que estuviera ocurriendo algo.
Allí sentado, no sabía bien qué hacer por ayudarle. Había sido una pesadilla y eso significaba que sólo podía hacerle compañía un rato hasta que se calmase y viera que todo estaba bien. Por miedo a que ocurriera algo y viendo cómo asomaba el mango de la pistola bajo la almohada, Law metió la mano y la sacó de ahí para apartarla de Ace. Aunque Ace le vio hacerlo, no dijo nada. Seguramente, al principio de su relación se hubiera asustado al ver a Law con un arma, pero hoy, parecía más tranquilo y calmado, como si supiera que no iba a pasar la raya. No haber entrado en su cuarto sin su permiso había tenido que ayudar en algo en su confianza.
- Voy a traerte un vaso de leche caliente, seguro que te ayuda a dormirte de nuevo.
Cuando se levantó para ir a la cocina a prepararle un vaso de leche caliente, sintió el agarre de la mano de Ace en su muñeca. Le impedía irse y ese gesto le hizo girarse para comprobar que se encontraba bien.
- No te vayas – susurró Ace –. Por favor.
Con aquel rostro afligido, ¿cómo iba a marcharse y dejarle así? Hasta ahora, había visto a Ace como un chico atractivo, pero hoy, lo veía como algo diferente. Sentía debilidad por él, quería protegerle y le gustaba trabajar a su lado. Quizá se estaba enamorando y eso no era bueno. Lo único que le provocaría a la larga, era sufrimiento y dolor, porque sabía bien que jamás estarían juntos con su pasado.
- No iré a ningún lado si no quieres, pero creo que te vendría bien tomar algo caliente. Estás temblando – sugirió Law.
Law buscó en su memoria todo lo que sabía sobre volver a dormirse. No era fácil tras una pesadilla, pero siempre había algunos trucos que ayudaban a conciliar el sueño nuevamente.
- Podría prepararte una infusión, te ayudará a dormir de nuevo y puedo decirte algunos ejercicios de relajación muscular progresiva.
- No quiero volver a dormir. He tenido suficiente por hoy.
- Pero has dormido tres horas – sentenció Law al darse cuenta – deberías intentar dormirte de nuevo.
Con un suspiro de frustración, Ace finalmente aceptó el ofrecimiento de Law. Estaba convencido de que no dejaría el tema hasta que intentase dormir de nuevo.
- Quizá una infusión ayude – dijo finalmente Ace –. ¿Puedo ir contigo?
- Sí, claro.
Los dos caminaron hacia la cocina, aunque los gestos corporales de Ace le hacían intuir a Law que estaba alerta y muy tenso, como si alguien fuera a atacarle en cualquier esquina. Caminaba tras él. Lo primero que hizo Law al llegar a la cocina fue encender incienso. Eso le ayudaría a Ace a calmarse, era un aroma suave y relajante. Después, empezó a preparar la infusión mientras Ace se sentaba frente a él en la barra americana.
- ¿Quieres hablar del tema? – preguntó Law –. Mi padre siempre decía que en un trastorno de pesadilla, era conveniente hablar del tema e incluso cambiar los finales.
- No era una pesadilla como tal, creo que era más un recuerdo. He soñado con el día en que me atrapó el asesino y... bueno, no sé si esto es un recuerdo o una mala jugada de mi cerebro, los sueños no siempre muestran algo real, pero me llegaba una brisa con olor a mar y escuchaba gaviotas. No sabía dónde estaba pero...
- Quizá en alguna casa cerca del puerto. La lonja de pescado está en el barrio Minato, muchas gaviotas se agrupan por la zona en busca de comida por los barcos pesqueros que descargan la mercancía. Quizá era una zona cercana.
- No tiene sentido. Yo fui al barrio Edogawa a cubrir ese aviso, el barrio Minato está mucho más al sur.
Law pareció pensar en aquello. Edogawa no era conocido por su puerto, pero era cierto que tenía el entrador de agua más importante de la zona. Muchos pescadores solían ir por allí y era una zona más tranquila. Tendría que investigar la zona para hacerse una idea.
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