Capítulo 11: Secretos inconfesables

Mucha gente temía la oscuridad, en cambio, él se sentía terriblemente a gusto en ella. ¡Reconfortante! La noche traía un momento de tranquilidad inimaginable. La gente dormía y los problemas se esfumaban durante horas. Nadie estorbaba, podías pensar con calma y tranquilidad, era... perfecta para relajarse y para hacer fechorías sin tener miradas indiscretas puestas sobre uno. ¡Sí! Definitivamente, Law adoraba la noche.

El apartamento de Ace no estaba precisamente en una zona demasiado céntrica, ni en un piso a demasiada altura. La ventana del comedor daba a la calle, aunque por suerte, no había estridentes luces de neón procedentes de carteles ni nada similar. Era un lugar bastante apacible.

Law miró por la ventana un segundo. Ni un solo vecino tenía la luz encendida. A esas horas todos dormían. La tenue luz de la lámpara de pie iluminaba los papeles del expediente. Con los calcetines arropando sus pies, éstos reposaban sobre la pequeña mesa del salón. A su lado, un humeante café fue rápidamente agarrado por sus tatuados dedos antes de llevar la taza a sus labios. ¡Adoraba el café! En prisión ni siquiera le permitían tomarlo. Sonrió. ¿Cómo era posible que a Ace no le gustase esa bebida energizante? A él le ayudaba a mantenerse despierto y recargaba sus energías.

¿Qué tenían las víctimas en común? Una y otra vez, las imágenes de las víctimas se deslizaban entre sus dedos. Intentaba ver un patrón. Hombres, mujeres... de diferentes edades, de diferentes etnias. Unos trabajadores, otros estudiantes y entonces... observó algo.

Bajó las piernas de la mesa y rebuscó un par de expedientes con rapidez. Hasta ahora se había fijado en las cosas más básicas, pero... había un pequeño detalle, algo extraño. Tal era su nerviosismo que un bote de bolígrafos cayó al suelo al ser movido por varios documentos.

El sonido sordo del bote al golpear el suelo despertó abruptamente a Ace, quien hacía un par de horas se había quedado dormido en el sillón frente a él. Aquel despertar detuvo los movimientos de Law. ¡Estaba asustado! Tanto, que su mano había ido directamente al cinturón en busca de la pistola, pese a que no la tenía allí, sino sobre uno de los muebles a su lado derecho.

- Ey, estamos en casa – susurró Law – lo siento, he tirado sin querer el bote.

- Joder.

La queja de Ace vino seguida por un gesto que indicaba claramente cansancio. Sus dedos se apoyaban en el puente de su nariz y sus párpados se cerraron unos segundos. Se notaba el agotamiento y el mal trago que acababa de pasar, aun así, Law se fijó en las muñequeras que todavía llevaba. Pese a que hacía calor en el piso, la calefacción estaba puesta y se encontraba en manga corta, las muñequeras seguían puestas. ¡Curioso y extraño!

- Creo que tengo un patrón, pero no va a ser fácil seguirle la pista – susurró Law.

- ¿Un patrón?

Ace abrió los ojos al instante y echó su cuerpo hacia delante para ver los expedientes que Law extendía sobre la mesilla.

- Al principio pensé que debía ser algo más allá de alguna característica física. Mujeres, hombres, de edades diferentes, daba igual morenos que rubios, así que... había algo detrás de esas muertes, algo más concreto que un rasgo visible a simple vista.

- Busqué por trabajos – dijo Ace – la mayoría de ellos eran estudiantes de medicina o médicos así que pensé que tenían relación con su profesión pero...

- Yo también supuse lo mismo que tú, que tenía algo que ver con sus ocupaciones, hasta que vi a este hombre, panadero y esta otra mujer, administrativa. ¿Entonces qué tienen en común con el resto que eran médicos?

- Eso es lo que me hizo dar media vuelta y creer que no tenía que ver con las profesiones, sino con otra cosa. Busqué entonces si tenían relación por el mismo barrio, pero había médicos asesinados que ni vivían ni estudiaban o trabajaban cerca de los barrios de esas dos víctimas que no eran de la profesión.

- Es sólo una hipótesis, pero creo que va a por estudiantes de medicina que tuvieron a mi padre como profesor – señaló Law las imágenes – y estos dos casos, son aislados. Es un tipo inteligente, no quiere darnos su patrón, pero... son del barrio donde vivía mi padre. Una leve conexión, pero creo que su principal objetivo son los estudiantes de medicina o los que estudiaron con mi padre.

- ¿Crees que sólo son dos víctimas aisladas sin conexión al caso?

- Creo que tienen una conexión que no veo ahora mismo, nos distrae de su objetivo inicial cuando tratamos de encajarlos con las demás víctimas. Sin embargo, conozco a este hombre, mi familia compraba el pan en su panadería.

- ¿Y? ¿Crees que busca gente relacionada con tu familia?

- No... su hijo se hizo médico. Y la administrativa, trabajaba para una clínica dental, sigue siendo una rama médica aunque menos vistosa como cirujano, doctor en un hospital, etc... pero sigue el patrón médico.

- Ese tipo al que buscamos fue estudiante de tu padre. ¿No es así?

- Es lo que creo – sonrió Law – y por algún motivo, está asesinando a otros alumnos que asistieron a sus clases.

- Es buscar una aguja en un pajar y no hay suficientes policías como para proteger a miles de personas que pudieron pasar por el aula de tu padre. Es intentar proteger una aguja entre miles, repartidas por todo Tokio.

- No puedo acotarte más ahora mismo, Ace, pero es algo. Podemos reducir la lista de nueve millones de habitantes en Tokio a... unas veintiocho mil personas que podrían estar cursando por año la carrera médica, a eso habría que descontarle las que no asistieron a clases de mi padre. Pongamos que diera clase, no sé, a dos mil por año.

- Ya pero, ¿cuántos años impartió clase tu padre?

- Casi veinte años.

- Lo que nos deja en una estimación de unas cuarenta mil personas. Es imposible localizar a la próxima victima en un radio tan grande.

- Y no he contado los seminarios que impartía. Es decir, mi padre trabajaba por las mañanas en cirugía en el hospital, por las tardes impartía clases en la universidad y algunos fines de semana, hacía conferencias o simposios para estudiantes.

¡Algo estaba mal! Pudo verlo en la mirada de Ace. Agachada hacia la mesa donde reposaban los expedientes, parecía revisar una vez más la información. Él descartó que el patrón fuera por sus profesiones y ahora, volviendo a verlo, parecía cuestionarse sus fundamentos.

- Law – susurró Ace – ¿y...?

Su voz se cortó al instante, incapaz de pronunciar las siguientes palabras. Law no pronunció palabra alguna, esperó a que fuera capaz de pensar las palabras que emplearía. Su mirada se perdió entre los documentos, ni siquiera tenía valor para elevar la vista hacia él.

- ¿Podrían haber más casos aislados? Es decir, sin conexión.

- Es posible, pero creo que sí tienen una conexión. No sé cuál es exactamente, pero estoy convencido de que todo lo que hace, todas sus victimas son elegidas por algo. No son al azar, Ace.

¡De nuevo se acariciaba la muñeca! Cada vez que tocaban un tema referente al asesino, él hacía ese gesto casi sin darse cuenta. Law frunció el ceño una vez más, siendo consciente de que nada allí encajaba. Primero, Roger pidiéndole que protegiera a su hijo, Ace con esa manía extraña de acariciarse las muñecas y ahora... esa pregunta sobre las conexiones y si había casos aislados. Nada conectaba. Revisó una vez más los expedientes por encima, pero quitando esos dos casos, el resto todos eran estudiantes de medicina y estaba convencido de que si pedía un registro de los expedientes universitarios, encontraría que estudiaron con su padre. Por ahora sólo era una teoría fundamentada en que hacía el mismo estilo de sutura y todos parecían encajar en que habían estudiado medicina.

Law llevó un par de dedos a su barbilla. Revisaba esos dos que no encajaban. ¿Por qué un panadero y una administrativa de una clínica dental? Y entonces cayó en algo que había dicho anteriormente.

- Ace, necesito los expedientes universitarios de las víctimas y el listado de todos los seminarios que dio mi padre en la universidad.

- ¿Tienes algo?

- Te dije que mi padre daba seminarios y simposios, creo que estas dos víctimas pudieron asistir a alguna de sus charlas. Los no matriculados pueden asistir a esas charlas.

- ¿Crees que fueron a alguna de sus charlas?

- Es muy posible. ¿Por qué un padre no acompañaría a su hijo que quiere ser médico a un par de horas de charla médica? Puede que hubieran quedado para algo y asistiera de oyente. Yo lo hacía con mi padre. Es decir, si habíamos quedado el fin de semana para ir de acampada, iba a sus charlas, me sentaba por allí un par de horas y cuando terminaba nos íbamos directamente.

- Llamaré a Kuma para que pida una orden de registro para los archivos universitarios. No creo que nos pongan demasiados problemas a ello.

En cuanto la mano de Ace se movió a la mesa para agarrar el teléfono, Law se incorporó con rapidez, sosteniendo su mano con presión y arrastrando la muñequera con la otra para entender de una puñetera vez el motivo por el que hacía ese gesto, el motivo para llevar muñequeras incluso cuando estaban en manga corta y no iba a hacer deporte, el motivo por el que Roger llegó a pedirle algo tan descabellado a un asesino en serie como él sólo por temor a que algo le ocurriera a su hijo.

¡Atónitos! Ambos abrieron los ojos aunque por motivos diferentes. A Ace le había pillado completamente por sorpresa aquel veloz gesto, no pudo evitarlo y no fue hasta que vio los ojos abiertos de Law que consiguió darse cuenta de lo que estaba ocurriendo. Con un movimiento brusco, apartó su mano de Law, aunque era tarde.

- Law...

- ¿Por qué no me lo dijiste? – preguntó todavía fuera de sí.

¡Esa marca! Ese punto que sobresalía en la muñeca... Law agachó la mirada hasta las imágenes de las víctimas. Todas ellas tenían ese agujero en sus muñecas. El de Ace había cicatrizado pero la marca estaba allí, la misma marca que el resto de las víctimas.

- Tú... estuviste con el asesino, fuiste una de sus víctimas y no me lo dijiste. ¿Qué coño te pasa por la cabeza para no contarme algo así, Ace?

- No era relevante.

- ¿Relevante? Cualquier mierda que se te ocurra es relevante, lo que creas que no importa sí importa. Quiero dejarte esto bien claro, Ace, quiero saberlo todo, absolutamente todo, hasta si sabes la marca de ropa interior que use el asesino, me da igual, todo es todo.

¡Sumamente cabreado! Aunque no estaba seguro si realmente lo estaba por haber sido engañado todo ese tiempo, por ocultarle información o por saber que ese tipo sin escrúpulos se había atrevido incluso a hacerle algo así a un policía, a Ace. Ahora entendía el motivo por el que Roger le pidió que le protegiera.

Quiso regañarle más, pero al ver cómo agachaba la mirada y ocultaba su muñeca libre con la otra mano tratando de evitar que se viera la marca, le hizo darse cuenta a Law de que no quiso ocultarle aquello. Se sentía avergonzado, sentía miedo quizá. Él debía apresar a ese asesino y, en cambio, ese asesino llegó a jugar con él. Law respiró profundamente en busca de una calma interior que hacía rato perdió.

- Ace, voy a pillar a ese mal nacido. Te lo aseguro. Voy a necesitar que me cuentes todo lo que recuerdes.

- Ese es el problema, Law, no soy un testigo fiable. No recuerdo demasiado, me drogó y me mantuvo con los ojos vendados.

- Eres el único testigo que tenemos. Mira bien, Ace, todos están muertos, eres el único que sigue vivo y el único que puede contarme algo. Te dejó vivo por algo, quizá fue un error y...

- Law. Yo morí aquella noche – susurró Ace – fue sin duda, la peor noche de toda mi vida, no puedes hacerte una idea del sufrimiento que fue. Un compañero me encontró, creo que no había terminado de torturarme pero... yo morí allí, Law. Tuvieron que reanimarme. Y por cierto, yo no conocía a tu padre, ni estuve en ninguna de sus conferencias. Creo que no es el patrón que buscamos.

Law sonrió ante aquello. Sí era el patrón, no podía confundirse tanto y estaba seguro de que cuando llegasen los informes de la universidad, podría corroborar toda su hipótesis.

- Tú eres el único que fuiste un caso aislado. No estudiabas medicina, no conocías a mi padre, no vivías cerca de mi barrio, no tienes conexión alguna excepto que tu padre me atrapó. Creo que simplemente... te acercabas demasiado al asesino y prefirió quitarte de su camino. Ace, el error que andábamos buscando y que el asesino podría cometer, es esto. Te atrapó y sigues vivo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top