-Ace, mi amor, estoy seguro de que no quieres que nuestro bebé no tenga padre, ¿verdad? - Ace estaba completamente alterado. Marco se había atrevido a sacar el huevo del nido sin avisarle y lo tenía en sus manos como si nada, en medio de la intemperie donde cualquier cosa podría sucederle a su pequeño.

-¿Tienes idea de cuánto me dolió el trasero para poner ese huevo? - Ace le gruñó a Marco mientras esquivaban una llamarada.

-Era mejor cuando compartíamos el calor en lugar de lanzármelo, ¿sabes? - Marco mantuvo su calma mientras Ace lanzaba fuego, gritaba y pataleaba. Luego, sostuvo a Ace y le acarició la espalda.

-Está bien, no volveré a sacar al bebé fuera, ¿de acuerdo? Está a salvo, nosotros estamos a salvo. Nadie le hará daño a nuestro bebé; es familia - Ace miró a Marco y, con un puchero, presionó el huevo entre sus pechos. Estaban a punto de continuar hablando cuando el huevo se movió.

-¿Viste eso? - preguntó Ace.

-Sí, el... el huevo se movió, ¿verdad? - Marco estaba igualmente sorprendido.

-¡EL HUEVO SE MOVIIIIIIÓ! - exclamaron juntos emocionados.