- Moby dick -
Marco estaba nervioso. Ace lo había escogido para cuidarlo, y ahora mismo tenía al niño en sus brazos. Ace se agarraba de su camisa y tenía un pequeño puchero. Parecía desconfiado. ¿Entonces por qué lo había elegido?
—Ace, ¿quieres bajar, yoi? —Marco le preguntó al niño, quien asintió rápidamente.
—¿Estás seguro, Marco? —Thatch preguntó inseguro. No podían dejar que Ace se escapara otra vez. Después de todo, papá fue a buscar a los otros dos y los dejó a cargo de Ace.
—Sí, él se ve muy incómodo. Además, Oyaji volverá con los otros dos. Todo bien, yoi —Marco bajó lentamente a Ace al suelo. Ace quería sentarse en una piedra, pero apenas dio un paso y se cayó al suelo.
—¿¡Qué pasó!? —Thatch se llevó las manos a la cabeza.
—Mierda... —Ace se tocó una parte de su pierna que estaba cubierta de ropa.
—¿Ace, yoi? —Marco se agachó a la altura del pecoso. Ace frunció el ceño y miró a otro lado.
—No es nada, quería sentarme en el suelo —Marco levantó una ceja y le dio una de esas miradas al niño.
—¿Puedo levantar tu short? —Thatch preguntó; había visto una pequeña mancha morada cuando el niño cayó.
—¡NO! —A Ace se le pusieron los pelos de punta y trató de retroceder en el suelo, pero Marco lo impidió poniendo su palma abierta en la espalda baja del niño para sostenerlo bien.
—¿Está bien si lo hago yo, Ace? Prometo que puedo ayudar, yoi —Marco le dio una sonrisa, mientras Thatch se cruzaba de brazos, indignado. Usualmente, él era el favorito de los niños.
—...me duele —susurró Ace. Marco sonrió y lentamente levantó la ropa para ver algunos buenos moretones.
—Debe haber sido por los terremotos de papá —Ace bufó.
—Puedo ayudar a que se alivie el dolor, pero aún así te llevaré en brazos por un tiempo, ¿no es un problema, yoi? —Marco miró a Ace, quien hizo una mueca de desconfianza.
—¿Cómo se supone que me ayudes? —El pecoso miró su pierna. Marco tenía razón; no podría correr así.
—Bueno, primero que nada, soy médico, yoi —Marco sonrió orgulloso de su título. Le gustaba cuidar de su familia.
—De los mejores, Ace —Thatch rió ante el pequeño sonrojo de Marco, algo casi invisible, pero él podía verlo.
—¿Eres médico? —Parece que eso no funcionó. A Ace no le gustaban los médicos. Y claro que no, los médicos eran malos, siempre tratando de drogar a sus hermanos para venderlos en los burdeles bajos. Todos saben que no debes ir con los doctores: cuídate solo o muere; si no, para pagarles terminarás en un burdel.
—Soy un fénix, puedo usar mi fruta del diablo para cuidarte. Mira, fuego, yoi —Marco prendió llamas azules en su mano. Ace cerró sus ojitos cuando la mano de Marco se posó en su pierna, pero los abrió cuando ya no le dolía tanto y delicadamente Marco lo levantaba en sus brazos.
Mientras tanto, Barba Blanca estaba ocupado con dos niños en sus manos.
—¡Suéltame, viejo! —Sabo pataleaba mientras sostenía a Luffy en sus brazos. El niño de sombrero de paja no dejaba de reír diciendo que el viejo de bigote era divertido.
—¡Gurarara! Son igual de luchadores que su hermano —Barba Blanca rió.
—¿Qué le hiciste a Ace? —preguntaron los dos niños de inmediato.
—Tranquilos, Ace está ahora con mis hijos mayores. Somos piratas —los ojos del más pequeño se llenaron de estrellas, y Barba Blanca casi arrulló ante ese niño—. Los llevaremos a un puerto seguro, donde los aldeanos no sean... tan malos —Barba Blanca gruñó. No podía encargarse de esta isla; era de Garp.
—Al abuelo no le va a gustar —Luffy bufó, no quería más golpes.
—¿Al abuelo? —preguntó Barba Blanca mientras caminaba.
—Garp, es nuestro abuelo —Sabo miró serio a Barba Blanca. Bueno, eso explicaba la negligencia infantil.
—GURARARARARARA —Bueno, le robaré los nietos al viejo lobo de mar idiota.
—¿Oyaji? —Thatch preguntó al ver a su padre. Como si nada, tomó a sus dos hijos mayores y al menor en su otra mano, y comenzó a caminar hacia el Moby Dick.
—¡No puedo creer que cayeras tan rápido! —Sabo y Ace iban peleando en la palma de su mano, mientras Marco y Thatch trataban de calmarlos. Mientras tanto, el pequeño del sombrero de paja se quedó dormido en su mano. Ese sombrero de paja era prueba de que los niños conocían al mocoso pelirrojo.
Pero por otro lado, Ace le recordaba a un par de piratas que fueron sus amigos en los mares por muchos años; esas pecas y esa forma arisca de negarse a las cosas... investigaría un poco por qué Garp tenía a este niño.
—¿No puedes caminar? —Sabo le gruñó a Ace.
—¡Me duele, tarado! —Ace le devolvió el gruñido.
—¿Los terremotos? —preguntó Barba Blanca a sus hijos, sintiéndose un poco culpable.
—Sí, yoi —Marco asintió.
—Pero no te preocupes, oyaji, Marco ya lo controló —Thatch sonrió.
Habían llegado al Moby, y todos miraban a los niños. Las mandíbulas en el piso no tardaron en aparecer al ver la marca del niño, la cual Ace aún no se daba cuenta porque... en la jungla no hay espejos.
—Marco, Thatch y Namur, lleven a nuestros nuevos amiguitos a sus cuartos —Ace gimoteó cuando Thatch iba a tomarlo con una sonrisa. Marco lo hizo en su lugar. Antes de que la tripulación dijera algo, Marco ya se iba a otro lado con Ace, Thatch con Luffy, y Sabo con Namur.
—¿Un hermanito? —Barba Blanca solo rió en respuesta a sus hijos.
—Ace, ¿por qué no te gusta Thatch, yoi? —Marco le sonrió al niño mientras lo ponía en la habitación que habían preparado para él.
—Él dijo... "Niños, tengo dulces" —Ace se estremeció.
—Oh... bueno, puedo asegurarte, Ace, que Thatch no está interesado en los niños. Solo es un cocinero y le gusta que la gente coma sus postres, yoi —Ace miró a Marco.
—¿No es malo? —Ace miró nervioso.
—No, no es malo, solo tarado, yoi —Marco se fue, dejando a Ace pensando.
Sabo era amable, Luffy confiado y Ace arisco... tenían trabajo.
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