-familia-
Ace no iba a decir que no era impresionante la cantidad de historias que tenía Barba Blanca en su haber, pero aún se sentía un poco vacío, como si no fuera suficiente. Los comandantes obviamente se habían dado cuenta y no querían dejar a su hermanito menor así de triste.
Aunque se detuvieron cuando Barba Blanca decidió que lo mejor era darle un poco de tiempo, fue suficiente para todos, menos para Thatch. Después de que el pequeño Ace le salvó la vida, no iba a dejar que la tristeza se lo comiera.
—¡Acey! —Thatch apareció con una gran sonrisa en el cuarto de Ace.
—Thatch... —Ace no sabía por qué, pero después de todo lo que pasó, realmente le agradaba Thatch, aunque no lo admitía en voz alta, porque sabía que el cocinero haría de eso un gran drama, y él no quería eso.
—¿Quieres ir a cocinar conmigo? —Thatch preguntó animado.
Ace asintió ilusionado; cocinar era divertido.
—¡Sí! —Mientras Ace salía de la habitación con el ánimo un poco más arriba, sentía que aquello era un gran logro para él.
—Me alegra que te guste tanto cocinar a mi lado —dijo Thatch mientras llevaban a Ace a la cocina, donde jugaron con la harina y cocinaron.
Ace ya estaba muy cansado, pero no quería terminar... mejor dicho, no quería estar realmente solo.
—Thatch... —Ace miró al cocinero, que terminaba de limpiar el último plato.
—¿Sí? —Thatch miró al pecoso, notando que estaba un poco avergonzado.
—¿Puedo dormir contigo hoy? —Ace preguntó tímidamente, mientras Thatch casi se atragantaba de sorpresa.
—¡Pero claro que puedes dormir conmigo! —Thatch iba a reírse mucho de Marco y los demás. Ace quería dormir con él sin que alguien estuviera muriendo, y eso iba a ser muy gracioso cuando se los contara.
Ace estaba feliz. Thatch era muy familiar, y cuando llegó la hora de dormir, ambos caminaron juntos, aunque todos los hermanos sobreprotectores de Ace en el barco se dieron cuenta de lo que pasaba.
—¿Ace? ¿Vas a algún lugar con Thatch? —preguntó Marco, llamando la atención de todos, incluido Barba Blanca, que levantó una ceja, intrigado.
—Voy con Thatch a dormir —respondió Ace de manera tan casual que ni siquiera notó las caras de envidia de todos mientras Thatch reía.
—¿No prefieres dormir con papá? —propuso Barba Blanca, apuntándose a sí mismo en un intento de que Ace lo eligiera.
—No, voy a dormir con Thatch —dijo Ace, tomándose de la mano del cocinero.
—Ja —rió Thatch, tomándolo en brazos antes de que alguien más intentara robarle a Ace. Al salir del cuarto, se escuchó el sonido de algo de cristal rompiéndose.
—Cálmate, Marco —dijo Barba Blanca al ver que su hijo se limpiaba cristales de la mano.
—Sí, no te vayas a morir... de celos —dijo Haruta, mientras los demás reían ante la expresión de Marco, que los miraba molesto.
El único problema era que, en el fondo, ellos estaban igual de celosos que Marco.
—No estoy celoso, yoi —Marco se levantó de la mesa y se fue.
Thatch siempre tenía una conexión especial con los niños por ser tan infantil. Aunque, claro, Marco también podía ser muy divertido cuando quería.
—Mañana me encargaré de que Ace pase todo el día conmigo. Le mostraré lo divertido que es ser un pirata de Barba Blanca, y entonces querrá dormir conmigo y no con Thatch, yoi —Marco se sobó las manos, como si fuera el mejor plan del mundo.
Mientras tanto, Thatch le puso una camisa a Ace, y ambos se metieron a la cama.
—Entonces, ¿me vas a contar por qué querías dormir conmigo? —preguntó Thatch, dándose la vuelta para mirar a Ace, que suspiró.
—No quiero estar solo... —Ace apretó los labios, haciendo uno de los pucheros más tiernos que Thatch había visto en su vida.
—Entiendo. A veces a mí tampoco me gusta estar solo —admitió Thatch, queriendo mantener el hilo de confianza entre ellos.
—¿Y qué haces cuando eso te pasa? —preguntó Ace con curiosidad.
—Bueno, para eso estamos en familia, ¿no? Solo me voy con alguno de los cientos de hermanos que tenemos —rió Thatch.
—Familia... —repitió Ace, pensando en la palabra.
—Eso es, Ace. Ahora tienes un montón de familia que te quiere mucho, y te quedarás con nosotros siempre. Nos cuidamos unos a otros —explicó Thatch mientras se acurrucaba con Ace, que aceptó el cariño feliz.
—¿Eso significa que nunca podré navegar solo? —Ace bostezó, quedándose un poco dormido.
—Bueno, cuando seas lo suficientemente grande, claro que puedes. Aunque vas a tener que hacerle muchos ojitos de perrito a papá la primera vez —rió Thatch—. Barba Blanca siempre tiene problemas para soltar a sus hijos.
—¿Tú cómo llegaste aquí? —preguntó Ace.
—Bueno, básicamente yo estaba en una isla, en un concurso de comida. Mi marca ya había florecido, y la competencia era para hacer comida masiva para un festival. Papá estaba ahí, y después de que gané el primer lugar y me fui a dormir, desperté en el barco... rodeado de gente. Papá dijo que ahora era parte de la familia. No fue fácil, porque todos aquí saben pelear y yo... bueno, soy un pacifista, no peleo si no es necesario. Luego llegaron más, hicimos divisiones y mi marca cambió a la de un comandante.
—Eso... eso es secuestro —Ace se rió mientras se quedaba completamente dormido.
Mientras tanto, Barba Blanca miraba al techo desde su cama. Maldita sea, él también quería que Ace durmiera con él. Muy pocas veces había tenido la oportunidad de tener a sus hijos desde que eran pequeños. Pero justamente Ace era muy arisco, como un gatito enojado que se esconde para que no lo tomen en brazos.
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