- El menor -


Thatch y Marco caminaban por el bosque pensativos; ya llevaban 3 días lejos del Moby Dick, sin encontrar al niño que actualmente sería el menor de sus hermanitos. Pero ninguno de los dos geniales y fabulosos comandantes de Barba Blanca tomó en cuenta un pequeñísimo detallito: ninguno de sus hermanitos había sido realmente fácil de capturar. Que Ace fuera un niño pequeño no significaba que fuera más sencillo. Además, tenían que sumarle que el niño tenía dos hermanos a los que adoraba con el alma y que no tenía pensado, por nada del mundo, abandonar.

¡Es como si fuera una especie de gato! ¿No puede quedarse quieto y dejar que sus hermanos mayores se encarguen de todo? — Thatch gimoteó mientras subía otra colina agotado con Marco.

Sí, si fuera así de sencillo, entonces no sería un Barba Blanca, ¿verdad? — Marco se sostuvo el pecho. Esto era demasiado. ¿Vivir en la jungla había hecho tan ágiles a estos niños?

¿Qué le pasó a nuestro Den Den de comunicación? — preguntó por décima vez Thatch.

Se lo... se lo llevó ese mono raro, yoi — Marco se sostuvo de un árbol y se detuvo en seco, levantando un brazo para detener el caminar de Thatch. El cocinero estuvo a punto de reclamar cuando su mirada se encontró con una imagen tan hermosa.

Ace, el pequeño pecoso, estaba sentado al estilo indio sobre una roca mientras esperaba con paciencia, con sus ojitos cerrados, a que algo picara en su caña.

Él parece tan tranquilo — Thatch le susurró a Marco, que asintió fijándose en la espalda de Ace.

La marca está casi terminada. Parece que le duele mucho, pero no puedo tratarlo si no lo atrapo, yo — Marco miró a Thatch, y ambos asintieron al mismo tiempo. Se dividieron hacia los lados. Si Ace corría hacia otro lado, el otro lo atraparía. Marco sería el primero en hablar porque Ace ya le tenía mala impresión a Thatch.

¡Hola, Ace, yoi! — Marco llamó al niño con una sonrisa.

Ace levantó la vista rápidamente en dirección al rubio.

Es el hombre piña — Marco sonrió nervioso. No quería asustar a su hermano menor.

Me llamo Marco, yoi— Ace lo miró con los ojos entrecerrados.

¿Qué quiere, hombre piña, y dónde está el pelo pan? — Marco suspiró. Si era cabezadura como todos sus hermanos.

Veo que te duele la espalda. Soy médico. ¿Me dejas revisarte? Puedo darte algo para que no te duela, yoi— Marco sonrió mientras Ace se comenzaba a levantar para escapar.

No, no lo necesito, gracias. Tengo que irme — Ace tomó su caña con calma. — ¿Puedes decirle al pelo de pan que salga de los arbustos? — Ace le gruñó a Marco. El rubio lo quedó mirando. ¿Cómo este niño sabía que Thatch estaba ahí? Era muy joven, pero en la playa también los había encontrado solo por su presencia. ¿Haki? ¿Un niño tan pequeñito con Haki?

¡Hola, Ace! — Thatch salió del arbusto con una sonrisa nerviosa.

Hola... — Ace miró a los dos. Ya tenía una ruta para escapar, pero no estaba ansioso. Tenía que hacer tiempo para despistarlos.

¿No estás con tus hermanitos, yoi? — Marco preguntó con una sonrisa. Estaba acorralando al niño.

Ellos están perfectamente. No necesito que preguntes por ellos. Son mis hermanos y mi deber — Ace se quedó callado. Marco y Thatch escucharon un par de gritos y luego miraron al niño que estaba sudando.

¡Estos desgraciados! — Marco y Thatch se sorprendieron cuando el chico, en lugar de ir por los lados, se fue recto, esquivándolos a los dos.

¡Espera, Ace! — Thatch se preocupó por el niño, pero estaban en el terreno de juego de Ace. Él se había criado en la jungla.

Ese niño es una locura — Thatch miró a Marco, que tenía una sonrisa en la cara.

Es muy responsable con cuidar a sus hermanos. Es fuerte. Parece que tiene Haki. A papá le va a encantar. Además, es un bebé. Encajará tan bien, yoi — Marco ya se sentía como un hermano mayor orgulloso.

Thatch lo miró serio y luego miró triste al suelo.

¿Qué pasa, yoi? — Marco miró a Thatch.

Es que... él es tan buen hermano, pero... los otros dos son lindos y todo, pero no son nuestros... y sabes qué es lo que va a pasar, mantener niños que no nos pertenecen en la familia duele. Ahora que son jóvenes... ¿tendremos que separarlos, verdad? — Thatch miró a Marco, que suspiró.

Sí, lo mismo que nos pasó cuando Izo se tuvo que separar de Oden. No te preocupes, Oyaji sabe cómo se hace esto. Tenemos experiencia, yoi— Marco le dio una palmadita en el hombro a Thatch.

Es muy triste. No creo que él haga caso a eso — Thatch miró a Marco. Thatch apenas llevaba un año dentro del barco desde que se unió.

Marco pasó su brazo sobre el hombro de su hermano menor y lo abrazó, calmándolo.

Vamos, tenemos que hacer esto. Papá sabrá qué hacer, yoi— Thatch sonrió y comenzó a correr al lado de Marco. Tenían que encontrar a su hermanito menor. Papá ya debe estar preocupado porque han estado demasiado tiempo fuera para solo encontrar a unos niños y ellos no han podido avisar, ni siquiera han podido contarles sobre la marca de Ace.

¿Puedes sentir su Haki? — Thatch le gritó a Marco, que asintió rápidamente.

Mientras tanto, Sabo y Ace se estaban peleando con un cocodrilo. Ese animal desgraciado se había tragado a su hermano menor. Ace se sentía realmente asustado. Tenía que sacar a su hermano del estómago de este cocodrilo de mierda ahora, porque si no, los otros dos locos los iban a encontrar, y no tenía ni idea de si sus intenciones eran malas o buenas.

¡Ace, ahí va! — Sabo gritó cuando el cocodrilo escupió a Luffy, que salió volando de la boca del animal.

Ace dio un salto e impulsó con el fuego de su fruta del diablo para poder atrapar a su hermano y regresar al suelo.

Gracias, Ace — Ace sonrió a Luffy mientras el pobre cocodrilo sufría de los palazos que le estaba dando Sabo.

Pobrecito — Ace y Luffy se miraron y luego rieron.

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