Capítulo 4 - Desorden del sueño

          Alex Park estaba casado con Jessica, ella era envidiada en el pueblo donde vivían, pues ella estaba casada con el mejor doctor en ese lugar además que siempre fue la persona más humanitaria, no había quien no lo conociese aunque, no todo era positivo.

          Él resaltaba ya que siempre fue lo más perfecto que alguien podía ser, excelente calificaciones en la escuela, quedó número uno en todas las competencias de natación y también fue el líder del equipo fútbol. Esa "perfección" hizo que muchas personas dudaran de él como una desconfianza de que algo simplemente ocultaba, muy pocas personas lo veían fuera del hospital incluso trabajaba turnos nocturnos, su piel era tan blanca como la de ningún otro. Era otra de sus extrañas características.

          En el pueblo donde vivían las casas estaban bastante alejadas entre sí y los vecinos solo coincidían cuando salían a las calles aún así rumores llegaron a su esposa. Las ancianas del pueblo decían que el Doctor Alex Park era una especie de vampiro o bestia que veían deambulando por las noches, los rumores empezaron a aumentar cuando muchas mujeres siendo la mayoría enfermeras habían desaparecido. Sus cuerpos aparecían rasgados y su cuello degollado con cuchillos. Los ojos de las mujeres permanecían abiertos porque estaban cocidos. Esas cosas no las hace un vampiro.

          Aún así las ancianas del pueblo seguían especulando, los policías no encontraban ningún sospechoso los asesinatos habían sido bien elaborados y sin dejar ninguna prueba aparente.

          Las mujeres asesinadas morían desangradas, la única prueba que encontraban los forenses eran dibujos de lo que parecían garras como si de un felino se tratase aunque los forenses se dieron cuenta de que estas eran hechas con unas navajas.

          Jessica no podía creer que alguien tan bueno como Alex hiciera eso y lo defendió a pesar de saber que últimamente parecía otra persona ya casi ni tiempo pasaba con ella. Y por las noches cuando no estaba trabajando simplemente caminaba por la casa pero nunca le dio tanta importancia como lo hizo esa noche.

          Una noche la mujer se propuso a saber que hacía su esposo cuando se quedaba en casa y no trabajaba, esperó que se hiciera de noche y se hizo la dormida en aquella cama, esa noche Alex entró y la vio dormir

          —Ya está dormida —susurró Alex hablando con el vacío como si alguien a su lado estuviese —. Ya te dije que sí, ella está dormida —exclamó nuevamente con más fuerza y su esposa escuchaba algo aterrada, quizás sea solo un sonámbulo fue lo primero que pensó pero ya no había marcha atrás tenía que terminar de averiguar.

          Alex por fin salió de la habitación, Jessica esperó algunos minutos y salió con el también. El televisor aún estaba encendido aunque solo se podía escuchar la estática, Jessica quiso llamar a su esposo pero temió de lo que podría pasar así que simplemente se mantuvo callada, a lo lejos se podían escuchar dos voces, se preguntó con quien estaría hablando su esposo a estas horas quizás por teléfono. Ella buscaba simplemente una razón para que todo tuviese sentido, una puerta semi abierta que daba hacía el baño, ella se acercó lentamente pero sin entrar.

          —Juguemos —escuchó una voz que parecía de algún animal animado de una película —. Sabes que quieres que juguemos.

          —Déjame dormir gato necesito dormir —escuchó la voz de su esposo y esto hizo que su tensión se bajara de golpe, quizás aquello que decían aquellas ancianas era cierto, se tornó triste pero además de tristeza un gran miedo y frío rodeó su cuerpo. La realidad la derrumbó, posiblemente estaba viviendo con un asesino al que ella amaba.

          Cuando dejó de divagar en sus pensamientos salió corriendo lo más rápido que pudo hacia su cuarto realmente no sabía qué hacer así que simplemente volvió a la cama e intentó conciliar el sueño con las esperanza de que todo fuese una pesadilla sin percatarse que hizo mucho ruido, su esposo de inmediato entra a la habitación.

          —No quería hacerte esto —dijo Alex Park hablándole a su esposa que fingía estar dormida — ¿Por qué despertaste? ahora tendré que jugar contigo —continuó hablando aunque esta vez con aquella voz macabra que parecía animada y chillona.

          Ya no parecía el hombre que ella amaba, pronto se montó encima de ella y la empezó a agitar y gritar.

          —¡Juguemos, juguemos despierta… despierta! —le exigía gritando  mientras la sacudía tomando sus hombros, Jessica gritaba de desesperación, las lagrimas salían de sus ojos, gritaba tan fuerte que su garganta le ardió, pero al parecer sus vecinos no podían escucharla.

          Cuando al fin su esposo se quitó de encima de ella, corrió hacia la puerta de la entrada  asustada y ahogada en su desesperación, mientras corría casi se resbalaba, nunca había sido tan torpe. Su esposo como un felino fue a buscarla corriendo con mucha agilidad llegó hacia la puerta en menos pasos de los que lo había hecho ella.

          —¿A dónde vas pequeño ratoncito? —dijo su esposo fingiendo aquella tenebrosa voz. Sonreía con mucha malicia y la miraba como un gato mira a su presa con las pupilas dilatadas y caminando con delicadeza y afinidad.

          —¡Amor, por favor amor no hagas esto! —Suplicaba su esposa en medio de llantos —. Yo te amo, realmente te amo no hagas esto.

          Alex Park la tomó por el cabello a la fuerza mientras ella seguía suplicando que se detuviera, la arrastró hacia la habitación y Jessica gritaba de dolor, pero más dolor le causaba que su marido le estuviera haciendo esas cosas.

          Jessica intentó huir varios días y varias noches y no podía dejar de llorar, no quería comer ni beber nada,  su esposo simplemente quería jugar, todo rastro de su personalidad había desaparecido.

          Jessica estaba débil, con sueño, con hambre y con sed. Se desangraba poco a poco por los rasguños y cortadas que las navajas del Gato, que era el nombre que su esposo se daba así mismo con aquella voz chillona.

          Ya era la quinta noche y Jessica estaba recostada en la cama había comido y bebido un poco, sus labios estaban partidos y su piel estaba reseca. Aunque sus rasguños cicatrizaban lentamente el Gato se encargaba de hacer unos nuevos, pero que no la mataran tan rápido, él quería una presa para divertirse.

          Sus últimas fuerzas las utilizó para intentar salir por la puerta de atrás de la casa se arrastraba casi gateando sobre el piso, las heridas le ardían y sangraban mientras se arrastraba sobre el suelo, pero hizo un gran esfuerzo por no gritar de dolor.

          —¡Yo la amaba! —gritó su esposo con su verdadera voz desde el baño, parecía que había recuperado la conciencia. Pero Jessica solo sentía terror por él, en su mente no cabía nada más que no fuera salir de ese lugar —.  ¡Yo la amaba!

          —¡Matala ya! Ya ella no puede jugar —volvió a gritar Alex pero cambiando su voz.

          Jessica se perturbaba y se desesperaba al escuchar esa voz empezaba a temblar cuando lo escuchaba esa voz fingida de el demoniaco Gato que poseía la mente de su esposo, incluso se escuchaba como fingía aquellos terroríficos ronroneos. Su esposo no se dio cuenta que ella estaba a punto de escapar pero no fue necesario que se diera cuenta porque cuando Alex al fin decidió acabar con su vida ella ya había muerto desangrada y deshidratada su piel estaba blanca como la leche.

          En ese justo momento cuando Alex vio el cuerpo sin vida de su esposa, despertó. Alex por fin estaba despierto ya no estaba en ese mundo ilusorio que su mente creaba por tanto cansancio. Pero ya era tarde su amada estaba muerta al igual que las enfermeras, los ojos de su esposa no necesitaban que se cosieran para mantenerse abiertos, ella murió con los ojos así y así quedaron.

          Luego de un par de días Alex fue hallado durmiendo con lágrimas en el rostro la evidencia estaba allí ya todo era claro. La policía había terminado su trabajo pero ya era muy tarde.

          Alex decía que una entidad juguetona que nunca descansa. Lo eligió como compañero de juego y este lo mantenía despierto usaba una máscara de un gato con grandes orejas, que era blanco como la nieve. No podía dormir y cuando lo hacía la entidad se enojaba y se montaba sobre él y rasguñaba su cuello y cara muchas veces rasgaba su espalda. Alex tenía muchas cicatrices de rasguños que los policías y los forenses descubrieron que se las hacía el mismo en medio de sus ilusiones. Tenía muchas pesadillas, las cosas parecían distorsionarse a sus ojos sobre todo en la noche.

          El Gato parecía más fuerte cada vez que el asesinaba, sacaba toda la sangre de las víctimas porque esta no le gustaba a esa entidad y les cocía los ojos para que permanecieran despiertos jugando, y así ese demonio no lo atormentaría a él, interrumpiendo su sueño en un perpetuo insomnio.

          Alex parecía un hombre muy trabajador cuyo sueño no llegó a conciliar eso desató un problema que ya estaba en él, a diferencia de los problemas de personalidad múltiple, la causa de la creación de su entidad fue el cansancio lo que fue provocando en el ilusiones, la falta del dormir puede tener graves consecuencias. Aunque es la primera vez que veo un caso del desorden del sueño tan extraño que resultó en cinco asesinatos incluyendo el de su esposa.

          Escribo en mi cuaderno y Alex se queda callado y no me cuenta mucho más, se queda en blanco y lagrimas brotan de sus ojos después de que me contó la historia.

          —Ya se lo puede llevar enfermera Wood —digo y cierro mi cuaderno.

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