Capítulo 19 - Doctor Romero

          —¡Ella está viva! —grito olvidando por completo de que estoy escondido. Necesito salir de acá y encontrarla pero ¿cómo lo hago?

          Apago la luz que me permitió leer el diario y escucho alarmas y muchos pasos que provienen de varios lugares. Permanezco agachado y escondido. Sí me encontraban no iba a poder salir de acá nunca.

          Escucho que algo se acerca, es alguien con una linterna me mantengo lo más callado que puedo incluso cierro los ojos y aguanto la respiración.

          La persona entra a la habitación donde estoy y alumbra todo el lugar excepto debajo detrás de la cama donde yo estaba agachado, el hombre sale de la habitación, doy pasos agachado y salgo de la habitación y tomo la dirección opuesta que tomó él.

          En realidad no sé donde me encuentro, no sé a dónde me trajeron, este nivel parece un laberinto. Las únicas luces que iluminan son las luces rojas y las luces de los guardias que me buscan.

          —Yo te sacaré de acá —escucho en mi mente decir a aquella voz de el miedo mientras que puedo verlo moverse entre la sombras.

          No me parece buena idea confiar en esa entidad, todo este tiempo no me ha guiado a nada bueno, además Andrew lo escribió, ella fue la que lo obligó a matar a mis padres, aún así no tengo otras opciones así que creo debo hacerle algo de caso esta vez, escucho la voz que me guía a caminos donde los guardias no pueden ni siquiera acercarse a mí, es como si no pudieran verme.

          Al fin estoy viendo una puerta grande que parece la salida, está vigilada por dos guardias que estaban en las esquinas.

          —Sal —susurró —. Yo te protegeré.

          Me acerco a la puerta caminando lentamente y la abro, esto me parece un extraño deja vu. Ellos estaban allí observando como si buscaran a alguien. Y sin embargo yo estoy al frente de ellos y no me ven. No quiero que su ceguera temporal desaparezca así que continúo siguiendo las sombras y las instrucciones. Pero no me guiaban al lugar que esperaba.

          El nivel 4 era el lugar a donde me había llevado la tramposa entidad.

          —¡No seguiré! —grito porque sé que es lo que este demonio quiere. El quiere que de alguna manera yo lo libere. Sé que esto no tiene ningún sentido.

          Unas sombras empezaron a rodearme y mi cabeza empieza a dar vueltas y el suelo parece temblar, una imagen de Cat aparece al frente de mí dándome a entender que este es el camino hacia ella. Sé que esto no es real pero no podía ignorar aquella imagen de la chica que amo.

          Cuando me acerco hacia ella de sus ojos empezaron a salir sangre y ella abre su boca y empieza a gritar de tal forma que me perturba por lo que esta vez me alejo de ese lugar.

          Es increíble como no podemos alejarnos de las personas que amamos. Aunque yo sabía que no se trataba de ella verla así me atormentaba.

          —Esto no me hará cambiar de opinión, ya no lograrás atormentarme —le grito a esa entidad que sé que me escucha, muy seguro de mí.
 
         De repente todas las alucinaciones desaparecen, estoy respirando muy rápido y sudando mucho, justo en frente de mí están unas letras que claramente dicen «nivel 4», pero no tengo intención de entrar. Debo encontrar otra forma de salir pero me temo a que ya es tarde varios guardias me toman por la espalda y me lanzan al suelo quizás fueron atraídos por mis gritos.

         —Nooooooo, nooooo suéltenme, me tengo que ir, yo no estoy loco ella está viva, ella está viva —grito desesperado intentando zafarme pero ellos me ignoran. Golpeo a uno y logro correr un poco. Pero al final del pasillo hay más de ellos, no tengo escapatoria. Me tratan como a un animal.

         Ellos saben muy bien que yo digo la verdad pero simplemente me ignoran como si fuera otro paciente más. Pero eso ya no va funcionar conmigo luego de haber leído las notas de Andrews nada me va a perturbar.

         Intento encontrar otro camino pero lo que encuentro es al señor Romero con varios guardias y enfermeros estos me agarran de los brazos.

          —Tranquilo Leroy solo queremos ayudarte —dice el señor romero.

         —Sí quieres ayudarme entonces suéltame —le grito pero esto solo hace que me agarren aún más fuerte —. ¿Dónde la tienes, donde está ella? —pregunto desesperado intentando liberarme, el se acerca a mí y toma mi hombro.

          —¿A quién te refieres viejo amigo? —me pregunta haciéndose el incrédulo. Yo no soy su amigo, ¿por qué sigue fingiendo?

          —¿Catteline, dónde está Catteline?

          —Tú bien sabes dónde está, es por la razón que estás aquí, debes dejar de imaginarte tantas cosas Leroy, debes admitir lo que le hiciste —me miente el señor Romero. Su tono de voz es tan persuasivo y tranquilo, pero eso no me convence ni me confunde ya, yo estoy muy seguro de lo que es real ahora.

          —¡Ya no sigas con tu juego! —exclamo y me retuerzo de la rabia —. Sueltame, la tengo que buscar —Aunque me sacudo muy fuerte uno de los enfermeros me inyecta un líquido en el brazo —. ¡Yo sé lo de tu hija! Ella está muerta y no la recuperarás.

          Mis gritos no parecen afectarle y yo simplemente siento como si estuviera meciéndome en un bote que cada vez está más a punto de voltearse.

          —Estás diciendo puras barbaridades —intenta explicarse, su voz empieza a notarse ronca como si algo la estuviese distorsionando.

          De su boca empieza a salir un masa negra pero a él no parece importarle y sigue hablando es como si fuese la sangre de una persona que lleva mucho tiempo descomponiéndose.

          Trato de alejarme de él y ya no puedo escuchar lo que dice, siento miedo y asco.

          —¡Todo estará bien te lo prometo! —dice el señor Romero y su voz se escucha como si estuviese distorsionada por una computadora, se escucha excesivamente grave.

          Eso es lo último que él dice y sale de la habitación donde me encuentro atado. Ya no me voy a poder liberar.

          Miro hacia todos lados buscando la forma de escapar y lo único que logro ver es como todo se tambalea como si las leyes de la física no existieran, sé que se trata del efecto de lo que me acaban de inyectar.

          Escucho la puerta abrirse nuevamente pero no logro ver de quien se trata aunque ese olor me es familiar. ¿Será posible que mi mente esté jugando conmigo nuevamente?

          Ella está allí Cat, justo en mi habitación su cara es de preocupación.

          —¿Cat, Cat vienes a ayudarme, realmente eres tú? —grito y grito y aunque intento moverme no logro nada —. Cat por favor respóndeme —sus ojos están hinchados probablemente por haber llorado mucho.

          No me responde por lo que me desespero pero sin embargo me está desatando ¡ella me está ayudando a escapar! Por un momento no me importa cómo ella llegó acá, ni porque no me responde. Cuando termina de desatarme la abrazo con tal fuerza. Si esto es una ilusión es muy real puedo sentir su olor, su calor, su cabello y lleva puesto un vestido negro...

          El mundo parece estar pudriéndose a mí alrededor insectos y toda clase de esos parásitos que veía antes rodean el lugar pero no me importa ya.

          —Estoy contigo, eso es lo único que me importa ahora —le digo a Cat y nuevamente no obtengo respuesta pero algo cambió, su olor, su calor... Ya no están.

         Tengo un cuchillo en la mano y lo que parecía un inocente abrazo era yo... yo asesinándola nuevamente.

          Ella cae en el suelo.

         Cierro mis ojos con la esperanza de que al abrirlos ya no esté.

          Para mi sorpresa al abrirlo ella no está o al menos eso creí en ese momento... A mis espaldas con el mismo vestido negro efectivamente estaba alguien pero no era precisamente Cat.

          Esos ojos tan azules que prácticamente brillan en la oscuridad, sin darme cuenta ya estaba otra vez atado en la cama como si me fuera despertado de un sueño pero sin embargo Sarah Aliso estaba sobre mí.

          —Siiiiii, querido amiguito —dijo con su peculiar tono de voz —. Te estás volviendo loco.

          —Suéltame... quítate de encima de mí —le ordeno pero no parece hacerme caso —, ¡no eres real! —le grito y ella parece disfrutar de mi confusión riéndose.

          —Tienes razón, no soy real, estoy totalmente en tu cabeza... Jajajaja, eso te hace un loco tontín, ¿tú eres el doctor acá no lo crees así?

          Con todas mis fuerzas y con la poca movilidad que tengo logro empujarla haciendo que se caiga de la cama pero ella no para de reír.

          —¿Qué rayos eres, Sarah Aliso está muerta? —le pregunto mientras ella posa sus dedos sobre mi pecho como si estuviese jugando conmigo.

          —Ya ni sabes quién está vivo o muerto, ¿de verdad confías en tu cabeza?

          —Yo lo leí, en las notas que escribió Andrew, ya no me puedes mentir.

          —No te estoy mintiendo, el señor Romero tiene algo de razón en lo que hace —expresa aún con una sonrisa picara, al parecer ella tiene las mismas costumbres que Andrew porque veo en ella tiene intensiones de morderme como la última vez.

          —¿A qué te refieres? —pregunto, ya no sé si realmente estoy hablando con ella o con mi mente.

          —Vamos Leroy, esto es un juego, ¿hay que divertirnos, no? No te puedo dar todas las respuestas —aclara mientras se coloca totalmente sobre mí —. Juguemos a algo...

          Ella empieza a rasgar mis brazos con sus uñas, te daré dos opciones pero sin darte explicaciones de nada, pero claro cada opción amerita un pago —me propone la extraña chica y mientras me dice esto acaricia mi rostro y mi cabeza rapada.
—¡Dímelas! —le ordeno mientras trato de evitar que ella me toque.

          —La primera es que te ayudaré a escapar de acá con dos condiciones —argumenta Sarah —. Primero... bueno déjame pensar... hmmm, debes dejarme morder tus labios otra vez —aclara con una cara pícara —. Y segundo... Que ayudes al señor miedo a abrir las puertas, así yo podré volver.

          Esta chica o está realmente loca o mi mente está realmente perturbada, probablemente las dos.

          —¿¡Ni hablar, cual es la otra opción!? —grito desesperado.

          —La otra opción no me va a gustar y muchos menos a ti, no la escojas —sugiere.

          —¿Cuál es?

          Sus ojos azules pierden la luz y el brillo, de igual forma acerca sus labios a mí boca mientras yo intento evitarla, su boca apesta esta vez como el olor de un cadáver pero no puedo evitar que esta me bese y vuelva a romper mis labios.

          —En la segunda opción, te beso y te asesino —declara y seguido de estas palabras coloca una almohada sobre mí cabeza y empieza asfixiarme, ya casi no puedo respirar y no puedo hacer nada para quitarla de encima de mí.

          —¡Detente! —gritó la entidad del miedo con una rotunda voz que me trajo de vuelta a la realidad, o a lo que yo creía que era realidad.

          Ya sin aliento y tomando mucho aire luego de que un anciano me quitara de la cabeza la almohada logro observar que lleva las vestiduras de un paciente.

          —Ella me dijo que lo hiciera —aclara el anciano y no deja de temblar, asustado sale de la habitación.

          Mi labio está roto y ensangrentado nuevamente y puedo ver las marcas que me dejó en mis brazos. Pero algo bueno salió de todo esto, ya no estoy atado y ya puedo intentar salir de este lugar nuevamente.

          Me pongo a analizar todo. Todo lo que sucedió tuvo que ser real. Porque sino, como me he liberado. Creo que a lo que se refería Sarah Aliso cuando dijo lo del señor Romero es que realmente este mundo donde están estas entidades está conectado al mundo de los muertos.

          O al menos eso es lo único que se me puede ocurrir ahora con la información que tengo. Quizás por eso ella quería que ayudara al demonio miedo. O también puede ser que esta entidad la esté usando.

          Todo es muy incierto, y no quiero involucrarme. Lo único que me interesa es Catteline.

          Abro la puerta y una luz blanca y cegadora no me deja ver. Para mi infortunio allí están los guardias esperándome.

          —Déjenlo, tengo que hablar con él —les ordena el señor Romero a los guardias desde las cercanías. Por la luz cegadora no puedo verlo directamente —. Ven, no tienes opción ni escapatoria, solo quiero tener una charla contigo —Él tiene razón realmente no tengo más opción.

          Así que lo sigo hasta una puerta que parece ser su oficina, el cree que me estoy creyendo su papel de doctor bueno. Y creo que eso será una ventaja.

          Ya adentro me ofrece algo de comer. Lo que me hace pensar que ya bastante tiempo que no como algo. Y ni siquiera había pensado en eso hasta ahora.

          Quisiera decir que rechacé la comida pero realmente de un momento a otro sentí como si realmente moriría si no comía algo. Por lo que a penas trajo un par de emparedados me los como como si fuera un animal.

          —Vaya, ¿sí que no has comido bien eh Leroy? —me pregunta mientras se ríe.

          —Usted muy bien sabe porque no he comido, me tiene encerrado acá —le reclamo enojado.

          —Cálmate, tranquilo. Te equivocas Leroy, nosotros no te tenemos encerrado acá. Tú mismo te trajiste cuando asesinaste a esas personas.

          —Ya le dije que yo no he asesinado a nadie, usted solo me quiere usar —Por impulso me levanto gritando y tiro el plato y vaso donde me habían traído la comida al suelo.
 
          Rápidamente unos guardias entran a la habitación.

          —Tranquilos —les dice el señor Romero —, retírense, no los necesito —el señor no parece estar ni un poco preocupado.

          —Bueno, está bien no hablemos más de eso, quisiera que me dijera algo sobre Alexandra —afirma y agarra un lápiz, un papel y empieza a escribir cosas que no logro ver.

          —Yo no le diré nada, y lo sabe —aclaro, ya no me siento cómodo, al menos sé que no tienen a Alexandra.

          —¿A dónde se iban a ir? —pregunta y por primera vez se nota algo preocupado.

          —Solo íbamos a salir de acá, y espero que realmente haya podido escapar y no la encuentren nunca, sé todo lo que le han hecho a las personas en este lugar —confieso enojado, supongo que mi mirada mientras lo digo es realmente la de un psicópata.

          —Seguiré acá todo el día —declara el señor —. Seguiré acá hasta que decida aceptar la realidad, señor Reyes.

          —Puede quedarse todo lo que quiera, de mi no obtendrá nada, eso se lo aseguro —le afirmo rotundamente y los guardias parecen alarmarse.

          El Señor Romero toma unos lentes y los limpia con un pequeño pañuelo.

          —Sabe qué... —dice y hace una pausa excesivamente larga —. Jugaremos a su juego ¿le parece? —Su rostro cambió totalmente al colocarse las gafas es como si sufriera de algún tipo de síndrome de trastorno de personalidad múltiple.

          —Supongamos por un momento que realmente usted está acá por error, supongamos que en realidad no mató a esas personas y fue inculpado, supongamos que su novia está viva, ¿Entonces por qué no lo ha buscado ya? —Pregunta mientras mueve su mano como si utilizara alguna técnica de persuasión.

          —Porque ustedes la tienen. La tienen en algún lugar retenida o quizás ustedes le hayan hecho daño —respondo desesperado.

          —¿De eso ser así como usted lo dice, entonces por qué no nos haría caso? —me cuestiona el hombre y mientras dice eso una sonrisa maníaca se hace en su rostro —. Sí nosotros tenemos a su amada Catteline, debería obedecernos en todo ¿no lo cree?

          —¡Déjenla!

          —Bueno… puede sentirse culpable porque al parecer alguien ayudó a Alexandra a escarpar, espero que sepa el daño que le ha hecho a esa chica.

          Lo está admitiendo, está admitiendo que la tiene y yo no puedo hacer nada desde acá adentro. Me siento impotente y mi mente se confunde y quiere ahorcarlo y asesinarlo pero que ella siga viva me detiene, ¿alguien ayudó a escapar a Alexandra? Eso es muy extraño, realmente espero que esté bien.

          —¿Entonces, está seguro que no quiere cooperar? —me pregunta nuevamente y los guardias se empiezan a acercar.

          Yo me quedo en silencio porque no sé que responder. ¿Por qué tuve que ser yo el elegido, por qué no cualquier persona?, si realmente yo siempre he sido inocente o espero que así lo sea, me sorprende cuán caótica está mi mente que aunque sepa la verdad siga dudando de vez en cuando.

          —Está bien —afirmo —, cooperaré —seguido de estas palabras los guardias me rodean pero no me toman de los brazos ni nada, abren la puerta y me guían nuevamente hacia el nivel 4.

          Ya sé a qué viene todo esto es inevitable ya. No sé si pueda renunciar a Cat otra vez. Tengo que verla una vez más. Sin importar las consecuencias.

          Me hacen entrar a una habitación totalmente solo y cierran la puerta la habitación tiene el mismo olor putrefacto que había olido antes, pero esta vez sí se siente mucho más real. Y algo me dice que realmente lo es. Las cosas en esta habitación parecen moverse solas.

          Incluso puedo ver como algunas cosas están flotando y la luz se ve totalmente alterada. Allí al final de la habitación hay una puerta que está conectada a muchos cables y computadoras a su alrededor. También hay una camilla que está muy sucia, parece el resto de sangre y también tiene varios rasguños. Creo que esta es la camilla con la que intentan utilizar a las personas como canal y definitivamente yo seré el próximo.

          —Esta vez será totalmente seguro que el canal se abrirá —se escuchan en unas cornetas la voz de Romero al lugar entran varios guardias uniformados con trajes antitóxicos, junto a ellos, también está Alex y otra persona que desconozco. Es una niña pero es muy extraño ya que este psiquiátrico no debería albergar niños.

          Alex parece estar en un modo de cordura pero la niña no está bien. Se mueve inquietamente aún así los guardias la sostienen incluso cuando ella intenta morderlos y golpearlos. Su cabello es negro y sus ojos son extraños uno de color negro mientras que el derecho es de un color carmesí. Como doctor no debería decir esto pero el aspecto de la niña realmente denota que ella no está sana mentalmente lo que sería la razón por la que está acá conmigo y Alex.

          Los guardias rápidamente quitan la camilla ensangrentada y a los tres nos colocan una camisa de fuerza y nos sientan en una silla. Ya no puedo moverme y estoy asustado pero no tan asustado como la pequeña niña que sin decir nada empieza a moverse desesperadamente.

          —¡Déjenla! —grito angustiado —. Pensé que conmigo era suficiente.

          Todos simplemente me ignoran pero la chica de ojos de colores diferentes a los que se le conoce como heterocromía se me queda mirando con unos ojos de desilusión como si supiera que ya todo se ha acabado y puede que tenga razón, sin embargo de su boca no sale ninguna palabra.

          Me pregunto si realmente puede hablar. Alex sin embargo está confundido y hace muchas preguntas. Al parecer también intenta comunicarse con su amigo que ya no creo que sea imaginario.

          A los tres nos conectan una especie de chupones en la cabeza para después colocarnos una especie de casco, la niña empieza a hacer pequeños murmullos pero sin decir ni una palabra Alex vuelve a tener esa personalidad sádica de antes y empieza a actuar como si el demonio con forma de gato lo volviera a controlar.

          Respiro profundo e intento pensar en Cat para superar todo, pero algo empieza a suceder. Todas las luces empiezan a parpadear más rápido y allí puedo ver al miedo. Creo que nunca antes lo había visto tan alto y encorvado. Su rostro se mueve cambiándose de diferentes formas. Ahora yo no soy el único que puede verlo ya que las expresiones de Alex y la niña deben ser iguales a la que yo tuve alguna vez.

          Es como si la mente de Alex y la niña estuvieran conectadas a la mía y eso los permitiera ver a la encarnación del miedo.

          Los guardias con trajes de antitoxinas rápidamente se acercan a mí y me inyectan algo en el brazo. Mi corazón agitado empieza a calmarse al igual que yo. Siento que me estoy desvaneciendo pero la luz sigue titilando muy fuerte. Puedo ver como sangre empieza a salir de mi nariz y de mis ojos y cuando veo a Alex y a la niña parece pasarle lo mismo. Todas las luces en ese momento se apagan y la puerta que había visto al frente de nosotros donde se supone está el portal emite una luz muy blanca que ilumina la habitación.

          —Leroy ahora mandaremos tu mente a esa dimensión debes mantener el portal abierto, sí quieres volver a ver a Catt con vida —escucho a penas decir al señor Romero a través de los altavoces

          Un guardia baja una palanca y es como si fuera dado un salto hacia otro lugar porque todo está calmado ahora o bueno al menos por un momento. Puedo escuchar como una niña llora en la misma habitación que yo.

          Me acerco a ella y es la misma niña de ojos extraños y pelo negro de antes.

          —Estás acá conmigo, tranquila —le digo, mi voz parece calmarla y me mira preocupada —. ¿Puedes hablar? —le pregunto porque lo único que me hace son señas.

          —En este lugar sí puedo —me aclara, al fin me responde con una voz muy dulce pero temblorosa.

          —¿En este lugar y en qué lugar estamos? —pregunto confundido, la niña al parecer ya ha estado acá pero ¿dónde es acá? Todo parece normal hasta ahora.

          —Es el infierno —responde la niña y vuelve a caer en silencio pero esta vez empieza a caminar.

          —¿Qué tenemos que hacer? —pregunto porque probablemente ella sepa.

          La niña no me responde y simplemente sigue caminando por el lugar al parecer es una casa abandonada.

          —¿Cómo llegamos acá?

          —A través de nuestras mentes podemos unirnos con el otro lado —susurra la chica como si algo nos acechara y realmente así lo creo porque puedo escuchar pequeños pasos alrededor —. Ellos quieren que unamos lo dos mundos —explica la niña y hace un circulo con su mano haciendo una forma muy parecida a la puerta que había visto antes.

          —¿Y nosotros somos el canal? —insisto en preguntar y me cuesta ya que pienso debe estar más que traumatizada pero es la única forma de encontrar una solución a todo esto.

          La niña simplemente asiente.
 
          Un sonido extraño se escucha y el suelo empieza a temblar, la niña me señala un armario donde la gente suele guardar sus pertenencias había varios de ellos de color gris en fila.

          —Escondámonos —me dice.

          Todo el lugar empieza a tener un color rojo como si la realidad se distorsionara y cambiara repentinamente hacia un bosque y luego otra vez a la habitación. Lo hace constantemente como si la realidad no fuese consistente. Es difícil de explicar pero cuando estaba en la realidad las cosas que veía eran alucinaciones pero acá es todo lo contrario acá todo es un descontrol y un caos, nada tiene sentido.

          —Mira —señala la niña mientras el suelo sigue temblando. Una criatura gorda y grotesca da gigantes pasos. Con ella viene una gran inmundicia y muchos gusanos que salen de sus heridas es como una especie de hombre cerdo. La niña se asusta y se tapa los ojos dentro del armario y yo simplemente no puedo creer lo que veo.

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