I. ANSIEDAD
DISCLAIMER: Demon Slayer pertenece a Koyoharu Gotōge. Publicado por la revista Shonen Jump y animado por el estudio Ufotable.
Las imágenes utilizadas para la portada e ilustraciones de esta historia no me pertenecen. Los créditos a sus respectivos autores.
Esta entrega se ubica dentro del manga "Tomioka Giyuu Gaiden", (Autora) Koyoharu Gotoge & Ryouji Hirano (Dibujante); por lo que puede contener spoilers del mismo.
ADVERTENCIA: Lemon explicito.
I. ANSIEDAD
"¡Los débiles no tienen derechos!
¡No pueden tomar decisiones!
¡Todo lo que pueden hacer es ser implacablemente aplastados por los fuertes!".
Cada una de sus palabras resuenan repetitivamente en su cabeza. Y cada una de sus acciones en ese momento, le atormentaban. No podía simplemente fingir que el encuentro con aquel niño y su hermana nunca sucedió, por que apenas habían pasado un par de días.
Él era débil, y se había atrevido a tomar una decisión absurda. Ahora debía ser aplastado por el peso de sus propias culpas.
Si tan solo hubiera llegado unas horas antes, tal vez esa familia no habría sido masacrada.
Y a estas alturas, es muy probable que el joven carbonero también esté muerto y asquerosamente desmembrado y; la demonio se encuentre segando la vida de más víctimas.
Gira sobre el futón buscando algo de comodidad que le permita caer por fin rendido al sueño. Está agotado; pero las escasas horas que tiene para dormir son invadidas por pensamientos que no se callan y no dan tregua. Que le llenan de dudas y lo reprenden por su negligencia.
Debió noquear al chico y ejecutarla. Sin sentimentalismos, sin culpa; como siempre había hecho.
Pero se permitió dudar y recordar... recordar cuánto lo amaba su hermana mayor al ser tragada por un demonio mientras él unía; asustado, pequeño y cobarde. Como ella lo escondió entre sus brazos al escapar, tal y como ese par de hermanos recrearon; apelando al corazón de pollo que desconocía tener.
Ojalá pudiera simplemente golpearse la cabeza y descansar; aunque sea por unos minutos, deshacerse de su constante juicio imaginario.
A pesar de estar arropado, tenía escalofríos y padecía una terrible neuralgia. Sentía su garganta seca, un nudo en las vertebras de su cuello y su corazón latir rápida y dolorosamente cuando pensaba en los Kamado.
Había cometido muchos errores a lo largo de su existencia, pero tenía el presentimiento de este sería el mayor de todos.
Intenta relajarse. Si los chiquillos llegan hasta la casa de su maestro, cosa que duda... Urokodaki se hará cargo y terminará con el trabajo. Espera que así sea.
Necesita tranquilizar a su conciencia de algún modo.
Necesita evadir, olvidar, gritar y luego; recuperar la calma para posteriormente analizar de forma objetiva los hechos.
«Es lo que llaman paz», supone.
Pocas veces ha experimentado algo similar a ese concepto, cuando está con...
Suspira derrotado por la ansiedad. Necesitaba tener la "paz" entre sus manos,abrasarla y besarla con toda la rabia y frustración que siente; no importa si es tan sólo por algunos instantes. Incluso si no lo mereciese estar con ella.
...
Aunque extraño, era una escena singularmente graciosa.
Taro, el perro de la matagi Yae, tenía firmemente atrapada entre sus fauces la mano derecha de Tomioka y no parecía tener intenciones de soltarle. Al contrario; gruñía amenazador y se aferraba al cazador cuando esté lo agitaba para qué lo dejase.
Giyuu estaba tan absorto en sus pensamientos, con su mente rondando y recreando escenas pasadas en las montañas vecinas que; en su distracción, había intentado acariciar la cabecita del felpudo animalejo. Pero él nunca fue bueno para ganarse la confianza de las mascotas, y menos de ese can tan arisco y huraño.
Su dueña le gritó para que se detuviera, más Taro no cedería tan fácilmente.
Quizás su hostilidad se debiese al olor del pilar del agua. El olor a sangre, muerte y maldad qué se les pegaba luego de una batalla y que por más que lavase su ropa tras una misión; ese espantoso aroma no se desprendía. Todos los cazadores olían igual o... sólo era su imaginación.
«...O simplemente; todos los animales te odian, Tomioka-san», rió Shinobu en su mente.
Cuando aparentemente Giyuu logró deshacerse de su rival cuadrúpedo; la cazadora retomó la conversación con la joven, intentando persuadirla para sacarle alguna información.
—Lo que te haya atacado, Yae-san; puede ser el trabajo de un demonio...
—¡Kochou! —fue interrumpida y al girar su rostro para encararle su intermisión, vio un cuadro aún más ridículo qué el de hace unos momentos. —Es mi trabajo, yo le explicaré.
De algún modo; el perro había trepado por la espalda del hombre y ahora, lo tenía mordisqueándole la parte trasera de su cabeza. Él, altanero, trataba de disimular su expresión de dolor reemplazándola con una de fastidio. Fastidio contra Taro y contra Shinobu.
Quiso burlarse de él, pues no la dejaba ser seria en un momento tan delicado.
— No. —regañó. —¿Cómo puedes decir eso? ¿Eres consciente de qué estás siendo atacado en este momento?
— No me están atacando. Sólo estoy tonteando.
El animal tensó su mordida.
— Suficiente. Déjame a mí, Tomioka-san.
Bufó enfadado, ¿en qué punto creyó que encontrar a Kochou merodeando en la misma zona que él había sido buena suerte?
...
—¡Fastidioso! ¡Muévete! —escuchó gritar fuera de la casa. Yae y Giyuu discutían en el pórtico, así que se asomó a ver.
—... Por lo menos, nunca he visto a nadie volver a ser humano. —susurró Tomioka. Su semblante era extraño, triste y arrepentido. Él no tenía un gran repertorio de gestos, pero pocas veces lo había visto con una expresión tan amarga. Sintió un ligero escalofrío.
Yae meditó sus palabras, pero no le contesto; se marchó acompañada de su perro. El cazador se dispuso a seguirla en las calles cubiertas de nieve cuando un suave jalón en la manga de su haori lo hizo regresar.
Una hilera de sangre se deslizaba por el dorso de su mano.
—Déjame revisar tu herida primero. Los perros pueden contagiar muchas enfermedades.
Aun faltaban algunas horas para el anochecer de forma que la chica todavía no estaba en riesgo; por lo que aceptó y juntos tomaron rumbo hacia la posada dónde Kochou se hospedaba.
...
Revisó las lesiones en el cráneo de su compañero; era una suerte que tuviese tanto cabello el cual aminoró la violencia del ataque y apenas tenía rasguños, los cuales lavó y desinfectó con mucho cuidado.
La peor parte se la llevó su mano. La herida de esta era profunda, pero no preocupante. Este perro no estaba jugando, percibió en el cazador algún tipo de amenaza latente.
Repitiendo el protocolo de atención a ese tipo de casos, lavó la lesión con agua jabonosa y la secó con una tela de algodón.
Giyuu se dejaba hacer sin prestarle la más mínima atención. Distraído, miraba hacia la ventana y sus profundos y vacíos ojos azules divagaba perdidos por las montañas las cuales se admiraban majestuosas y nevadas a través del marco.
«Pronto anochecerá. Seguramente, está preocupado por la muchacha que se le escapó», pensaba Shinobu mientras le atendía; ¿Qué más podría tener en la cabeza un hombre tan antipático como él, aunque...? ¿Podía haber pasado algo más grave y Giyuu se resistía a contarle?
No, era imposible. El pilar del agua no es tan complejo como lo está imaginando. Debe estar angustiado por Yae.
Pero Giyuu jamás se preocupaba por alguien... La remota idea de que su atención la tenga aquella mujer, la irritaba un poco. Ya harta de ser ignorada; se sintió satisfecha cuándo el ardor del desinfectante sobre la llaga sacó bruscamente de sus vacilaciones a su colega.
—Luego de vendarte, no deberías tener problemas en la cicatrización, Tomioka-san. —le informó, acompañando el dato con una sonrisa maliciosa y comenzó a envolver su mano con una venda estéril.
El muchacho asintió y mientras su diestra era cubierta con una gasa limpia, se dedicó a mirarla fijamente, escudriñándola de pies a cabeza como si hubiese encontrado una respuesta que tanto había esperado.
Aquella conducta anormal en él le produjo repelús— ¿Acaso era odio lo que destellaba en su mirada rasgada?
Si era odio entonces porque... Apenas en un parpadeo, el hombre atrapó sus pequeñas manos entre las suyas; grandes y ásperas. Prisioneras, fueron levantadas y guiadas hacia el rostro de su compañero, quien besó sus nudillos con sus labios resecos.
En sólo segundos, había sido tumbada delicadamente sobre el tatami, con los brazos extendidos sobre su cabeza; sometidos por un decidido agarre de sus muñecas. Tan solo una de las manos de su adversario, varoniles y fuertes, fue suficiente para inmovilizar a las suyas; mientras que su siniestra la tomaba firmemente del mentón para que no pudiese girar su rostro.
Giyuu intentaba bloquearla. Qué tonto; si quisiera huir de él, ni siquiera hubiese sido capaz de capturarla a pesar de su fuerza física notoriamente mayor.
Se acomodó encima suyo, con la respiración acelerada; "por la excitación", supuso ella y la besó en la boca.
Similar a las otras veces en la que hicieron actos de esa naturaleza, era una acercamiento brusco y apurado; tan desesperado como si el fin del mundo les cayera encima y tuvieran miedo de ser aplastados.
Fundían sus labios con violencia, atacándose con mordidas y succiones. En un inició, Shinobu pareció negarse, pero cuando empujó su lengua contra la propia en una húmeda lucha, supo que era correspondido. Apenas y se separaban por instantes para respirar cuando volvían a asaltarse furiosamente de nuevo.
Estando seguro de que no escaparía, la soltó y sus palmas se escabulleron; descendiendo por su cuerpo, palpando el entramado de la seda de su kimono marcado por las curvas femeninas que comenzaban a formarse en su anatomía; el cual estaba a nada de convertirse en el de una mujer preciosa. Su busto parecía haber crecido desde la última vez que la tocó y sus caderas estaban más anchas.
Una mujer hermosa. Una mujer que tenía veneno en la piel; un brebaje que cuando lo probaba, le permitía olvidar su pasado y su presente; el miedo y las preguntas que lo atormentaban. Simplemente lo emborrachaba con el placer que le ofrecía y era incapaz de sentir cualquier otra emoción que no fuese deseo.
«Es lo que llaman paz», supone.
Las yemas de sus dedos llegan a su ansiada meta; remangando el dobladillo de su vestimenta, descubriendo la calidez y suavidad de sus piernas, que amables se separan para permitirle acomodarse entre ellas, mientras hunde sus dígitos sobre la carne juvenil de sus muslos de manera bruta.
Mientras; los ósculos salvajes que compartían se convierten en succiones en su cuello, en sus hombros y en el naciente de su escote, desacomodado con la caída.
Shinobu decidió que esta vez, le permitiría hacer todo lo que quisiera porque comprendía algo: Tomioka estaba asustado; por algo que hizo o dejo de hacer. Sospechó que tenía miedo a las consecuencias de sus actos y buscaba consuelo en su ser y en la satisfacción que con él podía entregarle; para olvidar por instantes la enorme culpa que cargaba.
Entendía porque ella lo había buscado por las mismas razones otras veces. Con desesperación, hambre y deseos de morir sofocada entre sus caricias; incluso si no había entre ellos más que una retorcida relación de dependencia y tensión sexual.
«Algo muy malo debió de haberle pasado y, desearía saber qué fue», piensa.
La muchacha soltó la cinta que ataba los cabellos largos de su colega y los mechones los cubrieron como una ligera cortina oscura. Hundió sus dedos en ellos, acariciando su nuca, delineando las heridas que el perro le causó y alentándole a continuar con su encuentro.
En un instante de dulzura; él se acurrucó entre sus senos, como un niño asustado por alguna travesura buscando el cariño de su madre. La acción le enternece pues, después de todo; Tomioka Giyuu hace muy poco y a la fuerza, había dejado de ser un niño para convertirse en el atractivo hombre encima suyo...
Intenta abrazarle para reconfortarlo y accidentalmente sus miradas se encuentran; la de él, inundada de arrepentimiento y vergüenza. Kochou no era algo tan cercano para Tomioka y lo comprende claramente cuándo la toma de las caderas, para girarla; posicionándola boca abajo y presionando su pelvis para que la eleve.
Remanga la tela de su vestimenta, dejando sus glúteos expuestos para recibirlo... Había olvidado que la intimidad entre ellos era una guerra por descubrir cuál de los dos estaba más roto.
Ni siquiera ha terminado de desnudarla cuando su miembro enorme la invadió sorpresivamente, dejándola sin aliento y la conocida sensación de que la desgarraría en cuanto más se acomodaba dentro suyo.
—¡Ah! —se estremeció rendida, arañando el suelo para encontrar estabilidad frente a las inmediatas penetraciones ansiosas que le producen punzadas en el vientre. Los gruñidos varoniles de su pareja le confirman que se encuentra fuera de sí, ahogado en su hedonismo.
No puede reclamarle nada, ella lo ha tratado agresivamente en otras oportunidades y ahora es su turno de responder. Su entrepierna comienza a humedecerse producto del placer naciente y gime su nombre, estimulándolo a intensificar sus embestidas.
—To... Tomioka-san, ¡Ah...! —susurra la joven, pero no obtiene respuesta alguna más que el sonido de jadeos y el choque de sus pieles sudorosas.
...
Desearía poder contemplar la linda carita de Shinobu enloquecida por la lujuria; con las mejillas ardiendo febriles y sus orbes llorosos. Quisiera verlos directamente y mientras la besa y llenar el vacío que estos encuentros le producen, pero es demasiado orgulloso para permitirle descubrir que siente culpa por las obscenidades que le está haciendo.
A pesar de lo candente y resbaladizo que era el interior de la mujer y la sensualidad de sus muslos al entregarse a la voluptuosidad; emocionalmente, se sentía terrible por aprovecharse de Kochou en ese aspecto. Pero más terrible era la frustración que su vivencia con los hermanos Kamado le había dejado.
Su corazón latía desenfrenado de nuevo, pero ya no por miedo si no; por el éxtasis que sentía pronto a alcanzar. Su organismo estaba afiebrado a pesar del intenso frío del clima.
Por esta vez, Giyuu eligió convertirse en una bestia en los brazos de su compañera para, al despertar a la realidad, volver a ser humano. Juró que sería la última vez que la tocaba, aunque siempre juraba eso.
Se inclinó hacia adelante ligeramente y una de sus manos liberó la cintura de la joven para aferrarse a uno de sus pechos escondidos bajo la ropa desarreglada, utilizándolo como soporte para intensificar el acto y hundirse hasta el rincón más recóndito y estrecho de aquel cuerpo tan menudo.
Y ambos ingenuos perdieron todo uso de razón por lo que; a su perspectiva, parecieron horas que finalizaron con el potente orgasmo del muchacho.
Se dejaron caer rendidos y exhaustos sobre el suelo frío. El peso de Tomioka le resultó ligeramente aplastante, pero también extrañamente, protector.
Al separarse, Giyuu limpió su frente sudorosa con el pañuelo que guardaba dentro de su haori.
—Lo siento mucho, Kochou. —se atrevió a decir muy apenado, mientras arreglaba sus vestimentas.
Insistía en no mirarla a la cara. Shinobu ya había lidiado con sus ataques de culpa y depresiones post coito antes y sabía que se le pasaría en un rato.
—Está bien... No fue tan desagradable.
«Fue increíble», quiso decir; pero su dignidad no se lo permitió.
Quedaron en un incomodo silencio mientras acababan de acomodarse la ropa y el cabello.
—Debo ir a buscar a la chica. Estoy seguro que oculta algo. —intervino Giyuu para evadir la situación que acababan de compartir.
—Iré contigo. Puedes lavarte la cara afuera mientras me cambió.
El cazador aceptó la propuesta de mala gana, pero sin otra opción y se dispuso a abandonar la habitación.
Shinobu no lo dejaría escabullirse tan fácilmente, aun si no tenían la suficiente confianza para increparse nada. Antes de salir, el pilar claramente escuchó la pregunta de la mujer, pero fingió no haberlo hecho.
—¿Qué diablos hiciste, Tomioka-san? ¿Tan grave fue?
...
Su vista se perdió entre las inmaculadas montañas cubierta de nieve. La poca tranquilidad que había obtenido junto a Shinobu comenzaba a desvanecerse frente a las mismas preguntas: ¿Qué será de ese par de hermanos que dejó ir? ¿Lograría la muchacha volver a ser humana o acabaría devorando a su tonto hermano? ¿Dónde estarán?
Se odio a si mismo. ¿Por qué sólo cuando se revolcaba con Kochou podía dejar de pensar y sentirse un poco menos miserable?
Pero cual negra bendición emplumada, su viejo cuervo apareció sobrevolando entre las nubes grises. Normalmente destetaba la llegada de esa ave, pero esta vez la había ansiado pues traía en su patita la respuesta de su maestro.
Leyó el mensaje atentamente, repasando cada palabra exacta.
"Los he encontrado. Ten paciencia, en un tiempo sabremos si realmente la niña es incapaz de devorar a las personas. No te preocupes."
Que no se preocupe y sea paciente ¿Cómo podía pedirle eso si estaban enfrenando una situación en extremo delicada?
Pero... si el sabio Urokodaki lo decía, de alguna manera inesperada, algo de razón debía tener. Si no, él habría matado a la chica apenas verla. Suspiró aliviado, le tomaría algo de tiempo asimilar la situación pero por esta vez, confiaría.
Respiró ligeramente reconfortado, como si hubiera desatado un horrible nudo que lo volvía loco.
Al rato, su compañera apareció vestida con su usual uniforme de cazador y utilizando el haori blanco que había pertenecido a su hermana. Como si nada hubiese ocurrido.
Ella no lo juzgaba, él no la juzgaba.
...
—Estás cambiando, Tomioka-san, ¿Qué fue lo que te sucedió? —le interrogó la mujer cuando volvían al poblado luego de exterminar al demonio en qué se convirtió el padre de la chiquilla y evitar que ella se suicidara. —No es normal qué te preocupes por alguien.
Era verdad; ni siquiera Kochou, siendo su amante, le preocupaba demasiado, menos una desconocida. La verdadera causa de su buen humor estaba en otra parte.
—Vamos a comer, tengo hambre. —propuso ignorando a su colega y, aunque enfadada, comprendió.
Él nunca le reprochaba sus decisiones ni la cuestionaba. Se limitaban a tener encuentros clandestinos, más no llegaban a ser íntimos como los amantes verdaderos.
Pero lo ve tan sereno ahora, tan calmado y lleno de paz. No puede evitar admirarlo por que "Giyuu nunca duda", o eso es lo que aparenta.
Ante el mundo, él no se desmorona ni se quiebra. Que falso es al igual que ella.
Se propone que tarde o temprano averiguaría cuál es el secreto que lo atormentaba.
—Por eso todos te od...
—¿Qué?
—Nada.
CONTINUARÁ...
¡¡Hola!!
¡Ehh! Por fin el primer capítulo de "ASI, COMO SI AMARA". Y oficialmente el primer lemon que subo a Wattpad. Espero que le haya gustado a pesar de que en el inicio de esta historia, las acciones de ambos protagonistas no son determinadas por el amor si no por sus propias devilidades.
Ambos, en su inmadurez (19 y 16 años en este capítulo) y a consecuencia de las cosas que han vivido, han distorsionado el concepto de "hacer el amor". Para Giyuu, es encontrar lo que él cree que es paz y olvido pero que realmente es puro instinto y para Shinobu, permitírselo es saldar una deuda. Poco a poco irán madurando y entendiendo el porque del vacío que sienten luego de unirse. De eso se trata esta historia, del descubrimiento del amor a raíz de experiencias crueles.
Wooh, por otro lado, los síntomas que presenta Giyuu pertenecen a un ataque de ansiedad. Sip, él estaba por sufrir uno de esos cuadros. No es algo tan severo pero hay que tener cuidado con eso, en este caso, se lidió con él por qué desfogó el estrés que sentía pero no de una manera muy positiva.
Y recomendarles una historia GiyuuShino muy linda de la que me enamoré. Se llama "La luna está preciosa" de Theredkunoichi. Ella actualiza a diario, no es una vaga como yo :v y la trama que maneja es muy peculiar, explorando la ternura del primer amor en la pre adolescencia, pero a medida que transcurre, va evolucionando a situaciones propias de la adolescencia y la juventud. Denle una checada. Yo no, Inosuke-sama se los ordena :v
¡¡BYE BYEE!!
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