Capítulo único
Aún no sabe cómo ha pasado todo, está confundida, desorientada, no logra comprender que está pasando.
Todo a su alrededor es caos, tristeza, desolación y Bella no puede apartar la mirada de su propio cuerpo, tendido en ese raído sofá, con Sam encima de ella intentando traerla de vuelta a la vida.
No entiende, no comprende nada de esto y verse a sí misma, muriendo, no ayuda a poner algo de calma a sus agitados pensamientos. Todo es tan raro, tan extraño, se siente tan fuera de sí. Pero todo esto solo tiene una explicación lógica. Ha muerto.
Si, está muerta, no puede ser otra cosa, ha estado minutos gritando, dejándose la voz, preguntando a los hermanos, a John, incluso a algún ser superior que por casualidad la estuviese escuchando, pero no ha obtenido respuesta alguna, como si fuese invisible y ese cuerpo, ese cuerpo que sabe que es el suyo pero no le siente como suyo está allí tumbado, sin respirar, su corazón parado, así que sí, esa es la conclusión, está muerta y ahora es un fantasma, es una de esas cosas que cazan los hermanos. Se pregunta cuanto tardarán en darse cuenta y darle caza a ella también.
Observa con tristeza la escena pues no puede hacer otra cosa. Ve a Sam que no cesa en su intento de salvarla, lleva mucho tiempo, demasiado, está segura que el pobre chico estará exausto, pero no para y sabe que no parará, no hasta que no pueda más. Ve a John que va contando los minutos que lleva su corazón sin latir, su cerebro sin recibir más oxígeno que el mínimo que le llega a través de las compresiones de Sam. Y le ve a él, a Dean, a su Dean, roto de dolor, pidiéndola que no le dejé, que no le abandone, agarrando su mano con fuerza, como si al soltarla, ella se fuese a marchar para siempre, lo que no sabe es que Bella ya se ha ido.
Sabe que ya no hay nada que hacer y aunque siempre estará agradecida a los esfuerzos de Sam por traerla de vuelta, por salvarla, sabe que nunca podrá decírselo, que nunca podrá decirle lo mucho que ha significado él para ella, un amigo, un confidente, un hermano...
Y aunque sabe que John se siente culpable, nunca podrá decirle que no fue culpa suya, ella pudo huir, él le dio la oportunidad, pero no quiso hacerlo, no podía dejar a John allí solo con aquella bestia, desarmado, no podía dejarle morir solo por miedo. Pero le duele marcharse y dejar al hombre con esa enorme culpa sobre sus hombros, no eran los mejores amigos, pero John no merecía eso.
Pero sobre todo, sabe que romperá el corazón de ese chico de ojos verdes que tanto ama, sabe que su marcha provocará a Dean un dolor intenso que puede que nunca se apague. Y eso es lo que más le duele, saber el daño que va a causarle a él, a quién menos quiere herir es quieyn más va a sufrir por su culpa, si tan solo hubiese entrenado más, si tan solo le hubiese hecho caso y no hubiese ido a esa cacería... Pero ahora no puede hacer nada más que lamentarse, mientras ve a Dean llorar por ella, suplicar por ella. Desearía tanto poder acercarse a él, abrazarle, decirle que todo va a ir bien, pero no puede, ya lo ha intentado y no ha conseguido nada.
Ya van quince minutos, quince minutos en los que Sam no se cansa, no cesa en su empeño de salvarla, pero es tarde, John lo sabe, sabe que no hay nada que hacer, así lo ha dicho, y Bella ha podido escuchar como el corazón de Dean se partía ante el comentario de su padre, suplicando a su hermano que no hiciera caso, que siguiera, que trajera de vuelta a su chica, y así ha hecho Sam, ha seguido, no solo por la suplicante petición de su hermano, si no por qué está decidido a salvar a su amiga, no va a dejarla morir.
Gracias Sam por no rendirte, pero ya es tarde piensa Bella para si misma, ni si quiera lo dice en alto, sabe que no la va a oír.
Mientras Sam continua, Dean no deja de pedirla una y otra vez que abra los ojos, que vuelva, que no le abandone, y a Bella se le rompe el corazón cada vez que escucha la voz rota de Dean entre sollozos y piensa que ojalá nunca la hubiese conocido, así no tendría que sufrir con su muerte, así no podría hacerle daño.
Lo siento Dean, piensa de nuevo, lo siento tanto, se atreve a hablar en voz baja, sabe que no la escuchará, pero aún así necesita decirlo, como necesita decirle que le quiere, lo dice una y otra vez, lo siento Dean, te quiero, lo siento... Y sin darse cuenta ha comenzado a llorar, pero no por su muerte, no quiere morir, claro que no, pero ahora mismo eso no es tan importante como el dolor que le está causando a él, a Dean, el dolor que ve en sus ojos, el dolor que escucha en su voz, ese dolor que solo es culpa suya, por no hacerle caso, por no quedarse con él, maldito el día que decidió ir con John a cazar ese hombre lobo, ella no estaba preparada, Dean lo sabía, ella lo sabía, pero las ganas por demostrar que valía, las ganas por demostrar lo aprendido, las ganas por demostrar que no tenía miedo ganaron la batalla contra la razón, ganaron a su lógica, ganaron a las palabras de súplica de Dean pidiéndola que no lo hiciera.
Maldita sea su cabezonería, ¿Por qué no escucharía a Dean? Sabía que el solo quería lo mejor para ella ¿Por qué demonios no le hizo caso? Pero arrepentirse no sirve de nada, ya no puede arreglarlo, no pude dar marcha atrás, no puede arreglar lo que ha roto.
Dean tendrá que aprender a vivir sin ella, y ella, a vivir con la culpa de romper el corazón del chico, de romperle a él, por qué si, lo sabía, había destrozado lo que más amaba en el mundo, le había destrozado a él.
-No puedes culparte por eso, por los que dejas, por lo que causa tu partida -dice una suave voz a su lado. Bella ni si quiera se altera de la repentina presencia de aquella mujer a su lado, de alguna manera, se siente más en paz, se siente más calmada.
-Sí le hubiera hecho caso... Si tan solo me hubiese quedado con él aquel día...
-No te arrepientas por las decisiones tomadas, en su momento pensaste que eran las correctas, y lo eran, pero este es tu momento, es tu final.
-Le he hecho mucho daño -dijo Bella sin apartar la vista de Dean.
-Has salvado a su padre y le has salvado a él -dijo la chica mirando la escena junto a Bella, pero aquel comentario fue lo suficientemente extraño dentro de lo extraño de la situación para que apartará la vista de Dean, mirando por primera vez a la chica que había aparecido casi por arte de magia a su lado.
-¿A qué te refieres? -preguntó con interés.
-Eso ya no te importa, pero ahora debes tomar una gran decisión. Debes elegir entre quedarte aquí para siempre lo venirte conmigo.
-¿Puedo quedarme? ¿Puedo volver? -preguntó esperanzada Bella.
-No, lo siento, no puedes volver
-No puedo dejarle -dijo Bella con lágrimas en los ojos, volviendo a centrar su mirada en Dean.
-Si quieres puedes quedarte, pero debes saber una cosa, si te quedas no podrás hablar con él, no podrás hacer nada por él y él no podrá verte a ti, no aliviarás su tristeza si te quedas, solo vagarás sin rumbo, pasando desapercibida, siendo invisible para él, y eso te enfurecerá, y acabarás convirtiéndote en eso que él caza, en lo que odia ¿De verdad quieres eso? -preguntó la joven mirando a Bella. Ella le devolvió la mirada con duda en los ojos. ¿Que debía hacer? No podía abandonarle, no podía alejarse de él, no podía perderle, pero no soportaría jamás que Dean la mirase con odio.
-Creo que me iré contigo.
-Has tomado la decisión correcta.
-¿Puedo saber que eres? -preguntó Bella, pues estaba más que segura que esa chica no era humana ¿Sería un ángel?
-Soy Tessa, soy una parca -se presentó la mujer.
Bella respondió con una tímida y triste sonrisa, aquella mujer parecía agradable, al menos le transmitía paz, tranquilidad, pero su presencia solo la gritaba lo que había pasado, había muerto y había destrozado el corazón de Dean con ello.
-¿Puedo despedirme? -preguntó Bella tímidamente.
-No van a escucharte -contestó Tessa, su rostro demostraba que realmente sentía lástima por la situación.
-¿Pero aún así puedo? -volvió a preguntar y Tessa simplemente movió la cabeza de forma afirmativa con una dulce sonrisa.
Bella se acercó un poco más a Dean, ojalá pudiese abrazarle de nuevo, ojalá pudiese darle el último beso, el último adiós que le negó aquel día que se marchó con John a causa de un estúpido enfado, el último te quiero...
-Lo siento mucho Dean, nunca quise hacerte daño, debí haberte hecho caso, tenías razón, no debí haberme marchado, ahora lo he jodido todo y te he hecho daño, solo espero que algún día me perdones. Te quiero Dean -dijo con lágrimas en los ojos, aquello era demasiado para ella, se estaba despidiendo de él, de su Dean, se estaba despidiendo de él para siempre, solo de pensarlo comenzó a sentir como su pecho se oprimía, empezó a sentir una fuerte presión y un ligero mareo que con los segundos fue a más, la presión en su pecho se transformó en dolor, dolor que con cada segundo iba en aumento, tanto que la hizo gritar y de repente, todo se desvaneció, ahora solo había oscuridad, la oscuridad absoluta. Ahora no había nada.
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