» Cosas de Familia «
Las provisiones se habían reabastecido, el tanque de su nave estaba a tope y el irken había logrado dormir largo y tendido durante dos días seguidos... Literalmente.
Todo parecía marchar bien para el irken por una vez en mucho tiempo, claro, hasta que GIR empezó a hostigarlo con su juramento de buscar al humano con peinado de guadaña apenas se despertó. Por supuesto, el de ojos magenta no tenía intenciones de cumplir su promesa e intento evadir el tema mientras preparaba el crucero voot para partir a la brevedad...
O al menos, eso intentaba hacer, ya que el robot no dejo de hacer travesuras por aquí y por allá con tal de que su amito se exasperara y terminara por reunirse con Mary.
Aunque bueno, estamos hablando de un Zim que a estas alturas ha pasado por situaciones dolorosas y que requirieron mejorará su capacidad de autocontrol y tolerancia a las situaciones estresantes. Así que, como era de esperarse, el irken se terminó hartando a los 5 minutos y ahora mismo se encontraba de pie frente a la entrada principal del hogar de los Membrana.
---Estúpido Gir, estúpida Tierra, estúpido Dib-larva que se tarda siglos en abrir la estúpida puerta... ---Maldijo el alien mientras esperaba de brazos cruzados, frunciendo el ceño mientras llamaba a la puerta.
Zim estuvo a punto de retirarse ---debido a que su plan era tocar e irse para poder tener la excusa de que nadie le había abierto---, pero para su mala suerte, desde la entrada se asomó aquella pelimorada de ropas oscuras que no requiere presentación.
---Tú... ---La joven abrió uno de sus ojos sorprendida, tenía un ligero temblor casi imperceptible en todo el cuerpo.
Al alienígena le costó un poco reconocer a la humana, sobretodo porque ahora era más alta y se había rapado el cabello por ambos lados de la cabeza, recogiéndose la alargada melena púrpura en un chongo despeinado. Además de que ahora tenía esos dos extraños bultos a la altura del pecho y su cuerpo había tomado una forma parecida a la de un reloj de arena.
---¿Hermana de Dib? ---Preguntó enarcando una ceja.
Zim soltó un gruñido por lo bajo en el momento en que Gaz le cerró la puerta en la cara. Si bien, aunque ahora tenía una buena razón para irse de una vez por todas, el hecho de que lo habían corrido de forma tan despectiva había herido su muy orgulloso ego.
Si antes no tenía intención de entrar al hogar, ahora los obligaría a dejarlo ver al cuatro ojos por puro coraje.
---¡¿Cómo te atreves a ignorar al asombroso Zim?! ¡Exijo que abras la puerta! ---Grito, golpeando la madera tan violentamente que parecía querer tirarla abajo a puñetazos.
El pórtico se abrió de repente, con tanta fuerza que casi lanza al no-terricola contra el piso.
---¡¿Cómo te atreves a exigir lo que sea a esta familia?! ¡Tú eres el culpable de lo que le pasó a mí hermano! ¡¿Qué más quieres quitarnos?! ---La chica se veía muy afectada y tenía los ojos vidriosos. Su cólera venía acompañada de un sabor amargo que, junto a sus palabras, confundió al de lentillas.
---Wow, espera... ¿Culpable, quitarles? ¿A qué te refieres? ---El de menor altura trató de entender el porqué de la agresión de la chica Membrana en su contra.
Lo único que se había llevado consigo cuando abandono la Tierra fueron sus cosas y tecnología, en ningún momento recordaba haber tomado algo que no fuera suyo. Además estaba el hecho de que la pelimorada nunca había mostrado nada más que desinterés por su existencia ---de hecho, a Gazlene no parecía importarle nada que no estuviera relacionado con los videojuegos---. Así que, el hecho de que fuera tan ruda con él después todo su tiempo ausente, era algo que no entendía por más vueltas que le diera.
---¡Solo lárgate, estúpido alienígena! ¡Vete a donde sea que hallas estado todo este tiempo y no vuelvas!
Otra vez, la puerta se cerró de golpe, dejando atrás a un pequeño irken furioso y lleno de preguntas.
---¡Insolente! ¡No permitiré que me traten así! Tienes hasta la cuenta de 10 para abrir y responder las dudas de Zim o haré volar tu deplorable instalación de vivienda por los aires--- Demandó---. Uno, dos...
Una vez más, la puerta se abrió. La sonrisa altanera de Zim se borró de inmediato al ver a la de cabello púrpura sosteniendo un revólver y apuntándole con ambos ojos entreabiertos, dedicándole una mirada cargada de la más profunda ira.
---Diez... ---La menor quitó el seguro con el pulgar e hizo presión en el gatillo, más un grito impidió que concluyera con su acto de venganza.
---¡Gazlene! ¡¿Qué estás haciendo?!
El "humano" miró por encima del hombro en dirección a la voz encontrándose con la imágen de Dr. Membrana bajando de su automóvil con una caja de pizza entremanos que, por el impacto de ver a su hija a punto de cometer un asesinato, termino aplastando los bordes de la caja y por consiguiente, parte de la comida.
---Me dijiste que cuidara la casa mientras llegabas ---Respondió la chica con expresión indiferente mientras se encogía de hombros, aunque mantenía una mirada fulminante sobre el de piel verdosa.
---Gracias, hija. Pero a la próxima no te lo tomes tan literalmente, por favor... ---Contestó el profesor soltando un suspiro de alivio mientras cerraba su automóvil y se acercaba a ambos chicos, reconociendo al de peluca y lentillas una vez le tuvo enfrente ---. Oh, ¿pero no es acaso el chico extranjero que iba a tú eskuela?
---Ese mismo. Qué agradable sorpresa, ¿no? ---Respondió con una sonrisa ladina y un más que obvio tono sarcástico que, como era de esperarse, su padre no notó.
El irken sintió escalofríos. La humana se había vuelto más tétrica que antes de ser posible.
---En efecto ---Dijo animado el señor Membrana, recordando las breves pero agradables pláticas que había llegado a entablar con el chico con problemas de piel---. Me alegro de verte, muchacho. ¿Gustas pasar?
---Si, gracias unidad paterna de Dib.
El adulto hizo un gesto raro, pero Zim se limitó a entrar dentro del hogar de los Membrana ignorando los murmullos enfadados de la chica que seguramente estaba planeando como torturarlo apenas estuvieran a solas. Los humanos cerraron tras de sí y se dirigieron al comedor sin decir nada más, dejando a su invitado pasearse por la sala libremente.
Zim por su parte, recorrió la habitación lentamente con la mirada sin poder evitar sentirse incómodo. Había algo... raro en esa casa, aunque no supo explicar especialmente el qué.
Los muebles eran los mismos y estaban acomodados de la manera exacta en la que los recordaban:
El mismo sofá rojizo frente a la televisión, la pequeña mesa marrón al centro, los libreros, los cuadros del profesor Membrana y Gaz colgados en el pasillo junto a las escaleras...
Un segundo.
¿Por qué había una fotografía de la humana aterradora y el científico en el mismo marco donde antes estaba la imagen del adulto con sus dos hijos?
---El cumpleaños 16 de Gaz. Pensaba hacerle una de esas fiestas que acostumbran las chicas de su edad, pero ella insistió en solo salir a comer pizza como familia. Es una hija maravillosa ---Explicó el apasionado por la ciencia saliendo del comedor y acercándose su invitado al notar la especial atención que el de piel verdosa prestaba sobre aquella fotografía.
---Papá, no hables de mi como si hubiera ido a la guerra. Es... Incómodo --- Gaz imitó la acción de su padre, quedándose un par de pasos atrás con postura firme. El adulto se disculpo apenado antes de regresar su atención al menor de lentillas.
---¿Zim, no es cierto? Tu llegada coincido con la visita de mi hija, así que, ¿por qué no nos acompañas a comer?
El irken seguía demasiado sumido en sus pensamientos como para idear alguna excusa ingeniosa para evitar comer alimentos terrícolas, así que, prefirió preguntar directamente por el único detalle que le interesaba en ese momento:
---¿Dónde está Dib-cosa? ¿Sigue en su institución de aprendizaje o algo así?
Ambos humanos se tensaron y reflejaron su incomodidad de manera distinta. La de ropas góticas desviando la mirada y cruzándo los brazos fuertemente contra su pecho, y el Dr. Membrana carraspeando un poco antes de decir un seco:
---Si no te molesta, me gustaría que NO nombraras ese nombre en esta casa... ---Zim frunció el ceño, completamente confundido.
---¿Por qué...?
---Me temo que ese es un tema que no puedo compartir contigo, muchacho--- Explicó con semblante endurecido---. No lo tomes personal, son solo... cosas de familia, ¿comprendes?
El irken no estaba feliz en absoluto con esa respuesta, ¡le estaban negando información a él, al superior Zim! ¡Y sobre quien había sido su más grande némesis!
Aún así, se negó a demostrar que le había afectado.
---Comprendo... ---Susurro, ocultando vagamente un tono de molestia que no fue ignorado por la menor de cabellos púrpura quien mantenía sus ojos entreabiertos clavados sobre el de menor altura---. Y me voy, tengo... pendientes que hacer ---Menciono mientras se encaminaba por si mismo a la entrada, abriendo la puerta y saliendo del hogar con total confianza, como si viviera ahí.
---¡Vuelve cuando gustes! ---Dijo el profesor, despidiéndose alegremente del alienígena.
---Sí, sí... ---Respondió con desinterés cerrando el portón de madera---. Me verán mas pronto de lo que creen... ---Susurro para si mismo mientras rodeaba la casa rápidamente hasta llegar frente a donde se encontraba la habitación del amante de lo paranormal.
Una sonrisa victoriosa se plasmó en su rostro mientras hacía emerger las patas de su pak para escalar el muro de la casa, aunque resultó bastante inconveniente cuando notó que el cristal de la ventana había sido cambiada por una cortina metálica bastante gruesa.
El irken fácilmente podría cortar el acero con uno de sus lásers como si fuera mantequilla, pero, considerando que se encontraba a plena luz del día... Lo hizo de todos modos, confiaba en que los humanos eran lo suficientemente estúpidos como para no sospechar nada mientras tuviera puestas su peluca y lentillas.
Entró cuidadosamente al cuarto por la apertura que acababa de hacer, evitando pisar el metal derretido sobre el suelo y siendo recibido por un potente olor nauseabundo a podrido y suciedad.
» Ugh... El Dib es realmente un cerdo apestoso, lo castigare cuando lo vea por hacer que el gran Zim tuviera que meterse a su mugroso cuarto « Se quejó mentalmente, intentando no salir huyendo por su fobia a los gérmenes.
El cuarto estaba muy oscuro, anormalmente oscuro considerando la hora del día. La luz proveniente del agujero en la pared apenas y permitía ver de manera difusa el contorno de los muebles y los trastes sucios con restos de comida vencida sobre algunos montones de cosas apiladas en el piso.
---¿Dib-cosa...? ---Habló con cierta inseguridad, teniendo los sentidos alerta, como si el humano de gafas fuera a lanzarse contra él en cualquier segundo.
El irken acomodó sus extremidades arácnidas en posición de defensa mientras sacaba de su pak una linterna, abriendo los ojos con sorpresa al momento en que la habitación se volvió nítida.
---Por Irk... ---Susurro anonadado por la imagen que presenciaban sus pupilas tras las lentillas azules.
La habitación de Dib era un completo caos.
Cientos de papeles llenos de información y fotografías del irken se encontraban pegados en el techo y las paredes, entrelazados por hilos de colores y notas en post-its con teorías cada vez más absurdas y rebuscadas sobre su posible paradero después de abandonar la tierra.
Y aunque aquélla clara muestra de adoración hacia su persona había inflado su ego como nunca antes, Zim quedó paralizado al notar que los bultos de cosas esparcidas descuidadamente sobre el piso, eran las destrozadas pertenencias moreno. Libros, ropa, su computadora personal, incluso sus anteojos estaban partidos en el suelo con los cristales estrellados.
---¿Qué pasó aquí...?
Musitó mientras levantaba una desgarrada camiseta azul cubierta de un líquido de un olor desagradable y metálico, asustandose cuando un objeto metálico cayó desde la prenda golpeando el suelo: unas tijeras grandes y oxidadas, la punta de estas tenía manchas oscuras de salpicaduras.
---Papá, eso es lo que pasó.
Zim apenas pudo mirar sobre el hombro antes de ser noqueado por un fuerte golpe en la cabeza.
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