siete

capítulo siete
baba's princess

        cuando su tío volvió a llamarla a mitad de jornada laboral en la tienda de libros, viernes no tardó en atenderle. le daba miedo no atender, porque su tío era como una polilla negra y su abuela decía que las polillas traen consigo la muerte. ave maría purísima, decía su abuela cada vez que una mariposa negra entraba a la casa y su tía margarita le respondía en coro, con inmensísimo respeto y vehemencia, sin pecado original concebido. inmediatamente, pasados unos escasos segundos que para viernes parecían infinitas horas, su abuela juntaba las manos en posición de oración y entonaba con recelo y exaltación, un cantico a la virgen maría. bendita sea tu pureza y eternamente lo sea...

en árabe, rahim tiene un significado hermosísimo; clemencia, misericordia, bondad, caridad. así se llamaba su abuelo y su nombre de pila, lo describiría tal y como él era, la persona más rebosante de alegría que viernes conocía.

físicamente, era un hombre altísimo, tan alto que viernes debía saltar al menos tres veces para ser capaz de colgarse en su cuello y darle besos. su piel era pálida y el cabello, negrísimo y abundante, igual que sus cejas y su barba, espesa y cuidadosamente recortada.

todos los nietos habían heredado de él la espesura de sus cejas y lo abundante de sus pestañas; cuando era muy pequeña, viernes solía sentarse en sus piernas solo para tocarle las pestañas, que toda persona que lo conocía, les halagaba. los varones, vadhir, amir y emir también habían heredado su nariz curva, pero elegante e incluso, majestuosa.

su abuelo siempre iba vestido con trajes negros o azul rey y todo el tiempo estaba trabajando, comprando propiedades, construyendo edificios y planificando nuevas inversiones, como la creación de hoteles y otros proyectos de lo que viernes desconocía.

la gente lo conocía como el jeque, por los densos rasgos que lo caracterizaban y su ascendencia, la cual se remontaba a los inmigrantes de tierras árabes que pisaron españa en busca de una vida mejor, hacía muchísimo tiempo atrás.

su abuelo siempre le decía que su sangre era espesa y que por eso, pese a los años de años transcurridos de aquella ola de inmigración al continente europeo, sus nietos guardaban en su ser un poquito de sus ancestros. al menos los varones eran idénticos a su abuelo e inclusos sus nombres provenían de esos lugares desconocidos para ella.

viernes, en cambio, se llamaba como un día de la semana y no podía identificarse con nada, con ninguna de sus raíces. vadhir se dejaba la barba en honor a su abuelo y nunca le faltaron los comentarios, adulando sus rasgos ancestrales, esos que le daban un toque imponente y misterioso. su hermano era asquerosamente apuesto y nunca le faltaron pretendientes.

ella... a ver, pensemos.

pensemos con calma.

había nacido en américa del sur y fue llamada como el quinto día de la semana. ¿no era el colmo de lo absurdo, ponerle a tu única hija el nombre más estúpido que se te pudo ocurrir? maría, ana, sofía... todos esos nombres estaban bien, eran perfectos. ¿pero viernes? esa debía ser la forma que tenían sus padres de decirle que fue una hija no deseada, un error en los números, un fallo de los anticonceptivos.

viernes tampoco se sentía conectada con sus raíces, ninguna, de las tantas que conformaban el viscoso líquido en sus venas, así como tampoco le interesaba la religión de su abuela materna o la de sus padres.

en la escuela, todas sus compañeras sabían de dónde venían y con cuál de sus origines se identificaban; italianas, españolas, árabes, portuguesas, judías, católicas, musulmanas, evangelistas... su país estaba repleto de inmigrantes, que muchísimos años atrás se subieron a un barco y echaron raíces en el sur de continente, en su país, que alguna vez fue rico y codiciado por millones de extranjeros. de eso hacía tanto tiempo que ahora nadie lo recordaba más que los propios inmigrantes.

ella nunca supo con qué etiqueta identificarse. ¿quién soy?

viernes victoria
miranda bolívar.

ese era su nombre y no era blanca, no era negra, no era española y tampoco de algún país árabe como sus ancestros.

viernes era latina, nacida y criada en américa del sur, rodeada de nieve, desiertos y mar, sol tropical y lluvias torrenciales.

daba igual qué etiqueta usara para identificarse ante el mundo, si explicaba el origen de sus apellidos o de su marcada fisionomía; viernes era latina y se enorgullecía de ello muchísimo, llevando siempre la frente en alto ante esos comentarios que nunca podían faltar. regresa a tu país, rata.

— hoy se cumple un año más del fallecimiento de tu abuelo —le dijo su tío, desde el otro lado del continente. ese día, parecía estar menos ofuscado de lo habitual y eso la tranquilizó.

— todo cambió cuando baba se fue —se apartó del mostrador y se ocultó entre los estantes que estaba organizando por orden alfabético—. a veces me pregunto cómo se sentirá al ver... esto. sé que él tenía planes ambiciosos para cada uno de nosotros, me lo dijo y lo vi con mis propios ojos, trabajando duro para evitarnos tantos problemas. baba nunca hubiera permitido...

— ahora está en tus manos cumplir con sus expectativas, victoria —claro, no podía pasar un solo día sin que su tío le recordaba que era una puta decepción para todos en la familia.

viernes sabía que era imposible cumplir con las expectaciones de su abuelo. perdóname, baba.

cuando su abuelo murió, a causa de una enfermedad respiratoria, vadhir la acompañó en la ceremonia fúnebre; la tomó de la mano, que estaba muy fría y entonces ella le pidió que no la soltara, porque si la soltaba, estaba segura que iba a caerse frente a más de doscientas personas. así pues, vestida de negro y con las piernas adormecidas, recorrieron la pequeña alfombra carmín hasta subir tres escalones y, sin poder retrasarlo más, se acercaron al brillante féretro de color negro con detalles dorados en los bordes. alrededor del ataúd solo había muchísimas flores, coronas de flores de diferentes tamaños y más flores, tantas que viernes no fue capaz de contarlas. el aroma de la muerte emana de las flores.

— no, no, no —viernes se detuvo en seco, tomando a su hermano por sorpresa. giró el rostro con afán y cerró los ojos apretándolos con todas sus fuerzas—. vadhir, no... no puedo.

— ¿no quieres despedirte de baba? —le preguntó con cariño, como si temiera romperla con sus palabras. como si él no estuviese roto ya.

— no se siente como él, ¿de quién nos estamos despidiendo si él no está allí? huele... no huele a él, vadhir. por favor, sácame de aquí —olía a muerte, quería decirle; olía a químicos, a dulzón, a gases con bacterias que aceleraban el proceso de putrefacción, a descomposición, a sangre coagulándose y formol. formol, repitió en su mente—. lo drenaron, restauraron, aplicaron colorantes similares a la sangre y con pegamento le cerraron la boca y los párpados. en las fosas nasales y en las orejas le coloraron algodón. no es baba, no es él. vadhir, no es baba, ¿por qué debemos despedirnos si no es él? no es él, no es él, no es él.

un hilo de sangre que pronto se convirtió en una fuente, brotó de su nariz. todos los presentes, no menos de doscientas personas, expresaron su compasión hacia la nieta de rahim, la más pequeña, quien frente al ataúd de su abuelo, profería gritos de desconsuelo, acompañados por aquel torrente de sangre que parecía no cesar.

didi no va a dejarte sola —vadhir la alzó en sus brazos y lanzando una mirada fugaz hacia el vidrio que lo separaba de los restos de baba, abandonó la sala de velación a pasos largos, ignorando a las doscientas personas a su alrededor. el olor de la sangre de su titi, las flores, la multitud que los seguía con la mirada y el cadáver dentro del cajón; tenía el estómago revuelto, quería ir al baño y vomitar... o llorar, pero ni siquiera sabía dónde estaban los sanitarios y no iba a dejar a viernes sola con los asistentes de salud que el salón funerario les ofrecía.

vadhir estuvo presente en el primer ataque de pánico de titi, que era como él la llamaba; sus padres no se atrevieron a dejar a la yadda sola, así que se hizo cargo de su hermana, viéndola en silencio rascarse los brazos con más fuerza de lo necesario y lastimarse los dedos, escuchándola repetir, una y otra vez, el paso a paso para preparar un cuerpo; drenar, restaurar, ajustar, formol.

— la niña debe presentarle sus respetos al abuelo —le dijo su papá, con un cigarrillo humeante en los dedos; cristiano no practicante. no era como rahim o como la yadda, que era católica hasta los huesos. la verdad sea dicha y vadhir no era muy cercano a su padre por diversos motivos, de ahí a que el abuelo fuera su baba.

papá en árabe.

— los paramédicos dijeron que el sangrado puede regresar en cualquier momento —solo por ese día, por respeto a su familia, vadhir decidió no hacer un escándalo. no era que odiase a su papá, lo amaba, pero se pasó más de la mitad de su infancia en brasil, trabajando... o eso le decía su mamá—. todo el respeto que baba merecía, viernes se lo demostró en vida.

didi, ya me siento mejor —escuchó tras él la voz de su hermana—. creo que sí quiero verlo, pero no me dejes sola.

— nunca voy a dejarte sola —vadhir le sonrió, dándole fuerza a su promesa. le dio la espalda a su padre y se acercó a ella—. ven, vamos a despedirnos de baba.

— pero, después volveremos a verlo, ¿verdad? —tomó la mano de su hermano, que se sentía cálida y protectora. se apretó el pañuelo contra su nariz aguada con la otra.

baba decía que la sangre de sus nietos es espesa porque tenemos dentro de nosotros a nuestros antepasados, ¿lo recuerdas? —dijo mientras caminaban una vez más por la alfombra carmín y subían los tres escalones. se detuvieron ante el féretro—. eso significa que no importa cuánto tiempo pase, él siempre estará aquí, latiendo sin parar, fluyendo en nuestras venas y... —en este punto, no pudo soportarlo más. se cubrió la boca y desvío la mirada desde el cristal sobre su abuelo hasta los adornos dorados. viernes se lanzó a sus brazos, dándole fuerzas para continuar, pero esta vez, fue ella quien tomó la palabra. valiente, era una niña valiente.

didi, yo tampoco voy a dejarte solo —viernes lloró mucho con su hermano, aferrados uno al otro, antes de presentarle sus respeto a su baba.

... y lloró al despertar en su habitación, encontrándose sola; sin baba, sin yadda, sin didi, sin amir y emir... porque todos habían muerto. todos habían sido drenados, preparados, restaurados, ajustados y...

formol —susurró para sí misma, oliendo con mucha intensidad las flores y recordando el horrible color verde en la piel de didi sobre la plancha de metal en la morgue.

viernes estiró el brazo y del cajón junto a la cama sacó una botella de perfume; vadhir no siempre olió a formol, pero ella nunca se atrevió a destapar aquella botella después de su muerte. con verla y sostenerla entre sus dedos lesionados, bastaba para recordar a qué olía su hermano mayor. últimamente olía a nicotina y a neumático quemado.

baba —viernes regresó a la almohada, fijándose en los bombillos que colgaban del techo; amarillos y pequeñitos brillantes—, siento que no soy la niña perfecta que creíste que yo era al momento de tu partida. siempre decías que yo era tu princesa, pero a veces me siento como... una decepción para todos ustedes. no importa cuánto me esfuerce, simplemente no parece suficiente. nunca parece suficiente.

— vamos a hacerlo nosotros primero —le dijo el mexicano con firmeza, sin mirarla; tenía la vista fija en el camino—. nomás es quitar la bandita de una y privarlos de la exclusiva, hacer de esto algo beneficioso y no una mamada y media que se convierta chismes absurdos de tiktok solo por capricho de unos cuantos pendejos. van a opinar, porque siempre están opinando, pero no nos va a importar. eres hades, parte de mi equipo y colega, así como también eres mi... parte de mi vida y ahora nuestros seguidores serán parte de esto.

— dime qué vamos a hacer. soy bastante buena siguiendo tus guiones —dijo orgullosa.

— voy a doxxearte en twitter. haré dos publicaciones haciendo alusión a la teoría de que yo inventé a hades y toda esa madre. una vez empiecen a interactuar, viene tu turno.

— ¿qué tengo que hacer? —le preguntó, aferrándose al cinturón de seguridad en su pecho, que subía y bajaba de forma apresurada.

— es muy simple —detuvo el auto en un semáforo rojo y se volvió para mirarla. tenía el rostro muy serio e incluso su postura y tono de voz, se parecían al quackity estratega de los videojuegos—. tú, viernes, o mejor dicho, hades, le sacarás el candado a tu instagram.

— ¿quieres que ponga público mi instagram? —exclamó ella, abriendo bien grande los ojos.

— luego, publicarás una story de esta manera que voy a decirte y eso es todo. quitamos la bandita de un solo tirón.

— vale, entonces, hagámoslo.

— confías en mí, ¿verdad que sí? —piso suavemente el acelerador con el semáforo en verde.

— sí —asintió con valentía.

— viernes, es tu turno —ya estaban en el departamento del mexicano y siendo sinceros, se sentían bastante ansiosos por todo lo que se les venía encima.

— no puedo dejar de sentirme culpable —murmuró, en un pobre intento encontré una foto suya decente en su teléfono. las manos le temblaban, pero todavía no había tenido la urgencia de ponerse banditas.

— sabes perfectamente que esto no es tu culpa.

— no, ¡no lo sé! —se lanzó en sofá, remojándose los labios resecos—. no quiero perjudicarte, no es...

— viernes, podemos dejarlo así si es lo que quieres; yo puedo borrar las publicaciones y hacer como si nada pasó, pero ellos para este momento ya habrán guardado mi tweet y tu foto y créeme que lo habrán reposteado al menos unas mil veces en sus cuentas de quién sabe cuántas redes sociales.

— cuando le quite el candado a mi instagram y publique la historia, ¿qué haremos después?

— seguir con nuestras vidas del mismo modo que antes, solo que...

— asquerosamente expuestos —susurró viernes.

— nada tiene que cambiar, por eso nos estamos adelantando y arrancando la bandita de un solo tirón, para tomar el control de las cosas y protegernos.

— ya conseguí una foto.

¡gatodehades acaba
de publicar una historia!

horas más tarde, tal vez cinco, después de obligarse a mantener su celular apagado, viernes volvió a iniciar sesión en instagram.


— bienvenida al mundo de los creadores de contenido, hades.

— mi tío va a matarme.

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