cuatro

capítulo cuatro
tener miedo está bien, viernes

         había salido un nuevo vídeo donde se veía a quackity con una chica. no era la primera vez que ocurría; sin importar cuánto expresara su deseo por privacidad, era como si sus palabras no terminaran de alcanzar a la encrespada audiencia que lo seguía. alexis se negaba en seco a exponer a su familia y esto incluía a la chica que el mexicano ocultaba con desmedido afán.

tampoco era la primera vez que corrían por las redes vídeos de pésima calidad donde se podía observar a quackity con esta misteriosa señorita de la que no se sabía nada.

al no recibir ninguna respuesta, la entrometida comunidad llegó a la sana conclusión de que se trataba de algún familiar suyo y él nunca lo desmintió.

hacía mucho tiempo, su abuela le dijo que era una buena niña por saber adaptarse a las situaciones; por no quejarse y aceptar las circunstancias sin importar nada. viernes hubiera querido decirle que, en realidad, no era una buena niña; nunca tuvo opción. así como tampoco se le permitió quejarse por tener que huir del hogar que la cobijó desde el momento de su nacimiento. pudo quejarse, de veras, cuando se vieron involucrados con un asesino, pero no lo hizo. se tragó el miedo, lo apretó en el pecho convirtiéndolo en ansiedad y continuó, fingiendo ser una buena niña. tal y como le habían enseñado desde que tenía uso de razón.

todavía sentía los cálidos dedos de su hermano, mimándole el cabello. vadhir era tres años mayor que ella y aunque parecían ser, a simple vista, polos opuestos, no podían llevarse mejor. él era paciente, inteligente y carismático. el único defecto que podía tener era su obsesión por la justicia, de allí su interés por ingresar a la facultad de ciencias jurídicas y políticas. vadhir inició sus estudios de derecho, sabiendo que su destino estaba en esa facultad y que, una vez obtuviera el diploma, sería capaz de lograr muchas cosas. viernes también lo creía así.

viernes creyó ciegamente en un dios hasta que, acompañada por una mujer con uniforme y gabardina, se vio obligada a entrar a esa habitación. hacía frío y todo apestaba a químicos, como en un hospital pero más intenso. el aire era pesado, espeso; las luces artificiales le quemaba en los ojos y el pecho le ardía. la mujer de gabardina le hizo la misma pregunta al menos cinco veces. era evidente que no le importaba nada más que terminar aquello, que era parte del procedimiento. para esa mujer, se trataba de otro día más de trabajo; para viernes fue el infierno.

— sí, es vadhir —obligaron a viernes a reconocer el cadáver de su hermano, sin tacto o compasión. una vez se hubo reconocido el cuerpo, sin darle la oportunidad de llorar o recordarse a sí misma respirar, la sacaron a empujones de aquella sala y no supo de vadhir o lo que quedaba de él, hasta el día de la ceremonia fúnebre.

no existe una guía exacta que te revele cómo sobrellevar la muerte; los libros de autoayuda no sirven y dos personas no sufren la muerte de la misma manera. a viernes le costó entender lo que estaba ocurriendo; nunca esperó recibir aquella llamada a mitad de la noche. ella solo deseaba ver a su hermano y escucharlo hablar de sus días en la universidad. sí que lo vio, claro, pero en la morgue.

viernes no se imaginaba que esa visita a la morgue sería el comienzo de todo; lo que desencadenaría una serie de acontecimientos que la arrastrarían al súbito quiebre, a la locura.

alexis apagó el directo pasada las nueve de la noche. la cabeza le dolía y sentía la boca seca. ni siquiera había sido una de esas transmisiones extenuantes, pero vaya que se sentía exhausto. lo cierto era que le había costado mucho mantenerse concentrado en el roleplay, sobre todo por el vídeo de viernes y él circulando en las redes, trastornando a todos a su paso como dinamita. no era la primera vez que ocurría, pero no dejaba de indignarle tal jugarreta de sus seguidores. así pues, mordiéndose el labio inferior con todas sus fuerzas, abrió una segunda lata de bebida energética e inició la transmisión. solo el cielo sabía que hubiera preferido no encender ese día, estaba tan enojado que no le importaba quedar mal con sus amigos. no obstante, optó por cumplir con su agenda y no saltarse ninguno de sus pendientes.

su interés por proteger la privacidad de viernes iba más allá de cualquier otro deseo. incluso aunque bajo el seudónimo de hades, ella era conocida como miembros del proyecto, su rostro seguía siendo un misterio para la comunidad y así era como debía ser, así era como ambos lo querían. durante años, batalló por mantener en privado la identidad de viernes y sus colegas más cercano en el medio habían respetado tal cosa. en las redes sociales, hades reunía cientos de miles de seguidores; en la vida real, viernes era una inmigrante plagada de traumas, chistes malos hacia su persona e infortunios que fastidiaban incasables sobre sus hombros.

pocos amigos cercanos al mexicano y también creadores de contenido, conocían la identidad real de hades. la misteriosa business partner y administradora del servidor de minecraft, era representada con una skin bastante simple, cuyas características especiales no eran más que un tapabocas negro y unas botas rosa.

en la vida real, al igual que en el mundo de cubitos y pixeles, la única constante en la vestimenta de viernes era el tapabocas negro y sus botas favoritas de color rosa. esas botas ni siquiera tenían algo especial o único; eran unas simples botas, comunes y corrientes. en su armario tenía botas negras, grises, blancas y lila, su color favorito. todas estas se mantenían intactas, mientras sus botas rosa ya mostraban signos de desgaste. era una bobería aferrarse a unos simples zapatos llenos de la mugre diaria de la calle, ella lo sabía y aun así se negaba a soltarlos. podía comprarse unos nuevos, de mejor calidad y más bonitos, pero todavía no estaba lista para tirar el único par de zapatos obsequiados por su hermano.

el mexicano tomó una ducha rápida y sin preocuparse mucho por la ropa, cogió lo primero que consiguió; pantalones de mezclilla, camiseta y una sudadera azul marino. ni siquiera se detuvo frente al espejo, no le interesaba verse; quería verla a ella. cubrió su cabello con la gorra de siempre y alcanzó las llaves de su auto, huyendo del departamento. no sabía qué era lo que iba a hacer para resguardar la privacidad de viernes, pero lo único que tenía clarísimo era su miedo a perderla. todo aquel enojo que inundaba su alma era eso, nada más que miedo a verla irse lejos de él. si ella decidía renunciar al proyecto y marcharse, no dirigirle nunca más la palabra, ¿cómo iba a manejarlo? ya no era capaz de concebir una vida sin ella; sin su acento entremezclado, su voz risueña y sus ojos pardos, escudriñando su alma y bebiendo de él. deseaba decírselo, que tenía miedo de perderla, pero no quería verse tan débil.

estacionó el auto frente la residencia donde ella vivía y miró la hora en su reloj; ya era tarde, más de las diez. se preguntó qué pretexto pondría para visitarla a esa hora. en el pasado nunca necesitó excusas para ir a verla, a cualquier hora, en serio que no. ni siquiera lo entendía, ¿qué era lo que le preocupaba tanto? al punto de no ser capaz de bajarse del auto, subir las escaleras hasta el piso cinco y tocar el timbre. lo había hecho antes tantas veces, miles de veces. ¿qué lo detenía ahora que moría por verla, al menos cinco minutos?

dos golpecitos en la ventana lo hicieron dar un vergonzoso respingo en el asiento; soltó el volante y giró el rostro, encontrándose a viernes del otro lado del cristal. era evidente que ella regresaba de trotar; el sudor le corría por el rostro, que lo tenía enrojecido hasta las orejas por el esfuerzo. la extranjera se sacó los audífonos e hizo un ademán con la mano, invitándolo a abrir la puerta del vehículo. con movimientos torpes, el mexicano dijo que sí con la cabeza y forzó a sus manos a trabajar sin hacerlo ver más patético de lo habitual. por fin abrió la puerta y la brisa nocturna lo envolvió en cuestión de segundos, devolviéndole la preciada calma. sin dejar de mirarla, pisó la acera y le sonrió, aguantándose las ganas de tocarla.

mientras esperaban por el elevador, él tuvo la intención de preguntarle si ya había visto el vídeo de ellos regresando de la playa, pero prefirió no arruinarlo. escondió las manos en los bolsillos de la sudadera y tarareó una canción que ni su nombre podía recordar.

viernes fingió no darse cuenta de nada, pero era evidente que él no la pasaba bien y ya suponía el motivo.

el espacio donde viernes vivía se trataba de una sola habitación distribuida de forma módica y estratégica. el sanitario era lo único que contaba con una puerta y paredes divisoras. el resto del lugar podías apreciarlo desde la puerta; el escritorio, la computadora donde trabajaba, los libros en diferentes idiomas amontonados en la estantería, la pequeña cama, el armario apretujado, el refrigerador casi vacío y la cocina muy limpia. las paredes de color blanco estaban decoradas con lucecitas de varios colores y diferentes álbumes de lana del rey, mientras que en las de color gris había muchas fotos, un calendario y una pequeña repisa con bonitas plantas ornamentales.

— no tienes que pensar en ello —dándole la espalda, la extranjera se sacó el calzado y la camiseta deportiva, dejando a la vista de su invitado la desnudez de su espalda empapada en sudor—. ni siquiera es tu culpa; no puedes evitar que esto suceda cuando ellos sienten curiosidad por la vida de su creador de contenido favorito.

— lo estás tomando mejor que yo —no era la primera vez que apreciaba la piel desnuda de viernes, pero esa noche en particular, decidió tumbarse en la cama y focalizar su atención en la pantalla del celular. como todo chiquillo atemorizado, quiso escribirle a su madre para preguntar qué debía hacer. podía hacer un directo hablando del tema o simplemente escuchaba a viernes y pasaba la página.

— solo digo que es inevitable —todavía en pantaloncillos de algodón y sujetador deportivo, arrastró los pies con pereza hasta acercarse a él. a simple vista ella se veía como cualquier otro día, como si nada la perturbara en absoluto, pero las heridas en los dedos estaban allí, ardiendo. sus delgadas manos se aplastaros en los hombros del mexicano, buscando su atención. él levantó la mirada, haciendo dulce contacto visual con ella—. volverá a suceder cuando menos lo esperemos, porque seguirán haciéndose preguntas y querrán averiguarlo todo sobre quackity. yo entiendo todas estas cosas y lo asumo; que te debes a un público y que hay cosas que no puedes manejar. ni siquiera me importa lo que puedan decir de mí, solo quiero que estés bien y que no cargues con responsabilidades que no te pertenecen en absoluto.

— necesito protegerte de toda esta mierda —no dijo nada más. la atrajo hacia él, recargándose en el estómago de ella. estaba sudada, pero no le importaba nada más que sentirla. sus brazos la rodearon, impidiéndole alejarse.

viernes le sacó la gorra y hundió sus dedos lastimados en la espesa y dócil cabellera negra. el mexicano suspiró y cerró los ojos, apretándola más hacia él. viernes hubiera querido decirle más cosas, pero eligió callarse y mimarlo todo el tiempo que él lo necesitara.

en completo silencio y sin moverse de su lugar, alex alcanzó una mano de ella y la estudió, tal y como si deseara grabar en su memoria cada cortadita y herida a la vista. quiso besarle los dedos, besarlos hasta sanarlos, pero ella se apartó y él lo agradeció. no deseaba ofenderla, propasar los límites o hacerla sentir incomoda.

— voy a ducharme.

media hora más tarde, viernes compartía su cama con el mexicano; hacía frío y con las luces bajas, casi inexistentes, solo contaban con los destellos artificiales que lanzaba la pantalla en el escritorio.

— sobre lo que hablamos el otro día —empezó ella, rompiendo el apacible silencio que los envolvía—. quiero pedirte perdón por actuar como una demente. la cosa es, que todo se me amontonó y supongo que dije cosas sin pensarlo bien. debí pedirte perdón mucho antes, pero no sabía cómo tocar el tema sin que resultara incómodo.

— no entiendo a qué te refieres —se dio la vuelta para mirarla al rostro, quitándole la cobija y aferrándose a un peluche de jake, el personaje de adventure time. ya se había sacado los zapatos y la sudadera—. no recuerdo haberme sentido incómodo en ningún momento, si te soy sincero.

— no tienes que actuar como si no fuera gran cosa —espetó ella, tirando de la cobija que él había le había quitado para abrigarse—. entiendo que para ti el sexo es tan importante como lo es para cualquier ser humano normal.

— ni que tú fueras un bicho raro —alexis se sentó, observándola con el ceño bien fruncido. era indudable que algo de lo que ella le había dicho, le afligió—. tú no eres alguien anormal, viernes. ¿te sientes de ese modo? lo lamento si te sientes así, pero no te permito que hagas suposiciones sobre mí o sobre cómo me siento con respecto al tema del sexo y nosotros.

— no estoy suponiendo o dando por sentado nada, alex —mintió, desviando la mirada—. me baso únicamente en la evidencia y los hechos hablan por sí solos.

— debes estar jodiéndome —el mexicano soltó un pesado suspiro y se llevó las manos al rostro, buscando calma—. a ver, viernes, necesito que me respondas una cosa con toda la sinceridad de tu corazón.

— claro, dime, ¿qué quieres saber?

— ¿yo te gusto? —se acercó a viernes y la obligó a mirarlo, tomándole del mentón. sus miradas volvieron a encontrarse. ella no se resistió—. quiero decir, ¿sientes algo por mí? cuando me ves, ¿tu corazón se agita tanto como se agita el mío al verte?

— esas son tres preguntas —sonrió.

— respóndeme, por favor —insistió el mexicano.

— me gustas mucho, tanto que mi corazón duele cuando te vas; cuando estoy contigo me siento como si fuera capaz de conquistar al mundo y me haces muy feliz de solo verte. por si no he sido lo suficientemente clara, sí, siento mucho por ti, alexis... ese es el problema.

viernes hizo una pequeña pausa, dejando entre ambos un corto espacio de silencio que ella misma rompió.

— no quiero perderte, alexis; no a ti. ya lo he perdido todo antes y me da miedo despertar un día y darme cuenta que ya no estas para mí. lo siento si estoy actuando como una psicópata dando por sentado esto y aquello, pero no dejo de preguntarme qué pasará si la historia se repite y no soy capaz de cumplir con tus expectativas.

— tener miedo está bien, viernes —él le sonrió risueño, rozándole la mejilla con los dedos en una suave caricia—. de no sentirlo, creo que fuéramos algo peor que unos monstruos. el miedo es lo que nos hace humanos; frágiles, asustadizos y compasivos. yo también tengo miedo, muchísimo. no te imaginas la cantidad que miedo que tengo atrapado en el pecho en este momento, pero no puedo aceptar que supongas cosas sobre mí o sobre cómo me siento; si tienes dudas, pregúntame que yo mismo voy a responderte y así nos evitaremos un momento desagradable. no me voy a molestar si me haces la misma pregunta mil veces, si necesitas escuchar la respuesta mil veces, yo aclararé tus dudas siempre que sea necesario.

viernes se mordió el interior de la mejilla, negándose a llorar en ese momento. no sabía si quería llorar por lo que alexis acababa de decirle o por... todo. si era que ponía sobre una mesa todo lo que ocultaba su corazón, se acabarían todos los espacios y necesitaría más sitio para colocar lo demás.

era una tonta y lo sabía de sobra; sacar conclusiones precipitadas no era más que uno de los tantos efectos colaterales de sentirse ansiosa cada minuto de su vida. alexis era una buena persona, él no tenía nada que ver con eva y no se parecían en nada. si tan solo pudiera relajarse y dejarse llevar; desconectarse de su cerebro cinco minutos y hacerle caso a su corazón. cerrar los ojos y dejarse guiar por sus sentimientos.

soy asexual, alexis; eso no significa que repudie la intimidad o algo por el estilo. el espectro de la asexualidad es inmenso y si bien yo no he tenido relaciones sexuales, no rechazo el sexo de ningún modo. como te lo dije antes, disfruto mucho al darme placer y me considero bastante fogosa, pero todavía no he sido capaz de intimar con nadie más que conmigo misma de un modo tan profundo. yo... soy un desastre, pero te juro que te quiero en mi vida y no hay nada que desee en este mundo más que estar a tu lado y verte siendo feliz.

— gracias por confiar en mí, viernes; sé que no debió ser fácil exponerte de ese modo pese a tus miedos. quiero que sepas que he estado leyendo sobre el tema y... bueno, quiero documentarme lo suficiente como para entenderte y más que una carga, ser un compañero. viernes, deseo ser un lugar seguro para ti.

— ya lo eres —acortando la poquita distancia que quedaba entre ambos, se acomodó en su pecho, tumbándose allí, cerquita de su corazón—. eres mi lugar seguro desde hace mucho tiempo, posiblemente desde que hablamos por discord.

— quiero continuar conociéndote. así como hasta ahora, durante todos estos años, pero mejor. del mismo modo, quiero que tú me conozcas a mí, tanto que si un día me olvido de quién soy, tú seas capaz de recordármelo.

ella se quedó callada, concentrándose en sus palabras y en los fuertes latidos de su corazón.

— viernes, quiero conocer cuáles son tus límites; que me digas alex, está bien que hagas eso, esto me gusta, esto no, esto me incomoda, pero puedes hacer esto y también esto. lo que intento decir es... —soltó todo el aire contenido, rodeándola con los brazos para brindarle de calor—. danos la oportunidad de continuar conociéndonos y si un día te hartas de mí, entonces me marcharé si eso te hace feliz.  

capítulo dedicado a:

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