CAPÍTULO 14. "Atrapados"
Un hombre de aspecto mayor, 30-35 años, barba de días y cabello despeinado abrió la puerta donde habían entrado los chicos hace unos minutos, el gas que aún quedaba dentro comenzó a salirse, revelando a todos en el suelo, inconscientes.
El cuerpo de Elena yacía en las escaleras, con su cabeza destrozada, al igual que los sueños que un día todos se propusieron. La mano del hombre se postró sobre unos hombros, comenzó a moverlos para tratar de hacerlo reaccionar, pero era inútil, apenas hace unos instantes había inalado el gas que lo dejaría inconsciente por quizá algunas horas.
—Debí sacarlo antes, necesito su ayuda.
Sus ojos empezaron a abrirse, con una mirada borrosa, se puso de pie, tambaleándose hasta llegar al hombre.
—¿Qué mierda hiciste? Al menos avísame de tus sucios planes.
—No hubo tiempo, pero Shay hizo lo que le pedí, ellas los trajo aquí a todos.
—No me siento bien —dijo su ayudante. —¿Qué era eso?
El asesino alzó sus hombros en respuesta, pues no sabía que tipo de gas era ese.
—Hay que darnos prisa, casi tengo todo terminado.
***
POV Hanna.
Abrí los ojos, me sentía como si no hubiese dormido toda una noche entera, mis ojos me querían obligar a permanecerlos cerrados, pero no puedo, no puedo simplemente ignorar lo que pasa y seguir durmiendo.
—¿Dónde estamos? —abrí los ojos al escuchar la voz de Emily. —Fue una trampa.
Emily se encontraba a mi lado, seguíamos en esta estúpida habitación, a la que Shay nos hizo entrar. Pero ahora estábamos amarrados a una silla, en la misma posición en la que encontramos a Matt y Shay.
—Lo siento, él me obligó a traerlos aquí —mencionó Shay cabizbaja.
—¡Hija de puta! Nunca debimos confiar en ti, no me sorprendería que fueras la ayudante y ahora estas aquí sentada para manipularnos —Jeremy estaba muy molesto.
Shay negó con la cabeza asustada.
—No soy la ayudante, he estado secuestrada desde ayer, ¿Crees que me gusta esto? ¡Tuve que escuchar como torturaban a Matt, fue horrible!
Miré hasta donde Matt se encontraba, estaba frente a mí, ya que con las sillas formábamos un círculo. Él se miraba peor que antes, ahora su mano cortada emanaba mucha sangre, la venda improvisada que tenía estaba demasiado empapada, al igual que la sabana en su cintura.
—Morirá —dije casi en inaudible.
—¿Qué dices, Hanna? —preguntó Pablo, quien estaba a mi otro lado.
—Matt morirá frente a nosotros, y quizá sea lo mejor, mírenlo, luce terrible, debe estar sufriendo demasiado —unas lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas y un nudo en mi garganta me impidió seguir hablando.
Las miradas de todos fueron hasta donde Matt estaba, era el único que aún seguía inconsciente.
—Ya está muerto —dijo James, parecía relajado. —Ah no, sigue respirando.
—Debió matarlo cuando le dije —la voz de Brandon sonaba entrecortada. —Así no estaría sufriendo ahora, y quien sabe que nos hará este enfermo, ¿Para qué nos quiere?
—Torturarnos —dijo Shay. —Él quiere torturarnos, y grabarnos para su diversión.
—Alguien viene —advirtió Lucia aterrada.
La puerta se abrió, y todos pudimos verlo por fin, sin máscaras, sin guantes, sin ocultar su identidad, era un hombre, no tenía cara de asesino, a decir verdad, hasta podría decir que es guapo
—¿Quién mierda eres? —preguntó Spencer molesta. —Me resultas familiar...
Traté de reconocerlo, pero no, yo no recordaba haberlo visto antes.
—Hola mis mascotas, ¿Están cómodos? ¿Muy apretado el nudo de la soga? ¿Necesitan algo?
Su voz era gruesa, pero trataba de sonar dulce e inocente, quizá si no estuviéramos en esta situación hasta pensaría que es amable.
—Te hice una pregunta, ¿O eres sordo?
El asesino caminó hasta donde Spencer estaba, se paró detrás de ella, y comenzó a sobar su cabeza.
—¡No me toques! —gritó Spencer forcejeando en su silla. —¡Quítame tus asquerosas manos de encima! ¡Ya te recuerdo, maldito enfermo!
Oh por Dios, Spencer sabe quién es la persona que nos ha estado asesinando por casi una semana.
—¿Ah sí?
—Si, yo no tuve nada que ver con la decisión de Selena, así que déjame ir, nadie tuvo la culpa más que ella...
Spencer comenzó a llorar, mientras el asesino seguía con sus manos sobre ella, ahora acariciaba su cuello.
—Todos aquí tienen la misma culpa por igual —dijo el asesino, ahora su tono de voz había cambiado, ahora estaba molesto. —¡Ustedes mocosos arruinaron mi puta vida! O eso fue lo que pensé al principio, porque cuando por fin salí de la cárcel, me di cuenta que fue lo mejor que me pasó.
—No sé quién eres —dijo Pablo confundido. —No es nuestro problema que hayas estado en la cárcel, no es nuestro problema que te haya pasado lo que te haya pasado ahí dentro, nosotros no tiramos tu jabón en las regaderas, hijo de puta.
Mi corazón se aceleró cuando con pisadas fuertes el asesino se dirigió desde Spencer, hasta donde Pablo se encontraba.
—¿Qué dijiste, hijo de perra?
—Que no fue nuestra culpa que te hayan cogido por el culo en la cárcel, maricón de mie... —Pablo fue interrumpido por un fuerte golpe de parte del asesino, que literal le volteó la cara.
—Ups, alguien va a necesitar un dentista.
Pablo se quedó callado, viendo hasta el suelo, donde un diente envuelto en saliva y sangre estaba tirado.
—¿Alguien tiene alguna pregunta?
Todos negaron rápidamente, pues estaban asustados, al igual que yo, por más que trato de recordarlo no puedo, no sé quién es esta persona frente a mí, al parecer la única que lo recuerda es Spencer y Lucia, pues es la única que apoyo a Spencer cuando dijo saber quién era.
—Vamos a jugar un jueguito, ¿Qué les parece que empiece desde Dieguito? ¿O quizá desde Raúl?
—No quiero jugar —fue la respuesta de Raúl, para después cerrar los ojos, al parecer seguía en su viaje.
—Bueno, empezaré desde ti —me señaló, y no supe cómo reaccionar, simplemente me quedé en silencio viendo cómo se dirigía hasta mí.
Lo sentí detrás, sus manos estaban jugando con mi cabello y después bajaron a mi cuello, donde comenzó a apretarlo, poco a poco.
—¡Déjala! —gritó Shay. Y lo hizo.
—Perdón, cierto que estábamos con el juego, pues miren, yo voy a cantar una hermosa canción, donde terminé, ahí voy a empezar, ahí empezaran las muertes, ahí empezará mi colección.
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