[28 meses antes]

Y esta historia encuentra el suyo en un hotel de Londres a las 11:00am. con Dylan O'Brien mirándose en el espejo del baño y observando su reflejo con gesto ausente. No puede evitar preguntarse cuán muerto está por dentro y si ya no tiene salvación. Si el infierno le ha guardado un lugar especial espera que al menos haga calor como en aquella playa de Ibiza, España. Hace ya más de dos años.

A veces, tiene la sensación de que su tiempo se detuvo entonces y que ya no hay manera de hacer andar el reloj y cuando todo está lo suficientemente tranquilo como para ahogarse en sus recuerdos se preocupa por ello permitiéndose desear que suceda algo, cualquier cosa por insignificante que sea, que le permita volver a sentir.

Ninguna de esas pocas veces se le pasó por la cabeza que tan extraña plegaria pudiera ser escuchada. Más tarde se daría cuenta de que, si realmente hay algún dios allá arriba, gustaba reírse de él.

- Por fin, pensaba que te ibas a pasar ahí dentro todo el puto día.

Dylan observa a Hurley, su mentor, pero no contesta mientras se desliza suavemente sobre una de las sillas del salón.

- ¿Qué tenemos?

Sin más ceremonia, Hurley pone delante suya una carpeta que Dylan abre con indiferencia. La foto que hay en su interior no le transmite absolutamente nada, un terrorista como cualquier otro.

- Abdel Salâm ha decidido que es el momento oportuno para tomar represalias contra el Imperio Británico. Según informantes de confianza, ha venido a Londres para comprar un cargamento muy especial.

- ¿Armas?

- Sí - señala una parte en concreto. Dylan la lee con rapidez, sus ojos se abren con sorpresa, en dos años siendo asesino nunca se había encontrado con algo de ese calibre.- Biológicas.

- ¿Esto entra dentro de mi jurisdicción?

- Cualquier cosa que necesitemos que deje de respirar entra dentro de tu jurisdicción.

El chico hace una mueca de aprobación y se encoge levemente de hombros.

- Bueno, ¿y cómo lo matamos?

- No podemos - suspira resignado, preocupado porque su alumno sólo piense en eso.- No aún, al menos. No sin saber de qué arma biológica se trata y cómo es posible que esté circulando por las calles.

- Comprendo - y, aunque es verdad, Dylan no consigue adivinar por qué es un caso relevante y por qué debe actuar él si parece una misión de investigación más que de acción.

- Hay una persona en su entorno que puede poseer esta información y que es muchísimo más accesible aunque acercarnos quizás sea igual de complicado.

- Hurley, eso no tiene sentido - ríe un poco, burlón, tomando la otra carpeta que le entrega.

- Este es nuestro objetivo - se pone serio de repente.- Cabe recalcar que debemos capturarlo vivo, Dylan.

- Si tiene algo que ver con células terroristas no prometo nada.

- Oh, lo harás.

Pone los ojos levemente en blanco mientras Hurley empieza a darle otro discurso acerca de cómo seguir órdenes y decide abrir la nueva carpeta para encontrarse con las fotos de un chico rubio y elegante que, según pone la ficha, es británico de nacimiento.

- Su hijo, Thomas Brodie-Sangster.