segundo día ii

Dylan siente la furia bullir en su interior y sabe que dentro de poco tendrá que hacer algo con ella.  Pero, por el momento, decide colocarse sobre la pelvis de Thomas con el mayor cuidado posible para no hacerle daño. El gesto sobresalta a Thomas y aprovecha para tirar la pistola al otro lado del sillón. Lejos de los dos.

- Habíamos dejado claro que nada de mentiras.

- No estoy mintiendo.

- Sí, sí que lo estás haciendo.

La boca de Thomas se tuerce en una sonrisa cansada. Coloca las manos en las caderas de Dylan y acaricia el pedazo de piel expuesto.

- No sabes lo que daría por tenerte en esta posición sin ropa.

Dylan se muerde la lengua para contenerse.

- Deja de tratar de incomodarme, Thomas.

- No trato de hacerlo, es la verdad - se encoge de hombros.

- Entonces, deja de evadir mi pregunta.

Y Dylan por fin consigue lo que lleva días buscando: que Thomas pierda la paciencia que ha ganado a base de tanto sobrevivir. El rubio trata de empujarlo lejos de su cuerpo, algo bastante difícil ya que lo supera en masa muscular, pero Dylan afianza sus piernas a los costados de Thomas quien al ver su movilidad totalmente reducida lo asesina con la mirada.

- ¿Qué coño quieres que te diga Dylan?

- Quiero que lo aceptes.

- ¿El qué, joder? - trata de darle un puñetazo en el pecho, pero Dylan lo desvía hacia su izquierda y atrapa las muñecas del rubio entre sus manos.

- Dices que oíste hablar de mí por primera vez hace dos años. Según lo que has dicho, quiero que aceptes que mi solo nombre te devolvía las ganas de vivir.

Thomas ríe.

- Eso es demasiado egocéntrico hasta para ti.

- Quiero que aceptes que nunca has tenido tantas ganas de continuar vivo como en estas últimas 72 horas y que estás frustrado, Thomas, porque decidiste rendirte y al final...

- Apareciste.

Dylan afloja el agarre sobre él lo suficiente como para que Thomas pueda darle la vuelta a la situación y empujarlo sobre el sofá, tomando el control por fin.

- Pero llegaste demasiado tarde... como todo en mi vida.

- Lo siento - susurra, los mechones rubios haciéndole cosquillas en la cara.

- No es culpa tuya, ni siquiera sabías de mi existencia - está a punto de retirarse cuando Dylan lo detiene agarrándolo por los hombros.

- Déjame ayudarte ahora que todavía puedo.

- Dylan, no hay cura. Por mucho que yo... - calla cuando Dylan coloca una mano sobre sus labios, cansado.

- Dime qué es lo que realmente desearías si esta fuera tu última noche en la tierra, Thomas.

Un gemido de frustración escapa de su garganta y Thomas cierra los ojos desesperado.

- Desearía que alguien me amara, Dylan. Es lo único que he deseado toda mi vida.

El ruido de un cristal rompiéndose interrumpe la respuesta de Dylan y los pone a ambos en estado de alerta. Cuando una bala se incrustra en el sillón por encima de la cabeza de Thomas, Dylan lo empuja para que caiga detrás del sillón y coge la pistola que ahora tiene a mano. Al segundo siguiente ya se ha incorporado de un salto para enfrentarse a su atacante: un hombre que, Dylan calcula, mide casi 2m.

Cuando intenta agarrarlo por el cuello Dylan se agacha con rapidez y descarga una serie de puñetazos sobre el estómago contrario.

Su atacante lo apresa por los hombros y le da un golpe fuerte en el costado que, por un momento le hace perder la respiración. En un golpe de adrenalina se desliza para quedar en su espalda usando la cintura para deslizarse, y colocando las manos en los enormes hombros se impulsa como en un trampolín para sentarse y abrazar con sus piernas el cuello de su enemigo. Listo para hacer su llave favorita hasta que vuelve a escuchar una pistola que es disparada y el gigante cae en peso muerto en medio de la sala.

Apenas tiene tiempo para procesar la imagen de Thomas usando el espaldar del sillón como apoyo para la puntería cuando otro desconocido derriba la puerta y Dylan le clava en la cabeza uno de los cuchillos que lleva en la bota.

- ¡Tommy! ¿Estás bien? - llega hasta él y lo inspecciona por todos lados, parece que a su cerebro le cuesta asimilar que es Thomas quien ha matado y por tanto está prácticamente ileso gracias a su propia velocidad de reacción.

Thomas por su parte, a pesar del aturdimiento que la inesperada situación la ha provocado aún tiene neuronas que reaccionan a las palabras de Dylan y, por primera vez en más años de los que puede recordar, es él quien se sonroja.

- Estoy bien - consigue responder, aunque Dylan no se queda tranquilo hasta que se asegura de que no tiene ningún orificio de bala.

- ¿De dónde has sacado esa pistola?

- Hurley me la dio el primer día - se encoge levemente de hombros.- Por si necesitaba protegerme de ti, dijo.

- Será... maldito - busca su móvil con la mirada, debe avisar de lo que pasado para que los muevan a otro hotel antes de que los amigos de los matones se den cuenta de que están tardando demasiado.

- Oye, Dylan.

- ¿Hm? - acude a la marcación rápida y se pone el auricular en el oído.

- ¿Eres consciente de lo que has empezado?

- ¿A qué te...?

- Ámame, Dylan.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top