primer día i
Dylan no presta atención cuando Thomas sale del baño ya que está limpiando sus armas. De hecho, solo despega los ojos del complicado mecanismo cuando escucha movimiento en la cama y un suspiro satisfecho.
- Esto es el cielo - gruñe el rubio con voz ronca, abrazándose a una almohada.
Dylan arquea una ceja, no muy seguro de si debe preguntar, pero Thomas parece exhausto y relajado por primera vez desde que se encontraron en el bar.
- ¿Podrás dormir? - pregunta con un ligero sarcasmo, después de todo están en un hotel muy lujoso.
Pero Thomas no responde, sino que se queda tumbado mirando al techo.
- Contigo aquí, probablemente - admite, en un susurro que Dylan puede escuchar sólo porque la habitación está en completo silencio y él tiene muy buen oído.
- ¿Por qué?
Y comienza a pensar que si por cada pregunta que hace y Thomas en lugar de responder sólo sonríe, le pusieran delante un terrorista que matar el mundo sería un lugar muchísimo más seguro al término de esa misión.
- Oye, ¿dónde vas a dormir tú?
Dylan se da cuenta entonces de que, para ahorrar un poco, la CIA les ha dado una habitación con sólo una cama. Una enorme cama, ciertamente, pero sólo una al fin y al cabo. Él señala con un gesto el sillón en el que está sentado que tiene pinta de ser muy incómodo, pero como tiene que montar guardia le da igual.
- ¿En serio? - arquea una ceja.
- No dormirías tan bien si yo lo hiciera - comenta, haciendo referencia a lo dicho anteriormente por Thomas.
- Eso es altamente cuestionable.
Pero Dylan sabe que no lo es, igual que también lo sabe Thomas.
- Sueles dormir poco, ¿verdad? - afirma, dejando a un lado la pistola para poner atención al chico que tanta curiosidad le produce.- Aunque tu identidad no es exactamente un secreto público es probable que la conozca cierto tercio de las eminencias más peligrosas del mundo.
Thomas parpadea ligeramente sorprendido, es la frase más larga que le ha dicho desde el interrogatorio.
- Aún así... la cama es más cómoda.
- Probable - se encoge de hombros y vuelve su atención a lo que estaba haciendo.- Pero no una opción.
Por un momento, parece que Thomas se ha dado por vencido.
- Dylan... - lo llama de nuevo, con el espectro del sueño en su voz.
El aludido siente crispar sus nervios. No porque el rubio sea desesperante (a pesar de lo mucho que habla), sino porque el esfuerzo que está haciendo para quedarse sentado en el sillón no debería ser tan grande, ni debería tener tantas ganas de aceptar la sugerencia de Thomas. Pero las tiene y no sabe qué hacer con ellas. Así que agradece en silencio cuando levanta los ojos de nuevo y se da cuenta de que Thomas se ha quedado dormido por fin. Arropado por la seguridad de la habitación, de la oscuridad y del silencio... Dylan se permite sonreír un poco.
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