Capítulo 1.
Comenzaré por el inicio, o quizá un poco más atrás. Los Johnson son mis vecinos de toda la vida, son prácticamente familia, tienen un hijo llamado Bob, es solo un par de años mayor que yo, crecí con él, y sí, somos pareja. En mi cumpleaños dieciséis él organizó una fiesta sorpresa para mí donde terminó por pedirme que fuera su novia, acepté, era lindo así que ¿por qué no intentarlo? lo conocía de toda la vida después de todo. Le gusta ser llamado Bobby, siempre se me hizo tonto, pero a él le gustaba que le dijeran así porque así nuestros nombres combinarían de cierta forma, Bonnie y Bobby. Vaya.
Las cosas comenzaron a ir un poco diferente los últimos meses, no quiero pensar en que él perdió el interés en mi, solo...las personas que están en una relación simplemente dejan de lado la miel sobre hojuelas después de cierto tiempo, ¿no? seguro es eso. Y es que, odio admitirlo pero sí estoy algo loca por él, nadie entiende la razón, no es el tipo más atractivo, es solo 15 centímetros más alto que yo, un poco rellenito, y sus facciones no son las más suaves. Su actitud es linda, supongo, me repite los mismos halagos una y otra vez, de verdad, no cambia ni una sola palabra, y creo que hace como un año que no me da algún detalle, pero seguramente no tiene tiempo.
Soy yo la que va casi siempre a su casa, me queda a un lado, así que no me causa problema. Justamente, me dirijo hacia allá.
Un largo camino, claramente, cincuenta pesados metros. Su jardín está descuidado, siempre lo está regando pero no hace muy bien su trabajo.
Me abrió la puerta con una inmensa sonrisa.
—¡Bonnie! Te extrañé muchísimo.
Me apretó entre sus brazos, yo amo los abrazos, pero sus abrazos me oprimían tanto que sentía como mis huesos tronaban. No le decía nada porque no quería arruinar su emoción.
—Lo sé, fue una larga semana, ¿por qué no fuiste a visitarme?
—Estuve ocupado en casa, tenía el tiempo encima.
Se excusó rápidamente, mientras que hacía una acrobacia con su pierna para cerrar su laptop y evitar que viera que nuevamente, estaba jugando uno de esos juegos en línea que lo tienen viciado.
—¿Otra vez me dejaste sola por eso?
—No te dejé sola, siempre respondía tus mensajes.
Claro que lo hacía, cada una o dos horas, y con respuestas muy vacías, como un “te amo muchísimo, amor” o un “aaaaah” seguido de muchos emojis empalagosos. Comenzaba a pensar que la relación se había vuelto algo unilateral.
No quise reclamarle más para no arruinar el día, así que me reí para que él se tomará a juego mi comentario y pasar bien la tarde. Me senté en el sofá que tenía en frente, él se colocó a mi lado y tomo una de mis piernas para subirla sobre la suya.
—¿Quieres que te traiga algo, princesa?
—¿Tienes agua? Olvide tomar antes de venir.
Asintió y se levantó para ir a la cocina, si algo había que decir bien de él, es que cuando estamos juntos casi siempre trata de tener muchas atenciones conmigo, pero solo cuando estamos los dos, si hay alguien más, se olvida que soy su novia.
Como era costumbre, dejó su celular conmigo, me tenía confianza, o tal vez quería que me diera cuenta de algo, porque le llegó un mensaje. Y sí, lo revisé, mayor fue mi desilusión al ver que se trataba de una chica en especial, se llamaba Verónica.
Verán, yo no conozco a esa chica, no sé mucho sobre ella, pero sé que entrará a la misma universidad que Bobby, y adivinen qué, su universidad ni siquiera es en mi ciudad, es en una ciudad que está a un par de horas de aquí, ¿ya entienden mi preocupación?
Sé que está mal, pero me puse a revisar la conversación completa, apreté los labios cuando leí que su amistad pasaba a ser algo con ligeros coqueteos con cada día que seguían hablando.
Él volvió de la cocina, y antes de que me viera, bloqueé nuevamente su celular. Obviamente tenía ganas de tirarselo en la cara y hacerle un dramón. Pero tenía que pensar cuidadosamente antes de actuar compulsivamente.
—Aquí tienes, bebé.
Tomé el vaso para colocarlo en la mesita que tenía a mis pies. Tomé aire para quitarme ese nudo que tenía en la garganta y poder hablar.
—¿Te gusta Verónica?
La pregunta lo tomó por sorpresa, pude verlo en su rostro, también vi cómo asomaba una pizca de culpabilidad que rápidamente trató de ocultar.
—Me gustas tú y ya lo sabes. No sé para que empiezas con esas cosas otra vez.
Todo sería más fácil si no lo negara.
—¿Entonces estoy loca?
—Yo no dije eso.
—No, obvio que no lo dijiste porque sabes bien que no estoy exagerando nada, ¿o quieres que saque los mensajes?
Eso pareció exaltarlo, porque vi como una vena sobresalió en su frente por el coraje.
—¡Ya estoy harto de que siempre busques una manera para que terminemos peleando!
—Entonces déjame— amenacé, y tampoco era la primera vez que lo hacía, las peleas eran algo usual, después las cosas volvían a estar “bien”— si ya te cansaste, déjame.
—No.
Dijo en un murmuro.
—Te amo solo a ti.
Y así era nuestro círculo vicioso, me tomó entre sus brazos para acurrucarme en su pecho y pedirme disculpas varias veces. No le respondía, hacía como si todo estuviera bien, pero cada vez que eso pasaba, dejaba de quererlo un poquito, pero a la vez no podía dejar de estar sin él. Eso era lo peor, sabía que habían cosas que no se resolvían, cosas que nos guardabamos y rencores que crecían dentro de nosotros, pero preferíamos callarnos y fingir que nuestra relación era un paraíso, pero se estaba volviendo el infierno.
—¿Ya mejor, amor?
Asentí un par de veces, igual solo le quedaban algunas semanas en la ciudad antes de que se fuera y solo pudiera verlo cada dos semanas sí tenía suerte. Había que aprovecharlo.
Fui a casa después de algunas horas, ya era de noche, me había quedado a cenar en casa de Bobby, su familia siempre me trataba bien. Me acosté y puse mi alarma para el día siguiente, era día de clases para mí mala suerte, pero no estaba tan mal, era mi último año de preparatoria.
La escuela siempre es algo difícil, siempre estoy metida en líos y en dramas gigantes, resulta que me he hecho de una muy mala reputación desde que me atreví a reventarle la nariz a un chico del salón, pero fue por un gran motivo, el idiota de Max se encargaba de acosar a chicas menores que él, tratar mal a los maestros y por supuesto, molestar al grupo entero al gritar tonterías durante toda la clase. Un día simplemente no pude resistirlo, se acercó a mi y con su brazo me rodeó los hombros como si fuésemos amigos de toda la vida, eso obviamente fue la gota que derramó el vaso, así que explote y le di justo en su chueca nariz. Una risa nerviosa brotó de mi sin poder parar en aquella ocasión, y por eso todo su séquito de tontos me odiaron, por haberme burlado de su gran desgracia. Al menos cuento con mis amigos que siguen creyendo que eso fue lo mejor que pude haber hecho. Y si conocieran mejor a Max, todos me agradecerían que lo haya golpeado.
Estaba a punto de quedarme dormida hasta que escuché un alboroto por los pasillos de la casa. Les cuento, estoy llena de hermanas, tres para ser exacta, Everly, tiene apenas dos años y adoro a esa niña, la cuidé desde que nació y ahora paso gran parte del tiempo con ella por gusto, Dina, con ocho años, solemos tener algunos roces, no tengo idea del por qué, está en su etapa de rebeldía, y Ciara, peleamos todo el tiempo, y platicamos normal a los dos minutos de haber peleado, cosas que haces a los 15 años.
Creo que ellas aún tenían energía para buen rato porque las escuchaba cantar y jugar aunque fuera ya tarde.
Me levanté fastidiada, poco les importó verme en la puerta, no tenía ni una pizca de autoridad para ellas. Levanté a Everly del suelo y la cargué entre mis brazos.
—¡Ya! Mañana tienen clases, a dormir.
Me llevé a la bebé con mis papás, escuché a Dina y Ciara reírse y murmurar cosas a mis espaldas, pero ya era costumbre, después de eso se fueron a sus habitaciones. Por fin paz.
Luego de eso, por fin pude acostarme a dormir.
Eran las 6:00 am cuando mi canción favorita ya estaba sonando para despertarme. Me levanté de la cama entre quejidos y comencé a prepararme para ir a clases, claro, mi preparación consistía en ponerme el uniforme en cinco minutos y maquillarme por media hora, estaba mi estilo antes que nada. Y realmente no exageraba con el maquillaje para ir a clases, a cómo me arreglo para salir, iba muy sencilla día con día.
La preparatoria era el único lugar en donde Bobby y yo no nos veíamos, él estaba en un instituto privado, pero de cierta forma, era casi un respiro el no tenerlo ahí, ya era demasiado agobiante el tener que vivir a su lado.
Eric era mi mejor amigo desde hace años, le había dicho a Bobby que él lo era, pero realmente le mentí para hacerlo sentir bien. Eric era un chico de 1.70, delgado y pálido, tenía un lindo rostro. Cuando nos conocimos, hubo cierta atracción, pero las cosas no funcionaron. A él lo considero mi alma gemela en amigo, nuestra amistad es únicamente eso. Él podía entenderme de una manera en que nadie más lo hacía, además de que conocía cada pequeño secreto sobre mí.
Se acercó hasta mi para saludarme, con esa típica sonrisa que nadie logra quitarle. Es demasiado positivo incluso si las cosas andan mal.
—Pero qué guapa amiga me cargo.
Lo miré extrañada, él solo me hacía cumplidos por dos razones: trataba de darme su apoyo, o algo hizo mal. Y en este caso, no había razón alguna por la que necesitara algún tipo de apoyo.
Lo miré de pies a cabeza y ahí encontré el problema, tenía sus tenis blancos llenos de lodo, ahora sabía lo que había pasado. Le di una mirada molesta y él sonrió con cinismo. Lo jalé del brazo para llevarlo a un lugar donde estuviéramos solo los dos.
—Estás matando personas.
Susurré alterada, tratando de que nadie más escuchara.
—No, estoy matando chicos. Y sabes que no lo hago solo porque quiera, es por un bien mayor.
—¡Aún así, Eric! ¿qué va a pasar si se enteran? irías a prisión el resto de tu vida.
—Al menos estoy salvandole la vida a muchas chicas y sinceramente, prefiero eso.
Respiré profundo, bien sabía que el asesinato era mal visto en cualquier lugar del mundo, pero para mí Eric era solo un justiciero que hacía lo que a él le parecía correcto con métodos incorrectos.
—¿Me vas a explicar que pasó esta vez?
Asintió.
—Iba de regreso a casa después de mi entrenamiento de defensa, como sabes, terminó a las 9:00 pm, me distraje con unos amigos un rato y para cuando retomé el camino, ya era muy noche. Las calles están vacías a esa hora, y escuché a una chica discutiendo con su novio, él trataba de obligarla a hacer cosas que no quería y yo... Yo no iba a permitir eso. Yo no soy un cobarde como él.
Se notaba el coraje en sus palabras, estaba loco, y yo también estaba loca por callarme aún sabiendo lo que hacía.
—Entonces, lo detuve. Le dije a la chica que se fuera, ella estaba demasiado asustada. Dejé inconsciente al chico de un golpe, fue un verdadero problema el llevarlo a aquél lugar, pero lo logré, estando ahí yo...
—No, no me digas cómo lo mataste, por favor. No quiero saber eso.
—Está bien, Bonn. Puedo confiar en ti, ¿no? Sabes que si tú estuvieras en peligro, haría lo mismo por ti.
Yo no le tenía miedo, era Eric, mi mejor amigo, lo amaba mucho como para solo ser su amiga por temor.
—Sabes que siempre puedes confiar en mí. Y por eso mismo, debo ayudarte.
El timbre sonó, cada quién debíamos ir a clases.
—¿Nos vemos en la tarde?
Preguntó.
—Claro, ve a mi casa.
Me guiñó un ojo y se fue por su lado.
Las horas ahí se volvieron una eternidad, mucho más sabiendo lo que sabía.
¿Cómo sería matar a alguien y no morir de remordimiento? Tal vez era porque él lo hacía con buenos motivos pero, ¿yo tendría algún buen motivo para asesinar a alguien?
No logro verme haciendo lo que Eric hace ni en mil años más. Prefiero quedarme en mi cómodo lugar como cómplice.
Eran las 3:00 pm de la tarde, me había vestido con mi ropa más discreta porque sabía a dónde iba a ir con él, a “aquél lugar”, se refería a un terreno baldío que había detrás de su casa, era un lugar muy apartado, nadie pasaba por ahí. Así que mi amigo aprovechó y ha enterrado cada cuerpo de sus asesinatos.
Eric me había mandado un mensaje, diciéndome que llegaría en 15 minutos aproximadamente, así que se me ocurrió ir a saludar a Bobby. Crucé hasta su casa, y toqué su puerta, escuché unos murmullos provenientes desde dentro, y luego de unos momentos, mi novio salió y cerró la puerta tras de él.
—¡Bonnie! No te esperaba, mi casa es un desastre, ¿cómo estás?
—Qué raro, pues, bien, supongo. Iba a hacer algunas cosas y quería venir antes contigo a saludarte.
Me abrazó y me sostuvo ahí unos treinta segundos.
—Espero que te vaya bien con tus asuntos, amor. Anda, no quiero retrasarte.
—¿Me estás corriendo?
—¡No, no! Para nada, pero la verdad también ando con algunos trámites para la universidad y necesito mandarlos hoy mismo, estoy un poquito atareado.
—Ah, tranquilo, tú ocúpate de eso, en la noche ya tendremos tiempo para hablar.
Nos dimos un beso en los labios y me despedí de él. Para cuando regresé a mi casa, Eric tan solo tardó cinco minutos más en llegar.
—Hola Bonn.
Saludó pasando su brazo sobre mis hombros.
—Vamos ya a aquél lugar, quiero terminar lo más pronto posible con eso.
Me dirigió para subirme a su carro, el camino fue rápido y silencioso. A nadie le agradaría ir a un cementerio privado. Sé que las personas que están ahí no se merecen ningún tipo de respeto, pero una parte de mi aún se sentía mal por ellos.
Al llegar, tenía cuidado por dónde caminaba, solo había tierra y lodo en ese terreno, Eric señalaba las “tumbas” con piedras encima para no llamar la atención.
Las conté: una, dos, tres, y cuatro.
Cuatro hombres que trataron de dañar a alguien y Eric estuvo presente para poder evitarlo.
—Eres un psicópata, ¿sabes?
—Ese es mi segundo nombre, querida. Nah, no es verdad, yo quiero ser como Red Hood.
—Otra vez tú y tus historias de cómics.
—¡No te hagas, tú las amas!
Me reí junto con él y después me callé.
—No podemos divertirnos aquí, está mal.
—Tal vez las chicas que salvé están riendo ahorita y de no haber sido por mi, quizá no lo estarían haciendo.
—No puedo discutir contra eso. Pero Eric, no puedes seguir haciendo esto, has tenido mucha suerte, pero quizá la próxima vez no sea así. No quiero que arruines tu vida por unos tipos que han sido una basura. ¿Qué tal si alguien te hace daño a ti?
—Entiendo y agradezco que te preocupes por mí, pero esta es una decisión que ya está tomada, no te pido que me apoyes, solo que trates de comprenderme.
—Jamás traicionaría tu confianza. Estoy segura que todas esas chicas deben agradecertelo mucho solo cuídate mucho. No seas despistado y no dejes pistas.
Me abrazó fuerte y acarició mi cabello.
—Cuenta con eso, ahora, ¿vamos por un helado?
Era una propuesta imposible de rechazar.
Lo que parecía ser un bonito día (climaticamente hablando) se volvió algo desastroso, comenzó una fuerte tormenta y el aire azotaba las ventanas de la cafetería en donde estaba con Eric.
—Creo que somos los únicos locos en la ciudad que salimos con este clima.
Bromee.
—Tal vez sí somos los únicos locos, pero no los únicos que salimos ahorita.
Señaló a la puerta del establecimiento, estaba entrando una pareja al parecer, la chica estaba completamente empapada pero eso no le quitaba la inmensa sonrisa que adornaba ese rostro tan bonito que tenía, se veía muy feliz con ese chico que era...¿Bobby?
Ellos estaban tan metidos en su asunto que ni siquiera notaron mi presencia, se sentaron en una mesa que quedaba a espaldas de la nuestra, así que menos nos verían.
—Ese hijo de perra...
Eric estaba más que molesto al ver a mi novio salir con otra chica, cuando yo le había platicado que él estaría ocupado. Y yo estaba inmóvil. No podía creermelo, aún si había tenido pistas antes, descubrirlo directamente era totalmente shockeante.
Vi que mi amigo se había levantado y con toda la molestia del mundo, iba contra Bobby. Lo detuve.
—No hagas eso.
Lo volteé a ver y las lágrimas ya escurrían por mi rostro, tenía un gigantesco nudo en la garganta.
—Vamonos, por favor, Eric. Tranquilizate, por mí.
Me vio y eso fue suficiente para calmarlo, asintió y tomó sus cosas para poder irnos.
Yo me puse la gorra del suéter, no quería que me viera.
—Vayamos por la salida trasera, no quiero que Bobby sepa que estuve aquí. Necesito pensar todo esto.
Y así fue. Ahora me esperaba una larga noche.
Era la primera vez que alguien me engañaba, sé que nuestra relación no era perfecta, pero siempre di todo de mí. O tal vez, yo confundí las cosas y ella era solo una amiga...
Vamos, no debía engañarme a mí misma, todos sabemos lo que estaba pasando ahí.
Llegando a casa, me encerré en mi cuarto, le dije a mi mamá que me sentía mal porque tenía muchos cólicos. No quería decir la verdad ahorita mismo. Quería encerrarme y llorar hasta secarme.
Pasé horas con mi cara hundida en mi almohada, hasta mis lágrimas se habían acabado, y hubiera podido dejar de llorar, pero seguía recordándome a mí misma momentos que pasé con Bobby para continuar con ese sufrimiento autoinfligido.
Hasta que recibí un mensaje.
«Apenas me desocupe, bebé, espero que duermas bien ♥️ »
Y entonces vi mi oportunidad, él no tenía ni idea de que descubrí su maldito y sucio secreto. Y por el momento, la mejor opción era continuar con esa farsa.
«Igualmente, amor, mañana nos espera un gran día»
Por supuesto, conocía a la persona perfecta para poder llevar a cabo el mejor plan.
Tenía una amiga, Mónica, esa chica era de lo más ingeniosa, recuerdo que una vez descubrió a su ex novio siendole infiel y en vez de quedarse en casa dos semanas viendo películas románticas y comiendo helado, se encargó de hacérselo pagar con una venganza increíblemente malvada.
No lo pensé dos veces antes de llamarle, atendió al segundo tono. La escuché bostezar.
—¿Bonnie? ¿sabes qué hora es?
Y no, realmente no sabía, perdí totalmente la noción del tiempo. Revisé el reloj; 2:00 am.
—Espero que valga la pena lo que vayas a decir.
—No te vas a arrepentir de responder, Mónica.
Me dispuse a contarle todo con lujo de detalles, la tristeza que abarcaba todo mi cuerpo fue reemplazada fácilmente con una furiosa sed de venganza.
—Oh nena, esto será tan divertido, ya se me ocurrió todo lo que haremos, o más bien, harás, yo seré solo la mente maestra.
—Y con eso me basta, entonces te veo mañana entre clases para ponernos de acuerdo.
Después de eso, pude ir a dormirme en paz. Pero aún así, amaba a Bobby, tampoco iba a hacerle tanto daño, solo un poquito para estar bien conmigo misma y después lo dejaría.
Quién diría que las cosas iban a salirse de control, pero eso es algo que aún no contaré.
La chica con la que lo vi era Verónica, ojo de loca no miente, entiendo el por qué quisiera salir con ella, insisto en que es muy bonita, tenía un precioso cabello largo castaño, era alta y delgada. Es decir, yo no me quedo atrás, soy delgada, tengo un lindo cuerpo a decir verdad, solo que a mí me gusta tener el cabello corto y es oscuro por naturaleza, aunque muchas veces lo he teñido. Mi rostro es muy lindo, además. Por ese lado, no puedo ponerme en comparación con ella. Y tampoco puedo odiarla. No sé si ella sabe o no sobre la relación que tengo con Bobby, pero aún si lo supiera, el único que tiene que respetar la relación, es únicamente él, no ella. Sé que también debería tener un poco de sororidad conmigo, pero no está obligada y lo entiendo.
El problema es únicamente con él.
Y vaya que las cosas se pondrán interesantes.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top