Regreso a su casa fastidiado pero pensativo. Por años había creado un plan y estaba emocionado en llevarlo a cabo, acabaría con aquella mujer que había asesinado a su hijo, pero le quitaría lo que más amaba y la volvería culpable.

Antes de entrar a prisión había ahorrado mucho dinero y este estaba escondido debajo de la casa. Con eso tenía suficiente para sobrevivir por algún tiempo, al menos hasta que Camille estuviese en prisión, pudriendose con gente como ella, como asesinos y ladrones.

Al día siguiente comenzo a acechar a Bane. Parecía ser un hombre muy superficial. Gastaba la mayor parte del dinero en compras y cosas lujosas que vinieran bien con su imagen.

Después de algunos días ya sabía exactamente donde se encontraba Magnus a cada hora del día. Se encontraba en un spa, tardaría en salir pero lo estaba esperando.

Cuando Magnus salió, Alec se quitó la gorra que llevaba puesta y se puso sus lentes de sol. Su barba ocultaba gran parte de su rostro.

Comenzó a seguirlo y Magnus entró en un callejón largo y solitario.

¿Este sería el momento para atraparlo? Se preguntó pero solo siguió caminando. Se perdió al doblar la esquina. Alec intento buscarlo por todos lados.

— Por que estas siguiendome?—  se escucho una voz suave por detrás. Alec se giro y se encontró con Magnus cara a cara.

Todo se quedó en silencio. De cerca la piel de Magnus parecía más brillosa, parecía Seda color caramelo. Se preguntó si podría tener el mismo sabor a caramelo. Sus ojos destellaban resaltando el dorado y el verde.

Alec intento romperse la cabeza sobre que debía hacer en ese preciso momento.

— Ya te había visto antes!— logró decir Alec.

Magnus mostró cara de que requería una explicación.

— Y volví a verte, estaba enfrente del Spa y supe que debía acercarme a pedirte tu numero o pedirte una cita.— intento explicar Alec.

— Estoy casado!— respondió Magnus, mostrando la mano enseñando su anillo de matrimonio. — Pero tal vez podamos salir como amigos.— dijo Magnus, siendo amable. Le regaló una sonrisa a Alec y este se la devolvió automáticamente. Magnus saco de su abrigo una libreta y comenzó a escribir sobre ella arrancó la página y se la entrego.

— Es mejor que me envíes mensajes. Son más discretos.— dijo guiñandole el ojo, haciendo resaltar la sombra que llevaba sobre ellos.

— Esperare con ansias tu mensaje.— dijo Magnus dándole de nuevo una sonrisa pero esta vez un poco coqueta. Se giro y seguío caminado.

Ahora un nuevo plan se estaba desarrollando en su cabeza, intentaría ganarse la confianza de Magnus y así lograría saber cada oscuro secreto de Camille Belcourt.

Todo parecía estar jugando a su favor. Intentaría ganar su confianza.

Magnus llegó a su casa a desempacar las cosas que había comprado. Saco el hermoso vestido que le había comprado a su esposa.

Magnus siempre había querido a su esposa, sabía que ya no era como antes cuando estaban enamorados. Pero apesar de que sabía sobre los sucios negocios de Camille aún creía que podría cambiar, que todavía había algo de amabilidad y honestidad sobre ella.

Así que espero hasta la cena. Como siempre solo estaban ellos dos. Años atrás habían pensado en la posibilidad de procrear hijos pero Camille no podía. Así que durante todos estos 7 años que llevaban casados siempre habían estado ellos dos solos. Era por eso que aún apreciaba a Camille.

A mitad de la cena su celular vibro. Estaba en el bolsillo de su pantalón. Alzó la cabeza para mirar a su esposa, quien estaba concentrada respondiendo mensajes también en su celular. Siempre había tenido la duda de con quien tanto hablaba su esposa incluso se habia hecho ideas locas pero solo quería pensar que hablaba con sus compañeros de trabajo.

Lo que le había dicho a aquel hombre era cierto. Esperaba con ansias su mensaje ya que no tenía nada más interesante que hacer. Lo único que lo distraía era ir de compras y salir ya que no tenía mucho que hacer con su esposa ya que todo el tiempo estaba trabajando.

Alec.

Hola
Soy yo el chico toxico que te persiguió.

Magnus.

Hola, extraño. Tal vez deberíamos iniciar esta conversación con nuestros nombres.

Alec.

Soy Alec...

Magnus.

Un gusto Alec, soy Magnus!

Alec.

Tal vez deberíamos discutir esa salida.

Magnus.

¿Que tienes en mente?

Alec.

Mañana en el UMBRELLA a las 4:00.

Magnus.

Ahí estaré.

Apesar de todo Magnus le tenía respeto a su esposa. No se enrollaria con el primer tipo que se interesara en el. No, había tenido muchos pretendientes pero jamás acepto salir con ellos. Además, Alec parecía inofensivo. Tal vez podrían ser grandes amigos. No estaba en busca de un amante, apesar de que en su relación no había mucho sexo, de vez en cuando y muy rara vez sostenía relaciones con su esposa tal vez la última vez fue hace meses y sólo era por que Camille lo obligaba aveces, ya que el no sentía nada cuando se encuentraba en la cama con ella. Así que estaba tan acostumbrado a no sentir atracción sexual hacia nadie.

Saco una risa al recordar que mañana se vería con ese tal Alec.

Camille alzó la cabeza de su celular para mirar a su esposo. Magnus miraba con cierta alegría su celular.

Ella se levantó de la mesa silenciosamente y se fue acercando al otro extremo dónde se encontraba Magnus. Sus tacones fueron resonando por toda la habitación.

— En quien estas pensando?— preguntó Camille a su esposo. Toda la habitación estaba en silencio y aquella pregunta quedó suspendida en el aire. Sonaba fría pero también manipuladora.

Magnus apagó su celular y lo guardo de nuevo en su bolsillo. Regreso la atención a su plato.

— Con quien estabas hablando cariño?— dijo ella pasando ligeramente su dedo por la clavícula de el.

— Desde cuando te interesa con quien habló?— respondió Magnus, no se escuchaba como un reproche, en absoluto.

— Suenas raro, hay algo que me estés ocultando?— volvió a preguntar Camille, dándole un beso en el cuello. Y le dio un beso en los labios.

Los besos de Camille siempre habían sido amargos y fríos. Así eran desde que estaban casados.

— Solo hablaba con Ragnor!— mintió Magnus, pero ella no sospecho de su respuesta. Ella solo sonrió y salió del comedor.