finis

Draco había caído dormido de nuevo; Brooklyn tenía aquella sonrisa que nadie podría borrarle.

Era ya de día y aún no salían del ascensor. Pero a ninguno de los dos les importaba, estar juntos, de alguna les hacía feliz.

Brooklyn se quedó pensando, mirando un punto fijo. 

Ambos se sobresaltaron cuando el elevador comenzó a moverse y a hacer chirridos.

Draco abrió los ojos y miró a su compañera.

—¿Qué esta pasando? — preguntó Brooklyn con un tono lleno de confusión. 

—El ascensor... — respondió Draco —se esta moviendo.

Entonces en la cara de ambos se dibujo una sonrisa de alivió. Al fin podrían salir.

Draco se puso de pie rápidamente y estiró una mano para ayudar a Brooklyn a hacer lo mismo.

—¿Recuerdas lo que te dije? —. dijo Draco —¿Si salíamos de aquí, saldría contigo? —. observó como Brooklyn asintió en respuesta y continuó —. Bueno, eso se va a cumplir.

Brooklyn sonrió mientras lo miraba, obteniendo como respuesta una cálida sonrisa de Draco.

Draco entrelazó sus dedos, observando como la puerta se abría con un fuerte chirrido. Ambos salieron con las manos entrelazadas, observando la puerta principal.

—Si, ya han arreglado el elevador. — dijo el recepcionista al teléfono.

—¡Draco! — gritó un pelinegro que se acercaba a ellos. —¿Y nuestra quedada? ¡Te estuve esperando! — iba entrando por la puerta principal.

Theodore Nott. Mejor amigo de Draco Malfoy.

—Lo siento. — se disculpó el rubio. —Tendrán que ser para otro día.

La sonrisa en la cara del rubio era casi indescifrable, el miedo invadió a Theodore y movió sus ojos junto a la chica bajita junto a su amigo platinado.

—¡Hey! ¡Hola, soy Theo! — sonrió el chico y le tendió la mano a Brooklyn.

—Brooklyn.

Un sonido llamó la atención de los tres chicos, que apenas se iban conociendo. Era el celular de Brooklyn, un mensaje de su amiga Melanie. Hace tanto no veía a su mejor amiga, la emocionó leer que ella legaría al siguiente día a visitarla.

—¿Qué sucede? — preguntó Draco.

—Una amiga me ha enviado un mensaje, vendrá mañana. — informó con una sonrisa emocionada en su suave rostro.

—Tal vez, deberías presentármela. — bromeó Theodore.

Brooklyn asintió. —No sería mala idea. — soltó ella, provocando que los dos chicos comenzaran a reír. 

—Bueno, Brooklyn y yo tenemos que irnos ahora. — dijo Draco a Theodore. 

Theodore asintió, entendiendo a lo que Draco se refería. —Te veo luego, Draco. No olvides nuestra salida.

Brooklyn sentía una extrema felicidad, mientras salían de aquel edificio, sus manos entrelazadas a las frías manos de Draco, adornadas por anillos. 

Ella estaba feliz. Pensar que había conocido a aquel chico rubio por un ascensor.

FIN.

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