Capitulo 1: El niño de Las Estrellas

En el vasto y frío vacío del espacio, la pequeña nave que transportaba al último hijo de Krypton surcaba la negrura, guiada por un sistema de navegación automático que seguía las coordenadas hacia un planeta distante, en su interior, el pequeño Jor, ajeno a todo lo ocurrido, descansaba en un sueño profundo, envuelto en la protección de la tecnología avanzada de su raza

Cada segundo lo alejaba más de la tragedia de su planeta natal y lo acercaba a su nuevo hogar

La nave atravesó estrellas y nebulosas, navegando a través de la inmensidad, mientras el legado de Krypton se reducía a ecos lejanos en el espacio

Detrás de él, en lo que alguna vez fue su hogar, solo quedaban los fragmentos dispersos del planeta, esparcidos por el cosmos

{Años más tarde, en la Tierra}

Era una noche tranquila en una pequeña granja a las afueras de la ciudad de Azumino en la prefectura de Nagano en la zona de Hotaka, Masaru Bakugou y su esposa Mitsuki, una pareja sin hijos, estaban a punto de irse a dormir cuando un destello de luz cruzó el cielo, Masaru, observando desde la ventana de la cocina, frunció el ceño

—¿Qué fue eso?— preguntó Mitsuki, preocupada, cuando su esposo se acercó a la puerta

—No lo sé... Parecía una estrella fugaz, pero demasiado baja— respondió Masaru mientras tomaba su linterna

Ambos salieron de la casa, el aire fresco de la noche los envolvía, a lo lejos, hacia el campo, un ligero resplandor brillaba, como si algo hubiera caído entre los cultivos, Masaru y Mitsuki intercambiaron miradas preocupadas y, sin decir nada, comenzaron a caminar en esa dirección

Cuando llegaron al lugar, lo que vieron les cortó el aliento, una pequeña nave metálica, humeante y enterrada en el suelo, estaba rodeada de un leve resplandor que desaparecía poco a poco, el impacto no había sido lo suficientemente fuerte como para causar un gran cráter, pero era claro que aquello no pertenecía a la Tierra

—¿Qué... qué es eso?— susurró Mitsuki, sus ojos fijos en la extraña estructura

Masaru se acercó con cautela, rodeando la nave, de repente, un suave sonido metálico se escuchó, y una escotilla se abrió lentamente, en su interior, envuelto en suaves luces azules, había un bebé, que los miraba con ojos grandes y brillantes

—Dios mío...— dijo Mitsuki mientras se arrodillaba al lado del bebé —Masaru... Es un niño—.

Masaru, aún incrédulo, se arrodilló junto a ella

El pequeño les sonreía, su diminuto cuerpo envuelto en una manta que parecía estar hecha de un material desconocido

—¿De dónde viene?— preguntó Masaru, aunque sabía que la respuesta escapaba de cualquier lógica terrenal

Mitsuki, con lágrimas en los ojos, extendió las manos y levantó al bebé, que parecía no tener miedo, como si supiera que estaba seguro, lo sostuvo en sus brazos, y una cálida sensación de amor la envolvió

Masaru y Mitsuki permanecieron arrodillados junto a la pequeña nave, sin poder apartar la mirada del niño, era increíble, imposible... y, sin embargo, real, el bebé les sonreía, con esos ojos brillantes y curiosos, como si ya sintiera una conexión con ellos, Mitsuki lo acunaba en sus brazos, sintiendo cómo su corazón se llenaba de una calidez que nunca había sentido antes

—Mira cómo nos mira...— susurró Mitsuki, con la voz entrecortada por la emoción, acarició suavemente la cabeza del bebé, que parecía relajarse aún más en sus brazos —Es como si... como si siempre hubiera sido nuestro, Masaru—

Masaru la miró, aún tratando de procesar lo que estaba ocurriendo, su mirada se suavizó al ver a Mitsuki con el bebé en brazos habían deseado tanto tener un hijo, pero nunca imaginaron que algo tan extraordinario les sucedería

—No lo entiendo— dijo Masaru, sacudiendo la cabeza, aunque con una sonrisa débil en los labios —Esto es... fuera de este mundo, literalmente—

Mitsuki, sin apartar la vista del bebé, soltó una pequeña risa entre lágrimas

—.... Es, un niño de las estrellas— Dijo Masaru

{Años después}

El sol de la mañana bañaba la pequeña granja de los Bakugou con una luz dorada, afuera, los campos se extendían hacia el horizonte, y la vida en la casa era siempre cálida, amorosa, Katsuki, el nombre que Masaru y Mitsuki habían dado al niño de las estrellas, corría por los campos con energía

Había crecido feliz, rodeado del amor de sus padres adoptivos, Mitsuki lo cuidaba como si fuera su propio hijo, y Masaru, siempre paciente y sabio, le enseñaba valores de trabajo duro y bondad

—¡Mamá, papá, miren! ¡Atrapé una rana!— gritó Katsuki con entusiasmo, sosteniendo una pequeña rana entre sus manos

Mitsuki, desde la cocina, asomó la cabeza y le sonrió con ternura

—¡Ten cuidado, Katsuki! No lastimes a la pobre rana— dijo en tono cariñoso.

Masaru, que estaba reparando una cerca en el campo cercano, levantó la vista y saludó a su hijo con una sonrisa tranquila

—Muy bien, campeón, pero recuerda lo que siempre te decimos: debes ser amable con las criaturas pequeñas— le dijo, limpiándose el sudor de la frente con la manga de su camisa

Katsuki asintió, aunque a veces era difícil para él controlar toda la energía que tenía, siempre se había sentido diferente, aunque nunca entendió realmente por qué

Pero todo comenzó a cambiar cuando entró en la escuela primaria

Katsuki, que siempre había sido un niño alegre y con una risa contagiosa en casa, empezó a darse cuenta de que en la escuela las cosas no eran tan fáciles, los otros niños lo miraban con recelo

Él era más fuerte que ellos, mucho más rápido, y a veces cosas extrañas sucedían a su alrededor cuando se enojaba o se emocionaba demasiado, aun siendo parte de una sociedad con humanos que nacen con super poderes 

En una ocasión, durante una clase de educación física, los niños jugaban a tirar de la cuerda, Katsuki, con su equipo, tiró tan fuerte que los otros niños salieron volando por los aires, cayendo al suelo con un gran estruendo

Todos quedaron en shock

—¡¿Qué le pasa a este bicho raro?!— exclamó uno de los niños mientras se levantaba, frotándose el brazo

—¡No es normal! ¡Es como un monstruo!— gritó otro, alejándose de él

Katsuki, que no entendía lo que estaba sucediendo, miró sus manos con confusión, no quería ser diferente, no quería asustar a nadie, pero eso no cambió la forma en que los demás lo trataban

Día tras día, los murmullos y las miradas extrañas comenzaron a afectarlo

Un día, de regreso a casa, Katsuki llegó cabizbajo, arrastrando los pies, Mitsuki lo notó de inmediato

—Katsuki, cariño... ¿Qué te pasa?— preguntó preocupada, arrodillándose para estar a su altura

—No lo sé, mamá, en la escuela... todos piensan que soy raro, dicen que soy un monstruo— respondió, su voz quebrándose un poco

Mitsuki lo abrazó fuerte, acariciándole el cabello

—Escúchame bien, Katsuki, no importa lo que digan los demás, tú eres nuestro hijo, y te amamos tal y como eres, no eres un monstruo, eres especial— le susurró con firmeza y amor

Masaru, que había escuchado desde la puerta, se acercó y se agachó junto a ellos

—A veces, hijo, las personas temen lo que no entienden— dijo con suavidad, colocando una mano en el hombro de Katsuki —Pero eso no significa que debas cambiar quién eres, tienes algo muy especial dentro de ti, y algún día entenderás cómo usarlo para algo bueno—

Con el tiempo, los incidentes se hicieron más extraños y frecuentes

Una tarde, cuando Katsuki estaba en el patio jugando, sin querer lanzó un balón de fútbol tan alto que desapareció en el cielo, cuando trató de explicárselo a sus padres, ambos lo miraron con una mezcla de preocupación y asombro

—Katsuki, hijo... ¿Cómo es que hiciste eso?— preguntó Masaru, tratando de no alarmarlo

—No lo sé, papá, yo... solo pateé, y se fue— respondió Katsuki, nervioso

Esa noche, mientras Katsuki dormía, Masaru y Mitsuki se sentaron en la mesa de la cocina, inquietos

—Masaru... Creo que es hora de decirle algo— murmuró Mitsuki, mordiéndose el labio

Masaru asintió lentamente, con el ceño fruncido

—Sí... Pero aún es muy joven para entenderlo todo— respondió, mirando hacia la habitación donde dormía Katsuki

Al día siguiente, cuando Katsuki llegó a la escuela, los murmullos a su alrededor no cesaban, los niños seguían viéndolo como un bicho raro, y algunos empezaban a burlarse abiertamente

—¡Eh, Katsuki! ¿Dónde está tu balón volador?— gritó uno, provocando risas entre sus compañeros

Katsuki apretó los puños, sus mejillas enrojecidas por la rabia y la frustración, quería gritar, quería hacerlos callar, pero se contuvo, recordó las palabras de su padre

"Las personas temen lo que no entienden" Respiró hondo, tratando de calmarse

Pero cada día esa rabia crecía más y más, en casa, era el niño cariñoso que siempre había sido, pero en la escuela, la presión comenzaba a cambiarlo, su paciencia se acortaba, y aunque sus padres lo ayudaban a controlar su temperamento, cada vez era más difícil

Un día, Mitsuki lo vio golpeando con frustración un árbol en el patio trasero, lágrimas corriendo por sus mejillas

—Katsuki... cariño, ¿Qué sucede?— le preguntó suavemente, acercándose a él

—¡No es justo, mamá! ¡Yo no pedí ser así! ¡No quiero ser diferente!— gritó entre sollozos, golpeando el árbol una vez más, con tanta fuerza que la corteza se agrietó

Mitsuki lo sostuvo mientras sentía los sollozos de Katsuki sacudir su pequeño cuerpo, sabía que, aunque había intentado darle todo su amor y apoyo, su hijo cargaba con un peso que nadie más podía comprender

Era un niño de las estrellas, con habilidades que lo hacían especial, pero también lo alejaban de los demás

—Sé que es difícil, Katsuki— Le susurró Mitsuki, acariciándole el cabello —Pero ser diferente no es algo malo, a veces, lo que te hace único puede ser lo que el mundo necesita—

Katsuki se apartó un poco de su madre, secándose las lágrimas con el dorso de la mano, miraba el suelo, pero su rabia seguía ardiendo en su interior

—Pero... ¡Yo no quiero ser lo que el mundo necesita!— dijo con frustración —¡Yo solo quiero ser normal! Quiero que los demás me vean como a los otros niños ¡No quiero ser un monstruo!—

Mitsuki suspiró, sabiendo que era una lucha interna que solo él podía resolver con el tiempo, su hijo tenía una vida difícil por delante, y aunque ella y Masaru harían todo lo posible por guiarlo, no podían cambiar lo que él sentía por dentro, lo que sí podían hacer era apoyarlo y amarlo incondicionalmente

—Tú nunca serás un monstruo, hijo, no importa lo que digan los demás— Le levantó el rostro suavemente, obligándolo a mirarla a los ojos —¿Sabes qué veo cuando te miro? Veo a mi hijo, veo a un niño fuerte, valiente y bondadoso, nunca olvides eso—

Katsuki asintió, aunque la frustración no se le había ido del todo, se sentía impotente, atrapado en un cuerpo que no entendía y con un poder que no sabía cómo controlar, pero las palabras de su madre siempre lograban calmarlo, al menos por un tiempo

En la escuela, sin embargo, las cosas solo empeoraban

Durante una clase de ciencias, la profesora, la señora Tanaka, repartía unos materiales para un experimento cuando uno de los niños decidió aprovechar la oportunidad para burlarse de Katsuki

—Oye, Bakugou, ¿Vas a hacer explotar el microscopio también?— dijo entre risas un chico llamado Haruto, lo suficientemente alto como para intimidar a los demás

Los murmullos y las risas estallaron a su alrededor, Katsuki apretó los dientes, sintiendo la rabia burbujear dentro de él, su padre le había dicho que debía controlarse, pero las palabras hirientes le llegaban cada vez más profundo

—¡Cállate, Haruto!— espetó Katsuki, sintiendo que su piel se calentaba como si algo estuviera a punto de explotar desde adentro

Haruto, viendo la reacción de Katsuki, sonrió con malicia y continuó

—Oh, míralo, ¡Se está enojando! ¿Qué vas a hacer, eh? ¿Vas a lanzarnos por los aires como la otra vez?—

Katsuki cerró los puños con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos, su cuerpo temblaba, en ese momento, todo se volvió confuso

El suelo bajo sus pies empezó a vibrar ligeramente y las luces del salón parpadearon

La profesora Tanaka, que estaba en la pizarra, se dio la vuelta rápidamente

—¡Katsuki!— exclamó alarmada —¡Por favor, cálmate!—

Pero era demasiado tarde, en un arranque de furia, Katsuki dio un paso adelante y gritó

—¡Cállense todos!—

Y entonces, una onda de fuerza invisible salió de su cuerpo, derribando sillas y papeles por todo el salón, los niños gritaron asustados, y la profesora intentó mantener el control mientras todos buscaban refugio

Aunque nadie salió herido, el miedo en los ojos de sus compañeros fue inconfundible

Katsuki se quedó en el centro del caos, respirando agitado, su corazón acelerado y su mente en blanco, miró a su alrededor, viendo lo que había causado, los murmullos no se hicieron esperar

—Es un monstruo...— susurró uno de los niños, acurrucado detrás de su escritorio

Haruto, con el rostro pálido, no dijo nada, pero lo miraba con una mezcla de miedo y odio

Katsuki sintió cómo la culpa lo inundaba de inmediato, no quería que las cosas fueran así, pero no sabía cómo detenerlo

Salió corriendo del aula, con el sonido de los murmullos y las miradas de los demás clavándose en su espalda

Esa noche, en casa, Masaru y Mitsuki estaban sentados en la sala junto a Katsuki, quien permanecía en silencio, cabizbajo

—Hijo— Empezó Masaru con voz grave pero suave —Sabemos que hoy fue difícil, pero tienes que aprender a controlar lo que sientes, tu madre y yo te amamos, y no importa lo que pase, siempre estaremos aquí para ti, pero... no puedes dejar que la rabia te controle—

Katsuki, con la mirada fija en sus manos, murmuró

—No sé cómo, papá, es como si todo dentro de mí se desbordara, y entonces... pasan cosas que no puedo controlar—

Masaru suspiró y puso una mano firme en el hombro de su hijo

—No tienes que hacerlo solo, estamos aquí para ayudarte, siempre, pero tienes que esforzarte, tienes un don, Katsuki, un gran poder y con él, una gran responsabilidad—

Mitsuki, quien había estado observando en silencio, agregó con dulzura

—Y nunca olvides que, sin importar lo que piensen los demás, lo que realmente importa es lo que piensas de ti mismo—

Katsuki levantó la mirada, viendo a sus padres con ojos llenos de una mezcla de confusión y dolor, no entendía por qué tenía estas habilidades, ni cómo vivir con ellas, pero sabía que, con su familia a su lado, podía encontrar la manera

—Lo intentaré, mamá, lo intentaré, papá— dijo finalmente, su voz temblando un poco

Mitsuki lo abrazó, y Masaru le dio una palmada en la espalda... 

Un niño nunca es algo sencillo, o predecible o algo que se pueda controlar al 100%... y menos... Cuando se trata de un niño que no nació en este mundo

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¿COMO ESTUVO LA HISTORIA?

¿BUENO O MALO?

¿ENTRETENIDO A ABURRIDO?

Y me imagino que preguntas tendrán ahora mismo

¿Cuándo aparece Izuku?

Pues primero, aclarar esto, si Izuku si existe aquí, no pienso borrar al personaje

¿Por qué no?

Porque no es necesario, si lo quito no resta mucho y si lo sumo es lo mismo, pero siento que puede darle un mejor trato

Y si, creo que mas de uno lo esta notando, la personalidad de Katsuki debe ser la misma, pero como?

Bullying? 

Seria hacerlo de ese modo lo mas esperado, pero no del todo, pienso poner factores

Y darle como un mejor armamiento, no quiero perder la esencia de lo que es un Bakugou Katsuki

Pero tratare de no hacerlo al modo 

Tambien, ¿Los capitulos seran tan cortos?

Pues la verdad va a variar, pero trato de decir mucho en poco

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