Prólogo

Prólogo

Sabine Lenox

En Donde Crece la Bola De Estambre

Juventud del 19

Es común creer que la vida está determinada por alguna fuerza incontrolable llamada "destino", aquella fuerza predomina en absolutamente todos los acontecimientos en la vida de las personas. Esta fuerza sobrenatural en su gran mayoría aporta de forma significativa a beneficio de los demás en cada aspecto de sus vidas. Pero yo solo creo que el destino me suele atraer a desastres que mi cerebro tendrá que recordar por el resto de su vida.

— No puedo creer que terminé accediendo a esto — le digo a Kathia mientras me maquillaba en el carro.

— Sab, no puedes quedarte un fin de semana sin planes y peor cuando te han invitado a una fiesta — me decía mi compañera de trabajo — además, estás quedando de maravilla — me mira y sonríe orgullosa por su gran trabajo.

— Sí, claro — le digo rodando los ojos, mientras ella hace los últimos retoques — estoy cansada, recién salimos de trabajar y tú quieres ir a una fiesta ¿Hoy viernes? ¿Después del trabajo? — le digo insistente. 

Lo único que podía pensar en estas alturas era en llegar a mi casa, quitarme los tacones y dormir hasta el día siguiente.

— Pues sí, con más ganas hay que ir a divertirnos — me dice con tono entusiasta.

— Estás loca mujer — le digo resignada, ya que no me va a dejar escaparme de esto tan fácilmente.

Nos encontrábamos adentro de un taxi en movimiento, arreglándonos o más bien Kathia arreglándome, mientras nos dirigíamos a uno de los complejos universitarios en donde Jacqueline había ingresado.

Resultaba que una de las fraternidades más reconocidas de su universidad estaba promocionando una fiesta en celebración al nuevo ciclo semestral. 

Kat, como decidí llamarla desde la primera vez que decidimos almorzar juntas, había traído todo lo necesario al trabajo para que una vez que el reloj marcaran las veinte horas en punto, volara corriendo al baño para darse unos "pequeños retoques".

Ambas trabajábamos en atención a clientes para un call center de la cuidad. Fue así como nos conocimos, ya que al tener la misma edad y estar solas para almorzar; un día nos miramos fijamente y supimos que desde ese momento íbamos a apoyarnos en aquel lugar.

Al principio fue fácil acoplarse a los horarios, debido a que estos eran rotativos, pero al pasar de las semanas se hacía más notorio el cansancio. Por eso para este punto, me encontraba exhausta, nos había tocado el horario de tarde-noche, cosa de que habíamos estado laborando casi desde el medio día. Y aun que Kat quería contagiarme la emoción que tenía, me era un tanto difícil poner mi energía al mismo nivel que ella.

Mientras me maquillaba pude notar de cerca algunas de sus facciones, me percaté que en su piel se reflejaba pequeños pigmentos de pecas que eran cubiertos por el maquillaje. Se me hacía curioso como aún con el color canela de su piel aún era posible que aquellos rasgos resaltaran por si solos.

Amaba el tono de su piel, era un canela suave, como si estuviera bronceada pero de forma sutil, imaginaba que los buenos genes de sus padres se habían hechos aún más notorios en ella.

Era evidente como resaltaba sus rasgos latinos, en parte la envidiaba por eso, para mí era complejo llegar a tener un tono de piel igual al de ella aunque me pusiera mil latas de bronceador encima y de paso el clima del país generaba que me viera cada vez más en "modo fantasma".

Según ella había puesto "manos a la obra" con técnicas de maquillaje latino en mí para "experimentar un nivel más apropiado y que diera un giro de ciento ochenta". En realidad no entendí ni una sola palabra de lo que quiso decir, solo la dejé hacer su "toque artístico" mientras veía con asombro como se movía con destreza en aquel pequeño espacio.

Y no hablemos de lo que me obligó a utilizar para la fiesta, puedo decir que casi me vistió a fuerzas al ver que me quería escapar para mi casa. Daba gracias al cielo por que en esta época del año la temperatura estaba perfecta para no morir de hipotermia.

Por lo general en Quebec la temperatura máxima de alcanzar era de veinte grados centígrados, inclusive ahora rebasábamos un poco más y eso que era de noche, el frío aún no se sentía en los huesos siendo soportable.

Kat tenía la bonita forma de decir de que "el frío era mental", según su genial explicación para aquello, era por que el conjunto que me prestó me quedaba perfecto y que bailando iba a aumentar la temperatura que le faltaba a mi cuerpo.

Cuando llegamos al lugar en donde era la supuesta fiesta, que por cierto la invitación había sido extendida solamente a mí, pero Kathia se quiso colar y arrastrarme a ella con la excusa de que merecíamos distraernos una noche. Nos bajamos del carro, no sin antes pagarle al señor que nos hizo el favor de llevarnos, acto seguido caminamos hasta estar cerca del lugar y nos adentramos sin más.

Estaba un tanto nerviosa por el simple hecho de que las personas que me habían invitado eran aquellos "amigos" con quienes había compartido varios años de estudio secular y ya llevaba algún tiempo que no los veía de nuevo.

— ¡Está increíble! ¿No crees? — gritaba Kat sacándome de mis pensamientos. Al pasar una mirada rápida al lugar noto que se generaba un buen ambiente, ya que todo el mundo estaba hasta el tope disfrutándolo.

Asiento con la cabeza al comentario de mi amiga y caminamos un poco más para llegar a la barra. En el camino logro reconocer a Eli bailando alegre, en una parte de la pista, junto a Lucas y otra chica más. Sonrío un poco al verlos, hace meses que no nos veíamos y sentía que ya habían cambiado demasiado. 

Pues Eli se había vuelto a pintar el cabello y traía un nuevo look, aquello era algo icónico de Jacqueline Ferrer, desde que nos conocimos había descubierto su fascinación por los tintes de cabello; y lo mejor era verla con su melena rizada a juego con cada color que deseara.

En lo personal nunca me atreví a decolorarme el cabello por miedo a que me quedara mal y arrepentirme después. Eli casi siempre usaba colores que iban juego a su tonalidad morena de piel y a mi parecer, aquello hacía resaltar más su belleza. Por otro lado, pude notar que Lucas llevaba un tatuaje encima, lo cual me sorprendió, la verdad no esperaba que él se llegara a tatuar alguna vez en la vida, pensaba conocerlo bien en ese aspecto como para jurar que eso no le gustaba; pero por lo visto me había equivocado.

En el instituto era conocido por ser una persona demasiado dedicada y centrada, su actitud no era demasiado extravertida como la de Eli, ni tan neutral como la de Caro. Estaba en un punto intermedio que daba a conocerse como el típico personaje que causaba curiosidad en alguna novela literaria. Así era Lucas Faiad, o al menos era lo que creía saber de él. Siempre fue el más centrado del grupo, en cierta parte, evitando que Franco hiciese locuras que lo metieran en problemas que no pudiese controlar.

Estando ya en la barra Kat pidió algo fuerte para ella y yo me limitaba a nada más que acompañarla, ya que no quería por el momento perderme en los estragos del alcohol.

Mi mirada seguía fija en donde se encontraban ellos bailando, una sonrisa se posó en mi rostro al verlos disfrutando tan alegres, en especial después de ver a Lucas, ya que por sí mi visión estaba en un plano completo para él. Seguía estando tan guapo como siempre, su cabellera negra se balanceaba en cada uno de los movimientos que daba junto al ritmo de la música. Era fácil notarlo entre la multitud, debido a su altura, esta ayudaba a que no se me pierda de vista aquel hermoso rostro.

Aquellos ojos cafés que me hacían suspirar, que se achicaban cada vez que sonreía. Su cabellera negra que resaltaba con el color pálido de su piel y aquellos labios que me hacía tanto anhelo volver a probar. Era simplemente hermoso, todo me encantaba de él, la forma en la que se esforzaba para conseguir las cosas, su inteligencia y dedicación complementaban a que me sienta anonada cada vez que estaba a metros de mí.

Deseosa y con ganas de acercarme a él, le pregunto a Kat si puedo dejarla sola y ella asiente después de terminar su bebida, dándole poca importancia de que nos separemos. Sé que va a estar bien, además no me iría por mucho tiempo.

Abriendo paso entre la multitud y busqué con la mirada a Eli, al dar en el lugar en donde se encontraban, me les acerco con recelo y nerviosismo para saludarlos.

— ¡Hey! ¡A los años! — grito acercándome a ellos llamando su atención.

— ¡Sabi! — grita Eli para venir lanzándose a abrazarme con entusiasmo.

Hago una mueca al escuchar como me llama, pero no le digo nada al respecto y me acerco a ella para devolverle el abrazo. Cuando me separo de ella un poco incómoda, saludo a Lucas con un beso en la mejilla y a su acompañante le hago de la mano para no parecer descortés.

Sentía el nerviosismo rondar por mi ser al estar cerca de aquel chico que lograba que mi corazón se acelerara sin frenesí. Había sido bastante tiempo que fantaseaba con volverlo a encontrar desde que nos graduamos y ahora no solo se encontraba a metros de mí, si no que había vuelto a ser invisible para él.

— ¿Y Caro? — pregunto alzando la voz más de lo debido, gracias al volumen de la música.

— Estaba aquí hace un rato — me contesta Eli con el mismo tono para que pueda escuchar — no sé si ya se habrá ido — termina la oración y me jala al centro de la pista a bailar.

— ¿Tan temprano? ¿Cómo así? — pregunto, ya que la conozco bien y ella era capaz de quedarse hasta la mañana siguiente en una fiesta.

Jacqueline me levantó los hombros en contestación y siguió bailando, por lo visto había estado desde antes de que llegara aquí e imaginaba que debió haberse puesto acorde con el ambiente, en otras palabras estaba a poco de emborracharse.

La mayoría era consiente de la poca resistencia que Eli tenía al alcohol, pero poco le importaba las consecuencias que tenía el sobrepasarse de copas al día siguiente. 

Así sea que maldijera a los mil cielos y se torturara en el día por la migraña, nunca aprendía la lección. Así de necia era la mayor de las Ferrer, es más cada que tenía la oportunidad aprovechaba para ingresar aquel líquido agrio y desagradable a su sistema.

Había pasado media hora y me estaba aburriendo de bailar con Eli, quería regresar donde estaba con Kat, ya que fue quien me arrastró hasta aquel lugar, pero ella ya había encontrado con quién pasar el rato, ya que la había visto a unos metros de mí bailando con quién sabe qué chico.

Era raro de estar ahí sin poder "divertirme" como Kat me había asegurado que la iba a pasar, o tal vez habrá sido porque no cargaba ni una pizca del alcohol en mis venas.

De igual manera no vi necesario acercarme a la barra, le dije a mi compañera de baile que regresáramos a los apartados, debido a que Lucas y su acompañante se habían dirigido a sentarse hace un buen rato.

Antes de acercarnos a ellos, detuve por un segundo a Eli y le pregunté por la chica que los acompañaba, quien a mi parecer, no podía apartarse ni un momento de él. 

"Va en la misma clase de Lu" fue lo que me dijo Jacqueline al respecto para después avanzar a sentarse.

Por si ya bastaba haber venido cansada a una fiesta después del trabajo, peor aún era ver como aquella desconocida le batía las pestañas coquetamente al chico que me gustaba, delante de mis narices y no poder hacer nada por no sentirme lo suficiente. Además, era evidente que Lucas le atraía su queridísima acompañante, por que tomaba total atención en cada una de sus acciones para regresarle el coqueteo.

Cuando llegamos al apartado me senté junto a Lucas algo irritada y celosa sin más decir. El mal humor se me estaba sumando al ver su pequeña escena de cortejo. Eli me pasó un vaso con un líquido espeso en su interior. Me sentía "cabreada" como solía decir Kat cuando algo la ponía de pésimo humor. 

Resignada, dejé el vaso a un lado a la vez que veía a Jacqueline terminar con lo poco que restaba de alcohol, tomé impulso y me obligué a iniciar una conversación con la persona que tenía a mi lado.

— ¿Cómo has estado? — solté de repente atrayendo la atención de Lucas.

— Bien — me contestó, más por amabilidad que por gusto.

— ¿Quién es ella? ¿Tu novia? — le pregunté sin reparo fingiendo una sonrisa.

— Una amiga — esas palabras no me calmaron ni un poco, dado a que mi previo análisis había sacado conclusiones muy certeras de que él, no quería tenerla como su supuesta "amiga".

En pocos segundos su atención volvió hacia ella y sentía como se iba cada vez alejando el tener alguna oportunidad con él.

— ¿Quieres bailar? — le pregunto con amabilidad, pero él niega y suspiro algo frustrada por su indiferencia.

Hostigada por aquello, me levanto para ir en busca de mi perdida y deambulante compañera de trabajo — ya regreso — digo sin esperar a que me hayan escuchado. Me vuelvo a abrir paso hacia la pista de baile en busca de Kat, hasta que la encuentro bailando alegre con personas a su alrededor y me acerco a ella sin pensarlo dos veces.

— ¡Sabine! — grita alegre mi amiga por verme y me arrastra a bailar.

Traté de seguirle el juego para poder acercarme hasta su oído y comentarle de la urgencia que tenía por regresarme a casa. Pero Kat estaba tan pasada de tragos que por más que intentaba calmarla para que no saltara a cada rato, me era imposible de que pusiera sus cinco sentidos en mi desesperada petición.

De tanto que me movía Kat intentando de que bailara con ella, logro pisar mal con los tacones que me cargaba y tropiezo mi espalda sin querer con alguien que iba caminando detrás de mí. Al voltearme a pedir disculpas, me detengo sorprendida de saber con quién tropecé.

Unos ojos oscuros, amargos como el café me miraban de forma intensa. Sin duda por la diferencia de altura, mi cabeza se encontraba elevada admirando más de cerca las hermosas pecas que cubrían el rostro de alguien que me había hecho tanto daño en el pasado. Uno de sus rizos colgaba rebelde sobre sus lentes, señal de que debía ser cortado para impedir la obstrucción de su visión.

— Un gusto volver a verte Lenox — decía Franco acercándose a mi oído, sacándome del trance.

Al sentir su aliento tan cerca, impregnándose en mi cuello, formó un cosquilleo en mi piel generando de que esta se erizara de a poco, causando de que me estremezca ante ese acto y termine alejándome de él de forma casi inmediata. Dejando visible una sonrisa en su rostro que me causó algo de confusión. 

— Franco — digo algo sorprendida — no sabía que estabas aquí — lo último lo digo más para mí misma, pero este logra escuchar y sonríe aún más.

— Ni yo, pero ya que estamos aquí ¿Por qué no bailamos? — comenta dándole poca importancia de que lo haya pisado.

Sin esperar mi respuesta, arbitrariamente aferra sus manos a mi cintura, atrayéndome hacia él. Me sobresalté sorprendida por su tacto, notando como una corriente eléctrica recorría de forma fugaz mi cuerpo. En seguida, me percaté en la forma extraña en la que Franco me miraba,  al parecer mi acompañante pudo sentir de igual manera lo mismo que yo.

Procuré disimular de que nada pasaba y algo incómoda apoyé mis brazos sobre su cuello mientras comenzábamos a bailar al son de la música.

Nota de Autora

Que tal amigos?? Sean bienvenidos a esta nueva historia!! Que tal les pareció haberse adentrado en una parte de la vida de Sabine?? Creo que todos en nuestras vidas hemos tenido una Kathia alocada que nos arrastra a eventos canónicos sin querer. Aquel será nuestro nuevo amigo Franco o acaso Lucas??

Espero que les haya gustado, puse alma y corazón en cada letra para ustedes. Agradezco de antemano por darse la oportunidad de leer mi nueva obra. Pido mil disculpas por cualquier falta ortográfica o gramatical que se presente en la narración, haré todo lo posible para corregirlas antes de que el capítulo sea publicado.

Advertencias:

• No apta para personas sensibles. Toca temas como la xenofobia, bullying, abuso psicológico, secuestro, manipulación y demás. (Se aclara que NO apoyamos este tipo de acciones en lo absoluto).

• Contiene escenas sexuales explícitas.

Su publicación en esta plataforma es considerada como borrador.

• Obra de mi total autoría e imaginación, no está permitido el plagio.

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