Capítulo 9
9
Sabine Lenox
Patada, Puñete Y Con Diente
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Estas semanas me había sentido en las nubes con todo referente a lo vivido en la fiesta de Caro, trataba de que no se notara la importancia que le daba estando en clases y más aún cerca de Lucas. Mi cabeza no podía pensar en nada más que en aquel beso, aquellos labios que tanto había anhelado, aquella sensación de hormigueo, las mariposas revueltas en mi estómago, todo parecía sentirse tan fuera de lo real, que a veces ponía en tela de duda si en verdad había pasado o solo eran alucinaciones por mi estado de ebriedad.
No sabía cuanto tiempo estaba sumergida en mis pensamientos hasta que el movimiento brusco que Franco me dio sirvió para acaparar toda mi atención.
— ¿Qué sucede? — pregunté con cierto todo de molestia por haberme hecho regresar a la realidad.
— Te estoy hablando desde hace rato y no me estás prestando ni el mínimo de tu atención en todo lo que he dicho — espetó con algo de molestia — has estado distraída durante varios días, de paso no logras realizar bien tu parte del trabajo — se levantó recogiendo sus cosas a mi lado, mientras continuaba hablando — sinceramente no sé lo que te pasa.
— ¿A dónde vas? Aún no hemos terminado — decía mientras fruncía mi seño y me paraba impidiéndole el paso.
— Pues yo he terminado por hoy. Me largo de aquí — dicho esto, pasó a mi lado dándome un codazo con el hombro y dirigiéndose a la puerta de manera fugaz.
"Maldito loco gruñón", maldecía con frustración habiendo quedado sola en la casa, respiré profundo y me dirigí a la cocina en busca de algo para degustar. Su actitud me había tomado desprevenida, que hasta cierto punto no había entendido el porqué se había molestado, cualquiera puede sumergirse en sus pensamientos de vez en cuando; aunque si tuve curiosidad de saber lo que me había dicho y cuanto tiempo había intentado llamar mi atención como para enojarse.
En algo tenía razón, estas semanas había estado algo distraída, demasiado para mi gusto, pero si reconocía de que el trabajo que realizaba lo hacía bien, o al menos era lo que pensaba; tendría que volver a revisar mis últimos escritos y prestar mayor atención por el bien de nuestra nota.
A raíz de ese día, los desacuerdos con Franco se habían hecho más recurrentes y ya no solo teníamos problemas en entendernos, sino que en clases había vuelto el acoso de su parte. En cambio, el cortejo con Lucas se hacía cada vez más evidente, incrementado la ilusión que había nacido en mi corazón. En estos últimos meses, en comparación a todos estos años, había tenido mayor avance con ellos, creía poder conectar un poco más y confiaba en que lo lograría. Pero todo se vino abajo cuando en la segunda revisión del proyecto, el docente nos había llamado la atención porque algunas partes no tenían concordancia, poniendo en riesgo nuestra nota.
Fue así como nos encontrábamos en uno de los pasillos desolados, discutiendo y echándonos la culpa por no ponernos de acuerdo en hacer bien las cosas, hasta el momento en donde el enojo de Franco sobrepasó los límites y decidió que desquitarse conmigo era la mejor de las ideas.
Pesaba que tal vez con el trabajo de por medio su abuso iba a parar, pero me había equivocado, me encontraba en el suelo por el empujón que él me había dado. Me dio tanta rabia volver a presenciar esa actitud tan arrogante y despectiva hacia mí que no lo pensé ni dos veces, me paré del suelo de inmediato y avancé con paso decidido haciéndole frente.
Anteriormente, Eli o Caro habían impedido que lo haga por el temor de que su temperamento cause más problemas, pero esta vez no estaban ellas para impedir nada, estábamos los dos y no me iba a ir sin que él me escuchara.
— ¡¿Qué diablos te pasa conmigo?! — le gritaba, mirándolo fijamente con toda la rabia impregnada en mi ser.
— No te vengas hacer la digna ahora — me decía mirándome con ironía.
— ¡Estoy harta de esto!, ¡Harta de ti, de tus tratos, de todo esto! — decía mientras apretaba tan fuerte mis puños.
— ¿Ah si? ¿Por qué no te largas de este lugar entonces? — incitaba mostrando todo su desprecio.
— ¡¿Yo?!
— ¡Sí, tú! Personas de "tu tipo" no deberían estar en este lugar — decía apretando los dientes de la rabia y haciendo énfasis en la palabra.
— ¡¿Me estás jodiendo?! — no podía creer lo que me estaba diciendo, había imaginado que estos meses habríamos sido capaz de acercarnos, hasta el punto de tolerarnos, pero estaba totalmente equivocada y en ese mismo instante él me lo demostraba.
— Mira "china" — decía mientras se acercaba cada vez más a mi rostro.
— ¡¡Mira tú imbécil!! ¡¡Y mírame bien, porque tú no eres quién para venirme a decir donde o no debo de estar!! — gritaba en tanto sentía que la sangre hirviendo en todo mi cuerpo subía directamente a mi cara — ¡¡Que te quede claro de una maldita vez!! ¡¡Soy australiana!!
— ¡¡Y eso a mí qué, si todas putas son iguales!! — no dejé que vuelva a decir algo más, con toda la rabia que me contenía alcé mi mano y la dirigí hasta su rostro con todas mis fuerzas, dejando en el lado izquierdo de su cara la marca rojiza de la cachetada que se había ganado.
— ¡¡Hasta aquí!! — me miró por unos segundos atónito por lo que había hecho — ¡¡Te odio!! ¡¡Esta es la última vez que vuelves a meterte conmigo!! — decía con todo el odio en mi ser, mientras veía como le regresaba el coraje y estaba a punto de intentar golpearme, pero no lo dejé y le di un punta pie viendo como caía al suelo retorciéndose del dolor — Te dije que sería la última vez — le decía entre dientes acercándome más a él.
Había dejado de que mis impulsos se apoderaran de mí y me había abalanzado contra Franco para hacerle pagar todo lo que me había hecho en estos años, pero claro está, algo tendría que interrumpir el momento.
Eli y Lucas intentaban separarme de Franco en tanto Caro lo ayudaba a levantarse, aunque eso no limitó que mi pie alcanzara su nariz haciendo que esta sangrara, estaba tan furiosa con él por pensar que podría sobrepasarse y que no haría algo al respecto. Mi forma de tolerar las cosas tenía su respectivo límite y la forma en resolverlo para el límite que había llegado llevaba a un solo fin: Violencia.
"Me das asco", le había gritado mientras me llevaban arrastras lo más lejos posible de su presencia. Después de algunas horas tratando de tranquilizarme y regresar al aula pude percatarme de los arañazos que logré proporcionarle durante nuestro enfrentamiento, claro estaba que lo único que Franco quería era quitarme de encima sabiendo de qué si hubiese querido utilizar su fuerza de verdad, me hubiese ganado un buen golpe de su parte, pero este no fue el caso y estaba agradecida con eso; ya que tenía suficiente con los raspones que la caída logró generar. Posterior a ese día no le dirigía para nada la palabra, conseguí intercambiar mi lugar con otro compañero de clase para no estar a su lado y procuraba acercarme al docente cada vez que podía para insistir de no trabajar con él en aquel proyecto.
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Habiendo hablado con el docente, estaba más que claro que a estas alturas tendríamos que resignarnos a tolerarnos por última vez, pero ambos no queríamos tener que saber el uno del otro. Así que mi sabia decisión fue terminar cada quien su parte por separado y revisarla una semana antes de la entrega para corregir algún último detalle. Y así fue como pasó, nos limitábamos a mensajes de texto para recordarnos las partes que faltaban del trabajo y en lo que íbamos avanzando hasta que la última semana llegara.
No me apetecía verlo ni en pintura, pero debíamos de dejar nuestros malentendidos a un lado para prestarle la debida atención al trabajo, el cual era de mayor importancia a comparación de nuestras diferencias. Eli recriminaba cada vez que podía mi comportamiento "infantil" y yo no hacía más que oídos sordos; desde aquel día le dejé en claro mi posición y el cómo iba a enfrentar la situación, así que debía de resignarse a mi decisión, no sin antes dejarme en claro todo lo que pensaba al respecto.
En el instituto pasaba mi tiempo lejos de todos en la biblioteca, me determinaba a hacer los trabajos que me faltaban entregar o estudiar para los exámenes que se avecinaban sin ninguna interrupción. Pues fue ahí donde lo cité a Franco para revisar el trabajo y a la vista de todos para intentar no enfrascarnos en el odio mutuo que sentíamos.
Los días iban pasando y nuestro trabajo estaba listo para entregar, con todo el esfuerzo puesto en el y por lo que tuvimos que pasar, no esperaba mínimo que la nota máxima. Pues cuando dicen que todo esfuerzo vale la pena, es cuando se disfruta más el triunfo, ese alivio y despoje al escuchar las palabras de felicitaciones por parte del docente fue más que suficiente para mí. Nuestro trabajo había recibido la máxima calificación de la clase y yo solo pensaba que me había sacado un gran peso de encima y al fin podría respirar en paz.
Pasaron las semanas, entre trabajos finales, lecciones y exámenes, habíamos terminado al fin el último periodo académico de nuestras vidas, solo faltaba el día de la ceremonia de graduación y el infierno escolar se habría terminado.
Ya no más acoso, ya no más trabajos, ya no más limitaciones; estaba determinada a que mis próximos años de vida sería lo que siempre hubiese soñado, tendría la mejor etapa de mi vida en la universidad y me esforzaría hasta alcanzar mis sueños, más que todo buscaría mi propia felicidad.
Con mi familia organizamos algo pequeño para festejar el termino de una etapa en mi vida, entre lágrimas, felicitaciones y emoción; comenté que entre mis planes para el futuro estaba volver a Tailandia juntamente con mis abuelos y para lograrlo iba a postularme en un intercambio a mediados de carrera que ofrecía una de las universidades de mi interés.
Una vez a fuera, el "grupo" se había reunido de nuevo, habría pensado que después de la graduación no tendría que verle la cara de amargado a Franco, pero lo que ambos no contábamos era en la insistencia de Eli, ya de por sí tener "amigos" en común en el instituto demandaba nuestra cercanía, también lo haría habiendo terminado este.
Cada vez que nos reuníamos tratábamos de estar lo más lejos posible, los demás tampoco forzaban tanto nuestra relación como antes por temor a que vuelva suceder otro enfrentamiento entre ambos; ya que de por sí nuestros temperamentos eran explosivos, habiendo presenciado la experiencia que era imposible separarnos o al menos separarme a mí de que lo moliera a golpes, aunque era obvio que no le causaría ni el mínimo dolor.
Eso no limitó que un día entre bebidas, risas y música decidiéramos tener una "tregua" entre ambos por el bien de nuestra convivencia y esta vez medianamente hablándolo, debido a que nos tocaba conformarnos con el hecho de vernos seguido en cualquier momento por los "amigos" que compartíamos.
Fue así que al principio tratábamos de mantener esa cercanía, pero con el pasar de los meses cada quien tomó su propio rumbo y para mi bienestar, tanto mental como sentimental, me fui alejando poco a poco de ellos y concentrándome en las cosas que tenían verdaderamente importancia: Conseguir un trabajo y entrar a la universidad anhelada.
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