16 - 🗡️Camino de Serpientes🗡️
ELOÍN
Unas horas luego de nuestra extravagante cena, Espinoso se apresuró para hacer una especie de traducción vaga de lo que decía el mapa tallado en el huevo. Las figuras escritas no eran formas remotamente parecidas a las de un idioma. Los trazos de la escritura elaní eran curvos que a veces se enrollaban y recordaban a los movimientos que hacían las serpientes al reptar por la arena en el Desierto de Elades. La escritura mansadiana tenía formas rectas, triángulos, cuadrados, líneas agresivas y aburridas. En cambio, las figuras del mapa parecían representar cosas, como árboles, caminos, personas u objetos.
Llevábamos una hora descifrando los tallados en un par de pilares ubicados en la entrada del templo. La emoción de Espinoso hasta se volvió contagiosa y sorpresivamente me dio interés saber lo que descubría.
—¿Qué tal vas con eso? —le pedí saber.
—Tengo buenos avances —respondió Espinoso—. Sé hablar cuatro idiomas, pero este no parece tener la estructura necesaria para ser considerada como tal, sino como una especie de cifrado creado solamente para que un pequeño número de personas lo entendieran. Aunque la forma en la que están hechas, y suponiendo que fueron dibujadas antes de la Gran Unificación, deja entrever que podría tratarse de un protolenguaje basado en pictogramas.
—Amigo, a veces tengo ganas de golpearte —dije.
—Lo sé, créeme —dijo él—. Todos me dicen lo mismo.
—Pues entonces sé más conciso —reproché.
—Se comunicaban con dibujos representaciones —dijo.
—Es increíble como una civilización capaz de construir estructuras así de impensables —dije, expandiendo mis brazos para dramatizar—, hacían dibujitos tan horribles.
Espinoso soltó una risa exagerada. Cuando se calmó, tomó de nuevo el mapa y lo acercó a su rostro como Athena cuando quería que la besara. ¡Mierda, la extraño!
—Encontré un par de similitudes —musitó Espinoso sin dejar de ver el mapa con esos lentes extraños sobre sus ojos.
—¿Similitudes? —pregunté.
—Aquí un par de pilares —apuntó—, aquí una escalera junto a una serpiente de dos cabezas, aquí una figura femenina y una especie de... ventana o...
Me acerqué a ver los grabados en la pared. Lo que había apuntado con el dedo no era una ventana, pues en el templo ciudad no habían ventanas, solo balcones y puertas. Aquello debía ser otra cosa, pues me recordaba más a una cosa que había visto en mi anterior visita. Algo que estaba a la vista de todos.
—Es un pozo —dije.
—Mmm. —Espinoso se irguió y puso una mano en su barbilla.
—Es el de la fuente —expliqué, señalando la estatua de Nami y la fuente que tenía debajo. No tenía agua, estaba vacía.
A un lado de la estatua Umun, seguido por el mushai alto y pelirrojo que hacía de guardia personal, estaba sonriendo mientras miraba intrigado a Lentormenta escarbar el rígido suelo en busca de insectos. Al igual que su madre, ese animal no podía estar un segundo sin hacer un desastre.
Alrededor unas crías de mushai comenzaron a corretear y jugar con las cosas que habíamos traído para el viaje. Uno de ellos se puso la olla de Melina como yelmo mientras otro blandía un cucharón como espada.
—Bien —dijo Espinoso, mirando de nuevo el grabado—. Al menos ya sabemos que los que parecen ventanas son pozos. Como hay solo un pozo, quiere decir que es el de la estatua de Nami. Ahora debemos averiguar lo de las serpientes...
—Y luego queda el resto de los pilares —agregué.
Ambos observamos la más de una docena de pilares esparcidos por toda la pirámide ciudad. Era sorprendente el grosor que tenían, hasta podía asegurar que una familia entera cabría dentro de cada uno. Los tallados, sin embargo, eran demasiados como para leerlos todos en un día. Y puedo asegurar que no soy muy de estudiar ya que apenas ingresé al Ejército Imperial luego de los exámenes escritos. Solo pensaba en dormir.
Pasaron un par de horas más. Seguramente ya era de noche, pues el frío pareció aumentar y, aunque la luz del sol no ingresaba por ningún orificio, el sueño me agarraba solo a esas horas. Y el hambre también.
No podía ir a cazar nada, porque los mushai me echarían del templo si se enteraban que había asesinado a un animal inocente en sus dominios. Si solo vieran cómo Asane devoraba toda lo que ponía en un emparedado, ¿dejarían de admirarla tanto?
—Ya lo descubrí —susurró Espinoso. Se había sentado en el suelo con una de esas miniantorchas de los mushai a un lado.
Umun ya se había ido, pero su guardia personal seguía viendo lo que sea que hacíamos. Aquel tipo, si es que se le podía llamar así, me daba mala espina. No solo por su cara de nunca haber recibido amor de sus padres, sino por su silencio. Era como si escondiera algo o como si sospechara de nosotros.
—¿Qué descubriste? —pregunté.
Espinoso se puso de pie enseguida y caminó a pie apresurado hacia el centro de la pirámide.
—La serpiente de dos cabezas en un sendero que al final rodea algo —dijo—. Rodea al pozo. La serpiente indica el camino.
Lo seguí mientras nos acercábamos cada vez más.
—Está vacío, pero ¿siempre estuvo vacío?
No entendía a qué se refería.
—¿Qué quieres decir? —pregunté.
Llegamos a la fuente. La estatua de Nami sobre nosotros como una diosa gigante. Espinoso se inclinó para ver dentro de la fuente y su sonrisa se adueñó de su rostro.
—Siempre fue una entrada —dijo.
NOTA: Agradecimiento gigante a los de la Secta del Corremundos. Mis novios todos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top