IV.- Fekaryuu

Capitulo #4.- "Esperanza Rota"

La luna se encargó que guiar sus pasos y alumbrar su camino de manera lúgubre. A paso lento se paseo por el pueblo admirando la tranquilidad que poseía sin ningún habitante.

Hirâ corría de un lado a otro, sujetando las hierbas que crecían entre la tierra, sin embargo terminaba por arrancarlas para después rodar por el suelo. Provocando las risas de su compañera humana, que si bien no se encontraba en su mejor momento hacia su mayor esfuerzo.

— Vamos Hirâ, que debemos preparar la cena — elevó su mano izquierda revelando un ave de tamaño promedio

Un pequeño ladrido le respondió para seguir corriendo por el lugar. Antes la dragón se hubiera preocupado por interrumpir los sueños de los aldeanos, ahora era lo mas mínimo para su versión adulta, que había descubierto hace meses que un gran desastre natural podía pasar y todos ellos seguirían entre las cobijas de sus futón es.

Era algo irónico a decir verdad, pues la paz estaba en cada rincón del pueblo cuando el sol decidía darle paso a la luna. Aquella acompañante silenciosa que con su luz se encargaba de consolarla y brindarle ánimos, muchas veces llegó a preguntarse como algo tan frío y solitario podría resultar más satisfactorio que estar bajo el calor del sol con una sonrisa acompañada de esperanzas de ser encontrada. 

¿Deprimente? Quizá pero al final, no cambiaría su nombre, no olvidaría a sus padres, no reemplazaría su maestro y el amor que sentía, no actuaría llevar una vida de un camino de rosas, no se ocultaria ya no. Bueno o malo, a este punto ya no le importaba, solo quería vivir el tiempo que tenía como se le daba la gana, ya lo había decidido, una vez que su sucesor naciera tomaría al bebé y se irían lejos. . . Si bien, el dragón rojo los necesitaba, tendría que encontrarlos al final ya los había echo esperar lo suficiente, no pensaba permitir que el futuro del pequeño dragón se viera opacado por la ignorancia de los seres que vivían en su pueblo.

°*°*°*°*

La luna comenzó a descender y con ello una luz carmesí se encargó de teñir el cielo. Indicando el inicio de un nuevo día y con ello reanimando las esperanzas rotas de la dragón. 

Que aún rondaba en el mundo de los sueños, ¿O debería decir pesadillas? Podría ser cualquiera, dependiendo de la perspectiva personal. Aunque de ser por la joven castaña, no quería despertar, al menos. . . No aún.

Estaba en un barco, apoyando sus brazos en el borde, admirando las aguas cristalinas, en las cuales lograba reflejarse y en su cara estaba plasmada una sonrisa nostálgica. — ¿Otra vez aquí?

Una voz se hizo presente en el lugar, sin embargo la de ojos tormenta no se inmutó. Sabía de sobra a quien le perteneció esa voz, aquel que con su sola presencia podía calmarla, al final eran parte de lo mismo.

— Deberías salir de aquel pueblo — aconsejo mientras se acercaba y se apoyaba al lado de la mujer, mirando el cielo

— ¿Eso es lo que debo hacer? — pregunto, negándose a mirar a su acompañante

— Eso es algo que solo tú puedes decidir — ánimo, mirándola con amor y cariño, aunque también con frustración al no poder hacer algo por ella

Su vista se mantenía baja, sabía de antemano que aunque podía mirarlo, siempre que lo tocaba, sentía que aquella calidez había abandonado su cuerpo hacia mucho tiempo. Le dolía mirarlo, para ella era un recordatorio constante de lo que provocó, pero se alegraba, era un alivio que sentía al verlo y escucharlo, sentir su presencia cerca, por más fría que ahora era.

Internamente sospechaba que era masoquista, no lograba encontrar alguna otra respuesta lógica a su aparente apego por ese desgraciado pueblo. Por aferrarse a ese recuerdo en particular, lo sabía, pero todas las veces que se encontraban, se sentían tan reales, tanto que dudaría de cuál era el sueño y cuál la realidad de no ser por la piel fría de aquel que fue tanto para ella.

— ¿Realmente somos necesarios? — susurró al mar, que recibía con amabilidad sus lágrimas derramadas

— Más de lo que crees. . . — acarició el cabello de la contraria, notando que su suavidad no había sido afectada por el pasar del tiempo

— ¿Entonces por qué me siento tan inútil? ¿Cómo puedo proteger a Hiryuu si ni siquiera puedo defenderme? — soltó con frustración, aceptando la caricia del contrario

— Si puedes defenderte, el problema es que no quieres hacerlo — adivino el mayor sin dejar que acariciar su largo cabello

— . . . — Tenía razón, no quería lastimar a quienes la lastimaron, ¿Por que no tomaba venganza? No lo entendía  

Mentira

Conocía muy bien los poderes que poseía, no les temía, ni odiaba, a pesar de que estos eran la causa principal del trato que el pueblo le daba. Pero nunca fue capaz de lastimarlos, simplemente por que era conciente de sobra que ellos estaban igual de heridos. ¿Quién los lastimo a ese grado? La respuesta es más simple de lo que se cree, los constantes abusos y robos por parte de la mayoría de los soldados y ni se diga de los constantes ataques de bandidos. Que traían consigo la peste de la adicción. 

Sin embargo, no evitaba sentir la impotencia pues si bien el dolor era en su mayoría repentino el herir era opcional, no era excusa para que la llevarán contra ella. Y eso para quien ahora tenía el título de Fekaryuu era irritante al darse cuenta de su debilidad, que para bien o para mal deseaba desprenderse de esa parte tan vulnerable de los humanos, oh si supiera el verdadero origen de las extensiones seguramente sus dudas se desvanecerían, pero todo lo ocurrido se desvaneció como si nunca hubiera existido, dejando solo cuatro presencias que apenas lograban ser distinguidas por los guerreros dragón originales. 

— Me da tanta rabia, pero no quiero manchar mis manos con sangre del pueblo que me vio nacer — ocultó su mirada con sus manos, limpiando bruscamente sus lágrimas

— Lo se, y no digo que este mal, hoy en día es raro encontrar un corazón puro — lanzó al aire un suspiro lleno de cariño, nostálgia, comprensión, pero sobre todo con coraje

Consigo mismo por permitir que lo alejaran del lado de su niña, aunque igual no le quedará mucho tiempo pudo haber disfrutado más estando con su pequeña princesa de ojos grandes. Si bien el tuvo un final trágico, sonrió todo el tiempo que pasó junto al rayo de luz que acabó con su soledad y solo por eso valió la pena. 

— ¿Aunque mis pensamientos sean una gran tormenta al borde del abismo de la locura? — se llenó de coraje para encarar a su antecesor, aquel que amo y ahora no era más que un hermoso recuerdo

— Entonces tendrías una vida más feliz, los locos suelen sonreír por la causa más insignificante, ¿Sabías? — nuevamente después de semanas miro la tormenta reflejada en la mirada de su niña

— No quiero una vida feliz que se obtenga a costa de la de los demas — cerró los ojos, llenando sus pulmones de aire

Tratando de hacer desaparecer aquella imagen, debía avanzar y debía hacerlo ahora, pero mientras no logrará dejar atrás aquel recuerdo de una tarde de pesca. Su proceso de superación sería más difícil, por más miedo que sentía por sus pensamientos sombríos que parecían querer ahogarla, debía aceptarlo, aceptar su parte más oscura provocada por los demonios que se encargaron de sembrar esa oscuridad, si es cierto esos pensamientos le permitían conocer la parte más baja del ser humano, la criatura que dió inicio a los ciclos de odio y rencor que no eran propios de la naturaleza si no de la especie a la que pertenecía.

Y ahí estaba la cortina de cabellos castaños, tan brillantes y lacios que parecía que estaban mojados, que impedía mirar a la persona frente a ella, mientras revelaba lo que anhelaba y como quería herirlos a todos, desahogando se, liberando se de las cadenas que habían generado el rencor que parecía en aumento cada que huía a ocultarse en el bosque. A pesar de que era un simple sueño, un escape que su mente creaba para acabar con el dolor de perder a sus seres queridos sin poder hacer nada, hablar con su antecesor había sido el alivio de su alma, uno que era el bálsamo perfecto para una masoquista como ella, mirarlo y recordar que ya no estaba con a su lado, de manera física al menos.

Las lágrimas no se detenían y ya no quería contenerlas, sabía que quizá al aceptar esa parte, la cual siempre se negaba a escuchar, terminaría por volverse un monstruo y su único alivio desaparecería. Pero contrario a lo que pensó sintió un frío recorrerla, un hombro que le brindo un lugar en el liberar todo lo que sentía, los brazos de la muerte la acogían con tranquilidad, de la manera más amable y delicada como si temiera quebrar la poca estabilidad que actualmente poseía.

— Perdóname por dejarte sola Mine. . . — ambos terminaron por sentarse en el la cubierta

El mayor se negaba a soltar a la castaña, que si bien su relato del terror había terminado, no paraba de llorar, aterrada. Y no era para menos, se sentía la peor escoria al admitir aquello, creyó que realmente merecía todos los tratos que recibía, se negaba a ser aquel corazón puro que su querido maestro veía en ella.

— Si fueras un monstruo no estarías llorando, no te dolería pensar así, no dudarías en hacerlo — la dragón solo se aferraba a su blusa, temiendo ser alejada por su horrible confesión nacida de esperanzas y sueños rotos. — Mentiría si dijera que no temo por ti, pero todo esto no hace más que demostrarme que no puedo tener una mejor sucesora, todo eso es una ilusión, no has lastimado a nadie. Sigues resistiendote a los más bajos impulsos de la humanidad y eso solo demuestra tu gran fortaleza interna, no necesitas ser un montón de músculos así como ser un dragón no significa ir golpeando a medio mundo. Sé que llegada la hora vas a combatir, aún faltan pruebas más duras las cuales deberás afrontar, habrá momentos en los que deberás pelear sola, que vas a separarte del grupo y serás obligada a avanzar en penumbras, serás tu propio aliado y soporte. El mundo es un lugar cruel, no lo negare, pero así como has visto a los adultos de la aldea pelear y disculparse entre ellos, como has visto el arrepentimiento en sus ojos su lucha interna, como sabes lo que genera el rendirse y dejarse llevar por nuestros demonios, estoy seguro que saldrás adelante. Yo solo puedo guiar te, pero el trabajo real recae en ti, solo tú sabes lo que es mejor para ti, por que causa prefieres luchar. . .

Solo una vez más se permitió ver aquel que ahora se desvanecía, así como el barco en el que estaban, este le regaló una sonrisa. . . Junto con el deseo que salió con su último aliento, aquellas palabras que quedaron atoradas en su garganta hacía ya unos años, palabras que anhelaba ayudarán a continuar a su legado en este mundo lleno de injusticias, obedeciendo a la pelirroja que les acompañaba con su amable luz durante la lucha constante que significaba la vida.







Bien unas aclaraciones del final, alguien había intervenido cuando Fekaryuu comenzó a caer en depresión, enviando al espíritu de su antecesor, quién a pesar de que la dragón es ignorante fue asesinado, justamente por los impulsos. Ahora Mine se desahogo, por que sentía que si no le decía a alguien los oscuros pensamientos que por la noche no la dejan dormir, ya que se sentía ahogada y asustada teniendo una crisis sobre cuál era su verdadera personalidad, si la cruel y sádica, que disfruta de torturar a sus víctimas o la chica inocente y amable que sus padres ocultaron por miedo a ser lastimada. Bien creo que es todo sin más que decir Kiki se retira ^.^7 hasta el siguiente capítulo

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