Prólogo
La noche era el lienzo sobre el que Sana pintaba su mundo. En la penumbra, sus ideas fluían con una libertad que el día le negaba.
La soledad, lejos de ser un lastre, era su musa. En compañía de Butters, su mejor amigo gatuno, y una montaña de libros eróticos y otros tantos regados sobre el colchón, Sana encontraba un refugio donde sus fantasías más íntimas cobraban vida.
Aunque, detrás de toda esa fachada de la mujer independiente, estudiosa y extrañamente atraída a ser una especie de hermética en su mundo, se escondía un anhelo profundo.
Sus ojos se perdían en las finas letras plasmadas en el papel, sus manos sostenían suavemente aquel cuero sintético de la portada. Pasaba las hojas sutilmente mientras anticipaba lo que sucedería después, amaba eso. Esos eran sus planes de Domingo por la noche, no había más.
A sus veinticuatro años, la experiencia del romance y el sexo, se consideraban una página en blanco dentro de su biografía imaginaria. Incluso la había colocado de primeras en cosas que quizá nunca pasarían. ¡Ni hablar de encuentros con mujeres! En cuanto descubrió que era lesbiana en ese espantoso Colegio de mujeres donde todas las maestras eran monjas, se abstuvo de tener pensamientos pecaminosos. Ni siquiera con la presencia de su familia católica pudo atreverse a ello.
Sana toda su vida fue ajena a experimentar sus emociones, incluso lo más normal de la pubertad... las hormonas.
Pero a partir de la Universidad, quiso ser distinta, ya saben... esa etapa donde quieres hacer todo lo que no se te permitía por el que dirán, o tal vez un régimen invisible en tu hogar.
Aún así, nunca encontró una experiencia satisfactoria. Se resignó a ser exitosa con algún negocio o su carrera, así fue hasta que... Descubrió una afición: leer.
Tenía sentido ya que ella estaba estudiando para ser maestra.
Pero sabía que ningún padre de familia querría que su hijo viera clases con ella si supiera con que tipo de libros se obsesionó: los eróticos.
Pero no el típico 50 Sombras de... ¡Ese infame y ruín hombre! Si no de cosas mucho más estimulantes según su opinión.
Los libros tenían algo que las varias chicas de su vida universitaria no le llegaron a encender: pasión, deseo, anhelo y romance...
Algo que a veces la vida real te negaba.
Enamorada de la teoría, pero horrible en la práctica del romance, se refugio en las páginas de más de veinte libros por mes. Cada día de su vida una nueva página se marcaba en su memoria, y quizá en su corazón.
Las páginas de esos libros describían un fabuloso mundo lleno de caricias y suspiros, que solo la hacían sentirse parte de. Ya se estaba desquiciando dirían muchos a su alrededor. Pero ella era feliz.
A menudo, sus largos dedos trazaban algunas de las páginas ilustradas que varios de ellos traían, era una fortuna cuando eso sucedía porque se permitía apreciar, buscar una conexión que la vida real no podía otorgarle.
Esa noche, como muchas otras, se sentía atrapada entre los párrafos y diálogos de aquel libro, la tenía sumergida en la trama hacía unas semanas.
Se trataba de dos chicas en medio de un apocalipsis zombie, bastante ambicioso, en aquella escena ambas de quedaban atrapadas en un búnker todas la noche. Sana le causaba mucha gracia la situación, ¿De donde sacaban tantas excusas los autores para que sus personajes tuvieran esos momentos? Sonrió ladina absorbida por el párrafo:
"Una mezcla de adrenalina y deseo se interpuso entre ellas, sus cuerpos luchaban, obligándolos a rendirse ante un impulso que hacía mucho tiempo guardaban para sí mismas..."
Leyó la voz de su mente. De repente la cola de Butters estaba sobre el rugoso papel:—¡Butters, yo te amo pero ahora no! —chilló Sana cuando su gato quería evitar que siguiera su ameno lectura de esa fría madrugada.
Continuo leyendo, le intrigaba lo que pasaría después.
—Uy, se están besando —habló como si no fuese sorpresa alguna. En la siguiente página notó una palabra llamativa—. ¡Mierda de nuevo me hice spoiler, agh!
El minino de ojos ocre maulló reclamando atención de su dueña. Sin embargo, Sana solo podía sentir una clara tensión por descubrir más acerca de su libro.
—Anda Maya, no vayas a ser quisquillosa como siempre —Tenía esa costumbre de quejarse de los personajes de la obra cada que podía. Es que a veces no entendía como podían ser tan desesperantes.
El siguiente diálogo decía:
"—Intento resistirme, pero la manera en que te mueves, cómo luchas... me hace perder la cabeza."
Ahogó un grito en cuanto leyó aquello, le parecía tan romántico y a la vez sensual. Definitivamente se iba a obsesionar con ese libro de por vida.
Su cara entera empezó a calentarse en cuanto la lectura de hizo más y más pesada. Trago saliva.
"La morena gemía, su cuerpo contorneándose bajo la caricia experta de su amada, mientras el calor la invadía como un fuego inextinguible.
Se derretía en los brazos de su amada, como cera al calor de una llama, entregándose por completo al éxtasis que aquellos labios con forma de corazón, repartía en pequeños besos."
Sana solo se sintió avergonzada, a veces se preguntaba si alguna vez eso lo pasaría.
Empezó a inquietarse y a tragar saliva.
Apartó la vista, al sentir un dolor incesante en su vientre.
«Joder» Pensó en cuanto al acomodarse, sintió una humedad. Era tan virgen que unas palabras de una mujer ficticia, ya la tenían excitada.
Butter ronroneaba sobre su lugar preferido, el escritorio; tan dormilón como siempre y exhausto de esperar a su dueña.
Sana se tocó las sienes confundida, dejando el libro sobre su regazo, miró hacia el techo.
¿Qué iba a hacer ahora? ¿Masturbarse? ¡Eso era triste!
A estas alturas de su vida, ya debería comprar un vibrador en línea. Mina le había advertido de una ganga 2x1 la semana pasada. ¡¿Por qué no aprovecho?!
«Ah, porque Mina tiene novia, y yo no» Se contestó así misma.
Pero el dolor persistía, y la chica vivía sola por varias razones, nunca tuvo privacidad. Su gato ya la había mandado al demonio al dormirse sobre el escritorio, y ella no tenía nada más que hacer.
Todos esos años de Catecismo invertidos en ella por su madre, tirados al demonio, igual pensaba pecar y su moralidad no estaba en sí debía ser casta y virgen hasta le matrimonio o no.
Y así como siempre, en la oscuridad, volvía repetir el ciclo.
Ni siquiera guardo el libro, pues estaba imaginando cosas con las mejillas ardiendo y la dulce piel de sus muslos también.
Las noches solitarias se convertían en un ritual íntimo.
Con las luces apagadas y la habitación sumida en un tenue luz de la luna, Sana exploraba su cuerpo, al inicio fue un toque suave, contuvo la respiración cuando sintió el calor que emanaba su cuerpo entero; con una mezcla de curiosidad y vergüenza bajó lo suficiente su ropa interior para seguir con su cometido.
Sus gemidos ahogados y sus jadeos entrecortados eran los únicos testigos de sus encuentros consigo misma.
Y allí estaba, sintiendo como sus dedos se introducían en su vagina, caliente y lubricada. Con ojos cerrados maldecía mientras solo se dejaba llevar, ya no pensaba en las líneas del libro. Solo fantaseaba con que alguien hacía eso trabajo por ella.
A veces sentía caricias y roces imaginarios, quizá era la brisa de las noches en verano, o el aire de su habitación. Lo que no entendía es porque esos roces dentro de su cabeza, le producían e incitaban a mover más sus caderas.
Era la primera vez que sentía tan fuerte esa brisa, y una inexplicables ganas de acabar, temblaba y en su mente imaginaba alguna chica atractiva dándole placer sin parar, susurrandole cuan hermosa era, que el largo de sus piernas era perfecto para colgarlas alrededor de su cuello; tal vez que sus gemidos eran su música preferida, o que sus senos eran perfectos para morder.
Solo ella sabía que la podía llevar a ese ansiado sitio, a ese placer que nunca lograba alcanzar.
Y esa vez, cuando más menos pensaba que estaba cerca... Lo hizo, pero algo había cambiado.
Su excitación que antes la inundaba ahora se sentía vacía, fría como esa noche y todas las anteriores, y como un eco de lo que alguna vez fue.
Los orgasmos, antes difíciles de alcanzar, ahora llegaban demasiado rápido y con una intensidad que la dejaba insatisfecha.
La soledad, que antes la confortaba, ahora la asfixiaba.
Cuanto más buscaba en la literatura, más lejos se sentía de encontrar lo que anhelaba. La frustración crecía dentro de ella, como una semilla de duda que amenazaba con echar raíces.
A veces detestaba haber descubierto los libros, más de esa clase, sentía que si antes no pudo llenar su sed, ahora estaba cada día más lejos de hacerlo.
Suspiro cansada, buscando una toallita para limpiar los dedos:—¿Cuando seré yo, uhm? —cerró sus ojos con cejas juntas, preocupada por su comportamiento—, Me siento tan desconectada de mí misma. Ya ni siquiera puedo disfrutar de mi propio cuerpo... Soy como un libro abierto, pero en blanco —Susurró.
Tomó todas sus fuerzas para levantarse directo al lavabo, quería darse una ducha fría y larga antes de dormir.
Se quito las últimas prendas, totalmente desnuda, atando su cabello castaño, en un moño desordenado.
Esa noche, mientras observaba su desnudez en reflejo del espejo empañado, Sana se prometió a sí misma que buscaría una solución cuanto antes.
Algo tenía que cambiar ya, ya fuera buscando citas a ciegas, o en lo brazos de una mujer real. Quizá hasta cambiar de ciudad le haría bien a su mente ruidosa.
Ignoraba que, mientras ella luchaba contra sus propios demonios, alguien más la observaba desde las sombras.
La figura prominente que observaba fijamente la línea de la espalda, mordía sus labios admirando la belleza de su nueva presa. Ella, envuelta en un halo de misterio, con ojos que ardían de deseo. Decidió el destino de Sana, pues ella estaba a punto de darle un cambio radical a su vida.
Su ronca voz murmuró, casi como un gemido, embelesada con la cintura de la chica:—¿Me necesitas tanto como yo a ti, verdad, Ángel? —sus pupilas se hicieron fuego vivo cuando Sana movió sus caderas hasta el armario, lista para ir dormir, ajena a la presencia de aquella entidad, la voz de la misma se volvió más fuerte:—Eres mía.
N/A: ¡Prólogo! Para que vean más o menos como va esto.
Ya saben, espero con todas mis fuerzas completar este libro, pues le tengo mucha fe y energía al proyecto.
¿Les gusta como va? ¿Opiniones? ¿Dudas? ¡Déjalas aquí!
Les amoooo, gracias por apoyarme en cada locura que subo aquí ♡♡♡.
—Milanesa
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