ix.



CAPÍTULO NUEVE,
estado de ánimo


ARTEMIS ESTABA ACOSTADA EN SU CAMA, con un libro cubriéndole la cara como si hubiese estado leyendo. Aquiles acababa de enviarle una carta diciéndole que dejara a un lado a sus amigos y se concentrara en sus estudios.

La primera reacción de Artemis fue enfadarse: era inteligente y era perfectamente capaz de mantener una amistad sin bajar sus notas. Su segunda reacción fue sentirse frustrada porque ni siquiera tenía suficientes amigos como para olvidarse de la escuela. Y su última reacción fue dormir, porque así era como ella resolvía resolviendo sus problemas.

—Um... Artemis, ¿estás bien? —le preguntó Hermione mientras se acercaba a su cama.

—Si. ¿Por qué preguntas? —le dijo Artemis, quitándose el libro de la cara.

Hermione hizo una mueca mientras se sentaba en su cama.

—No quiero ofenderte, pero últimamente te encuentro un poco rara. No me vas a hechizar mientras duermo por decir eso, ¿verdad?

—Es probable que si.

—¿Qué?

—Nada.. pero estoy bien, así que puedes dejarme en paz.

—Sé que no te agrado pero... si necesitas alguien con quien hablar, puedo escucharte — le dijo Hermione, jugando con sus manos.

Artemis dejó el libro y se sentó en su cama, mirando a Hermione.

—Escucha esto: traje cianuro a Hogwarts y planeo envenenar a las próximas personas que me pregunten si estoy bien.

Hermione la miró con sorpresa mientras Artemis tomaba su libro y salia de la habitación.

—Freddy, creo que encontré algo —dijo George, impidiendo que Artemis saliera de la sala común.

—¿Qué encontraste, George?

—Espero que sea un cerebro, porque obviamente te falta uno. Muevanse fotocopias —la chica lea dijo, tratando de empujar a George, aunque fue en vano porque claramente no tenía la fuerza suficientes.

—¿Foto-qué? —Fred preguntó

—¡Estaba hablando sobre algo importante!— dijo  George.

—Oh si, ¿qué encontraste?

—¡No lo sé, ya lo he olvidado! —él se quejo.

Cuando Fred fue a quejarse con su gemelo por haberse olvidado lo que tenía que decir, Artemis aprovechó ese momento de distracción y salió de la sala común.

Artemis continuó caminando por los pasillos, hasta que vio a Draco hablando con Crabbe y Goyle. La niña se acercó a su amigo y lo agarró del brazo antes de arrastrarlo hacia el otro pasillo

—Vaya, hola Art. Yo también  estoy bien ¿y tu ? —dijo sarcásticamente sin borrar la sonrisa de su rostro.

—¡Mal y tengo cianuro!

—¿Que es el... ? —Draco empezó pero ella no le dejó terminar.

—¡No preguntes!

Draco permaneció en silencio mientras Artemis continuaba tirando de él, hasta que llegaron a los terrenos del castillo.

—Uh, ¿es ese un nuevo libro de hechizos? —preguntó, tratando de calmarla, señalando el libros que ella aún sostenía en su mano—¿Ya lo leíste? ¿Aprendiste mucho durante las vacaciones?

—No me hables de las vacaciones"—se quejó Artemis antes de sentarse en el suelo, imitada por Draco.

—Bueno, entonces... —el rubio empezó a pensar sobre que podían hablar sin que ella se enojara.— ¿Te gustó mi regalo de Navidad?

Draco se inclinó para fijarse si Artemis llevaba el collar, pero no vio nada, estaba a punto de quejarse hasta que ella metió la mano debajo de su remera y se lo mostró.

—¿Tienes la otra mitad? —preguntó Artemis, mirándolo.

—Sí, aquí. Mira —respondió Draco sonriendo.— Por un momento pensé que no lo ibas a usar.

—Sí, yo también.

. . .


HARRY HABÍA ESPERADO EL MOMENTO PERFECTO PARA INTERCEPTAR A ARTEMIS FUERA DE CLASE. Era raro verla sola ya que Malfoy estaba a su lado todo el tiempo.

—¡Hey, Arty! —la saludó el chico mientras caminaba a su lado.

—Lo que sea que quieras mi respuesta es no.

— Oh, vamos —se quejó Harry.— Ni siquiera me diste tiempo de decir algo.

—No quiero perder mi precioso tiempo contigo.

—Entonces te haré la pregunta rápido —dijo antes de respirar profundamente— ¿Te ha dicho Malfoy algo extraño últimamente?

—Sí.

—¿Y qué fue?

—Él quiere matarte y yo estoy involucrada en el plan. Pero mi única misión es cavar tu tumba, ¿puedes creerlo? Me considera su elfo doméstico.

Artemis continuó caminando con una gran sonrisa en su rostro mientras Harry se quedaba detrás de ella, seguramente considerando lo que acababa de decir. Draco la alcanzó un momento después.

—¡Lo siento! Me retrasé y no pude ir a buscarte luego de tu clase.

—No es necesario que lo hagas.

—Bueno, quiero hacerlo.

Artemis asintió con indiferencia.

—Harry me preguntó por ti. ¿Qué fue lo que hiciste? ¿En qué te metiste?

Draco sonrió antes de señalar hacia el costado, indicándole  que ambos podían sentarse junto a una ventana.

—El guardabosques ese tiene un dragón en su cabaña —dijo con entusiasmo— ¡Está prohibido!

—Sí... Creo que el espionaje también está prohibido y se llama acoso, por cierto.

—Yo no hice eso —se quejó el rubio.— Simplemente los sorprendí por casualidad y como Potter está involucrado, podrían expulsarlo si se lo cuento a un profesor.

—O no.

—¡Oh, vamos Art! Pensé que a ti tampoco te agradaba.

—Por si no lo has notado, no me agrada nadie en esta escuela.

Draco infló su pecho antes de darle un codazo de forma juguetona. 

—Todos menos yo... ¡Ah! Y por supuesto el profesor Snape.

Artemis puso los ojos en blanco mientras se levantaba.

—¿Adónde vas? —le preguntó Draco, levantándose también.

—A un lugar donde tú y tu ego no esten tan presentes y donde puedo respirar.

Draco se rió entre dientes mientras la seguía.

—¿Sabes quién es realmente egocéntrico? —le preguntó.

—Si dices algo sobre Harry, te patearé la cara y luego te daré unas gotas de cianuro.

El chico no tenía idea de qué era el cianuro y cuando fue a abrir la boca para preguntar, se dio cuenta de algo importante.

—¿Desde cuándo defiendes a Potter?

—No lo estoy defendiendo.

—Pensé que era un acuerdo tácito —se quejó Draco dramáticamente.

—¿Qué ?

—Mis enemigos son tus enemigos y viceversa. Odio a Brown y Patil porque tú los odias.

Artemis puso los ojos en blanco y de repente sintió ganas de golpearse la cabeza contra la pared.

—Realmente pensé que no odiaba a nadie, pero ahora mismo siento un odio tan profundo hacia ti que quiero empujarte desde la torre de astronomía y luego enviar a los cuervos a arrancarte los ojos.

—Está bien, cambiemos de tema —dijo Draco rápidamente.

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