iii.

CAPÍTULO TRES, 
sin amigos

 ARTEMIS SE HABÍA ACOSTUMBRADO A LA IDEA DE NO TENER AMIGOS. Ella estaba bien así, no necesitaba a nadie para sentirse bien y si necesitaba compañía, siempre podía ir a ver a su tío.
Pero aparentemente Draco Malfoy no entendió lo que eso significaba. Esto no sorprendió a Artemis, ya que sospechaba que sus padres lo malcriaban todo el tiempo, pero por otro lado, ya estaba cansada de que él la persiguiera por los pasillos. Fue raro y agotador. 

El viernes por la mañana, Artemis estuvo mucho más amable que de costumbre, tal vez porque se acercaba el fin de semana y podía dormir todo lo que quisiera. 

—¿Qué tenemos hoy? —preguntó Harry Potter desde su lado.

Artemis no pensó que le estaba hablando a ella, así que siguió comiendo su cereal.

—Una lección de pociones junto con los de Slytherin —respondió Ron— Snape es su jefe de casa. Dicen que siempre trata de beneficiarlos, veremos si es verdad.

La castaña frunció el ceño y se apresuró a terminar su desayuno cuando Hermione Granger se sentó a su lado.
Artemis no la conocía muy bien y no quería conocerla. Pero Hermione le preguntaba todos los días cómo era su tío como maestro y si les exigía alguna cosa en particular. Y Artemis no quería tratar con ella esa mañana.

—Tenemos pociones juntos —comentó Draco, uniéndose a ella cuando salía del Gran Comedor—¿Nos sentamos juntos?

—No, no lo creo.

Draco frunció el ceño, pero siguió insistiendo. Realmente quería ser su amigo.

—¿Por qué? ¿Tienes miedo de lo que dirían los demás si te vieran con un Slytherin?

—No me importa lo que digan los demás sobre mí —dijo la morocha— Vine a Hogwarts para estudiar, no para hacer amigos.

Draco la miró con una ceja alzada.

— ¿Si? ¡Porque yo tambien! ¿Qué tal si nos hacemos amigos, para que podamos estudiar juntos?

—¿Por qué eres tan insistente? —se quejó Artemis.

—Porque me agradas —dijo el rubio, encogiéndose de hombros e ignorando la mueca de la morena— Eres el primer Gryffindor que me gusta, si yo fuera tú lo tomaría como un cumplido.

La morena decidio no responder.

Los dos entraron al salón de clases y Draco se apresuró a tomar asiento en la primera fila, mientras que Artemis prefirió sentarse en un asiento vacío al final de la clase.

No pasó mucho tiempo para que alguien se sentara a su lado. El chico de la corbata verde se movió torpemente en su lugar, hasta que notó cómo Artemis lo miraba fijamente. Luego se volvió hacia ella para sonreír.

—Soy Theo —dijo, tendiéndole la mano.

Artemis dudó por un segundo si aceptar o no el apretón de manos, pero finalmente le estrechó la mano.

—Eres Artemis, ¿verdad? —preguntó el chico, tratando de entablar una conversación antes de que Snape comenzara su lección.

—Sí —respondió Artemis, sacando una pluma y un pergamino de su bolso.— ¿Tu también me vas a preguntar por mi tío?

Theodore lo negó con una sonrisa.

—Oh, no. Bueno, solo si no me preguntas por mi familia, ¿de acuerdo?

Artemis asintió, mientras su tío iniciaba la clase.

—Ah, sí —susurró— Harry Potter Nuestra nueva... celebridad.

Snape terminó de escanear la lista y levantó la vista para mirar a la clase.

—Estás aquí para aprender la ciencia sutil y el arte riguroso de hacer pociones —comenzó— Aquí no nos divertimos agitando varitas mágicas, así que no espero que entiendas mucho sobre la belleza de un caldero que burbujea suavemente dejando escapar volutas centelleantes, ni sobre la delicadeza de un líquido que se filtra por las venas de un hombre para hechizar su mente poco a poco y aprisionar sus sentidos... Podría enseñarte a embotellar la gloria, a destilar la grandeza, y hasta a encerrar la muerte en una petaca si fueras otra cosa que uno de esos alcornoques que suelo enseñar.

Artemis mojó su pluma en tinta, lista para comenzar a escribir.

—¡Potter! —Snape dijo de repente— ¿Qué obtengo cuando agrego raíz de asfódelo en polvo a una infusión de ajenjo?

Theodore se giró ligeramente para mirar a Harry Potter, pero Artemis no le prestó atención y simplemente escribió: "Raíz de asfódelo en polvo + Infusión de ajenjo: filtro de los muertos en vida (posion para dormir)".

—No lo sé, señor —respondió Harry.

—Aparentemente la fama no lo es todo en la vida.

Artemis pensó que Harry Potter era estúpido. ¡Incluso ella, que no era una gran fanática de las pociones, lo sabía!

—No creo que sepa mucho sobre magia —le susurró Theodore, inclinándose hacia ella— Ha vivido con muggles toda su vida.

Pero Artemis no estaba de acuerdo con eso. Si Harry Potter hubiera abierto un libro, lo sabría, al igual que Hermione Granger, que parecía desesperada por responder.

—Vamos a intentarlo de nuevo, Potter. ¿Adónde buscarias si te pidiera que me trajeras un bezoar?

— No lo sé señor.

—Parece que no has abierto ni un libro antes de llegar aquí, ¿verdad, Potter? ¿Cuál es la diferencia entre aconito y luparia?

—No lo sé —respondió Harry— Pero creo que Hermione lo sabe. ¿Por qué no se lo preguntas a ella?

Algunas personas se rieron, pero a Artemis no le pareció divertido.

— Siéntese —Snape siseó a Hermione.— Para tu información, Potter, la mezcla de asfódelo y ajenjo produce un soporífero tan potente que se llama filtro de los muertos en vida. Un bezoar es una piedra que se encuentra en el estómago de las cabras y que es un antídoto para la mayoría de los venenos. En cuanto a aconito y la luparia. Entonces, ¿qué esperan para tomar nota?

Al final de la clase, Artemis se tomó su tiempo para empacar sus cosas y no se sorprendió al ver a Draco Malfoy esperándola en la puerta.

—No puedo ser tu amigo, ¿pero Nott si puede? —preguntó indignado.

Ella lo ignoró y salió del salon. Pero Draco la siguió.

—Sé que no te gusta estar en Gryffindor, así que puedo mostrarte la sala común de Slytherin, si quieres...— dijo.

Artemis se detuvo de inmediato y se volvió hacia él. Draco sonrió.

—Ven conmigo —dijo el rubio, tomando la mano de Artemis para guiarla por los pasillos de las mazmorras.

Cuando se acercaron a la entrada, Artemis soltó la mano de Draco, sintiéndose repentinamente incómoda.

—Lo siento —se disculpó el rubio, sin parecer realmente sentirlo.— La próxima vez, te preguntaré si puedo sostener tu mano.

Draco dijo la contraseña y ambos descendieron las escaleras hasta que la sala común de Slytherin quedó a la vista. Ahora que Artemis podía observar la sala común, se sentía bastante confundida.
Después de todo, tal vez la sala común de Gryffindor no era tan mala. Tal vez solo los estudiantes eran horribles allí y la morena notó que los estudiantes aquí parecían mucho menos horribles, cuando una chica con cara de perro se les acercó.

—¿Que haces tu aquí? —preguntó con su voz insoportablemente aguda.

Draco se colocó frente a Artemis como para defenderla. Se las había arreglado para llamar su atención y no dejaría que Parkinson arruinara eso.

—Vete, Parkinson —le dijo. Pero la chica siguió mirando a Artemis, como si no hubiera oído lo que Draco había dicho.— Ve a molestar a alguien más.

—¡Eres de Gryffindor! ¿Por qué no vuelves con todos esos traidores de sangre y sangre sucia?

Artemis aparto a Draco y se paró frente a Parkinson.

—¿Y por qué no vuelves al refugio de animales? Pareces un perro rabioso.

La chica la miró fijamente.

—Y tú...—comenzó, pero Artemis la interrumpió.

—Creo que me iré —le dijo a Draco— Porque aparentemente tener la sala común bajo el lago negro afecta a las personas, solo mírala— asintió hacia Parkinson— Adiós.

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