C6. Locometría.


Había pasado una semana entera desde que había visto a Theo. Con la semana de exámenes en puerta, un sinfín de proyectos en los cuales pensar y un montón de tareas acumuladas, apenas había tenido un poco de tiempo para hacer tareas tan básicas como alimentarme decentemente. Y Summer estaba agotada.

Aún así, se las habíamos arreglado para mensajear en algún momento de la noche, luego de sus deberes de estudiante y luego de que el trabajo de Theo en el hospital terminase. La facilidad con la que me hacía sonreír todavía le abrumaba un poco pero luego de una larga e intensa conversación con Melanie, la rubia había decidido finalmente dejar de pensar tanto y disfrutar más de lo que fuese que tenía que con él. Ahora se encontraba sentada en su alféizar tratando de componer algo bonito pero por más que intentaba, nada funcionaba.

Era como si cualquier atisbo de inspiración hubiese salido corriendo lejos suyo. —¿Puedo pasar?—su padre preguntó desde el umbral de la puerta. Summer levantó su mirada y una amplia sonrisa se abrió paso en sus labios.

—Siempre puedes pasar.

—¿Estás componiendo algo?—quiso saber pero la sonrisa de la chica poco a poco comenzó a desvanecerse—¿qué ocurre, amor?

—Nada malo—respondió dejando cuidadosamente la guitarra sobre el pequeño asiento—solo hoy no tengo la mejor inspiración, ninguna, de hecho.

—¿Está es la guitarra de mamá?—preguntó de nueva cuenta. —Creí que si la usaba, quizás podría hacerlo más sencillo—murmuró sin apartar la mirada de la guitarra a su lado—pero la verdad, creo que mamá estaría un tanto decepcionada de mí.

—Por supuesto que no—decidió el hombre—todo lo contrario, creo que tú madre estaría muy orgullosa de ver la chica talentosa en la que te has convertido

—¿Cómo sabes eso si nunca me has escuchado cantar?—cuestionó—le tengo pánico, de hecho.

—Pánico que estoy muy seguro que tarde o temprano se irá—murmuró sin apartar sus ojos. Summer apartó la mirada y negó lentamente.

¿No era irónico que su sueño fuese ser cantante y tuviese pánico escénico? Lo era.

—Pues cuando encuentren la manera, háganmela saber.

—Mi amor, eres muy talentosa—le recordó el hombre—y todos podemos verlo y sé que le tienes pavor a cantar delante de las personas pero que ahora sientas ese miedo, no quiere decir que jamás vaya a terminar.

—El mundo no está diseñado para los cobardes, papá—negó—de todos modos, esto no es nada importante, eran solo unas frases que han estado rondando en mi cabeza—le sonrió—espera, ¿saliste temprano del trabajo?

—Hoy es el cumpleaños de Melanie—los ojos de la rubia se abrieron con tal sorpresa y dejó escapar un pequeño gemido que hizo reír a su padre. Esa era Summer.

—¡Lo olvidé!

—Para tu buena suerte, hoy tiene guardia en el hospital—ella negó—así que estaba pensando que podemos ir a celebrarlo con ella a la hora de la cena. —Es verdad lo que dicen—comentó.

—¿Qué dicen? —Que el verdadero hombre que resuelve, siempre es tu papá—anunció dejando un beso sobre su frente—¿pastel de zanahoria? —Con mucha crema—asintió. Summer se rio. Unos minutos después, ambos se encontraban de camino al hospital, en el auto flotaba la voz de Taylor Swift y Summer la acompañaba, sintió los ojos de su padre sobre ella y luego lo miró unos segundos—¿por qué solo te da miedo cantar las cosas que tú escribes?

Ella suspiró—todo es más sencillo cuando sale de la mente maestra de Taylor Swift—comentó mordiendo su uña en una pequeña pero significativa muestra de nerviosismo—hay cosas que hay que dejar a los expertos.

—Sunny, eres demasiado talentosa—le recordó—y estoy muy seguro que incluso Taylor Swift cantaría algo que hayas escrito tú.

—Es solo tu fe de papá, Franco—anunció y los dos se rieron—pero hablando en serio, Taylor es otro nivel de talento en todas sus formas y no me puedo ni pienso y mucho menos quiero comprarme con ella. Lo único que tenemos en común es que ambas somos rubias.

—Pues yo sigo creyendo que puedes llegar a ser alguien igual que ella o hasta mucho mejor—decidió—y tú madre también lo creía.

—¿No las echas de menos?—cuestionó con la finalidad de cambiar de tema.

—Cada día—aceptó—sin embargo, todavía me quedan mis hijas y por ellas es que sigo estando de pie, porque sé que eso es lo que a tu mamá le habría gustado y si hubiese sido de otro modo, entonces no me lo habría perdonado jamás porque para ella también ustedes eran lo más importante.

—Te amamos—susurró—las personas van tan de prisa viviendo su vida que no se detienen jamas a decirle a sus personas favoritas que las aman y tú eres eso pa, eres mi persona favorita y te amo con todo lo que soy.

—También te amo, mi vida—le sonrió—por cierto, ¿cómo van las cosas con este chico? Theo, me parece que se llama—Summer se echó a reír.

Desde que su padre se había enterado que su hija menor estaba siendo pretendida por el doctor Colón -como solía llamarlo-, había comenzado a actuar como un padre celoso y a menudo solía preguntar por él entre líneas. En una teoría de conspiración con su hermana, llegaron a la conclusión de que Franco Fernsby, esperaba la inminente noticia de que aquello había finalizado. No es que no lo quisiera o no le agradase, Summer lo sabía, era más bien que ¿quién estaba preparado para ver a su pequeña niña siendo cortejada?

—Se llama Theo—respondió—y todo va bastante bien, ¿por qué lo preguntas?

—Solo curiosidad—respondió encogiéndose de hombros—¿no es algo mayor para ti?

—No—rio—solo es tres o cuatro años más grande que yo, no es tan mayor—él asintió—es de la edad de Melanie, de hecho.

—¿Y te trata bien?—preguntó de nueva cuenta. Summer inspiró—Sí. Es un caballero.

—¿No van algo rápido?—ella frunció sus cejas—solo pregunto.

—No—negó—no es mi novio si es lo que quieres saber. Nuestra relación va a un paso normal y me trata bastante bien—pausó—hace una semana que no lo veo, tenía muchas cosas pendientes de la universidad y él también, sumado el hospital y...—suspiró—le echo de menos...

Y finalmente lo había admitido.

El miedo que le daba sentir que lo echaba de menos siempre parecía estar al asecho y a Summer la sensación no le gustaba.

Theo era una persona especial pero hasta las personas especiales se asustaban con la intensidad cuando no sabían recibirla, no es que fuesen malas o algo que se le asemejara, era más bien que cuando no estás listo todo terminaba en desastre.

Pero estaba ahí; echándole de menos a pesar de que todos los días se dedicaban algunos minutos del día para hablar. Y cada vez que eso pasaba, el corazón de Summer se quería salir de su pecho.

La emoción que sentía cuando lo veía o cuando hablaba con Theo no la podía explicar con palabras realmente.

Pero estaba ahí, tan latente.

—¡Summer!—su padre la llamó. La rubia volvió a llevar su vista al frente y se rio en voz baja cuando se percató que finalmente estaban ahí. Los residentes entrando y saliendo del hospital y las personas inmersas en sus propios mundos le recordaron los días en los que su madre y ella solían ir a visitar a Melanie; de esos días en los que su hermana apenas tenía tiempo para ir a casa porque estaba demasiado ocupada tratando de aprender absolutamente todo para poder salvar vidas.

Y había aprendido bien porque la primera vida que salvó fue la de Summer.

—Madre de dios, había olvidado lo que era venir al hospital cuando hay residentes—comentó su padre al tiempo que ambos bajaban la puerta. Lo vio tomar el pequeño pastel de zanahoria que había comprado por la mañana y luego juntos se encaminaron hasta la pequeña sala donde su hermana solía pasar largas jornadas durante cada día. A Summer no le gustaban los hospitales, luego de sus días oscuros donde largas horas de su dia eran consumidos por hospitales había terminado por tenerlos cierto recelo; y es cuando te dicen que te vas a morir, no puede ser de alguna otra manera.

—Y eso es todo, señora Hawkins—la voz de un hombre llenó el aire en el mismo momento en el que ella estaba por atravesar la puerta de la oficina de su hermana. La muchacha detuvo sus pasos y llevó su atención hasta el dueño de aquella voz, él también la miró y una amplia sonrisa se abrió pasos en sus labios antes de volver a llevar la mirada hasta el rostro de la dulce anciana que observaba a Theo como si fuese un modelo de revistas, y es que Summer la entendía porque él en serio era guapo—está todo en perfectas condiciones y no se tiene que preocupar por nada—le sonrió dulcemente y ella apretó sus labios—nos vemos en el siguiente chequeo, que es un mes—aclaró—un mes, no una semana.

La mujer se acercó a él, depositó un pequeño beso sobre su mejilla y luego se marchó a paso lento. Theo volvió a mirarla y sin dudarlo se encaminó hacia ella.

—Hola—saludó Summer. Él dejó un beso sobre su mejilla y ella pudo sentir como una vez más, su corazón trataba de perforarle el pecho presa de la emoción.

—Dios mío, qué bueno es verte—murmuró envolviéndola en un pequeño abrazo que para gusto de ambos—puedes creerme o no pero justo iba a escribirte para preguntarte cómo es que iba tu día—añadió tomando su mano.

La tan famosa corriente electica imaginaria de la que Summer siempre había leído en los libros se hizo presente en su espalda y una pequeña sonrisa enmarcó sus labios.—¿En serio?'

—Sí—aseguró—la señora Hawkins estaba por irse—pausó—no puedo decir que vino para su chequeo porque hace esto de venir una vez a la semana para un chequeo de emergencia imaginario—se rio—es una anciana sana pero bueno, deber es deber...

Una risita escapó de los labios de la chica y Theo la miró con detenimiento—debo admitir que la comprendo—y entonces fue testigo del ligero sonrojo en las mejillas del muchacho pero de un momento a otro la linda sonrisa que había adornado sus labios, se esfumó.

—¿Todo bien...?—quiso saber.

El corazón de Summer se encogió dentro de su pecho cuando se dio cuenta que él de alguna u otra manera se estaba preocupando por ella. Era eso o de verdad ella era una romántica empedernida que trataba de romantizar cualquier tipo de acción que viniera de él.

—Estoy bien—asintió y automáticamente los hombros del muchacho se relajaron.

Summer tenía que admitir que se veía jodidamente imponente con su bata médica. El aspecto frio que Theo siempre solía llevar la mayor parte del tiempo le daba un aire demasiado sexy, a su parecer pero claramente no iba a decir eso en voz alta.

El azul intenso de sus ojos hacían un contraste perfecto con el negro azabache de su cabello y esa forma tan peculiar en la que siempre parecía ir ordenado a ella le encantaba y estaba comenzando a volverla loca en el sentido más positivo dentro de la escala de locometría.

La pregunta era ¿él se daba cuenta realmente de la manera en la que lucía y de lo que afectaba su sentido común?

No lo sabía pero esperaba alguna vez poder averiguarlo.

—¿Segura?—preguntó trayéndola de regreso a la realidad. La rubia sintió sus mejillas arder de vergüenza. Seguramente ahora mismo parecía una acosadora observándolo fijamente.

Asintió—Hoy es el cumpleaños de Melanie.

—Oh, es verdad—susurró—eso explica las flores que le han llegado hace un rato—cotilleó.

—¿Qué? ¿Le llegaron flores?—exclamó—debemos averiguar de quien han venido.

Theo se echó a reír—¿misión chismosos?—cuestionó tendiéndole la mano de nueva cuenta. Summer se rio.

—Misión chismosos—pausó—¿quieres entrar? Papá y yo hemos traído pastel de zanahoria con crema para celebrarlo juntos porque Mel tiene guardia esta noche.

—Bueno, no tengo citas pendientes por el resto de la tarde así que creo que puedo acompañarlos—le sonrió—y, también me gustaría saber si quisieras tener una cita esta tarde conmigo.

Summer se mordió el interior de la mejilla y asintió—Me encantaría.

—Pero antes me gustaría que vinieses a mi consultorio, quiero mostrarte algo—pidió. La muchacha asintió y sin pensárselo dos veces comenzó a caminar a su lado. Él abrió la puerta para ella y cuando entró, su corazón dio un vuelco.

Era un detalle pequeño pero demasiado significativo.

Sobre el escritorio de Theo junto a su computador, descansaba un pequeño florero color blanco con un girasol dentro. Ella lo miró un par de segundos antes de mirarlo a él.

—Guau—fue todo lo que atinó a decir.

—Escúchame, no sé si esto suene intenso o no pero encontré una buena forma de tenerte cerca siempre...—murmuró mientras rascaba su cabeza en un acto de puro nerviosismo. Y aunque pensó que no era posible, su sonrisa creció mucho más.

—No me parece intenso de ninguna manera, la verdad es que me parece un detalle demasiado lindo...—él asintió lentamente—Y oye...

—¿Sí?

—Esta es la parte en la que te acercas a mí, me dices que me has echado de menos y luego me besas...

La comisura de los labios del muchacho se elevó y el corazón de Summer se volvió a agitar. Envolvió sus brazos en la cintura de la chica y antes de que ella pudiera si quiera procesar lo que estaba a punto de pasar, los labios de Theo estaban moviéndose encima de los suyos.

Summer realmente no sabía que tan loco estaba siendo aquello, de donde había salido esa valentía o lo loco que parecía todo por la velocidad en la que estaba pasando todo pero de una cosa estaba segura.

Bueno, de tres.

La locometría no mentía.

Las personas más locas, siempre eran las más felices.

Y Theo Colón era el besador más sexy que había conocido en su vida.

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