Capítulo 2


Lo carnal se vuelve efímero incluso después de una espera que es eterna, llevando a los seres vivientes ir hasta el extremo de su capacidad que desconocían, rompiendo con la moralidad que nos ata. La virtud de los humanos en la consciencia, donde han creado los términos: malo y bueno. Se vuelve afectado cuando se encuentra en el rincón del deseo, el placer del dolor, la excitación de desvivir. Eso no es una corrupción moral, está prohibido como tabú, el deseo espera en guardia, alimentándose hasta sucumbir en un pozo ciego.

—¡¿Cómo que no sabes dónde mierda está Lola?! —el grito perturba la paz en la sala, donde la cabeza de Rita observa el piso, las manos de ella se aferran a su pantalón de manera violenta, temblando, intenta soportar las palabras de su esposo recién llegado—. Rita, es nuestra hija, ¡estaba contigo toda la tarde!

—¡Estaba ocupada, Lynn, no sabes todo lo que debo hacer en esta casa y lo complicado que es estar en todos lados! —Rita aturde hasta las mismísimas paredes, levantándose del sofá para encarar a su esposo con el rostro lleno de lágrimas.

—¡No vengas con estupideces! —remata el padre irguiendo más la espalda, ganando unos centímetros de altura que rebajan a Rita. La mujer siente que iba a recibir un empujón para caer de vuelta a donde estaba, pero no pasó—. Hace dos horas no viste a Lola, ¡revolví cada habitación y no está en ningún lado! —Lynn se agarra la cabeza mientras con su otra mano, de manera violenta golpea el aire apuntando a las escaleras. Las orejas del hombre se tiñen de su sangre hirviente, humeando vapor desde los labios secos.

—No sé, no sé, Lynn. ¡Estaba jugando con Lincoln la última vez que la vi! —responde la mujer con todo el coraje encerrado en su pecho, las lágrimas desean gritar rogando ser soltadas de vuelta. No lo hace por la ira que le produce ver los ojos del hombre con quien se casó, y una vez entregó todo de ella «. No te atrevas a mirarme así, no merezco tu desprecio. ¡No soy una mala madre!» se le cruza por la cabeza a Rita, la respiración se le dificulta, como si un gran peso estuviera apunto de quebrarle las costillas.

—¿Dónde está él? —pregunta el padre con menor intensidad, los ojos feroces de él se vuelven más apacibles, sacando el telón la preocupación en ellos.

—En el baño —es lo último que escucha el hombre por parte de su mujer antes de irse escalando rápidamente las escaleras, ignorando en su paso a la mayor de sus hijas que se ha acercado junto a Luna para presenciar la escena, los rostros joviales del dúo detonan la misericordia que sienten en la imagen colapsada de su madre, cambiando a un semblante reacio ante su padre.

El pasillo sumido de murmullo que se mueren apenas el primer pisotón de Lynn entra a la escena, como si fuera la parca del bullicio, el silencio sucumbe a todas las hermanas Loud que observan al padre dirigirse a la puerta del baño. Blanco, liso, en la madera barata guardan marcas de cada integrante. La tensión ahoga hasta las más pequeñas de las hermanas, derribando inclusive las paredes frías de Lisa, borrando la  inexpresiva faceta en su rostro aniñado.

—¡Campeón, ¿viste a tu hermana?! —aúlla el padre apurando aún más el paso, sin detenerse a pasos de la puerta, tampoco bajando el ritmo de las largas zancadas. El puño tosco de Lynn golpea la puerta tres veces, llamando la atención casi al instante por el eco que provoca—. Lola, ¿dónde está? —vuelve a golpear la puerta, gritando a la puerta como si fuera capaz de escucharlo. La mirada hostil flaquea por un instante, un mal presentimiento, un reparo incorregible. Se le llenan los ojos de lágrimas que se tiran al breve momento—. ¡Lincoln, contesta, demonios! —ordena propinando un golpe creado para lastimar, aboyando la madera en un hueco irregular, las astillas ven el exterior, aún se resguarda la privacidad en el otro lado de la abertura—. ¡Lincoln!

Al otro lado del muro, hay dos bocas que no dejan salir su voz, ignorando por completo los aullidos escandalosos por parte del padre. Lincoln no parece estar en el mundo terrenal, los ojos celestes  de él se mantienen perdidos en un rincón, los dedos de él no los siente reales, no logra percibir lo espeso de la sangre que le tiñe la mano. Está ahí, pero a la vez no. El olor a hierro y muerte, un aroma chocante y floral, ignora por completo el sentido nasal de Lincoln. Para él, en ese momento, solo existe el cuerpo de Lola delante suyo, descansando en la tina. ¿Dónde la atacó? ¿La apuñaló? ¿La estranguló? ¿La mordió? La ciega niebla en su mente se pierde en las preguntas que no tienen respuesta, la consciencia recién vuelve en sí.

—¿Lola? —pregunta el albino, acción que no logra ninguna reacción de la niña inerte, observando el techo con los ojos desvividos, entregando un abrazo al aire que nunca pareció llegar, esperando con la vestimenta rosada desgarrada, mostrando sitios en su piel que nunca ha mostrado antes. Un río débil desborda en el cuello de ella, asustando a Lincoln, quien al tragar, se repugna.



Un poco corto el capítulo, más bien, diría micro capitulo, pero es a lo que pude llegar estos días tan estrechos. Dígame, ¿qué les pareció? Pronto llegarán más capítulos y aún más extensos donde podrán tener aún más contexto de todo.

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