Rechazo.
Los días pasaban Lumine comenzó a pasar más tiempo con Diluc, al principio él se mostraba algo renuente y seco con su trato, pero con el pasar de los días su actitud se relajó.
Comenzaron a pasar tanto tiempo juntos que el pelirrojo se convirtió en un miembro honorario de su equipo al hacer sus comisiones diarias, no era extraño verlos de un lado a otro en Mondstadt, resolviendo las más ridículas peticiones.
Luego de un tiempo considerable en que la viajera no podía posponer más su viaje a Liyue, Paimon le sugirió la idea de invitar a Diluc a acompañarlas.
La rubia no estaba muy segura, pero ante tanta insistencia de la pequeña terminó por acceder.
Se sentía increíblemente nerviosa cuando se encaminó al viñedo para hablar con el joven, sus manos sudaban cuando estuvo dentro de su casa, cuando el de cabello rojo estuvo frente a ella la miró con su típica seriedad.
—Lumine, buenas tardes, Adelinde me dijo que me buscabas, ¿sucedió algo? —cuestiona.
—Nada importante, realmente solo quería hablar contigo de algo —susurra.
—Bien, ¿de qué quieres hablar? —pregunta serio.
—Pues verás, sabes que busco a mi hermano, para eso necesito seguir con mi viaje, yo... estaba pensando si tal vez tú quisieras acompañarme —murmura.
—... Lumine, yo te aprecio mucho, lo que hiciste por Mondstadt es algo que nunca olvidaré, creo que nadie podrá hacerlo, nada alcanzaría a pagar lo que has hecho por esta nación —silencio, luego un suspiro cansado —. Agradezco tu ofrecimiento, sería un honor viajar junto a la viajera que nos salvó de Stormterror, más tengo que declinar la oferta, como sabes me siento con el deber de acabar con el abismo, además de que quiero proteger a la gente de Mondstadt. Si me marcho contigo no podría hacer eso, así que te deseo lo mejor en tu viaje, sé que podrás con todo lo que se te presente en el camino —finaliza con voz solemne.
Ella no estaba preparada para esa respuesta, pensó que el hombre le diría que si, que ambos comenzarían su viaje juntos y tendrían divertidas aventuras por montón, se sentía tan confundida que no pudo evitar cuestionarlo de una forma nada atinada.
—¿Por qué? Creí que me querías, que podríamos estar juntos por nuestros sentimientos —susurra.
—¿Nuestros sentimientos? —pregunta mientras se muerde el labio.
—Si, ¿tú me quieres no?
El de cabello rojo se queda en silencio, la verdad creyó ser muy discreto con lo que sentía, no porque tuviera vergüenza, si no más bien porque tener esa clase de sentimientos lo distraía, por eso se negaba a hacer algo más que disfrutar la compañía de la viajera.
Él la admiraba, la quería, todos esos sueños adolescentes de una familia se los podía imaginar con ella, tal vez si fuera un tiempo diferente no dudaría en expresar lo que siente y aceptar lo que le ofrecen.
Pero esos tiempos no existían, solo eran imaginarios, destruir el abismo era su principal prioridad, proteger a la gente de su nación también, él no podía dejar todo eso solo porque se enamoró de la viajera.
Por eso con todo el valor que tenía tomo a la rubia por los hombros y la miro con compasión.
—Lumine, me has malentendido, yo te aprecio, mis sentimientos por ti son agradecimiento, discúlpame si te hice crearte falsas ilusiones, no era mi intensión, en tu viaje conocerás a más personas, estoy segura de que alguna de ellas será la indicada para ti —declara tratando de contener el desagrado que le produce pronunciar eso.
Los ojos dorados se sienten acuosos, su interior se siente extraño, algo parece haberle hecho daño, pues duele, ni siquiera le responde, únicamente corre con todas sus fuerzas, cree escuchar a Diluc gritar su nombre, pero ni así se detiene.
Corre, corre hasta que sus pies se cansan y la hacen parar, cuando se da cuenta está en el reino de los lobos, el dolor no para, en cambio, lágrimas comienzan a caer de sus ojos, aquello no es común en ella, por lo que trata de limpiarlas, aunque parece que eso solo hace que salgan más, pronto se rompe a llorar.
Ella no deja de hacerlo ni siquiera cuando los ojos rojos de Razor la miran con curiosidad, él solamente se sienta a su lado esperando a que pare, eso no sucede en un buen rato, ella llora mucho, él puede sentir su estómago encogerse ante cada gemido doloroso que la rubia da.
Su lupical parece muy triste, al niño lobo no le gusta verla así.
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